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So embrace the darkness and I will help you see That you can be limitless and fearless if you follow me. We are the lions in a world of lambs
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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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♦ Io sono qui... [Flashback]

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por P. Salvatore Balzaretti Vie Jul 13, 2018 8:28 pm
"Mi padre una vez me dijo que la familia era lo más importante, que se construía no sólo con personas de sangre, sino también con aquellos a quienes conocemos a lo largo del camino, y que cualquier cosa que pasara siempre debía protegerles a costa de lo que fuera. Creo que se olvidó de decirme que no siempre se puede proteger a todos, y que al intentar ayudar, puedes provocar más daño del que querías evitar."
Los recuerdos son quizás aquellos que más dolor pueden causar en una persona, sean buenos o malos, es un llamado intrínseco a la melancolía, y por ende a la tristeza, dolores que disfrazados de alegría largan la excusa tan conocida que se escucha por todos lados: En aquella época las cosas eran mejores...

Pietro era un niño, la edad era lo de menos, pero era sencillo discernir que se trataba de un pequeño que apenas empezaba a conocer lo que era la vida, lo que había a su alrededor, aquello de lo que gozaba, mas no de lo que carecía. Sonreía a diario, reía como cualquier niño de su edad haría, maravillado por las pequeñas cosas que pudiese toparse mientras su padre le permitiese salir de casa. Y un día así fue, la salida se extendió por más tiempo del que esperaba, una visita a la residencia de un amigo de su padre, un hombre que a simple vista lucía como un sujeto poco amigable, pero que al tratar con Vittorio Balzaretti se transformaba completamente. Sin embargo, había algo que a Pietro le daba una inmensa curiosidad, algo con lo que se encontraba cada vez que en esa enorme casa paseaba por los inmensos jardines. O más bien... alguien.

Muchas veces decidió mantenerse a la distancia, pues su padre jamás le dijo que había un niño viviendo en esa casa, alguien de su misma edad. Ese día él decidió explorar, decidió acercarse, aprovechar ese tiempo en que su padre estaría reunido con otra persona para hacer un nuevo amigo, cosa que nunca estaba de más, especialmente porque el único hijo de Vittorio no tenía siempre la oportunidad de ello. Lo buscó por todos lados, de un lado a otro de los jardines, recorriendo éstos seguro de recordar el camino para llegar al centro donde había una hermosa fuente. Justamente ahí le encontró, solo, a la orilla de la fuente, por lo que se acercó poco a poco esperando no asustarle, no terminar con esa imagen típica de un niño mimado que sólo quería imponerse ante otros. Tenía un corazón noble, y su única intención era por supuesto ser más cercanos, algo natural si se tomaba en cuenta que eran frecuentes sus visitas.

Hola, ¿por qué estás solo aquí? —preguntó con esa inocencia que le caracterizaba, una sonrisa amplia, amigable, un brillo en los ojos que demostraba su emoción, su interés por entablar una conversación, sentándose a la orilla de la fuente sin importar si el agua al caer salpicaba un poco—. Mi nombre es Pietro, ¿y tú? ¿Cómo te llamas? —se presentó, mirándole expectante a una respuesta favorable, balanceando sus pies hacia adelante y hacia atrás.

Su padre no podía impedirle hacer amigos, él no iba a quejarse, le enseñó que si él decidía, cualquier persona podía volverse parte de su familia. Él quería que ese niño formase parte de su vida, no sólo por curiosidad, sino porque parecía estar tan solo como el mismo Pietro en aquella inmensa mansión donde pasaba la mayor parte de su vida. Sólo él, su madre, y unos cuantos sirvientes que a veces reemplazaban el cariño que sus progenitores por trabajo no podían darle como les hubiese gustado.

