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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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Just f*cking die. { Priv. Luka Volkov }
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por Nicola Giovanni Lun Ago 27, 2018 11:09 pm
Solté un gruñido instantáneo, se veía la rabia en mi mirada color miel. Obviamente estaba en mi forma demoníaca, tatuajes luminosos cubrían cada parte de mi cuerpo incluso mi rostro, cuernos sobresalientes de mis cabellos negros, una cola y colmillos. Las alas serían un fácil objetivo para dañarme. Usaba una espada llena de sombras, tan afilada que solo con acariciar te cortaba.
— ¡¡No me putas jodas!! ¡¿Te mueres morir de una BUENA vez?! —
Estaba con una rodilla en la tierra y en la otra se sostenía a la vez que se levantaba, todavía con la espada en sus manos. Observaba fijamente a ese hombre con furia, gruñendo constantemente. Sangre corría desde su cien, rasguños, moretones. Era todo un problema si las cosas se empeoraban.
Ahora… ¿Cómo llegó a esa situación?
Normalmente Nicola era un hombre bastante calmado, el problema era cuando le buscaban la lengua que se podía convertir en una serpiente inclusive y escupirte todo el veneno que quisiera. Lo mejor de todo es que no se quedaba sin esa sustancia peligrosa, podía seguir soltando hasta pensar que fuera apto detenerse. Tampoco era que adoraba pelear pero, como su boca, si se la buscaban contraatacaría el doble porque así era el, su naturaleza de demonio actuaba por instinto y un poco de inteligencia.
Ese día soleado le traía sospechas, ya que de su buzón de correo sacó una carta donde parecía una clase de invitación a… ¿Montañas? Era una en específica pero le resultaba bastante raro ya que no decía la razón ni mucho menos la persona que se lo estaba mandando pero, ¿Por qué no? Su adrenalina y curiosidad subió en cantidades considerables. ¿Qué tal si era una clase de trampa? Últimamente los caza recompensas y demonios le tenían la mirada colocada a Nicola. Se lo pensó.
— No tengo nada que perder. —
Se vistió, acomodó como debía con un arsenal de artefactos por si se trataba de una trampa. También podía ser un amante suyo que le quería hacer una sorpresa, quien sabe.
Tardo unas… ¿Cuatro horas yendo a las montañas? Algo así. Nicola era una clase de “diva” así que tenía que irse preparado ya sea para una pelea como para una sesión ardiente de sexo en las montañas. Llevaba una camisa sin mangas ceñida a su cuerpo de color negra, pantalones holgados grises y zapatos deportivos… No ensuciaría sus mejores zapatos en las montañas de Elysium, no, no. Terminó llegando a su destino, un lugar poco transitado y resultaba ser una de las montañas más visitadas, por razones de diversión y para pasar un buen rato de excursión o en familia. Seguramente por el día de semana la gente no andaba por esos lugares por los trabajos y demás cosas.
Fue empezar a caminar, adentrándose más y enseguida el olor a demonio le penetró las fosas nasales. Gruñó. ¿Acaso un demonio quería desafiarle o algo por el estilo? No le daban ni un respiro, siempre tenían que andarle jodiendo con peleas… Todavía la última pelea con un cazarrecompensas lo tenía en mala forma. Observó a su alrededor, estando bastante alerta de todo lo que pudiera suceder.
Enseguida, una lanza de poder oscuro fue lanzada a su dirección, teniendo que esquivarla tirándose a la tierra para dar una vuelta y evadir aquello con mayor velocidad. Ya cuando terminó se levantó, acomodándose las ropas y observando al hombre de barba al igual que cabellos castaños, unas cuantas canas.
— ¿Nadie te enseñó a decir hola? —
— ¡¡No me putas jodas!! ¡¿Te mueres morir de una BUENA vez?! —
Estaba con una rodilla en la tierra y en la otra se sostenía a la vez que se levantaba, todavía con la espada en sus manos. Observaba fijamente a ese hombre con furia, gruñendo constantemente. Sangre corría desde su cien, rasguños, moretones. Era todo un problema si las cosas se empeoraban.
Ahora… ¿Cómo llegó a esa situación?
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Normalmente Nicola era un hombre bastante calmado, el problema era cuando le buscaban la lengua que se podía convertir en una serpiente inclusive y escupirte todo el veneno que quisiera. Lo mejor de todo es que no se quedaba sin esa sustancia peligrosa, podía seguir soltando hasta pensar que fuera apto detenerse. Tampoco era que adoraba pelear pero, como su boca, si se la buscaban contraatacaría el doble porque así era el, su naturaleza de demonio actuaba por instinto y un poco de inteligencia.
Ese día soleado le traía sospechas, ya que de su buzón de correo sacó una carta donde parecía una clase de invitación a… ¿Montañas? Era una en específica pero le resultaba bastante raro ya que no decía la razón ni mucho menos la persona que se lo estaba mandando pero, ¿Por qué no? Su adrenalina y curiosidad subió en cantidades considerables. ¿Qué tal si era una clase de trampa? Últimamente los caza recompensas y demonios le tenían la mirada colocada a Nicola. Se lo pensó.
