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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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— Can't you see me? [CB]
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por Aleksandra Kuznetsova Dom Ago 26, 2018 3:03 am
Aleksandra Kuznetsova : Escucharle hablar de esa forma por supuesto que le ofendió, a lo que respondió con una expresión indignada, a punto de quebrarse. —¡Yo jamás tuve nada que ver con Balzaretti, no me ofendas de esa manera, Czar! —le gritó de vuelta, alterada, con una ligera ansiedad causando que su respiración se agitase. —¿¡Cómo es posible que hayas creído esa mentira, basura del demonio!?
Czar V. : — ¿Entonces por qué desapareciste tanto tiempo? ¡Ni que fuera a matarte! De algo debías tenerme miedo, ¿no era que no me tenías miedo, que no eras como las demás zorras a las que me tiro? ¡Blyat, si eres igual! — vociferó, propinando una descarada y potente bofetada de dorso a la contraria, mirándola fijo a los ojos. Señalándole con el dedo mientras se acercaba. — Me ocultaste la existencia de una hija, te fuiste de pronto sin jamás volver ... ¿¡Y crees que iba a quedarme a tu lado!? ¡Fui un hazmerreír, cyka!
Aleksandra Kuznetsova : Ladeó el rostro por la bofetada, un fino hilo de sangre resbalando por la comisura de sus labios. —¿Irme yo? ¡Fuiste tú el bastardo que se largó sin decirme nada! ¡Fuiste tú el que no quiso verme nunca! ¡Tus asquerosos perros no me dejaban acercarme! ¿Crees que te tenía miedo, retrasado mental? ¿A ti, a un mastodonte que todavía tiene el alma de un niño dentro? ¿A un imbécil que mata sólo para sentirse vivo y que no tuvo las pelotas de matarme cuando tuvo la oportunidad? ¡No te tenía miedo, jamás lo hice! —ella en cambio no largó una bofetada, sino un puñetazo directo a la boca del estómago, potente y certero.
Czar V. : — ¡Pero me echas la culpa de haberme ido! Me tenías en la puta cara, ¿cuántas veces pasabas encima de mis hombres para decirme aunque fuera que estaba llegando tarde? Que estaba llegando tarde a una cena a la que tú misma me invitaste, blyat ... ¡No me jodas ahora con que no te dejaban acercarte a mi! — exclamó contra su cara, para luego recibir aquel golpe que sin lugar a dudas le sacó el aire. Lo dejó doblado, con las manos apoyadas en las rodillas e intentando por todos los medios recuperar el aliento. Se le tensó el cuerpo, especialmente el diafragma, dificultándose aquella acción. — U...rod blyat ... Sigues teniendo buena ... mano, cyka ...
Aleksandra Kuznetsova : La cercanía la hizo doblegarse, temblar, lágrimas al fin resbalando por sus pómulos mientras apoyaba la frente ahora contra el hombro de Czar y su diestra se extendía para posarse sobre su mejilla al subir poco a poco. —No sé por qué no pude, me dejé engañar, fui una estúpida, crédula, me tragué el cuento de que no me querías cerca como si hubiese sido una maldita botella de vodka... —masculló con rabia, empuñando su mano izquierda sobre las ropas del soviético.
Czar V. : — Me dejaste solo, moya lyubov' ... — susurró. Ante la falta de aire no podía hacer otra cosa que quedarse encorvado, inhalando lo más profundo que le era posible hasta que empezó a erguirse, tomando la mano de la contraria y apartándola de su rostro. — Luego de lo de Balzaretti ... te alejaste, nunca volví a saber de ti, ¿y quién dijo que le ordené a mis estúpidos subordinados que no te dejaran acercar? ... ¡Si ellos mismos te tenían miedo, blyat! ... Urod, siempre fuiste una estúpida ...
Czar V. : — ¿Entonces por qué desapareciste tanto tiempo? ¡Ni que fuera a matarte! De algo debías tenerme miedo, ¿no era que no me tenías miedo, que no eras como las demás zorras a las que me tiro? ¡Blyat, si eres igual! — vociferó, propinando una descarada y potente bofetada de dorso a la contraria, mirándola fijo a los ojos. Señalándole con el dedo mientras se acercaba. — Me ocultaste la existencia de una hija, te fuiste de pronto sin jamás volver ... ¿¡Y crees que iba a quedarme a tu lado!? ¡Fui un hazmerreír, cyka!