¿Te gustaría ser mi amigo? —preguntó, extendiendo su diestra con un rubor dulce en las mejillas, una sonrisa de oreja a oreja, y el tono afable de un alma que aún no conocía lo que era la desesperación.
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P. Salvatore Balzaretti
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por Invitado Vie Jul 13, 2018 9:30 pm
¡No sirves para nada, siempre jodiendo con tus idioteces que a nadie le importan! ¡Sal de mi vista, blyat! — vociferaba con desdén aquel hombre el cual rechazaba el dibujo que había hecho Czar, incluso haciéndolo trizas frente a su rostro y tirándolo a un lado como si fuese un pedazo de basura descartable y nada más. Todo porque supuestamente había interrumpido una importante charla de negocios. ¿Tanto así le molestaba que le hablara cuando estaba al teléfono? Cuando no era solo al teléfono, también era fuera de este, cuando todo parecía tranquilo; no había manera de que Czar le cayera en bien a su padre. Siempre terminaba encontrando una razón para darle una paliza. Esta vez solo se llevó un escarmiento tal que lo dejó adolorido de las costillas, pero al menos se podía mover. Otras veces era tal el dolor que debía recostarse en la cama por que no tenía otra opción.

Esa vez simplemente se fue, cabizbajo y con lágrimas en los ojos. Su padre quería a un hombre y para él le habían dejado a una niñita, que no hacía otra cosa que comportarse como un auténtico inútil. El rubio solo sentía el rechazo de su padre como algo pasajero, quizás cegado a la realidad porque mantenía un dejo de esperanza, y extrañamente hoy no le había dejado encerrado en su dormitorio así que con más razón creía que quizás estaba de mejor humor que otras veces. La realidad era que se le había olvidado, siquiera le importaba dónde estuviera él siempre y cuando no estuviera cerca suya. Pero Czar era demasiado pequeño como para darse cuenta de eso, muy inocente aún por más que el sufrimiento ya fuera el suficiente como para traumatizar a cualquier niño común y corriente... Pero él nunca fue demasiado normal que digamos, desde su trágico nacimiento que siempre fue igual.

Alcanzó su lugar preferido, aquella fuente cuyo borde era donde se sentaba. A chapotear, y dejar que las lágrimas que brotaban de sus ojos se perdieran en la infinidad del agua bajo suyo. Suspiró profundamente, inhalando profundo aunque tuviera la nariz tapada, intentaba contener lo más que pudiera; sabía que si seguía llorando y su padre llegaba a ver algo como eso, le daría una tunda tal que lo dejaría durmiendo hasta la siguiente tarde. Sin cenar ni nada por el estilo.

Sorpresa y media se llevó el soviético de cabellos rubios, que directamente se dio vuelta de pronto y casi cae al agua de la fuente si no fuera porque justo se sujetó de la mano del chico la cual había extendido antes. Aunque no lo jaló con él al agua, pudo mantenerse al borde y agitar los brazos como si estuviera aleteando y recobrar la postura anterior. — Cyka blyat... — murmuró. Aquellas palabras que había aprendido de su padre, ya lo hacía inconscientemente. Sus ojos llenos de lágrimas y escleróticas enrojecidas por llorar. Se secó las que yacían en las mejillas y luego inhaló profundo, intentando hablar de una forma que se le entendiera. — Pietro ... — repitió su nombre suavemente, hablando consigo mismo, para luego escuchar esa pregunta que le hizo él. La palabra amigos aterraba al joven, era como algo prohibido para él. ¿Pero quién estaba viendo? Su padre estaba demasiado ocupado en otras cosas como para interesarse en él justo ahora. Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Czar, y asintió lentamente, aunque no con palabras. Quería un amigo, ¿cómo no? Nadie en su sano juicio no querría una amistad, mucho más tan jóvenes.

Soy Czar ... — respondió él, encogido de hombros. A diferencia del muchacho que yacía frente a él, el soviético era mucho más retraído, tímido. No porque quisiera, si no por el temor de ser reprendido por su padre justamente por eso, no había cosa por la que no le golpeara últimamente. Todo servía como excusa, hasta porque estornudó demasiado fuerte ya era razón para recibir una paliza por ruidoso. — ¿Quieres... quieres jugar conmigo? — preguntó titubeante. En un tono de voz que podría compararse con el susurro de alguien afónico. Y es que realmente estaba aterrorizado. No había nadie a sus alrededores e igual la presencia de su padre seguía encima de sus hombros, pesando... como una sombra que siempre está; un ojo que todo lo ve.

