— Do you like it, kitty?

Cuando era niño, mil veces le dijeron que no era correcto jugar con las lagartijas que constantemente corrían por el piso de su habitación. Tras capturar una, Lyov se dio cuenta de que la manera de jugar con ellas no era sólo perseguirlas, sino cortarles alguna parte del cuerpo y esperar a que ésta creciera, mil veces intentó hacer que les creciera una nueva cabeza, intentó con una, con otra, y con otra más, sin entender que una vez cercenas una cabeza, ésta no vuelve a crecer. Con ese pensamiento, el de un niño pequeño que no sabe los límites de un simple juego, Lyov creció creyendo que la vida misma era un juego, estancado en esa mentalidad inocente ante aquello que era considerado malo frente a otros. No obstante, su inteligencia no se estancó, sino que se desarrolló, dejó en claro que no tenía que lucir siempre presentable para dar la impresión de ser un genio, bastaba con abrir la boca y dejar que las palabras fluyeran, que causaran en otros escalofríos por la manera tan natural en la que hablaba de un asesinato brutal en medio de una edificación vacía.

Su mente siempre fue un laberinto lleno de salidas falsas, atisbos de genialidad que se traducían casi siempre en sanguinarias muestras de inteligencia, juegos en los que estaba siempre su vida o la de alguien más de por medio. Se caracterizó desde siempre por ser alguien sin escrúpulos, egoísta, que no siente la más mínima empatía por quien sea que se le ponga al frente; después de todo, si puede darle un bien grito de terror y súplica, ¿qué más da si vive o muere? Para él no existe bien o mal, sólo lo que él crea, lo que a él le parezca lo más divertido por hacer. Como un niño, caprichoso y berrinchudo, de aquellos que saben manipular al fingir demencia hasta obtener lo que capta su atención. Sólo hay que tener cuidado, nunca sabes qué clase de cosas haría Lyov si no le das el pastelillo que te ha pedido. La mente de un completo sociópata y psicópata, nada le detiene, nada puede hacerle entrar en razón, un lento pero placentero descenso a ese abismo llamado demencia.

Spoiler:

Se agregará después.

— Le gustan los dulces, especialmente los que tienen un gusto ácido.
— Adora los frutos rojos, cerezas, frambuesas, fresas en su mayoría.
— Los gatos le llaman bastante la atención, tiene una gata negra a la que llama Cyka.
— Sus armas son un par de garras de triple filo. Se cortó más veces de las que puede contar cuando comenzó a utilizarlas.
— Es especialmente débil por mujeres, pero no se limitaría con hombres si no hubiera nada más interesante cerca.
— Ha llegado a fingir que no sabe diferenciar entre perros y gatos, algo que suele sacar de quicio a sus allegados.
— Su primer víctima fue el hombre que se hizo llamar su padre durante sus primeros cinco años de vida. Después de eso fue adoptado por una mujer viuda, a la que también mató tras no conseguir un juguete que llamó su atención.
— Tener sexo es una de las cosas que más ha llegado a gustarle, pero no hará nada a menos que sea provocado.
— Le gusta mucho poner apodos, mientras más graciosos o adorables, mejor.
— Su risa es la de un verdadero lunático, quienes le conocen aceptan abiertamente que su risa les quita ganas de salir solos de noche.
— Es adicto al chocolate.
— Odia tener que trabajar demasiado, por eso sus trabajos siempre son hechos con rapidez y precisión, le da más tiempo para descansar.
— Tiene el cuerpo tapizado en tatuajes.
— Se le conoce como "Sorrow", y cualquiera que desea contratarle se refiere a él con éste apodo, a menos claro que Lyov sea quien dé pie a que se utilice su nombre.
— Vagó de orfanato en orfanato hasta los 14 años, y todo porque en el último fue el responsable de una terrible masacre, misma en la que degolló a todos los niños y adultos que encontró a su paso queriendo comprobar si esas personas tenían las mismas "habilidades" de una lagartija.