Aleksandra Kuznetsova : Ladeó el rostro por la bofetada, un fino hilo de sangre resbalando por la comisura de sus labios. —¿Irme yo? ¡Fuiste tú el bastardo que se largó sin decirme nada! ¡Fuiste tú el que no quiso verme nunca! ¡Tus asquerosos perros no me dejaban acercarme! ¿Crees que te tenía miedo, retrasado mental? ¿A ti, a un mastodonte que todavía tiene el alma de un niño dentro? ¿A un imbécil que mata sólo para sentirse vivo y que no tuvo las pelotas de matarme cuando tuvo la oportunidad? ¡No te tenía miedo, jamás lo hice! —ella en cambio no largó una bofetada, sino un puñetazo directo a la boca del estómago, potente y certero.
Czar V. : — ¡Pero me echas la culpa de haberme ido! Me tenías en la puta cara, ¿cuántas veces pasabas encima de mis hombres para decirme aunque fuera que estaba llegando tarde? Que estaba llegando tarde a una cena a la que tú misma me invitaste, blyat ... ¡No me jodas ahora con que no te dejaban acercarte a mi! — exclamó contra su cara, para luego recibir aquel golpe que sin lugar a dudas le sacó el aire. Lo dejó doblado, con las manos apoyadas en las rodillas e intentando por todos los medios recuperar el aliento. Se le tensó el cuerpo, especialmente el diafragma, dificultándose aquella acción. — U...rod blyat ... Sigues teniendo buena ... mano, cyka ...
Aleksandra Kuznetsova : La cercanía la hizo doblegarse, temblar, lágrimas al fin resbalando por sus pómulos mientras apoyaba la frente ahora contra el hombro de Czar y su diestra se extendía para posarse sobre su mejilla al subir poco a poco. —No sé por qué no pude, me dejé engañar, fui una estúpida, crédula, me tragué el cuento de que no me querías cerca como si hubiese sido una maldita botella de vodka... —masculló con rabia, empuñando su mano izquierda sobre las ropas del soviético.
Czar V. : — Me dejaste solo, moya lyubov' ... — susurró. Ante la falta de aire no podía hacer otra cosa que quedarse encorvado, inhalando lo más profundo que le era posible hasta que empezó a erguirse, tomando la mano de la contraria y apartándola de su rostro. — Luego de lo de Balzaretti ... te alejaste, nunca volví a saber de ti, ¿y quién dijo que le ordené a mis estúpidos subordinados que no te dejaran acercar? ... ¡Si ellos mismos te tenían miedo, blyat! ... Urod, siempre fuiste una estúpida ...
Praesidium
Aleksandra Kuznetsova
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Fecha de inscripción : 24/07/2018
por Invitado Mar Sep 04, 2018 4:29 pm
Aleksandra Kuznetsova : —¡Uno de ellos me disparó, Czar! ¡No podía quedarme a arrancarles los ojos sabiendo que podrían hacerle daño a mi hija! —en efecto, estaba atribuyéndose únicamente a ella aquella niña que Czar nunca conoció. —Aunque me fui por protegerla a ella tú jamás me buscaste, me rendí, no quería saber más de alguien que sólo se interesaba en sí mismo, en su propia venganza, en... cosas que no valían la pena —apretó la mandíbula, y gruñó. —¡Blyat, quiero sacarte los dientes!
Czar V. : — ¡Hazlo entonces, blyat! ¡Cobarde, nunca volviste incluso cuando les dije a mis guardias que te dejaran pasar! ¡Incluso luego de lo que me dijeron de ti quise hablar contigo! — gritaba contra su cara, soltando pequeñas gotas de saliva contra su rostro, nada demasiado exagerado. La tenía tan cerca que podía sentir la calidez de su aliento, el aroma ligeramente ácido de este. Tal y como lo recordaba de antaño. — ¡De haber sido otra mujer habría ido yo personalmente a volarte la cabeza y no lo hice, blyat! ... ¡Me ocultaste nuestra hija, nuestra Aleks ... nuestra! ¡Ahora debería matarte!