Pero no hagamos mucho ruido... ¿está bien...? — probablemente esas palabras no eran normales para Pietro. Pero Czar ya estaba demasiado acostumbrado, elevar su voz era otro golpe, otro grito, ser denigrado por su padre hasta dejar a Czar siendo nada más que un niño indefenso, llorando desconsolado ahí en un rincón, encerrado en su dormitorio sin la oportunidad siquiera de comer. Aquello parecía un milagro caído del cielo, como si fuese un ángel que se prestaba a hacerle compañía al rubio. Tenía miedo de que ese sueño hermoso terminara pronto.

Un simple pellizco en su brazo bastaría para saber si era un sueño; pero ni fuerzas para eso poseía.
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por P. Salvatore Balzaretti Mar Jul 24, 2018 9:59 pm
A juzgar por la apariencia de ese niño, tan demacrado y apagado, lo notaba triste, melancólico incluso, una mirada que él mismo sabía interpretar como la de alguien que no había tenido ni un poco de alegría en mucho tiempo. La sonrisa del italiano no se borró siquiera por la apariencia de aquel niño, no importaba demasiado cómo lucía sino lo mucho que seguro podrían divertirse entre ellos en un lugar como ese; después de todo, los jardines parecían un lugar excelente, ahí donde no tuviesen siquiera la tonta idea de molestar a sus padres en medio de su reunión. Asintió con la cabeza de manera enérgica, y aunque Czar le pidió ser silencioso, aquella petición significaba menos que un favor para el italiano, que estaba dispuesto a divertirse, a reír, a jugar con un niño que había aceptado ser su amigo.

No costaría demasiado, el único hijo de Balzaretti era imposible de parar, un pequeño cuerpo cargado de energía prácticamente ilimitada que corría, saltaba, reía, gritaba, imaginaba todos los escenarios posibles en segundos, y los hacía reales, los volvía tan reales que quienes jugaban con él se sentían arrastrados por esa energía. Era un niño que no tenía en casa nadie a quien llamar verdaderamente "amigo", y no porque no tuviera apego a la servidumbre, sino porque nadie de su edad tenía permitido acercarse a él sin una amenaza de muerte de por medio. Se sentía solo, y quizás encontrar a ese chico ahí, en ese jardín, tan alejado de todo, le hizo sentir una empatía que en otra situación quizás hasta hubiese sido momentánea.

A lo lejos su padre observaba por la ventana, una vista privilegiada en la mansión mientras conversaba con su viejo amigo, algo que desde luego no tendría por qué concernir a los niños. Para ese entonces, Vittorio había olvidado completamente que la vida de su único heredero pendía de un hilo, bastó con verle sonreír, con verle jugar como hace mucho tiempo no hacía.

Creo que suponías que tarde o temprano vendría a discutir contigo asuntos de negocios, ¿no es así, Dmitry? —preguntó el cabeza de los Balzaretti mientras en su diestra mantenía sujeta una copa de vino, líquido que danzaba dentro de la copa inclemente, como si Vittorio dejase en ese simple movimiento la mayor parte de sus preocupaciones—. Pero ésta vez no es nada parecido, pronto será el cumpleaños mi hijo, y he venido a invitarte a ti y a Czar —fue decisión propia, nada que hubiese sido influenciado por el caprichoso deseo de Pietro de tener una pequeña fiesta en medio de tantas preocupaciones que de repente alcanzaba a percibir en casa. Él, a diferencia del menor, sí sabía que Dmitry tenía descendencia, sabía más de lo que ese pequeño jamás podría llegar a comprender.

Su esposa fue quien tomó parte en la decisión de invitarle, esa mujer que desde siempre se había caracterizado por convertir a Vittorio en un hombre más suave de lo que debería, la que consideraba que Pietro sería siempre "su bebé". Lo consentía en todo lo que su padre le negaba, pero pese a ello el niño no tenía malicia, no era un malcriado, sino más bien increíblemente noble, amable, sonriente, sin una pizca de maldad en su corazón.

