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The Meeting OF Light and Darkness [Priv.]
Lost Garden :: ✧ Elysium :: Oblivion :: Zona recreativa
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por Kassy O’Brien Lun Jul 09, 2018 11:10 am
Meeting OF Light and Darkness
Elysiun - Zona Recreativa - Club Moon Dancer
¿Había tomado una sabia decisión cuando decidió quedarse en su asiento? A medida que el tiempo pasaba, las dudas comenzaron a acosarla; un hecho normal teniendo en cuenta la situación que estaba viviendo. La bebida comenzaba a dejarle un mal sabor en la boca, y no era por la mezcla que contenía su vaso, sino por la procesión de hombres que se acercaban a ella. Era incómodo y molesto. No quería llamar la atención, pero tal parecía que no lo había conseguido. ¿Qué había hecho mal? No se había vestido con ropa llamativa ni provocativa. ¿Se debía entonces a su naturaleza?
No, definitivamente, el problema no era ella sino los hombres pasados de copas que tenían las hormonas revolucionadas y que creían que lograrían llevarla a la cama le daba risa esa imagen. De todas las mujeres que había en el bar, decidieron ir por ella, la más complicada de todas, la reina de hielo que sólo los ignoraba mientras formulaba improperios en el interior de su mente. ¿Tanto les gustaban los desafíos?
Podía hacer oídos sordos, sí, pero ya comenzaban a irritarla porque cada uno que se percataba de su actitud despistada, se acercaba peligrosamente a su oído para hablarle, por la creencia errónea de que la música la ensordecía y que por eso no los notaba. ¿Tanto querían llamar su atención? ¿Cuántas veces debía repetirle a cada uno de ellos que estaba esperando a alguien? Lejos de ser una simple excusa, rogaba por que su amigo hubiese leído el mensaje y la estuviese buscando aunque muy en el fondo presumía que estaría ocupado con una de sus nuevas conquistas olvidándose de ella que le había hecho ir allí, idea que la fastidiaba aún más.
Clavó la mirada en el vaso profundo que revolvía con el sorbete y suspiró. Cuando su amiga apareciera frente a ella, le daría una lección que no olvidaría. Su impuntualidad y sus juegos eran algo que no podía perdonar, principalmente cuando estaba en un sitio que aborrecía por él. Lamentablemente, no le quedaba más por hacer que esperar paciente, y, mientras jugaba con los hielos que flotaban en el líquido rojizo, sin prestarle atención a nada ni a nadie más que al celular que había tomado de su bolso, escuchó una voz masculina y, por un momento, creyó que era Edward.
—¿Dónde estabas? —protestó con el ceño fruncido sin levantar siquiera la mirada. Estaba más concentrada en guardar el teléfono, después de todo, esperaba a una sola persona, pero cuando finalmente alzó la vista, se quedó atónita. No era quién creía. Un hombre alto, elegante y atractivo se aproximó a ella y se sentó a su lado. El que antes había estado fastidiándola, igual que todos los demás que la observaban, se alejaron.
Creyó que se había confundido por su distracción y que había hablado de más, que quien había pronunciado aquellas palabras era alguien más y que ese hombre era uno más de los que la venían persiguiendo, pero ¿por qué se alejaron todos? ¿Acaso fue por lo que ella dijo después? Las respuestas a esas preguntas no tardaron en llegar. El hombre, con disimulo, explicó su accionar. Ella lo miró, aún confundida. Debía admitir que la había ayudado. De no ser por él, la fila de acosadores no se cortaría nunca. Y allí estaba, sentada al lado de un desconocido que bien podría pretender lo mismo que los otros. Aún así, prefería lidiar con un sólo individuo y no con una manada de lobos.
—Se lo agradezco —mencionó con una sonrisa—. Lo tenía controlado, de todas formas —mintió sin modificar su semblante. Era orgullosa y no quería mostrarse débil frente a un extraño—. ¿Es una especie de guardaespaldas que aparece para ayudar a damiselas en apuros? —cuestionó en tono burlón.-
.No, definitivamente, el problema no era ella sino los hombres pasados de copas que tenían las hormonas revolucionadas y que creían que lograrían llevarla a la cama le daba risa esa imagen. De todas las mujeres que había en el bar, decidieron ir por ella, la más complicada de todas, la reina de hielo que sólo los ignoraba mientras formulaba improperios en el interior de su mente. ¿Tanto les gustaban los desafíos?