Aleksandra Kuznetsova : —¡Inténtalo, porque ya estoy muerta, imbécil! ¡Estoy muerta, y no vas a poder remediarlo jamás! —Al responder eso le empujó con firmeza y retrocedió un par de pasos, llevándose una mano a cubrir sus labios en un vano intento por contener el llanto, el asqueroso nudo que se formó en su garganta tras haber soltado esas palabras. La cruda realidad, terrible y cruel la que tuvo que enfrentar sola creyendo que ese hombre simplemente le había hecho de lado como hizo con otras mujeres cuando éstas le dejaron de servir. Y aún así, aún pese a todo lo ocurrido, a todo lo que aconteció en sus vidas antaño... No podía odiarlo.
Czar V. : Las palabras de la contraria lo dejaron prácticamente boquiabierto. Se dejó caer de espaldas, quedando sentado en el suelo apoyando las manos a los costados. Mirando a la nada, incrédulo de lo que acababa de escuchar. Más unos segundos más tarde su respiración empezó a tornarse ronca, gutural como el gruñido de un animal salvaje, una bestia incontenible. — Persephone ... — murmuró, empezando a levantarse. — ¡Persephone, hija de perra! ¡Urod blyat! ¡¡Idi nahui!! — vociferó a los cuatro vientos, maldiciendo a aquella mujer con todo su ser, para luego llevarse una mano a la frente. — ¿Muerta... muerta dices? ... ¡Pero si estás aquí, blyat! ... No me tomes el pelo, sabes lo mucho que detesto las bromas pesadas ... Tú desapareciste, no moriste ... ¿qué dices, estás... estás loca? — preguntaba, incrédulo aún. Generándose un odio infinito, una ira hacia aquella deidad, si es que no lo sentía ya de antemano.
Aleksandra Kuznetsova : —Sí, Czar, morí, hace mucho tiempo, años atrás, cuando nació nuestra hija —le respondió con todo el afán de golpear con sus palabras en lo más profundo del corazón del soviético, si es que a ese hombre todavía le quedaba un poco de eso, de humanidad, la que ella conoció cuando estuvieron juntos. —Fue complicado, y por un momento creí que sería ella quien moriría, no yo —desvió la mirada, resopló, bufó, y luego apartó unos cuantos mechones de cabello de su frente antes de liberar una risa sardónica. —La niña no tenía que sobrevivir, pero lo hizo, y a cambio yo estoy aquí, fingiendo que estoy viva frente a ti.
Czar V. : — Fingiendo que estás... — se quedó callado, interrumpiendo sus propias palabras. Sus manos temblaron, su labio inferior curvó de una forma poco natural para alguien como Czar. Curvó de tal forma que se presentaba una mueca, un ... puchero por así decirlo. No el clásico de niño pequeño, si no un pequeño sollozo, llevándose una mano a la cara y empezó a reír. En un comienzo fue una risa fuerte, una carcajada que asemejaba psicótica, la cual gradualmente ante los segundos se fue mezclando con un sollozo, que prácticamente se apoderó de él. — Nu pizdec ... — murmuró, ahora llevándose ambas manos a la cara. No podía creerlo, aquella mujer a la que había estado buscando tanto tiempo creyendo que tan solo estaba oculta de él, ahora estaba muerte. Y que en cambio, su hija era quien vivía en su lugar. Tan irónico, y a su vez... tan mierda. Se lo merecía, luego de la vida que había llevado delante suya, superando cada obstáculo de la forma más cruel, macabra posible. — Mientes...
Czar V. : — ¡Hazlo entonces, blyat! ¡Cobarde, nunca volviste incluso cuando les dije a mis guardias que te dejaran pasar! ¡Incluso luego de lo que me dijeron de ti quise hablar contigo! — gritaba contra su cara, soltando pequeñas gotas de saliva contra su rostro, nada demasiado exagerado. La tenía tan cerca que podía sentir la calidez de su aliento, el aroma ligeramente ácido de este. Tal y como lo recordaba de antaño. — ¡De haber sido otra mujer habría ido yo personalmente a volarte la cabeza y no lo hice, blyat! ... ¡Me ocultaste nuestra hija, nuestra Aleks ... nuestra! ¡Ahora debería matarte!
