Lost
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So embrace the darkness and I will help you see That you can be limitless and fearless if you follow me. We are the lions in a world of lambs
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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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Hunting [Priv. Annette]

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por Haine Lun Sep 03, 2018 11:32 am
El sol se había ocultado y ahora era la luna quien tomaba su lugar reinando el oscuro cielo nocturno. Gracias a ello el bosque adoptaba una apariencia más tenebrosa que mantenía alejados a la mayoría de los pueblerinos, dejando a Haine en total libertad de explorar el terreno y cazar algo que le sirviera de alimento. Ya habían pasado nueve noches desde que encontró el cuerpo de su padre colgando del techo de su propia casa y había decidido escapar para internarse en el bosque viviendo a sus anchas. Si bien al inicio le costó acostumbrarse, debido a que sus técnicas para cazar no eran las mejores, gracias a la práctica de los días pudo perfeccionar sus métodos y conseguir atrapar pequeños animales que le servían para llenarse el estómago. Dicho esto, Haine todavía lamentaba su falta de autonomía y maldecía constantemente la decisión que su progenitor había tomado. Por culpa de su padre, se había visto en obligación de enfrentar un mundo que percibía como amenazante, mostrando dientes y garras para no dejar que nada ni nadie lo lastimase. “Sólo el más fuerte sobrevive” era la enseñanza que le habían inculcado desde joven, y Haine se esforzaba por demostrar que no existía nadie más fuerte que él.

Utilizando la espesura del bosque como refugio y, camuflándose entre los arbustos, el licántropo avanzó silenciosamente en busca de lo que sería su primera comida nocturna. No sólo necesitaba de su visión para dar con algún animalito que se escabullía por ahí, sino también requería de su olfato y audición para identificar la posición de alguna madriguera, o bien, de algún nido donde un pájaro dormía. Haine hacía uso de todos sus sentidos, y todas sus capacidades, para mantenerse con vida; lo que pronto significó expandir su mapa e ir más allá de su zona de confort.

El licántropo se aventuró en lo profundo del bosque, en terrenos que todavía no había investigado. Dejó que fueran sus sentidos quienes se internaran primero, cerrando los ojos y viajando mentalmente gracias a su olfato y audición. Sus orejas identificaron cada sonido que allí había, desde las ramas de los árboles meciéndose con el viento, hasta pequeños animales que mordisqueaban y arañaban la corteza de los árboles. Al mismo tiempo, su nariz percibió todo tipo de aromas, desde el dulzor de las flores, el polvo en el viento, pasando por la madera podrida, hasta llegar a lo que podía ser algo de leña quemándose. Ese último aroma llamó su particular atención, deteniéndose un instante y concentrándose para no perder su rastro. Ya que no había señales de un incendio cercano, sólo podía tratarse de una sola cosa: una fogata.

Decidido a entrometerse, en lo que sea que estuviera sucediendo, Haine se concentró en el aroma de la leña y avanzó sigiloso hasta llegar a su destino. Allí, en una especie de pequeño claro, había una cabaña con luz en su interior. Pero eso no era todo, sus ojos captaron algo de movimiento al frente de la puerta de entrada. Se trataba de un pequeño animal, un conejo de tamaño medio que hurgueteaba con sus patas en la tierra. Si bien su color era oscuro, permitiéndole cierto nivel de camuflaje ante las sombras de la noche, Haine no presentó dificultad alguna para identificar a su presa y no despegarle la mirada de encima. Ya lo había decidido, ese conejo regordete no estaría nada mal como su primera entrada; luego, como plato principal, estaría quién fuera que viviera en la cabaña.

Acuclillándose, para luego avanzar apoyado en las palmas de sus manos, se acercó al animal con la mayor cautela posible. Sólo cuando hubiera acortado la distancia, quedando a pocos metros del conejo, se agazapó sobre éste y lo atrapó por las orejas. —Estúpido, nadie se puede escapar de mí —se burló del animal que, con desesperación, movía sus patas y sacudía su cuerpo para liberarse de su agarre.
Tumultus

Haine
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por Annette Dubois Lun Sep 03, 2018 1:06 pm
Durante el día, Annette estuvo bastante ocupada, pues hoy la luna se encontraba en la posición perfecta para ciertos rituales que los Wicca's realizaban durante esas noches. La búsqueda de materiales fue exhaustiva pero sobre todo el preparar todo en casa fue aún más agotador, y es que todo lo que ella necesitaba estaba bastante lejos de su casa.