Podía hacer oídos sordos, sí, pero ya comenzaban a irritarla porque cada uno que se percataba de su actitud despistada, se acercaba peligrosamente a su oído para hablarle, por la creencia errónea de que la música la ensordecía y que por eso no los notaba. ¿Tanto querían llamar su atención? ¿Cuántas veces debía repetirle a cada uno de ellos que estaba esperando a alguien? Lejos de ser una simple excusa, rogaba por que su amigo hubiese leído el mensaje y la estuviese buscando aunque muy en el fondo presumía que estaría ocupado con una de sus nuevas conquistas olvidándose de ella que le había hecho ir allí, idea que la fastidiaba aún más.
Clavó la mirada en el vaso profundo que revolvía con el sorbete y suspiró. Cuando su amiga apareciera frente a ella, le daría una lección que no olvidaría. Su impuntualidad y sus juegos eran algo que no podía perdonar, principalmente cuando estaba en un sitio que aborrecía por él. Lamentablemente, no le quedaba más por hacer que esperar paciente, y, mientras jugaba con los hielos que flotaban en el líquido rojizo, sin prestarle atención a nada ni a nadie más que al celular que había tomado de su bolso, escuchó una voz masculina y, por un momento, creyó que era Edward.
—¿Dónde estabas? —protestó con el ceño fruncido sin levantar siquiera la mirada. Estaba más concentrada en guardar el teléfono, después de todo, esperaba a una sola persona, pero cuando finalmente alzó la vista, se quedó atónita. No era quién creía. Un hombre alto, elegante y atractivo se aproximó a ella y se sentó a su lado. El que antes había estado fastidiándola, igual que todos los demás que la observaban, se alejaron.
Creyó que se había confundido por su distracción y que había hablado de más, que quien había pronunciado aquellas palabras era alguien más y que ese hombre era uno más de los que la venían persiguiendo, pero ¿por qué se alejaron todos? ¿Acaso fue por lo que ella dijo después? Las respuestas a esas preguntas no tardaron en llegar. El hombre, con disimulo, explicó su accionar. Ella lo miró, aún confundida. Debía admitir que la había ayudado. De no ser por él, la fila de acosadores no se cortaría nunca. Y allí estaba, sentada al lado de un desconocido que bien podría pretender lo mismo que los otros. Aún así, prefería lidiar con un sólo individuo y no con una manada de lobos.
—Se lo agradezco —mencionó con una sonrisa—. Lo tenía controlado, de todas formas —mintió sin modificar su semblante. Era orgullosa y no quería mostrarse débil frente a un extraño—. ¿Es una especie de guardaespaldas que aparece para ayudar a damiselas en apuros? —cuestionó en tono burlón.-
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Kassy O’Brien
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por Giovanni d' Angelo Miér Jul 11, 2018 1:49 am
Meeting OF Light and Darkness
En aquel nuevo hogar para el mundo, donde la elite y estirpe de la sociedad moderna se había juntado, no era menos peligroso que una cloaca repleta de ratas mugrientas. Juntar a algunas personas ahí para que salieran adelante por el mundo, mientras dejaban lo que escapaba de sus calificativos bellos y normales afuera sólo para sentirse superiores, o en su defecto ser la representación del bien en el universo... Que estupidez. Lidiar con toda la inmundicia contemporánea concentrada en solo lugar podría ser peor que comer carne de mono con Ébola, lo cual a fin de cuentas te daría una muerte menos repugnante que este tipo de vida.
¿Pero de que podía quejarse, Gio? Sí también estaba reunido con ellos. También forma parte de esas sucias ratas corredoras entre deshechos de inmundicia. Sólo era uno más de ellos. No tenía por qué quejarse, nadie lo obligó. Sólo se trasladó con todos por... Bueno, no tenía el motivo muy claro. En un principio le había parecido una idea sensata, pero fue un estúpido en no ver la flagrante asquerosidad que sería esto. Nunca se había quejado con nadie de nada, no...y ahora menos, ya que estaba sólo cómo al principio. Regresar de donde vino no era una mala opción.