Aleksandra Kuznetsova : —¡Inténtalo, porque ya estoy muerta, imbécil! ¡Estoy muerta, y no vas a poder remediarlo jamás! —Al responder eso le empujó con firmeza y retrocedió un par de pasos, llevándose una mano a cubrir sus labios en un vano intento por contener el llanto, el asqueroso nudo que se formó en su garganta tras haber soltado esas palabras. La cruda realidad, terrible y cruel la que tuvo que enfrentar sola creyendo que ese hombre simplemente le había hecho de lado como hizo con otras mujeres cuando éstas le dejaron de servir. Y aún así, aún pese a todo lo ocurrido, a todo lo que aconteció en sus vidas antaño... No podía odiarlo.
Czar V. : Las palabras de la contraria lo dejaron prácticamente boquiabierto. Se dejó caer de espaldas, quedando sentado en el suelo apoyando las manos a los costados. Mirando a la nada, incrédulo de lo que acababa de escuchar. Más unos segundos más tarde su respiración empezó a tornarse ronca, gutural como el gruñido de un animal salvaje, una bestia incontenible. — Persephone ... — murmuró, empezando a levantarse. — ¡Persephone, hija de perra! ¡Urod blyat! ¡¡Idi nahui!! — vociferó a los cuatro vientos, maldiciendo a aquella mujer con todo su ser, para luego llevarse una mano a la frente. — ¿Muerta... muerta dices? ... ¡Pero si estás aquí, blyat! ... No me tomes el pelo, sabes lo mucho que detesto las bromas pesadas ... Tú desapareciste, no moriste ... ¿qué dices, estás... estás loca? — preguntaba, incrédulo aún. Generándose un odio infinito, una ira hacia aquella deidad, si es que no lo sentía ya de antemano.
Aleksandra Kuznetsova : —Sí, Czar, morí, hace mucho tiempo, años atrás, cuando nació nuestra hija —le respondió con todo el afán de golpear con sus palabras en lo más profundo del corazón del soviético, si es que a ese hombre todavía le quedaba un poco de eso, de humanidad, la que ella conoció cuando estuvieron juntos. —Fue complicado, y por un momento creí que sería ella quien moriría, no yo —desvió la mirada, resopló, bufó, y luego apartó unos cuantos mechones de cabello de su frente antes de liberar una risa sardónica. —La niña no tenía que sobrevivir, pero lo hizo, y a cambio yo estoy aquí, fingiendo que estoy viva frente a ti.
Czar V. : — Fingiendo que estás... — se quedó callado, interrumpiendo sus propias palabras. Sus manos temblaron, su labio inferior curvó de una forma poco natural para alguien como Czar. Curvó de tal forma que se presentaba una mueca, un ... puchero por así decirlo. No el clásico de niño pequeño, si no un pequeño sollozo, llevándose una mano a la cara y empezó a reír. En un comienzo fue una risa fuerte, una carcajada que asemejaba psicótica, la cual gradualmente ante los segundos se fue mezclando con un sollozo, que prácticamente se apoderó de él. — Nu pizdec ... — murmuró, ahora llevándose ambas manos a la cara. No podía creerlo, aquella mujer a la que había estado buscando tanto tiempo creyendo que tan solo estaba oculta de él, ahora estaba muerte. Y que en cambio, su hija era quien vivía en su lugar. Tan irónico, y a su vez... tan mierda. Se lo merecía, luego de la vida que había llevado delante suya, superando cada obstáculo de la forma más cruel, macabra posible. — Mientes...
Invitado
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por Aleksandra Kuznetsova Mar Sep 04, 2018 5:21 pm
Aleksandra Kuznetsova : Tendría que mostrarle de la forma complicada, la manera en la que seguramente a él no le quedarían dudas de que estaba diciendo la verdad. Elevó su diestra y la llevó a la mejilla contraria, pero cuando intentó tocar la misma simplemente no pudo hacerlo, su mano volviéndose intangible, como la neblina misma. —Yo nunca te mentiría —sentenció, una premisa que siempre le echaba en cara, para bien o para mal. —¿Qué ganaría yo mintiéndote con algo tan delicado? Sí, está bien, me gusta jugarte bromas pesadas, pero no ésta vez.
Czar V. : En lugar de una tenue caricia por parte de la única mujer a la que amó verdaderamente en su vida, solo recibió una gélida sensación que le estremeció por completo. Jadeó, y levantó la mirada, abalanzándose sobre ella como si quisiera abrazarla, pero en vez de eso... el frío invadió de nuevo ahora todo su cuerpo, siguiendo de largo y cayendo de rodillas en el suelo, apoyando las manos en este y cabizbajo sollozó de nuevo, aunque no como un pobre diablo si no con una frustración imposible de contener. — Habría preferido que no me dijeras nada, blyat ... ¿justo esta vez... no me vas a mentir? — le preguntó, encogido de hombros, apretando los labios y sin siquiera levantar la mirada nuevamente.
