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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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— As stars fade away [Privado]
Lost Garden :: ✧ Elysium :: Oblivion :: Centro de la ciudad
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por Shizuka & Suzume Lun Jul 30, 2018 3:31 pm
Ya comenzaba a tornarse tedioso, día tras día escuchaba a su padre y a los demás miembros del clan que era tiempo de que tuviese un heredero, que al ser la única hija del líder no podía dejar al clan sin un descendiente, o los Yamaguchi desaparecerían totalmente. Shizuka era fértil, eso lo sabían esos hombres, desde que tenía memoria siempre les escucho decir que sería una excelente madre. Y ella debía quedarse callada, no opinar, no hablar, porque era una mujer y abrir la boca significaría deshonra para toda su familia.
Tanto se acostumbró a guardar silencio que comenzó a reírse de su propio nombre, porque parecía que su padre lo había puesto por el mero gusto de verla tan callada como a su propia madre, esa mujer que hasta el último día de su vida nunca se rebeló contra los deseos de su esposo, de los miembros del clan. Y le daba rabia, porque ella no era así, tenía en el pecho atoradas tantas cosas que sólo podía encerrarse en su habitación, meditar, escribir, dejar salir todo lo que callaba en simples hojas de papel.
Ese día supuestamente conocería a quien más tarde tendría que convertirse en su esposo, y no estaba realmente muy animada con eso, por lo que por primera vez tomó la decisión de dar una negativa contundente a su padre, mas no con palabras sino con acciones, escapando de casa por la ventana. Quien la conociese diría que era una mujer que demostraba siempre fineza y elegancia, pero a decir verdad tenía habilidades que otros incluso envidiaban, habilidades que su mismo padre le enseñó a falta de un hijo varón. Estaba harta de las etiquetas que le colocaban, harta de que quisieran controlar cada pequeño paso que daba y que no le permitieran tomar sus propias decisiones pese a ser la única que podría heredar realmente la fortuna de su familia. Así que al salir de casa se dirigió sin pensarlo al centro de la ciudad, corriendo por los tejados para no levantar sospechas al salir por la puerta de entrada de su hogar, resguardado por matones de los miembros del clan. Sólo hasta que estuvo alejada lo suficiente fue que bajó, caminando por la vereda que daba directamente a la carretera, donde tomó un taxi que la llevó hasta su destino. Oblivion lucía increíble de noche, pero no venía por la diversión, sino por un poco de calma.
Y así se dirigió a un parque que frecuentaba, que debido a la hora se encontraba más vacío que de costumbre, pero hermosamente iluminado por faroles. Se sentó en una de las tantas bancas, apoyó la espalda en el asiento y miró al cielo, soltando un suspiro pesado, pero relajado al mismo tiempo. Un poco de aire fresco no le venía mal, calmaba sus penas, sus preocupaciones sobre todas las cosas. Así se mantuvo mucho tiempo, una hora quizás, incluso decidiéndose a recostarse sobre la banca como si estuviese en un día soleado. Pensaba en su matrimonio, en que seguramente sería la persona más desdichada de la maldita existencia, y que todo lo hacía por designios de su familia, por no haber nacido como un hombre.
Torció los labios, chasqueó la lengua, y se puso de pie al fin, dispuesta a adentrarse más en la ciudad para perder el tiempo. Con suerte el invitado de su padre se cansaría de esperarla. Caminó sin rumbo alguno, simplemente siguiendo la vereda en el parque en dirección a la ciudad. No obstante, al salir del camino, un auto de dudosa procedencia se detuvo frente a ella, y varios hombres descendieron del mismo para intentar amedrentar a Shizuka. Ella sabía que aún en ese lugar podría existir la delincuencia, y que ella sería el principal objetivo en caso de desear la fortuna de su familia, bastaba con un simple secuestro. Claro, ella se las arregló para defenderse en la medida de lo posible, no era ninguna damisela en apuros, pero siendo varios contra ella, la mayoría atacando de forma injusta, en poco tiempo recibió un golpe en el rostro que le dejó momentáneamente aturdida.