Aunque había un punto en todo esto, después de todo no estaría mal juzgar así de buenas a primeras. Sí encontraba un alma que valiera la pena salvar tendría sentido haber ido aunque sea de visita con la masa que hasta ahí arriba se habían trasladado. Por esto fue que una salida nocturna en busca de antros o bares sería la idea más acertada.
Un asentamiento con luces de neón que atraía a los alcohólicos cómo moscas, parecía un buen lugar para iniciar en la fachada. Claro que nada tenía que ver con los verdaderos bares del mundo, esto sólo era una burda imitación del ambiente oscuro al que uno jamás se acostumbraría viniendo desde afuera.
— En serio...pura mierda... — Se quejó en voz baja al entrar y ver el sitió apestoso al que había ido a terminar.
Nada más sencillo y apartado de lo normal e inocente, en el falso concepto de la burdéz que tenían ahí; unos cuantos borrachos rodeando a una rubia solitaria. Por lo que se veía en las calles esto sería lo más problemático con lo que lidiar.
Se acercó a uno de ellos por detrás e introdujo un meñique ensalivado en el oído del descuidado, haciendo girar el mismo con fuerza. Seguro estaría sintiendo un doloroso zumbido interno, se detendría en unos minutos. Los hombres lo miraron, y Gio aprovechó a devolver la mirada a ellos; ojos plateados y fríos, cómo puñales de plata donde la hoja se mancharía con la sangre que podía sacarles de la garganta. Pero si bien es difícil intimidar con una mirada, el factor cable de su disolución fue la voz de la acosada, quien habló cómo si le conociera... ¿Qué rayos? Estaba confundida de seguro. Pero extrañamente funcionó, los hombres interpretaron que sería un novio celoso o algo por el estilo y pasaron de él. Que fraude, en oros tiempos habría tenido que romperse una o dos costillas, tal vez un brazo para conseguir que se fueran unos brabucones de ese tipo... Una decepción; violadores, pedófilos, criminales de guerra, había detenido a varios de estos desde las sombras, pero ahora se tenía que conformar con un par de ebrios entorno a una mujer. La idea inicial de los monos con Ébola no sonaba mal.
— Te has confundido, pero no te salvé sólo, sino hubieras hablado tendría que haber trabajado un poco. — Tal vez habría venido bien un “gracias” en esa parte, pero no andaba con humor para darlos, ya que prefería lo contrario. — En realidad no parecía tener mucho control de la situación, a menos que tuviera un arma debajo de la falda esperando a disparar...un arma de fuego, balas, y eso...no me refiero a otro tipo de arma en modo de analogía o metáfora... — Si, las palabras al principio habían sonado mal, pero sería mejor aclarar a lo que en verdad se refería. Tampoco era que quisiera ser confundido con ese tipo de personas. — Y no, no soy un guardaespaldas ni nada parecido. Sólo un buen samaritano que pasaba por aquí. — Comentó alzando las cejas con una débil sonrisa, a lo mejor no sería malo quedarse un momento cerca de ella para evitar que se acercaran esos tipo de nuevo, al menos podía disimular un poco, ¿no? — Parece que esperas a alguien por aquí, ¿me equivoco? — Preguntó tomando asiento mientras apoyaba ambos brazos sobre la barra del bar y descansaba su cabeza entre estos.
¿Pero de que podía quejarse, Gio? Sí también estaba reunido con ellos. También forma parte de esas sucias ratas corredoras entre deshechos de inmundicia. Sólo era uno más de ellos. No tenía por qué quejarse, nadie lo obligó. Sólo se trasladó con todos por... Bueno, no tenía el motivo muy claro. En un principio le había parecido una idea sensata, pero fue un estúpido en no ver la flagrante asquerosidad que sería esto. Nunca se había quejado con nadie de nada, no...y ahora menos, ya que estaba sólo cómo al principio. Regresar de donde vino no era una mala opción.
Aunque había un punto en todo esto, después de todo no estaría mal juzgar así de buenas a primeras. Sí encontraba un alma que valiera la pena salvar tendría sentido haber ido aunque sea de visita con la masa que hasta ahí arriba se habían trasladado. Por esto fue que una salida nocturna en busca de antros o bares sería la idea más acertada.
Un asentamiento con luces de neón que atraía a los alcohólicos cómo moscas, parecía un buen lugar para iniciar en la fachada. Claro que nada tenía que ver con los verdaderos bares del mundo, esto sólo era una burda imitación del ambiente oscuro al que uno jamás se acostumbraría viniendo desde afuera.