Aleksandra Kuznetsova : —¿Y qué querías que hiciera? ¿Que me quedara callada hasta que de un momento a otro no pudieras abrazarme, Czar? ¿Eso querías, enterarte por sorpresa solamente? —volvió a tomar forma corpórea, de nuevo siendo posible tocarle como si fuera una persona común y corriente. Se acercó y se agachó hasta quedar de rodillas frente a Czar, obligándole a mirarle al tomarle de las mejillas. —Cyka blyat, tienes la cabeza llena de aire... O ve tú a saber qué clase de mierda tendrás ahí dentro.
Czar V. : — ¿Por qué permitiste que ella hiciera esto, blyat? ... Me dices imbécil a mi, me dices que tengo la cabeza llena de mierda, y sin embargo tú optaste por hacer un trato con "ella" ... ¿no es así? — preguntaba con desdén. Y no hacia ella, si no hacia Persephone. Estaba seguro que de lo contrario todo aquello no podría ser posible, para él un fantasma era solamente algo intangible, no un ser que podía tocar su rostro y hacerle recordar ese tacto que tanto anhelaba. — ... Ah, ¿por qué tuviste que volver...?
Aleksandra Kuznetsova : —¡Maldición, yo no hice trato con ella! —le gritó, harta de esa actitud de parte del más alto, ¿no podía simplemente aceptar que ella estaba ahí, de vuelta, con él? Unió su frente a la contraria, apretando los labios y cerrando los ojos firmemente, temerosa de abrirlos de nuevo y no verlo ahí frente a ella. —Estoy aquí por ti, ¿y así es como me lo agradeces, lagartija?
Czar V. : En lugar de una tenue caricia por parte de la única mujer a la que amó verdaderamente en su vida, solo recibió una gélida sensación que le estremeció por completo. Jadeó, y levantó la mirada, abalanzándose sobre ella como si quisiera abrazarla, pero en vez de eso... el frío invadió de nuevo ahora todo su cuerpo, siguiendo de largo y cayendo de rodillas en el suelo, apoyando las manos en este y cabizbajo sollozó de nuevo, aunque no como un pobre diablo si no con una frustración imposible de contener. — Habría preferido que no me dijeras nada, blyat ... ¿justo esta vez... no me vas a mentir? — le preguntó, encogido de hombros, apretando los labios y sin siquiera levantar la mirada nuevamente.
Aleksandra Kuznetsova : —¿Y qué querías que hiciera? ¿Que me quedara callada hasta que de un momento a otro no pudieras abrazarme, Czar? ¿Eso querías, enterarte por sorpresa solamente? —volvió a tomar forma corpórea, de nuevo siendo posible tocarle como si fuera una persona común y corriente. Se acercó y se agachó hasta quedar de rodillas frente a Czar, obligándole a mirarle al tomarle de las mejillas. —Cyka blyat, tienes la cabeza llena de aire... O ve tú a saber qué clase de mierda tendrás ahí dentro.
Czar V. : — ¿Por qué permitiste que ella hiciera esto, blyat? ... Me dices imbécil a mi, me dices que tengo la cabeza llena de mierda, y sin embargo tú optaste por hacer un trato con "ella" ... ¿no es así? — preguntaba con desdén. Y no hacia ella, si no hacia Persephone. Estaba seguro que de lo contrario todo aquello no podría ser posible, para él un fantasma era solamente algo intangible, no un ser que podía tocar su rostro y hacerle recordar ese tacto que tanto anhelaba. — ... Ah, ¿por qué tuviste que volver...?
Aleksandra Kuznetsova : —¡Maldición, yo no hice trato con ella! —le gritó, harta de esa actitud de parte del más alto, ¿no podía simplemente aceptar que ella estaba ahí, de vuelta, con él? Unió su frente a la contraria, apretando los labios y cerrando los ojos firmemente, temerosa de abrirlos de nuevo y no verlo ahí frente a ella. —Estoy aquí por ti, ¿y así es como me lo agradeces, lagartija?
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