Estación
Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
links rápidos
✧ reglamento✧ libro de firmas✧ historia✧ ambientación✧ escenarios✧ razas✧ grupos✧ alineaciones✧ modelo de ficha✧ personajes canon✧ petición de canon✧ físicos ocupados✧ reservas✧ ajustes de cuenta✧ gestión de temas✧ ausencias✧ recuperar color✧ eliminar cuenta✧ quejas, dudas y sugerencias
Conectarse
¿Quién está en línea?
En total hay 27 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 27 Invitados
Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 369 durante el Miér Oct 30, 2024 6:02 pm
Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 369 durante el Miér Oct 30, 2024 6:02 pm
Últimos temas
últimos temas
Créditos
Skin diseñada exclusivamente por el staff de Lost Garden para su uso exclusivo en el foro. Prohibida su copia, cualquier forma de plagio, sea total o parcial, será severamente castigada. Agradecimientos especiales a Dixinmortal y Asistencia Foroactivo por los tutoriales utilizados para la creación de esta skin. Las imágenes utilizadas en las categorías pertenecen en su totalidad a la artista Sakimichan, únicamente editadas para su implementación en el foro. Los personajes e historias que aquí se albergan son de la autoría de sus usuarios, quienes le dan vida a este proyecto, muchísimas gracias a todos por su paciencia.
— Illusion [Privado]
Página 1 de 1. • Comparte
por Kardia Scorpius Lun Ago 27, 2018 5:48 pm
Colarse hasta Alejandría fue por demás interesante. No tuvo muchos problemas, alguien como Kardia pasaba fácilmente desapercibido mientras caminaba por las calles, sólo iba de un lado a otro en un bazar fingiendo ser un viajero cualquiera. Los edificios eran enormes, tal como en la ciudad de Oblivion, cada uno de ellos luciendo por su cuenta, una ciudad llena de vida, de luz, difícilmente fácil de creer que era ahí donde se concentraban dioses que no tenían nada bueno que ofrecer.
Así pues, en medio de su paseo, Kardia se detuvo en una playa no muy lejana, los transeúntes que se cruzó por el camino le indicaron que era uno de los lugares más agradables para visitar, especialmente si se era sólo un turista buscando algo que pudiese entretenerle. Y en efecto, así fue. El agua lucía cristalina, a su alrededor sólo escuchaba risas, diversión, niños corriendo de un lado a otro en la arena como si no existiese una guerra latente.
Como si nunca se hubiera desatado el caos.
Ahora lo que más le interesaba era saber qué rayos era ese lugar, por qué no había nada de lo que le contaron, por qué no era un lugar lleno de pobreza, de sufrimiento, ¡no había nada, absolutamente nada! Decidió sentarse en un lugar no muy alejado de la orilla, donde sólo miraba el agua golpear contra la arena, y es que mientras observaba, un escalofrío le recorrió la espalda, mala espina fácilmente podía llamarle. Gruñó y buscó entre sus cosas una manzana, al menos eso le haría pensar con mayor claridad qué rayos estaba ocurriendo.
—¿Es una broma pesada? —se preguntó para sí mismo. No le agradaba esa sensación que le dejaba el sentir que había peligro rondando por los rincones y que ahí estaba completamente desprotegido.
Invocar su armadura sin estar seguro de lo que ocurría sería ponerse la soga al cuello y dejar que quien fuese que estuviera detrás de lo que aseguraba era alguna ilusión o algo así le atacase tan pronto tuviese la oportunidad. Pero no parecía ser una ilusión, no lucía como tal, era demasiado real, se sentía real, sus propios sentidos se convencían de que todo era real, y que quizás todas esas historias sobre Alejandría serían solamente tonterías. No estaba seguro, y no estaba ahí para especular, sino para encontrar aquel objeto que le fue encargado, esa misión para la cual fue enviado a ese lugar.
Tenía que encontrar a un dios, así pusiera en riesgo su vida misma, tenía que dar con alguien.