— En serio...pura mierda... — Se quejó en voz baja al entrar y ver el sitió apestoso al que había ido a terminar.
Nada más sencillo y apartado de lo normal e inocente, en el falso concepto de la burdéz que tenían ahí; unos cuantos borrachos rodeando a una rubia solitaria. Por lo que se veía en las calles esto sería lo más problemático con lo que lidiar.
Se acercó a uno de ellos por detrás e introdujo un meñique ensalivado en el oído del descuidado, haciendo girar el mismo con fuerza. Seguro estaría sintiendo un doloroso zumbido interno, se detendría en unos minutos. Los hombres lo miraron, y Gio aprovechó a devolver la mirada a ellos; ojos plateados y fríos, cómo puñales de plata donde la hoja se mancharía con la sangre que podía sacarles de la garganta. Pero si bien es difícil intimidar con una mirada, el factor cable de su disolución fue la voz de la acosada, quien habló cómo si le conociera... ¿Qué rayos? Estaba confundida de seguro. Pero extrañamente funcionó, los hombres interpretaron que sería un novio celoso o algo por el estilo y pasaron de él. Que fraude, en oros tiempos habría tenido que romperse una o dos costillas, tal vez un brazo para conseguir que se fueran unos brabucones de ese tipo... Una decepción; violadores, pedófilos, criminales de guerra, había detenido a varios de estos desde las sombras, pero ahora se tenía que conformar con un par de ebrios entorno a una mujer. La idea inicial de los monos con Ébola no sonaba mal.
— Te has confundido, pero no te salvé sólo, sino hubieras hablado tendría que haber trabajado un poco. — Tal vez habría venido bien un “gracias” en esa parte, pero no andaba con humor para darlos, ya que prefería lo contrario. — En realidad no parecía tener mucho control de la situación, a menos que tuviera un arma debajo de la falda esperando a disparar...un arma de fuego, balas, y eso...no me refiero a otro tipo de arma en modo de analogía o metáfora... — Si, las palabras al principio habían sonado mal, pero sería mejor aclarar a lo que en verdad se refería. Tampoco era que quisiera ser confundido con ese tipo de personas. — Y no, no soy un guardaespaldas ni nada parecido. Sólo un buen samaritano que pasaba por aquí. — Comentó alzando las cejas con una débil sonrisa, a lo mejor no sería malo quedarse un momento cerca de ella para evitar que se acercaran esos tipo de nuevo, al menos podía disimular un poco, ¿no? — Parece que esperas a alguien por aquí, ¿me equivoco? — Preguntó tomando asiento mientras apoyaba ambos brazos sobre la barra del bar y descansaba su cabeza entre estos.
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por Kassy O’Brien Jue Ago 23, 2018 5:47 am
Meeting OF Light and Darkness
Elysiun - Zona Recreativa - Club Moon Dancer
Sin duda la aparicion de aquel hombre que no le dio la misma sensación que lo demás fue muy oportuna,segun su parecer, suspiro con calma al ver como todos se marchaban, le dio gracia el rostro sorprendido del azabache. La angelical mujer dejo el móvil en sus regazo para esperar el mensaje de su amigo la cual la escucharía después de eso no se iba a librar. El hombre que la ayudó era de buen ver, mucho más agradable a la vista como atractivo, aunque ella estuviera acostumbrada a ser acosada muy pocos eran los chicos realmente guapos que se atrevían a acercarse o los que le interesaban ya estaban cazados por alguna persona.
Las palabras ajenas ante su comentario la sorprendieron un poco en realidad aquel hombre no parecía de humor, quizás le había arruinado alguna cita pero ¿era su problema? no, ella solo le miro como una salvación momentánea,tal vez hizo lago innecesario. —Disculpa se supone que ayer quedamos en este lugar… creo que te despistaste un poco. — Menciono siguiendo su propio juego dado que aun habían curiosos cerca de ellos y de nada valía hacer una escena sobre su pequeña mentira, no le gustaba mentir para nada pero no podía hacer otra cosa por el momento ¿no?