Annette vivía en lo profundo del bosque, no era una casa muy grande pero fue una casa construida con sus propias manos, y es que en el pasado, tuvo que abandonar su hogar debido a que una guerra hizo pedazos su antigua casa, obligándola a evacuar a un lugar donde nadie podría encontrarla o mejor dicho, donde nadie estaba cerca de ella. El pueblo o lugar habitado estaba por lo menos a 4 horas de camino ida y vuelta, algo que Annette hacía con anticipación para este tipo de acontecimientos. Los rituales de Luna son complicados de realizar a la perfección, pues sin los amuletos precisos todo podría resultar en una magia bastante oscura más que una magia purificadora.

El día anterior, fue al pueblo a comprar ciertos ingredientes, que solo podría encontrar en el comercio, a cambio de estos materiales ella daba a los compradores medicinas naturales para ciertas molestias que podrían causarles o simplemente para el uso cotidiano, cosas para dormir durante la noche, tener mejor ánimo entre otras cosas. A cambio ella pudo traer algunos aceites, velas, algunas piedras preciosas, pero por sobre todo telas, que sería lo que más necesitaba. Luego el día del ritual procuró tener todo a su disposición para comenzar a ordenar. Preparó desde temprano una fogata que solo mantuvo con pequeños palitos para evitar que la llama se apagara. Colocó cerca de la iluminación dos cajas, que contenían ciertos elementos necesarios para aquella ceremonia y que fueron procesados semanas antes para ese momento.


La noche fue más oscuras que en otras ocasiones, y eso era más que perfecto. La bruja preparando algunas cosas, notó a su pequeña mascota algo estresada entre tanto movimiento, una sonrisa pequeña apareció en el rostro de la bruja con tranquilidad. ─ Mi pequeño Moon, te dejaré salir pero debes tener cuidado, hoy la noche esta peligrosa ─ comentó con preocupación y le dejo salir cerca de ella, mientras preparaba todo para el ritual.

Ritual:
  

Todo estaba listo, y la luna estaba en su mayor punto, el ritual debía comenzar alrededor de una hora, por lo que la bruja fue a buscar a su mascota, pero antes siquiera de da un paso escuchó los chillidos del conejo, se asomó viendo a aquel agarrando a su pequeña mascota de manera brutal por las orejas, rápidamente la bruja fue por tabaco quemado mezclado con algunas hierbas potentes, las cuales eran especiales para ahuyentar e incluso paralizar a este tipo de seres, esperando poder salvar a su pequeño conejo. Tomó aire y se acercó rápido lanzando esa mezcla sobre el hombre que sostenía a su conejo ─ ¡Suéltalo ahora! o no tendré piedad contigo ─ Ordenó mientras tomaba otro puñado de aquella mezcla que había lanzado anteriormente. A pesar de que solo se lanzó así para salvar a su pequeño conejo, por dentro su miedo era más grande y es que una de sus fobias tenía que ver con seres caninos o simplemente licántropos por lo que sus manos temblaban bastante.
Praesidium

Annette Dubois
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por Haine Miér Sep 05, 2018 5:43 pm
Una sonrisa de triunfo se había formado en su rostro al momento de atrapar al conejo entre sus manos; aunque de un momento a otro, casi con la misma velocidad que había aparecido, esa sonrisa se desvaneció completamente dejando a su paso una expresión de sorpresa. Haine no había esperado que lo atraparan tan pronto, y fueron los alborotos de la mujer los que le hicieron reaccionar por instinto y encorvarse hacia adelante, buscando proteger sus puntos débiles y órganos vitales.

Gruñó instintivamente y alzó el labio superior mostrando sus colmillos como si de un animal se tratase; si bien sólo se trataba de una mujer, la que por cierto era bastante poco atractiva, ella había tenido la velocidad a su favor cuando arrojó las extrañas hierbas en su cuerpo, provocando que se esparcieran en el aire a su alrededor y entraran por sus fosas nasales. Inmediatamente sus ojos se humedecieron y ardieron como si las mismas brasas del infierno estuvieran quemándole por dentro. Al mismo tiempo, subiendo por su garganta, una resequedad le impidió respirar correctamente, por lo que debió toser enérgicamente para despejar sus vías respiratorias. Se trataba de una escena bastante lamentable la que Haine protagonizaba, pero en vez de dar la vuelta y alejarse, poniendo en juego su orgullo, se dejó caer de rodillas escupiendo al suelo y restregándose las manos en los ojos. Intentó hablar y maldecir a la fémina, pero sus labios temblorosos se lo impidieron; en vez de eso, balbuceó y la saliva le escurrió en forma de hilos que cayeron al suelo.

