Mei Aoyama [Expediente]

¿Y qué si era así? Muchas veces se cuestionó el hecho de sentirse ajena a ese lugar y a esas personas, a sus miradas y sus palabras. Se sintió desde pequeña en un mundo que no era el suyo ¿y qué más podía hacer al respecto? Callar y seguir. Porque así le enseñaron. No destacaba en nada más que no fuera leer y sonreír ante todo ¡y cuán desagradable le resultaba eso a algunos! Parecía que siempre tenía disposición para ayudar al resto o escuchar la inmensa mochila de problemas que algunos cargaban, ella era el soporte emocional para todos, ¿pero y su propio soporte quién era? ¿Quién resistía sus problemas? Siempre se mantuvo al margen respecto de hablar sobre lo que sentía o le prepocupaba porque nunca nadie tenía el tiempo para dedicárselo a ella. Bueno, nadie vivo.

Y se desvaloró con el tiempo, como una flor marchita y podrida por dentro que buscaba pegar sus fragmentos rotos para no sentirse tan miserable; el parche luego de la herida. Aprendió a vivir con esos demonios internos que cada día le decían cuán miserable era su existencia por mucho que algunas personas le dijeran lo bella y buena persona que era por ayudar a otros. Mantuvo mucha paciencia incluso en situaciones adversas pero incluso hasta el más temido tiburón llora bajo los mares y, aunque sus lágrimas no se vean, no significa que no estén allí.

Mantuvo la mala constumbre de cargar con culpas ajenas y no saber como soltarlas. No lograba encontrar un modo de decir directamente cuanta rabia sentía por diversas situaciones o personas, y no es que no sea honesta, por el contrario, sólo que sabe que si no puede llegar a decir lo que realmente piensa es mejor no decir nada. ¿Para qué mentir? ¡Ah, por supuesto! A menos que eso salve tu vida claro que lo haría independiente de cualquier otra cosa; hay que sobrevivir de alguna manera.

"Se cree que en antiguas décadas un avión comercial perdió rubro cuando una fuerte tormenta los azotó a mitad de camino, varando en un territorio desconocido para ellos en esos años. Muchos de los pasajeros murieron y otros en tanto lograron sobrevivir y aferrarse a quiénes vivían en ese lugar. De entre los sobrevivientes, los tatarabuelos de la familia Aoyama se instalaron como si siempre hubieran pertenecido a ese lugar y sus generaciones futuras comenzaron una vida allí."

Creció rodeada de un ambiente matriarcal muy marcado pues su padre no fue más que un instrumento para darle vida. Nació en la isla y su madre Iselda contrajo matrimonio con su prometida, Astoria, quienes criaron a su primogénita para que fuera una muchacha empoderada y con altos niveles de liderazgo y fortaleza, más sus intentos crearon un abismo en la tolerancia a la frustración de su hija cada vez que las cosas no le resultaban como deseaba. ¿Era realmente capaz de lograr las espectativas de sus madres o simplementa era una cruel ilusión pensar que ella era capaz? Nunca logró contentarlas con nada porque siempre esperaban más, incluso cuando logró terminar sus estudios y mantener su propio puesto de trabajo "¿sólo eso serás? ¿La que escucha los problemas de los locos del pueblo? Para eso voy con mis amigas y ellas no me cobran".

Siguió adelante; porque así le enseñaron que debía ser. Aunque ella realmente no quisiera pensaba día tras día en las personas que iban a verla para entregarle la confianza sobre sus vidas y sus problemas. Eso le hacía feliz, en parte.