Se quedó en silencio luego de un momento observando a su alrededor, estaban solos en la mesa ya no habían hombres acechándola, solo notaba la mirada de ciertas féminas decepcionadas por no poder coquetear con el azabache. Asintió a sus palabras aunque le extraño lo extraño de sus palabras al principio que luego acomodo, se notaba que estaba algo incomodo o se sintió incomodo para no aparentar algo que no era, ella solo sonrió. —No eres demasiado cortes, pero si... estaba incomoda y lo confundí con otra persona... — menciono queriendo explicarle porque le metió en aquella situación tan extraña y quizás incomoda.
La mujer volvió a tomar otro sorbo de su bebida que ya no quedaba mucho en su vaso, se daría por vencida con su amigo, tal vez debería irse y no molestar demás a su buen salvador, aunque no lo admitiera si el no habría aparecido quizás ya estarían hasta intentando tocarle, para que fuese a bailar o algo parecido. Suspiro llevándose un mechón tras la oreja mientras le oía explicar que no era un guardaespaldas, simplemente parpadeo sintiendo un poco culpable por que tomara tan literal sus palabras anteriores. —…No se preocupe quizás yo fui algo descortés ahora.. . — admitió bajando la mirada un poco avergonzada con su comportamiento.
Miró de nuevo a su acompañante sus orbes celestes solo expresaban precaución pero a la vez curiosidad, el no le expresaba temor o asco como los demás era algo extraño realmente para la ángel. — Aunque solo pasara por este lugar tan poco, común en la isla... le agradezco por ello así me quito a esos hombres indecibles, pero quizás le estoy arruinando la noche, hay varias féminas que desean hacerle compañía — al decir esto hizo una seña a varios lados como diferentes mujeres estaban algo pendientes del azabache aun con cara enojada por ella, podía sentir sus malas vibras por los celos, sonrió un poco incomoda.—Si, desea puede irse a pasar una buena noche, yo terminare esta bebida y me iré... es obvio que mi amigo no vendrá... quizás su novia lo ocupo o algo parecido —
Tomó su vaso de nuevo movió los hielos, un poco, con la mirada pensativa, esperando que el respondiera para poder irse, aunque pensaba que no debería estar en ese lugar pero no estaba ahí con un extraño por insistencia de su mejor amigos que ni se dignó en aparecer, solo causándole problemas y estrés ¿Qué más podría ir mal esa noche?...
Las palabras ajenas ante su comentario la sorprendieron un poco en realidad aquel hombre no parecía de humor, quizás le había arruinado alguna cita pero ¿era su problema? no, ella solo le miro como una salvación momentánea,tal vez hizo lago innecesario. —Disculpa se supone que ayer quedamos en este lugar… creo que te despistaste un poco. — Menciono siguiendo su propio juego dado que aun habían curiosos cerca de ellos y de nada valía hacer una escena sobre su pequeña mentira, no le gustaba mentir para nada pero no podía hacer otra cosa por el momento ¿no?
Se quedó en silencio luego de un momento observando a su alrededor, estaban solos en la mesa ya no habían hombres acechándola, solo notaba la mirada de ciertas féminas decepcionadas por no poder coquetear con el azabache. Asintió a sus palabras aunque le extraño lo extraño de sus palabras al principio que luego acomodo, se notaba que estaba algo incomodo o se sintió incomodo para no aparentar algo que no era, ella solo sonrió. —No eres demasiado cortes, pero si... estaba incomoda y lo confundí con otra persona... — menciono queriendo explicarle porque le metió en aquella situación tan extraña y quizás incomoda.
La mujer volvió a tomar otro sorbo de su bebida que ya no quedaba mucho en su vaso, se daría por vencida con su amigo, tal vez debería irse y no molestar demás a su buen salvador, aunque no lo admitiera si el no habría aparecido quizás ya estarían hasta intentando tocarle, para que fuese a bailar o algo parecido. Suspiro llevándose un mechón tras la oreja mientras le oía explicar que no era un guardaespaldas, simplemente parpadeo sintiendo un poco culpable por que tomara tan literal sus palabras anteriores. —…No se preocupe quizás yo fui algo descortés ahora.. . — admitió bajando la mirada un poco avergonzada con su comportamiento.