Me gustaría que estuviesen presentes, amico mio, deja que tu hijo salga de vez en cuando —y tras ésto, precisamente unos instantes después, Pietro llegaba de la mano con Czar, las rodillas raspadas después de jugar en el jardín, la ropa llena de lodo y tierra, y las mejillas manchadas, pero una enorme sonrisa en el rostro. No soltaba la mano de su amigo, a quien había tenido que arrastrar casi a regañadientes desde el jardín hasta el salón principal tras haberle sugerido el pasar la noche en su casa, seguir con sus juegos ahí, pasar más tiempo juntos y conocerse de mejor manera.

¡Papà, papà! ¿Puede Czar ir a casa y pasar la noche allá? ¡Per favore, dí que sí, es mi nuevo amigo! —pidió ilusionado el pequeño, aquella mirada que suplicante miraba a su padre, y a Dmitry de paso, una mirada y expresión que podrían derretir hasta el corazón más gélido, la inocencia plasmada en nada más que un simple permiso para pasar más tiempo con un amigo. No obstante, no era a Pietro a quien Vittorio miraba, sino al pequeño a su lado, una mirada que reconoció al instante pero que prefirió por el momento ignorar, una breve presión en su pecho que por fortuna pudo disimular a tiempo.

Sabes que no tengo problema con ello, hijo, pero es a su padre a quien debes pedirle el permiso, no puedo yo llevarme a su hijo sólo porque lo pides, Pietro —explicó su padre, con lo que el niño dirigió su mirada hacia aquel hombre de gran tamaño, dedicándole ahora directamente la mirada que le mostró a su padre momentos atrás.
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P. Salvatore Balzaretti
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por Invitado Sáb Ago 04, 2018 1:31 am
En un principio, como era de esperarse, Czar se mostraba reacio a demostrar mucha emoción al jugar con aquel chico. Mirando a todos lados teniendo cuidado suficiente como para ver si su padre lo estaba viendo divertirse con el chico. Pietro descolocaba todo a lo que el rubio estaba acostumbrado; siempre estaba tan solo y ahora de pronto parecía hasta forzado a participar en esos juegos tan alocados, siendo arrastrado a esa imaginación que poseía el italiano, era algo sin lugar a dudas contagioso. Se dejaba llevar de un lado al otro, y gradualmente se fue olvidando de ese miedo por completo hasta comportarse del mismo modo infantil y libre que tenía Pietro. Era la primera vez en ... quizás desde siempre que Czar se divertía con alguien más que no fueran sus propias palabras y su reflejo en el espejo de su dormitorio. Todo eso por culpa de su estricto padre, el cual no quería que se relacionara con nadie, deseando forjar a un futuro heredero de su imperio, de sus riquezas y ese trabajo que ahora le correspondería a él. Prohibiendo que tuviera amigos a toda costa, incluso aunque tuviera que encerrarlo por días en su dormitorio, a veces sin señales de que le fuera a dar comida siquiera.

[ ··· ]

¿En qué estás pensando, Vittorio? ¿Invitar a Czar al cumpleaños de tu hijo? ... Blyat, en serio que te dejas dominar por tu mujer. — decía el mayor, en lo que revoleaba lentamente un vaso con Vodka, su bebida preferida, de excelencia sobre el vino. Suspiró pesadamente, acomodándose en la silla a un lado del italiano, y resopló por la nariz, cruzándose de brazos al dejar el vaso sobre el escritorio que se encontraba al lado de ellos dos. — ¿No querías hacer a tu hijo un hombre, alguien digno de tomar tu lugar cuando tú ya no estuvieras al mando? ¿Entonces qué estás haciendo? Czar es nada más un inútil. no sabe siquiera atarse los cordones por su cuenta, ¡con suerte y no pierde la cabeza porque la tiene pegada al cuerpo, blyat! — vociferó, como con rechazo hacia su propio hijo. Con desdén, porque sentía una infinita decepción por aquel muchacho, pensando que sería su próximo heredero y poseía una personalidad tan pasiva, tan tímido que no lo sentía hijo suyo, la verdad es que no. — Hasta el día de hoy sigo pensando que esta mujer me fue infiel y el hijo es de otro, ¡no se parece ni un poco a mi! — exclamó, antes de que aquel par de chicos llegaran a la sala interrumpiendo la privacidad de la conversación.

