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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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Beast {P}
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por Lukasz Nikolai Jue Jul 19, 2018 1:13 am
Beast
Heliopolis — Privado
Pero vaya que sí era preciosa. Esa mujer y la gema que corría en sobres las palmas de sus manos y entre sus dedos, uno a otro luciendo un excelente brillo sobre el cristal decorado con finos detalles que lo hacían valioso ¿Por qué habrá sido tan fácil quitarlo de sus garras? ¿Inexperiencia? Quizá. O sólo la cruda habilidad del vampiro para lograr sus cometidos. De colores interesantes y secretos misteriosos, era cierto que sus ojos no podían dejar de observar semejante pieza que oculta de su presencia por siempre había estado, hasta entonces.
La calma de las calles de la Heliópolis Egipcia, donde había encontrado gracias a su curiosidad semejantes gemas de valor y lujos que pensaba, para su hermosa Domnica, serían dignos regalos que sin duda, luciría con belleza por todo ese esbelto cuerpo, tan adorable, tan débil, tan rompible. Oh dulce Domnica, incluso el aire trae consigo el aroma de tu hermoso cabello, que dicha es el amor de un hombre, que loco por una mujer se deja llevar.
Y al caer la noche, junto a la hermosa Luna en vestido de estrellas y nubes de luces se deja ver. Lukasz de su escondite sale para sentir la fresca brisa de la noche y el mar golpear su rostro pálido y dorados cabellos, hombre que de figura fuerte y porte inigualable, disfruta del silencio basto de los durmientes en aquellas zonas llenas de lujo y paz nauseabunda ¿Cómo era posible vivir con tanta armonía? Cuándo veía al resto del mundo sucumbir en las tinieblas y en la desolación, como su amada Suiza, esas hermosas montañas y paisajes verdes. Malditos sean los dioses.
Y con el hermoso collar alrededor de su garganta, camina entre los tejados de las casas más humildes. Ahí donde gatos y perros le tratan de ahuyentar con sus típicos sonidos; pero Lukasz no tiene miedo, no le teme ni siquiera a la ira más divina que pudiera caer sobre él ¿Por qué lo haría? De tratarse de un sin vergüenza que vive la vida con cierta gana de lujo y pecado, que irrespetuoso de las leyes de la existencia, realiza lo que le plazca. Suspiró al elevar la vista, era encantador como una buena noche logra apaciguar ese carácter suyo que permanecía oculto gracias a esas ganas de dominar a los débiles y, tomando lugar a la orilla del tejado más alto, contempla la hermosa vista de una ciudad calma, que entre cobijo de la noche, dormita.
Tumultus
Lukasz Nikolai
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Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 13/07/2018
por Bluinse Aodhgan Jue Jul 19, 2018 6:18 pm
Había sido un pequeño descuido, un error que cometió al estar sumergida en la sangre pestilente de aquellos malditos chupasangre que había exterminado; cuando menos lo pensó, su collar ya no estaba colgando de su cuello. Pudo haber sido cualquier cosa: sus guantes, su cinturón, incluso su espada de acero... pero no su collar. Ésa maldita sanguijuela se metió con quien no debía.
—Pensé que ustedes sólo robaban sangre y vidas, no sabía que también estaban necesitados de aspectos tan banales como lo son los accesorios— permanecía con los brazos cruzados, apoyada en uno de los pilares que sostenían la azotea de uno de los edificios por los que el vampiro cruzaba en esos momentos. Aunque su semblante permanecía sereno y sus delicadas facciones denotaran cierta clase de indiferencia, por dentro su sangre se encontraba hirviendo en ira; no era por el collar, ni siquiera por su orgullo destruido al haber sido víctima de un robo al descuidarse, sino porque la gargantilla tenía un valor más sentimental para ella que monetario.
Ése collar, obsequiado más como una ofrenda, se convirtió en el símbolo de los Aodhgan; en su emblema, su honor y su sabiduría. Significaba siglos de batallas y muerte, representando el levantamiento de los dragones como Dioses. Y él no se lo arrebataría tan fácil.