Tanto se acostumbró a guardar silencio que comenzó a reírse de su propio nombre, porque parecía que su padre lo había puesto por el mero gusto de verla tan callada como a su propia madre, esa mujer que hasta el último día de su vida nunca se rebeló contra los deseos de su esposo, de los miembros del clan. Y le daba rabia, porque ella no era así, tenía en el pecho atoradas tantas cosas que sólo podía encerrarse en su habitación, meditar, escribir, dejar salir todo lo que callaba en simples hojas de papel.
Ese día supuestamente conocería a quien más tarde tendría que convertirse en su esposo, y no estaba realmente muy animada con eso, por lo que por primera vez tomó la decisión de dar una negativa contundente a su padre, mas no con palabras sino con acciones, escapando de casa por la ventana. Quien la conociese diría que era una mujer que demostraba siempre fineza y elegancia, pero a decir verdad tenía habilidades que otros incluso envidiaban, habilidades que su mismo padre le enseñó a falta de un hijo varón. Estaba harta de las etiquetas que le colocaban, harta de que quisieran controlar cada pequeño paso que daba y que no le permitieran tomar sus propias decisiones pese a ser la única que podría heredar realmente la fortuna de su familia. Así que al salir de casa se dirigió sin pensarlo al centro de la ciudad, corriendo por los tejados para no levantar sospechas al salir por la puerta de entrada de su hogar, resguardado por matones de los miembros del clan. Sólo hasta que estuvo alejada lo suficiente fue que bajó, caminando por la vereda que daba directamente a la carretera, donde tomó un taxi que la llevó hasta su destino. Oblivion lucía increíble de noche, pero no venía por la diversión, sino por un poco de calma.
Y así se dirigió a un parque que frecuentaba, que debido a la hora se encontraba más vacío que de costumbre, pero hermosamente iluminado por faroles. Se sentó en una de las tantas bancas, apoyó la espalda en el asiento y miró al cielo, soltando un suspiro pesado, pero relajado al mismo tiempo. Un poco de aire fresco no le venía mal, calmaba sus penas, sus preocupaciones sobre todas las cosas. Así se mantuvo mucho tiempo, una hora quizás, incluso decidiéndose a recostarse sobre la banca como si estuviese en un día soleado. Pensaba en su matrimonio, en que seguramente sería la persona más desdichada de la maldita existencia, y que todo lo hacía por designios de su familia, por no haber nacido como un hombre.
Torció los labios, chasqueó la lengua, y se puso de pie al fin, dispuesta a adentrarse más en la ciudad para perder el tiempo. Con suerte el invitado de su padre se cansaría de esperarla. Caminó sin rumbo alguno, simplemente siguiendo la vereda en el parque en dirección a la ciudad. No obstante, al salir del camino, un auto de dudosa procedencia se detuvo frente a ella, y varios hombres descendieron del mismo para intentar amedrentar a Shizuka. Ella sabía que aún en ese lugar podría existir la delincuencia, y que ella sería el principal objetivo en caso de desear la fortuna de su familia, bastaba con un simple secuestro. Claro, ella se las arregló para defenderse en la medida de lo posible, no era ninguna damisela en apuros, pero siendo varios contra ella, la mayoría atacando de forma injusta, en poco tiempo recibió un golpe en el rostro que le dejó momentáneamente aturdida.
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Shizuka & Suzume
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Fecha de inscripción : 25/07/2018
por Invitado Lun Ago 06, 2018 7:50 pm
— ¿Cuánto tiempo más vas a estar de solterón, muchacho? No puedes pasar toda la vida así, hoy conocerás a alguien. — dijo su padre. Mostraba una expresión decidida, generalmente la única cara que ponía cuando le hablaba de ese modo a Michael. — ¿De qué estás hablando? ¿Conocer a quién? Estoy bien así, viejo... no molestes, tengo cosas que hacer hoy. — contestó tajante Michael, mostrándose sumamente reacio al hecho de que aún siguieran insistiendo con el tema del casamiento armado. Probablemente igual con una mujer fea, cosas de dinero y estupideces de esa índole. ¿Tan solo era una especie de objeto al cual poder ofrecer al mejor postor? ¡Por favor! Él tenía más dignidad, por lo que en vez de ir a la dichosa reunión que se suponía debía ir con su padre, tomó su vehículo y salió por la ciudad. A decir verdad, no le gustaba para nada verse obligado por su familia a hacer algo en lo que él no estaba de acuerdo; nunca tuvo opción siquiera.