“Sólo el más fuerte sobrevive” pensó nuevamente y decidió que no dejaría a esa miserable mujer con vida después de lo que había hecho. Ya no le importaba comer, tampoco le interesaba saber en dónde se había escondido el conejo que, libre de su agarre, escapó hacia la seguridad de su hogar. Su objetivo había cambiado, ahora sólo estaba enfocado en masacrar a su enemiga y, así, demostrarle al mundo que nadie le puede pasar por encima.

Con tal idea en mente Haine forzó a que su cuerpo se levantara, incluso si dicha tarea requería más oxígeno de lo que podía obtener. Al inicio pudo hacerlo, más segundos después sus músculos no respondieron correctamente y terminó desplomándose en el suelo. Sus piernas ya no soportaban el peso de su propio cuerpo, y no sólo eso, sus brazos pesaban como si estuviesen llenos de plomo, las manos le sudaban y apenas podía ver con claridad. Tensó la mandíbula y apretó los dientes produciendo que rechinaran al enfrentarse los unos con otros. No quería dejarse ganar, pelearía incluso si moría en el proceso.

… o eso quería.

El resultado de su sobreexigencia no trajo más que su propia ruina. Haine quedó tumbado boca abajo y sin posibilidades de defenderse; peor aún, sumido en la completa vergüenza al verse humillado de esa manera.
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por Annette Dubois Dom Sep 09, 2018 12:54 am
— No vas a poder moverte a menos que yo lo permita — Fueron las palabras que dijo la bruja mientras los efectos de las hierbas permanecían en el licántropo, que al fin y al cabo simplemente era un perro que buscaba de comer.

Comenzó a buscar a su conejo, no sin antes volver a lanzar otro puñado de la mezcla de hierbas sobre el hombre y crear un círculo para evitar que se moviera del lugar de donde estaba. Corrió en busca del pequeño animalito, que estaba junto al altar prácticamente agonizando, Annette con urgencia puso sus manos sobre la pequeña y esponjosa criatura,— Tui gratia Iovis gratia sit cura, Tui gratia Iovis gratia sit cura, Tui gratia Iovis gratia sit cura, Tui gratia Iovis gratia sit cura— repitió el hechizo cuatro veces sobre el pequeño conejo pero nada sirvió, lentamente la vida del pequeño se perdió en las manos de Annette.— M-Moon...¿M-Moon?, n-no es gracioso por favor, no estamos jugando — La voz de la joven se quebraba lentamente mientras notaba que el pequeño animal finalmente había muerto, debido a la herida causada en sus orejas. Las lágrimas de la bruja bajaron por sus mejillas mientras abrazaba despacio al pequeño contra su pecho manchando un poco su vestido con la sangre del pequeño. Finalmente lo envolvió en una pequeña manta y lo llevó al altar. Gracias a un hechizo pudo traer a ese hombre que estaba totalmente paralizado cerca de ella.— Lo mataste... eres un maldito, ¡Mataste a la única criatura que de verdad deseaba estar conmigo en este mundo! —

Se sentó frente al altar y espero a que la luna estuviera en su punto más alto, de un chasquido de sus dedos la mujer logró encender cada una de las velas presentes en el altar, mientras la luz de la luna se reflejaba en todos los cristales que poseía el lugar. La voz de la fémina se hizo presente en el silencio que se provocó unos minutos antes.

—Domine groovy in Lunam vos adepto vestri occasum cum oscula et argentum, O nox omnis amet.
Et lux obtenebrata est in caligine vehitur placerat cilos gelida; O Lunae dea, Vos, qui est forma tempus, Qui credis in umbra confractus es et umbra; Revelans mysteria praeteriti praesentisque, Qui te regunt urna ac mulieribus et maria; Test Lunae matrem suam, Ego autem dedi numina, Incrementum in virtute, rituale pudore
Oro supplex adversus luna, Oro supplex adversus luna, Oro supplex adversus luna.—


Luego de repetir esas palabras una y otra vez, la luna brilló una vez más y finalmente todo se apago, lentamente un brillo se produjo en el cuello de Annette y luego en una de sus manos, un símbolo que brillaba como la luz de la luna. Pero eso no fue todo la luz brillo en los otros dos participantes que estaban en el ritual. La Luna al parecer en un acto de generosidad le devolvió a su pequeña mascota la vida, pero además el mismo símbolo que en su mano había aparecido brillo en el cuello del hombre tumbado en el suelo, la luna los había enlazado a ambos durante el ritual y luego le había devuelto la vida al pequeño conejo.