Mientras que Pietro parecía emocionado por hablarle a su padre sobre esa propuesta que hacía, Czar se encogió de hombros temiendo lo peor. Estando su padre ahí, lo único que podía pensar es que de verlo todo sucio como Pietro solo le traería problemas. Y de hecho, un resoplido enfadado escapó con disimulo por la nariz de Dmitry, el cual veía de soslayo al pequeño rubio, que sin decir ni una sola palabra ya su mera mirada comunicaba que nada más volver a casa ya vería si le daban ganas al pequeño de ir al dichoso cumpleaños. — La verdad es que no sé qué responderte, Vittorio... como te dije antes, ¿por qué razón quieres juntar a tu hijo con este tonto? — dijo de una forma bastante directa. No le importaba que su hijo estuviera allí. Y Czar de tan acostumbrado que estaba a los maltratos de su padre, tan solo se mantuvo firme al lado de Pietro, como si por alguna razón ese muchacho le diera cierto coraje de quedarse ahí en vez de salir corriendo y encerrarse en su dormitorio luego de una buena tunda que probablemente le daría su progenitor.

... Nu pizdec —musitó viendo el rostro de Pietro; a diferencia de su hijo, veía un futuro en aquel pequeño, y verlo junto con Czar la verdad es que lo ponía nervioso, y de malas incluso. No quería que se juntara con alguien tan debilucho como el rubio, porque significaba que probablemente se contagiaría o algo así de ese carácter tan suave que poseía su hijo—. Ya te diré si acepto o no, primero tengo que hablar unas cosas con este... mocoso. — dijo levantándose de su asiento, caminando hasta aquel par de pequeños que ya actuaban como amigos, y se fijó únicamente en Czar al cual miró con una expresión autoritaria, frío ... tajante, bastante directo y habló. — Vamos, primero tienes que darte una ducha, mírate cómo estás, ¿¡y así quieres ir a un cumpleaños!? ¡Eres un desastre! — exclamó de una manera tal que Czar inmediatamente se encogió por unos momentos, pero al sentir la cercanía de Pietro, frunció un poco el ceño y miró fijo a los ojos de su padre... Mala idea, pero en ese momento no lo pensó con claridad. — ¡Quiero quedarme con Pietro, él es... él es mi amigo! — exclamó. La primera vez desde nunca que le hacía frente a Dmitry. Y esto obviamente no se quedaría así como si nada.

¡Mocoso de mierda, blyat! — estaba a punto de levantarle la mano, y se notó que Czar sabía que le iba a pegar. Pero en vez de eso, no recibió nada, solo un sonoro resoplido y un portazo por parte de Dmitry cuando se retiró. No iba a levantarle la mano a su hijo; no frente a su socio y compañero de negocios de hace años ya. Ya más tarde, si osaba volver a casa, ya le daría una lección... que nunca olvidaría. El rubio se quedó de lo más confundido, porque no recibió lo de siempre, no tuvo ni un castigo físico. Un brillo de esperanza se despertó en los ojos de Czar, y mirando a Pietro, se aferró a él, abrazándose a su cuerpo y brincando animado, feliz. — ¿Qué hacemos ahora? ¿Qué, qué? ¿Qué vamos a jugar? — preguntaba, impaciente. Algo había despertado en el rubio ese día, gracias al italiano. Tal vez esto duraría nada, hasta que volviera a casa, pero ese día... esa noche en la que se quedaría con Pietro, tendría la oportunidad de ser feliz, al menos una vez en su puta vida.

Por primera vez en muchos años, podía sonreír junto a alguien más.
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por P. Salvatore Balzaretti Sáb Ago 04, 2018 7:53 pm
A Vittorio no le parecía esa manera en que Czar se dirigía a su hijo, como si Pietro fuese alguna clase de fracaso en la vida. El cabeza de los Balzaretti tenía la firme idea de que un niño no tenía que ser sometido a ese mundo en que los adultos se desenvolvían. Sí, quería que su hijo heredase todo, que fuese ese muchacho que él imaginaba, un hombre hecho y derecho, digno de llevar el apellido Balzaretti, pero por el momento no era su prioridad, pues tratarle como a un soldado desde una edad temprana le haría quizás más daño que beneficio. Su esposa le había conseguido convencer de ello, de que no debía adelantar esa parte en la vida del menor, Vittorio lo comprendió, de eso no cabía duda.