Así pues, en medio de su paseo, Kardia se detuvo en una playa no muy lejana, los transeúntes que se cruzó por el camino le indicaron que era uno de los lugares más agradables para visitar, especialmente si se era sólo un turista buscando algo que pudiese entretenerle. Y en efecto, así fue. El agua lucía cristalina, a su alrededor sólo escuchaba risas, diversión, niños corriendo de un lado a otro en la arena como si no existiese una guerra latente.
Como si nunca se hubiera desatado el caos.
Ahora lo que más le interesaba era saber qué rayos era ese lugar, por qué no había nada de lo que le contaron, por qué no era un lugar lleno de pobreza, de sufrimiento, ¡no había nada, absolutamente nada! Decidió sentarse en un lugar no muy alejado de la orilla, donde sólo miraba el agua golpear contra la arena, y es que mientras observaba, un escalofrío le recorrió la espalda, mala espina fácilmente podía llamarle. Gruñó y buscó entre sus cosas una manzana, al menos eso le haría pensar con mayor claridad qué rayos estaba ocurriendo.
—¿Es una broma pesada? —se preguntó para sí mismo. No le agradaba esa sensación que le dejaba el sentir que había peligro rondando por los rincones y que ahí estaba completamente desprotegido.
Invocar su armadura sin estar seguro de lo que ocurría sería ponerse la soga al cuello y dejar que quien fuese que estuviera detrás de lo que aseguraba era alguna ilusión o algo así le atacase tan pronto tuviese la oportunidad. Pero no parecía ser una ilusión, no lucía como tal, era demasiado real, se sentía real, sus propios sentidos se convencían de que todo era real, y que quizás todas esas historias sobre Alejandría serían solamente tonterías. No estaba seguro, y no estaba ahí para especular, sino para encontrar aquel objeto que le fue encargado, esa misión para la cual fue enviado a ese lugar.
Tenía que encontrar a un dios, así pusiera en riesgo su vida misma, tenía que dar con alguien.
Judicium
Kardia Scorpius
150x150 (Sólo posts) :
Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 22/06/2018
por Odile Mor~Ríoghain Miér Sep 05, 2018 9:44 am
“Tenía que encontrar a un dios, así pusiera en riesgo su vida misma, tenía que dar con alguien.”
Se debía tener cuidado, lo que se desea podría cumplirse.
Con el pasar de los años, tal parecía que los mortales aún no aprendían a controlar lo que deseaban, no entendían que… los dioses siempre están escuchando, en especial cuando ansían con tanta vehemencia: tan fervientemente. Poniéndolo todo en la línea. No había clamor que un dios escuchase mejor y más claro, que aquel de quien está dispuesto a sacrificar su justo precio. Pero, parecía no era el único motivo por el que había podido escuchar ese deseo, había algo más.
A través de los ojos de un cuervo en un árbol parecía contemplar al extranjero, ahora que él tenía su atención se encontraba bajo los ojos de la diosa que lo examinaba con precisión quirúrgica y la curiosidad inherente de un cuervo. Algo poco frecuente.
Despedía una energía a la que no era ajena, sólo propia de unos cuantos, muy escasa en los tiempos del nuevo mundo.
Ella, estaba muy lejos de la playa, demasiado. Columpiaba una de sus piernas blancas de cara al vacío desde su torre de ébano en aquella ciudad, donde su curiosidad estaba segura; abrazada a su otra pierna sentada en el filo de la ventana parecía estar con la vista perdida, concentrada en lo que su pequeño esbirro contemplaba, pero aquello no era suficiente.
Sin previo aviso, se lanzó al vacío al tiempo que el cuervo que estaba en la playa volaba emitiendo su usual graznido, pero no se marchó; reapareció de la nada para robar el jugoso botín del extranjero para llevarlo no muy lejos de allí. El cuervo soltó la manzana cuya caída fue interceptada por la mano de la diosa de pie entre el agua, hace un instante ella no estaba allí, pero su cuerpo húmedo indicaba que había salido de las aguas.