Miró de nuevo a su acompañante sus orbes celestes solo expresaban precaución pero a la vez curiosidad, el no le expresaba temor o asco como los demás era algo extraño realmente para la ángel. — Aunque solo pasara por este lugar tan poco, común en la isla... le agradezco por ello así me quito a esos hombres indecibles, pero quizás le estoy arruinando la noche, hay varias féminas que desean hacerle compañía — al decir esto hizo una seña a varios lados como diferentes mujeres estaban algo pendientes del azabache aun con cara enojada por ella, podía sentir sus malas vibras por los celos, sonrió un poco incomoda.—Si, desea puede irse a pasar una buena noche, yo terminare esta bebida y me iré... es obvio que mi amigo no vendrá... quizás su novia lo ocupo o algo parecido —
Tomó su vaso de nuevo movió los hielos, un poco, con la mirada pensativa, esperando que el respondiera para poder irse, aunque pensaba que no debería estar en ese lugar pero no estaba ahí con un extraño por insistencia de su mejor amigos que ni se dignó en aparecer, solo causándole problemas y estrés ¿Qué más podría ir mal esa noche?...
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por Giovanni d' Angelo Jue Ago 23, 2018 5:44 pm
Meeting OF Light and Darkness
Las palabras de aquella mujer tenían la textura de la brisa en la primavera, después de todo tan sólo fueron unas cuantas que ella dijo y sintió cómo el fresco calor empapaba su espíritu. ¿Qué se supone era esa mujer? No parecía a alguien que conociera, sólo se veía cómo una dama en a la deriva que lo vio cómo a un leño flotando en el mar. Era divertido pensar que en una forma tan extraña había sido capaz de salvar a alguien. No se lo propuso, sólo paso, y ahí estaban los dos.
No tenía problemas en ayudarla un poco más mientras disponía de una bebida. Por esto alzó la mano llamando al tabernero para que este le trajera un vaso con ron. Una vez tuvo la bebida frente a él le propino un fuerte sorbo para acto seguido mirar a la rubia asintiendo con la cabeza a sus palabras. Dándole la razón en aquel sitió tan plagado de buitres y otras alimañas. Movió un poco el líquido que restaba en el recipiente mientras pensaba en lo fortuito del encuentro y cómo actuar a continuación, ella parecía estar molesta e incómoda. Cosa que dejó bien en claro con sus siguientes palabras que hablaron de que le habían dejado plantada y de las otras mujeres que le miraban. Pero algo de lo que dijo le hizo prestar atención: “...su novia le ocupo...”. Aquí había gato encerrado.
— Así que está esperando a un hombre con pareja. — Levantó ligeramente una ceja que marcaba lo que claramente estaba pensando; una aventura extramatrimonial. Era lo más lógico luego de escuchar eso, aunque tal vez estaba sacando conclusiones apresuradas.
Volvió a dejar el vaso vació sobre la barra tras haberse acabado la última gota que restaba de alcohol en este, una nueva seña al trabajador de antes y su vaso lleno otra vez en frente de él, extrañamente estos lugares de poca monta tenían un buen servicio. Algo bueno había ahí, aparte de la rubia que tenía sentada a su derecha. Después de todo esto no sería una total perdida, ¿verdad?
— No sé porque prestas tanta atención a esas mujeres sí estoy sentado aquí contigo. — Un poco seco pero bastante sincero. — Yo no ando mirando cuantos te quieren invitar a salir o meterme mano de los que estamos aquí, ¿verdad? Además ni nos conocemos. —
Dio un nuevo sorbo a su trago y ahora sí se giró a dignar a mirar mejor a la dama. Se veía alta, aunque no tanto como él, ojos azules cristalinos, tez blanca irradiando brillo, largo cabello rubio a juego con eso, gran busto, y una cintura bien marcada y torneada. No era sorpresa con lo bella que era que todos estuvieran así detrás de ella en aquel bendito lugar. Sonrió con cierto sarcasmo al pensar en eso al tiempo que negó un momento con la cabeza para luego acabar ese segundo vaso con un último trago y regresando a depositar el mismo sobre la madera de la barra.
— Sí te soy sincero; no me extraña que haya tantos hombres detrás de tus bragas con la linda que eres. — Fue un poco sincero de más. — Perdona, que clase de patán no se presenta primero a una mujer. Me llamó Giovanni. — No creía oportuno dar su apellido en el momento a menos que ella se lo pidiera.