— La luna te enlazo a mi...—Miró a aquel hombre que si bien estaba paralizado claramente estaba consciente de lo que ella decía. — Cada vez que una vida es arrebata... la luna aplica castigo....tenías hambre y aún así la luna te castigó por dañarme...—  Esperó a que el efecto del paralizante se fuera de momento tal vez para que aquel hombre pudiera hablar.
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por Haine Miér Sep 12, 2018 11:32 am
Todavía era capaz de levantar su labio superior para mostrar los dientes, un par de incisivos amarillentos pero de buen tamaño, gruesos, igual o más afilados que un cuchillo listo para desgarrar la carne de sus víctimas; pero no sólo eso estaba a su alcance, aún podía gruñir sonora y profundamente, dejando que toda la rabia interna se transformara en vibraciones que viajaban desde lo más profundo de su garganta, emanando en forma de salvajes rugidos que salían de sus fauces. ¿Había escuchado bien? ¿Acaso no podría moverse a menos que ella quisiera? ¡Claro que no! Su cuerpo estaba paralizado a causa de las hierbas, no de la voluntad de la fémina. Haine se había dado cuenta, cada vez que respiraba, cada vez que luchaba por un poco de oxígeno, el aroma del tabaco quemado, junto con las potentes hierbas secas, ingresaba por sus fosas nasales ahogándole por dentro, provocando una reacción de escozor que se expandía por todo su interior. Le había tomado tiempo, pero por fin lo había entendido. No había que temer a la mujer, sino a sus plantas. ¡Y como no! Cada vez que, muerto de hambre, había probado algunas plantas salvajes, terminaba escupiéndolas por el desagradable sabor que tenían y la asquerosa sensación que producían en su estómago. Definitivamente él y la vegetación no eran nada compatibles.

Dicho esto, al momento de ser dejado sin vigilancia alguna, el licántropo se esforzó por resoplar y expulsar todo el aire que le quedaba en el cuerpo en busca de que las hierbas, dispuestas como un círculo a su alrededor, se volaran muy lejos; mas ese esfuerzo sólo terminó agotándolo aún más y la falta de aire provocó un dolor punzante en su pecho. No está demás aclarar que las hojas secas no se movieron ni un milímetro. “Maldición, realmente voy a morir, ¿eh? … ¡No, de ninguna forma! ¡No puedo ser tan miserable como para caer frente a una chica!” pensó Haine en un desesperado intento por darse apoyo. Desafortunadamente ya no contaba con nadie que pudiera darle una mano en caso de ser necesario, ya no había nadie en el mundo que pudiera salvarle el pellejo; ahora sólo estaba él y sólo él, cuando el peligro acechaba sólo podía recurrir a sus propias capacidades para salir del embrollo.

Sus ojos se cerraron.

No entendía absolutamente nada de lo que la mujer le estaba diciendo, para él no existía valor alguno en el conejo, o mejor dicho, en ninguno de los seres vivos. A Haine se le había enseñado que las demás criaturas sólo existían para ser pisoteadas; había aprendido que la vida era una constante lucha por sobrevivir y demostrar cuán fuerte eres. Por esa razón no había algo como amor o deseo, nada parecido al cariño ni respeto, ese tipo de emociones simplemente no tenían cabida en su ser; y era por eso que no entendía el dolor de la mujer. El licántropo entendía la muerte como un proceso natural y normal, como algo que sucede todos los días en todas partes del mundo, sin excepción alguna. De esa forma tampoco entendía la exclusividad ni diferencia que podría haber entre el conejo de la bruja con cualquier otro conejo del mundo; según el licántropo, ya que todo estaba atado a la inevitable muerte, también se estaba atado al reemplazo. Entonces, si ese conejo estaba muerto, no había más solución que reemplazarlo con un conejo nuevo.

Intentó abrir los ojos, pero no pudo.