Lo miraba con atención mientras caminaba fuera del mar, como una silueta negra que se recortaba contra el reflejo naranja de la luz del atardecer, con su cabello y aquel inusual vestido negro que se abrazaban a su silueta; y a más se acercaba, con cada paso, el olor era más nítido, el tenía el olor de la guerra. Aquello parecía lograr acelerar su pulso como una clase de droga, que hacía siglos no experimentaba. ¿Quién era él? De haber estado allí antes, sin duda lo habría notado.
No se detuvo hasta que estuvo frente a él, con toda su efigie mirándolo desde las alturas, entonces inclinó su cuerpo sobre él, dejando que algunas gotas de agua salada se desprendieran de ella al tiempo que tendía la manzana hacia él.
— Esto es tuyo ¿verdad? — inquirió, para quien era capaz de escuchar, podría adivinar un sensual susurro que se arrastraba junto a su voz hablando al unísono, quizá era sólo el murmullo de las olas.
Se debía tener cuidado, lo que se desea podría cumplirse.
Con el pasar de los años, tal parecía que los mortales aún no aprendían a controlar lo que deseaban, no entendían que… los dioses siempre están escuchando, en especial cuando ansían con tanta vehemencia: tan fervientemente. Poniéndolo todo en la línea. No había clamor que un dios escuchase mejor y más claro, que aquel de quien está dispuesto a sacrificar su justo precio. Pero, parecía no era el único motivo por el que había podido escuchar ese deseo, había algo más.
A través de los ojos de un cuervo en un árbol parecía contemplar al extranjero, ahora que él tenía su atención se encontraba bajo los ojos de la diosa que lo examinaba con precisión quirúrgica y la curiosidad inherente de un cuervo. Algo poco frecuente.
Despedía una energía a la que no era ajena, sólo propia de unos cuantos, muy escasa en los tiempos del nuevo mundo.
Ella, estaba muy lejos de la playa, demasiado. Columpiaba una de sus piernas blancas de cara al vacío desde su torre de ébano en aquella ciudad, donde su curiosidad estaba segura; abrazada a su otra pierna sentada en el filo de la ventana parecía estar con la vista perdida, concentrada en lo que su pequeño esbirro contemplaba, pero aquello no era suficiente.
Sin previo aviso, se lanzó al vacío al tiempo que el cuervo que estaba en la playa volaba emitiendo su usual graznido, pero no se marchó; reapareció de la nada para robar el jugoso botín del extranjero para llevarlo no muy lejos de allí. El cuervo soltó la manzana cuya caída fue interceptada por la mano de la diosa de pie entre el agua, hace un instante ella no estaba allí, pero su cuerpo húmedo indicaba que había salido de las aguas.
Lo miraba con atención mientras caminaba fuera del mar, como una silueta negra que se recortaba contra el reflejo naranja de la luz del atardecer, con su cabello y aquel inusual vestido negro que se abrazaban a su silueta; y a más se acercaba, con cada paso, el olor era más nítido, el tenía el olor de la guerra. Aquello parecía lograr acelerar su pulso como una clase de droga, que hacía siglos no experimentaba. ¿Quién era él? De haber estado allí antes, sin duda lo habría notado.
No se detuvo hasta que estuvo frente a él, con toda su efigie mirándolo desde las alturas, entonces inclinó su cuerpo sobre él, dejando que algunas gotas de agua salada se desprendieran de ella al tiempo que tendía la manzana hacia él.
— Esto es tuyo ¿verdad? — inquirió, para quien era capaz de escuchar, podría adivinar un sensual susurro que se arrastraba junto a su voz hablando al unísono, quizá era sólo el murmullo de las olas.
Tumultus
Odile Mor~Ríoghain
150x150 (Sólo posts) :
Mensajes : 11
Played by : Pandora - SSTLC
Fecha de inscripción : 22/06/2018
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.