Había seguido su aroma y rastreado las pisadas del vampiro, el intenso olor de la sangre no se iba tan fácilmente, por lo menos no para quienes tenían un sensible sentido del olfato. Ahora se paseaba tan tranquilamente por los techos de la ciudad, como si de un alma inocente se tratase. Tsk... por eso odiaba a los de su clase, se creían tan superiores y elegantes. Le daban ganas de masacrarlos a todos.
—Podemos tomarlo como un momento de debilidad en el que no pudiste mantener esas sucias garras lejos de mis cosas— continuó hablando, tomando impulso del pilar para caminar con paso decidido hacia él, comenzando a rodearlo mientras cruzaba sus manos por detrás de su espalda, dándole un aspecto algo inocente y desenfadado—, podemos imaginar, también, que reconoces tu error y te irás de mi vista antes de que pierdas esos colmillos... uno por uno...— el tono de su voz comenzaba a endurecerse, mientras se posicionaba justo frente al inmortal. La diferencia de estaturas era evidente, dejándola, a simple vista, en plena desventaja— pero no sin antes de devolver lo que te llevaste— su felina mirada esmeralda se embargó de ira al tiempo que su pequeña mano, cubierta por el guante de cuero, se alzaba entre ambos cuerpos.
Rabiaba en sus adentros, pues era lo más pacífico que podía actuar, tomando en cuenta que no poseía ningún contrato para deshacerse del vampiro; por consiguiente, tampoco tenía el derecho de empezar una pelea a muerte por el simple hecho de un robo menor acontecido sin violencia. Su mano izquierda, aún detrás de su espalda, comenzaba a cerrarse en un puño por el que podían apreciarse varias nebulosas blancas y azules, producto del hielo y el frío que se generaba en éste.
—Pensé que ustedes sólo robaban sangre y vidas, no sabía que también estaban necesitados de aspectos tan banales como lo son los accesorios— permanecía con los brazos cruzados, apoyada en uno de los pilares que sostenían la azotea de uno de los edificios por los que el vampiro cruzaba en esos momentos. Aunque su semblante permanecía sereno y sus delicadas facciones denotaran cierta clase de indiferencia, por dentro su sangre se encontraba hirviendo en ira; no era por el collar, ni siquiera por su orgullo destruido al haber sido víctima de un robo al descuidarse, sino porque la gargantilla tenía un valor más sentimental para ella que monetario.
Ése collar, obsequiado más como una ofrenda, se convirtió en el símbolo de los Aodhgan; en su emblema, su honor y su sabiduría. Significaba siglos de batallas y muerte, representando el levantamiento de los dragones como Dioses. Y él no se lo arrebataría tan fácil.
Había seguido su aroma y rastreado las pisadas del vampiro, el intenso olor de la sangre no se iba tan fácilmente, por lo menos no para quienes tenían un sensible sentido del olfato. Ahora se paseaba tan tranquilamente por los techos de la ciudad, como si de un alma inocente se tratase. Tsk... por eso odiaba a los de su clase, se creían tan superiores y elegantes. Le daban ganas de masacrarlos a todos.
—Podemos tomarlo como un momento de debilidad en el que no pudiste mantener esas sucias garras lejos de mis cosas— continuó hablando, tomando impulso del pilar para caminar con paso decidido hacia él, comenzando a rodearlo mientras cruzaba sus manos por detrás de su espalda, dándole un aspecto algo inocente y desenfadado—, podemos imaginar, también, que reconoces tu error y te irás de mi vista antes de que pierdas esos colmillos... uno por uno...— el tono de su voz comenzaba a endurecerse, mientras se posicionaba justo frente al inmortal. La diferencia de estaturas era evidente, dejándola, a simple vista, en plena desventaja— pero no sin antes de devolver lo que te llevaste— su felina mirada esmeralda se embargó de ira al tiempo que su pequeña mano, cubierta por el guante de cuero, se alzaba entre ambos cuerpos.
Rabiaba en sus adentros, pues era lo más pacífico que podía actuar, tomando en cuenta que no poseía ningún contrato para deshacerse del vampiro; por consiguiente, tampoco tenía el derecho de empezar una pelea a muerte por el simple hecho de un robo menor acontecido sin violencia. Su mano izquierda, aún detrás de su espalda, comenzaba a cerrarse en un puño por el que podían apreciarse varias nebulosas blancas y azules, producto del hielo y el frío que se generaba en éste.
Praesidium
Bluinse Aodhgan
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