Sí… definitivamente moriré aquí…”. Lo único que podía hacer era escuchar las palabras de la fémina y sentir como poco a poco su cuerpo se iba apagando. Su respiración se había calmado, ya no profería gruñidos ni resoplidos como si se tratase de una bestia, ahora en cambio, respiraba tan lentamente que apenas era perceptible el movimiento de su pecho. Haine no estaba muriendo, sólo estaba cansado, y ni siquiera con la luna brillando sobre su cabeza podía lograr sus fuerzas se repusieran. Fue así como no se dio cuenta de lo que sucedía a su alrededor; si bien estaba plenamente consciente de que algo estaba ocurriendo, con su lento raciocinio aún no podía dar cuenta de qué era. Haine sintió una intensa ola de calor, y para cuando supo que dicho calor se concentraba sobre su nuca, el contrato ya estaba pactado.

Hmh, mmh… —se quejó audiblemente. Sentía el cuerpo más ligero, incluso el escozor había disminuido y el oxígeno ingresaba casi en su totalidad a su cavidad torácica. Lentamente la parálisis de sus extremidades fue desvaneciéndose y pudo mover sus dedos, cerrándolos y empuñando ambas manos sobre el suelo. Sus labios, que antes temblaban impidiéndole hablar, ahora permanecían inmóviles manteniendo su boca cerrada en una línea; y su lengua, la que antes parecía un trozo de piedra, ahora volvía a su flácida forma natural. Todo su cuerpo regresaba a su estado natural y eso sólo significaba una cosa, tal vez realmente iba a morir esa noche. —Yo… —comenzó a hablar, ignorando el peligro de morderse la lengua en el proceso—. … no q-quie… ro… m-mo… rir…
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por Annette Dubois Jue Sep 27, 2018 1:10 pm


Claro, aquel hombre no podía hablar, las hierbas hacían lo suyo mantenerlo completamente paralizado para evitar que hiciera más daño. Luego de las palabras dedicadas a él simplemente se alejó para poder dar pequeños mimos a su conejo, que por suerte había vuelto a la vida. Lo levantó y llevó dentro, acurrucándolo en su cama con tranquilidad.

━ Descansa mi pequeño Moon, mami te va a cuidar esta noche lo prometo ━ Dijo mientras dejó al pequeño animalito peludo descansar. Luego volvió a salir y comenzó a desarmar el altar ignorando completamente la presencia del hombre tirado en el suelo, sabía que no podría moverse, sabía que estaría paralizado durante mucho tiemo y es que las hierbas eran de efecto largo, tirar otro puñado de estas sería simplemente no dejarlo levantarse jamás. Una vez que terminó de ordenar todo se acercó al cuerpo del hombre, tirado en lo que sería su jardín. Se arrodilló a su lado pero fuera del círculo de hierbas. Comenzó a observarlo con tranquilidad, miró su espalda, incluso sus pies, pero se quedó quieta ni siquiera fue capaz de tocarlo.


Estaba sumida en sus pensamientos, cuando de pronto escucho los quejidos del hombre, y luego aquella frase.. él no quería morir... él tenía miedo. ━ ¿Por qué debería dejarte vivir después de lo que me hiciste?... yo también tenía miedo... mataste a mi amigo... ¿por qué yo no debería hacer lo mismo contigo? ━  No esperaba que le respondiera después de todo apenas y había podido articulas aquella frase.━ No te voy a matar, y tampoco te voy a dejar morir, después de todo debo saber por que la Luna simplemente nos enlazó el símbolo en mi mano acaba de aparecer en tu cuello y debo averiguar por que ha pasado esto. ━ Ya más segura se acercó más al cuerpo del hombre con cuidado y puso sus manos sobre la espalda. Un pequeño brillo salió de ellas mientras la bruja comenzaba con un hechizo de sanación. — Tui gratia Iovis gratia sit cura, Tui gratia Iovis gratia sit cura, Tui gratia Iovis gratia sit cura, Tui gratia Iovis gratia sit cura—

Eliminó todo aquello que podría paralizar al hombre y una vez terminó el hechizo se separó con rapidez poniéndose de pie y tomando un puñado de hierbas con total amenaza. —Si te acercas o intentas hacerme daño juro que te tendré paralizado el resto de tu vida...— amenazó pero con miedo claro, su fobia a los caninos estaba cobrando fuerza en este minuto.
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