Nunca tuvo derecho de elegir, es como si por alguna razón osaran controlar su vida hasta en ese ínfimo aspecto luego de haberse redimido gracias a aquella... mujer de cabellos rojizos. Jamás olvidaría sus palabras, sus enseñanzas, y aunque cada uno haya tomado un camino diferente, estaba seguro que tarde o temprano terminarían volviendo a encontrarse. Solo que aún no sabía el paradero de esta, y probablemente quizás no lo sabría nunca.
Su manejar no es que fuera errático, pero su mente estaba más enfocada en el hecho de que querían casarle con alguien que siquiera conocía. Una mujer que probablemente era una histérica, una inútil sin referencia princesa de sus padres, con mucho dinero; el suficiente como para comprar miles de vidas si era necesario con tal de progresar en este mundo. Era raro ver algo así en Elysium, siendo esta una Utopía en la que la corrupción era virtualmente inexistente. Pero no, siempre existían ese tipo de seres que se aprovechan de los demás y buscan obtener dinero a costilla de otros, sea por tratos o chantaje. Michael estaba seguro que ese casamiento armado por su familia no era más que una forma de ganar cierto renombre y tener beneficios mutuos entre las familias, nada más. ¿Cómo podrían de otra forma decidir por encima de él? Siquiera sabían sus gustos probablemente. Siquiera le importaba la procedencia de aquella mujer, no tenía ni el más ínfimo interés de conocerla.
Deteniéndose cerca del parque, estacionó en la vereda de enfrente. Bajó del vehículo poniéndole seguro y se acomodó las prendas antes de empezar a caminar por el parque. Pasaron varios minutos, en los que se quedó meditando un poco, tal vez descargando un poco de esa rabia que se había acumulado dentro suyo por culpa de sus padres y todo ese matrimonio armado. Le hacía sentir sumamente frustrado, como si no su opinión en el asunto no les importara en absoluto. Y lo más probable es que no, no valía nada.
Podría haberse quedado horas igual pensando en esas cosas, pero un forcejeo constante y el frenar repentino de un automóvil fue lo que le llamó la atención de pronto. Notó al levantar la mirada y enfocarla a donde provenía aquel problema. Llevó una de sus manos a la empuñadura de su pistola, un revolver Dan Wesson. No pudo acercarse mucho más que un par de metros, que notaron su presencia. — ¡Hey, dejen a la mujer en p-...! — no pudo siquiera terminar de hablar, que un disparo imprevisto le dio en el hombro derecho. Logró desenfundar y disparó de vuelta teniendo el suficiente cuidado de no darle a la mujer. La dejaron tirada a un lado, se subieron al vehículo, disparando contra Michael, el cual intentó esconderse tras uno de los árboles del parque.
Su respiración, sumamente agitada, demostraba la sorpresa que le había dado aquello. Bufó, al ver que se alejaban. Memorizó la placa, pero nada más. Se dirigió hacia donde estaba aquella mujer a la cual habían atacado, mientras que avisaba a la central por la radio. — Oficial Smith al habla, tengo un posible intento de secuestro... La víctima una mujer joven, asiática. — explicaba arrodillándose a un lado de la contraria. — Se escaparon en un automóvil de placa ocho, nueve, siete... hache, jota, ka. Manden una ambulancia. — soltó por último. La herida de bala en su hombro era sumamente molesta, pero nada en comparación de su preocupación por aquella mujer, a la cual sostenía con cuidado haciendo uso de un solo brazo nada más, pasándolo por detrás de su espalda. — Howdy ma'am... ¿está bien, no está herida? — preguntó, preocupándose poco y nada por él mismo en esos momentos, por más sangre que estuviera perdiendo de su hombro.