Pero no entendía por qué Dmitry era distinto con Czar, por qué lo trataba como si fuese basura nada más. Lo veía y podía observar la viva imagen de su madre, aquella mujer que por una u otra razón terminó enredándose en cosas que no debía pese a lucir como una verdadera dama de sociedad. El padre de Pietro decidió quedarse callado, observando de manera inquisitiva esa manera de hablar de parte de su socio, el desdén con el que miraba a su hijo, al mismo Pietro desde luego, que poco más y empezaba a temblar por la forma en que ese hombre lo veía.

El niño no soltaba la mano de su mejor amigo por ningún motivo, y a pesar de que Dmitry le daba miedo, genuino pavor sólo mirarle a los ojos, se plantó decidido a conseguir ese permiso fuese como fuese. Tan pronto le escuchó hablar, se le iluminó la mirada, mas no fue capaz de agradecerle al notar que ese aterrador hombre se retiraba de la sala, tan solo mirando de reojo a los presentes todavía en la sala. Escuchó a su padre suspirar con cansancio tras ésto, sabía que seguro él conocía algo con respecto al padre de Czar, pero no decidió ahondar mucho en ello, no cuando sintió aquella mano acariciando su cabello con cariño, el mismo gesto agradable que le otorgó a su nuevo amigo tan pronto se acuclilló frente a éste.

No te preocupes, Czar, tu padre te ha dado permiso —le sonrió, notando en la mirada del niño aquella que tanto recordaba de su difunta madre, apelando a la melancolía. —Pietro, ayuda a tu amigo a preparar sus cosas, nos iremos en treinta minutos, capisci?— y así, tan pronto el menor asintió con la cabeza, tomó la mano de Czar para instarle a guiarle a su habitación, emocionado por todo. Vittorio, desde luego, no iba a irse de esa casa sin antes conversar otro poco con su socio, con ese hombre a quien consideraba de cierta manera su amigo.

Mientras los niños se distraían preparando las pertenencias del rubio menor, el padre Pietro se dirigió a conversar con Dmitry, al menos decirle que no tenía por qué tratar a su hijo como lo hacía.

Espero no te moleste, pero mantendré a tu hijo junto al mío durante un par de semanas, tengo entendido que tienes en puerta ciertas negociaciones que podrían ser peligrosas —expresó con un suspiro cansado, masajeando ligeramente el puente de su nariz—. Haré que los profesores de Pietro den clases también a Czar si tanto te preocupa que sea "débil" —sugirió. Si había una persona más que perceptiva era Vittorio, y estaba consciente de que la relación entre Dmitry y su hijo no era precisamente la más sana, mucho menos una que el menor merecía, considerando que quizás a ambos les haría bien un tiempo alejados uno del otro.

Dmitry, yo sé que Czar te recuerda mucho a ella, pero no tienes que mirarlo como si fuese un estorbo, ese niño podría volverse más fuerte si tuviera tus consejos, tu comprensión —sugirió Vittorio, posando su diestra sobre el hombro de su colega.

Mientras tanto, Pietro miraba a cada lugar, cada rincón en la habitación de Czar, sorprendido de que ahí no hubiese tantas cosas como él mismo tenía en su habitación, incluso lucía apagada, más como una celda que como una pieza donde durmiese un niño de su edad.

¿Y tienes mascotas, Czar? ¡Te va a encantar ir a mi casa, tengo un perro enorme! —se expresó en medio de risas, ayudando al contrario a empacar lo necesario para estar al menos un par de días. Estaba seguro de que su padre estaba intentando convencer al padre de Czar de dejarle quedarse más tiempo, confiaba plenamente en su juicio—. Oye... ¿Por qué tu papá da tanto miedo? Parece que podría pisar a alguien y matarlo en cualquier momento... —musitó y acto seguido le atacó un escalofrío.
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