Observó su entorno unos momentos y luego hizo una nueva seña al tabernero, para que rellenara ambas vasos de lo mismo que habían tenido hasta el momento. Sí podían estirar un poco más la conversación sería mejor, no sea cosa que haya alguno esperando que el demonio se despiste para acosar a esa mujer.
— Lamento si mi presencia no es tan grata, pero al menos acompañe un par de tragos más. Le dejaron plantada, y supongo que me lo debe por haberme metido aquí. — Le dedicó una afable y cómplice sonrisa a la rubia. — A menos que creas de mí cómo otro acosador público, pero supongamos que ya me lo habrías dicho y vas a aceptar. —
Sí, había cambiado de misión en esa noche tan fría, pero no era que esta le molestase para algo. Unos tragos podrían ayudar a ambos conociéndose un poco mejor.
No tenía problemas en ayudarla un poco más mientras disponía de una bebida. Por esto alzó la mano llamando al tabernero para que este le trajera un vaso con ron. Una vez tuvo la bebida frente a él le propino un fuerte sorbo para acto seguido mirar a la rubia asintiendo con la cabeza a sus palabras. Dándole la razón en aquel sitió tan plagado de buitres y otras alimañas. Movió un poco el líquido que restaba en el recipiente mientras pensaba en lo fortuito del encuentro y cómo actuar a continuación, ella parecía estar molesta e incómoda. Cosa que dejó bien en claro con sus siguientes palabras que hablaron de que le habían dejado plantada y de las otras mujeres que le miraban. Pero algo de lo que dijo le hizo prestar atención: “...su novia le ocupo...”. Aquí había gato encerrado.
— Así que está esperando a un hombre con pareja. — Levantó ligeramente una ceja que marcaba lo que claramente estaba pensando; una aventura extramatrimonial. Era lo más lógico luego de escuchar eso, aunque tal vez estaba sacando conclusiones apresuradas.
Volvió a dejar el vaso vació sobre la barra tras haberse acabado la última gota que restaba de alcohol en este, una nueva seña al trabajador de antes y su vaso lleno otra vez en frente de él, extrañamente estos lugares de poca monta tenían un buen servicio. Algo bueno había ahí, aparte de la rubia que tenía sentada a su derecha. Después de todo esto no sería una total perdida, ¿verdad?
— No sé porque prestas tanta atención a esas mujeres sí estoy sentado aquí contigo. — Un poco seco pero bastante sincero. — Yo no ando mirando cuantos te quieren invitar a salir o meterme mano de los que estamos aquí, ¿verdad? Además ni nos conocemos. —
Dio un nuevo sorbo a su trago y ahora sí se giró a dignar a mirar mejor a la dama. Se veía alta, aunque no tanto como él, ojos azules cristalinos, tez blanca irradiando brillo, largo cabello rubio a juego con eso, gran busto, y una cintura bien marcada y torneada. No era sorpresa con lo bella que era que todos estuvieran así detrás de ella en aquel bendito lugar. Sonrió con cierto sarcasmo al pensar en eso al tiempo que negó un momento con la cabeza para luego acabar ese segundo vaso con un último trago y regresando a depositar el mismo sobre la madera de la barra.
— Sí te soy sincero; no me extraña que haya tantos hombres detrás de tus bragas con la linda que eres. — Fue un poco sincero de más. — Perdona, que clase de patán no se presenta primero a una mujer. Me llamó Giovanni. — No creía oportuno dar su apellido en el momento a menos que ella se lo pidiera.
Observó su entorno unos momentos y luego hizo una nueva seña al tabernero, para que rellenara ambas vasos de lo mismo que habían tenido hasta el momento. Sí podían estirar un poco más la conversación sería mejor, no sea cosa que haya alguno esperando que el demonio se despiste para acosar a esa mujer.
— Lamento si mi presencia no es tan grata, pero al menos acompañe un par de tragos más. Le dejaron plantada, y supongo que me lo debe por haberme metido aquí. — Le dedicó una afable y cómplice sonrisa a la rubia. — A menos que creas de mí cómo otro acosador público, pero supongamos que ya me lo habrías dicho y vas a aceptar. —
Sí, había cambiado de misión en esa noche tan fría, pero no era que esta le molestase para algo. Unos tragos podrían ayudar a ambos conociéndose un poco mejor.
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