Nunca tuvo derecho de elegir, es como si por alguna razón osaran controlar su vida hasta en ese ínfimo aspecto luego de haberse redimido gracias a aquella... mujer de cabellos rojizos. Jamás olvidaría sus palabras, sus enseñanzas, y aunque cada uno haya tomado un camino diferente, estaba seguro que tarde o temprano terminarían volviendo a encontrarse. Solo que aún no sabía el paradero de esta, y probablemente quizás no lo sabría nunca.
Su manejar no es que fuera errático, pero su mente estaba más enfocada en el hecho de que querían casarle con alguien que siquiera conocía. Una mujer que probablemente era una histérica, una inútil sin referencia princesa de sus padres, con mucho dinero; el suficiente como para comprar miles de vidas si era necesario con tal de progresar en este mundo. Era raro ver algo así en Elysium, siendo esta una Utopía en la que la corrupción era virtualmente inexistente. Pero no, siempre existían ese tipo de seres que se aprovechan de los demás y buscan obtener dinero a costilla de otros, sea por tratos o chantaje. Michael estaba seguro que ese casamiento armado por su familia no era más que una forma de ganar cierto renombre y tener beneficios mutuos entre las familias, nada más. ¿Cómo podrían de otra forma decidir por encima de él? Siquiera sabían sus gustos probablemente. Siquiera le importaba la procedencia de aquella mujer, no tenía ni el más ínfimo interés de conocerla.
Deteniéndose cerca del parque, estacionó en la vereda de enfrente. Bajó del vehículo poniéndole seguro y se acomodó las prendas antes de empezar a caminar por el parque. Pasaron varios minutos, en los que se quedó meditando un poco, tal vez descargando un poco de esa rabia que se había acumulado dentro suyo por culpa de sus padres y todo ese matrimonio armado. Le hacía sentir sumamente frustrado, como si no su opinión en el asunto no les importara en absoluto. Y lo más probable es que no, no valía nada.
Podría haberse quedado horas igual pensando en esas cosas, pero un forcejeo constante y el frenar repentino de un automóvil fue lo que le llamó la atención de pronto. Notó al levantar la mirada y enfocarla a donde provenía aquel problema. Llevó una de sus manos a la empuñadura de su pistola, un revolver Dan Wesson. No pudo acercarse mucho más que un par de metros, que notaron su presencia. — ¡Hey, dejen a la mujer en p-...! — no pudo siquiera terminar de hablar, que un disparo imprevisto le dio en el hombro derecho. Logró desenfundar y disparó de vuelta teniendo el suficiente cuidado de no darle a la mujer. La dejaron tirada a un lado, se subieron al vehículo, disparando contra Michael, el cual intentó esconderse tras uno de los árboles del parque.
Su respiración, sumamente agitada, demostraba la sorpresa que le había dado aquello. Bufó, al ver que se alejaban. Memorizó la placa, pero nada más. Se dirigió hacia donde estaba aquella mujer a la cual habían atacado, mientras que avisaba a la central por la radio. — Oficial Smith al habla, tengo un posible intento de secuestro... La víctima una mujer joven, asiática. — explicaba arrodillándose a un lado de la contraria. — Se escaparon en un automóvil de placa ocho, nueve, siete... hache, jota, ka. Manden una ambulancia. — soltó por último. La herida de bala en su hombro era sumamente molesta, pero nada en comparación de su preocupación por aquella mujer, a la cual sostenía con cuidado haciendo uso de un solo brazo nada más, pasándolo por detrás de su espalda. — Howdy ma'am... ¿está bien, no está herida? — preguntó, preocupándose poco y nada por él mismo en esos momentos, por más sangre que estuviera perdiendo de su hombro.
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