— No tengo nada que perder. —
Se vistió, acomodó como debía con un arsenal de artefactos por si se trataba de una trampa. También podía ser un amante suyo que le quería hacer una sorpresa, quien sabe.
Tardo unas… ¿Cuatro horas yendo a las montañas? Algo así. Nicola era una clase de “diva” así que tenía que irse preparado ya sea para una pelea como para una sesión ardiente de sexo en las montañas. Llevaba una camisa sin mangas ceñida a su cuerpo de color negra, pantalones holgados grises y zapatos deportivos… No ensuciaría sus mejores zapatos en las montañas de Elysium, no, no. Terminó llegando a su destino, un lugar poco transitado y resultaba ser una de las montañas más visitadas, por razones de diversión y para pasar un buen rato de excursión o en familia. Seguramente por el día de semana la gente no andaba por esos lugares por los trabajos y demás cosas.
Fue empezar a caminar, adentrándose más y enseguida el olor a demonio le penetró las fosas nasales. Gruñó. ¿Acaso un demonio quería desafiarle o algo por el estilo? No le daban ni un respiro, siempre tenían que andarle jodiendo con peleas… Todavía la última pelea con un cazarrecompensas lo tenía en mala forma. Observó a su alrededor, estando bastante alerta de todo lo que pudiera suceder.
Enseguida, una lanza de poder oscuro fue lanzada a su dirección, teniendo que esquivarla tirándose a la tierra para dar una vuelta y evadir aquello con mayor velocidad. Ya cuando terminó se levantó, acomodándose las ropas y observando al hombre de barba al igual que cabellos castaños, unas cuantas canas.
— ¿Nadie te enseñó a decir hola? —
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Nicola Giovanni
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por Luka Vólkov Sáb Sep 15, 2018 1:55 am
Caminó con paso firme y decidido hacia el demonio, quien, como una perfecta representación de la reacción de un león al estar herido, se encontraba a la defensiva y dispuesto a atacar a la menor provocación. La imagen pudo haberle causado cierta compasión de haber sido otra persona, pero él no sentía cosas tan banales como esas... de hecho, él no sentía nada.
—Es lo que yo me he preguntado desde hace veinte minutos...— sus pasos eran tan sigilosos que asustarían a la Muerte misma, pues, a pesar de encontrarse sobre la maleza y hojas secas, sus pisadas eran absolutamente mudas— Pero te rehúsas a dejar de respirar— a diferencia del joven, quien a primera vista parecía estar en una situación difícil, él se encontraba de lo más tranquilo. Un par de rasguños adornaban su gabardina, e incluso su máscara se había llevado una buena parte de la pelea al notar que su mirada carmesí podía verse a través de la misma; pero, aún así, sus movimientos seguían siendo fluidos y su respiración no se encontraba afectada para nada. Era obvio que estaba acostumbrado a encuentros de ése tipo.
No había sido tan difícil encontrarlo, mucho menos establecer contacto con él. De hecho, el demonio había cavado su propia tumba al haber abierto siquiera aquella carta.
Se había preparado, tanto física como mentalmente, para el día de la caza. Sabía, por la naturaleza que emanaba del pelinegro, que no se trataba de un demonio común y corriente; no, el chico era fuerte, y muy pronto descubriría cuánto.
Dejó una carta en el que sabía era el buzón de correo del joven, no se molestó en firmar ni agregar cosas por el estilo, sólo había escrito en ella lo necesario para que su encuentro se suscitara a la brevedad. Pensó que iría de forma inmediata al leerla, pero el malcriado le había sorprendido al tardarse cuatro malditas horas en aparecer; para ése entonces, su ira se encontraba desbordando más de lo normal, por lo que, al notar el mínimo brote de su esencia demoníaca, una lanza se formó en su mano a base del poder desprendido por su enojo y la lanzó hacia el recién llegado con una fuerza más que la requerida para dicha acción.
—¿Nadie te enseñó a llegar puntual a una reunión?— contraatacó verbalmente, sin molestarse siquiera en disfrazar el fastidio que embargaba su tono de voz. Salió de entre los matorrales, vistiendo su característica máscara de calavera, misma que se encargaba de ocultar sus facciones demoníacas del público en general. Había conocido cazadores de demonios que les encantaba el saber que lo último que sus víctimas veían eran sus ojos inyectados de sangre e ira, pero aquello no era su estilo: prefería que la máscara fuera su sello característico, su marcar personal. Lo que sí le encantaba era el saber que el rumor de un hombre, vestido de la Muerte, se encontraba cazando a todas y cada una de aquellas infernales criaturas.
Comenzó a caminar en dirección a él, metiendo sus manos en los bolsillos de su gabardina, permitiéndole al demonio dar el primer vistazo del par de enormes pistolas afianzadas a su cinturón.
—Es lo que yo me he preguntado desde hace veinte minutos...— sus pasos eran tan sigilosos que asustarían a la Muerte misma, pues, a pesar de encontrarse sobre la maleza y hojas secas, sus pisadas eran absolutamente mudas— Pero te rehúsas a dejar de respirar— a diferencia del joven, quien a primera vista parecía estar en una situación difícil, él se encontraba de lo más tranquilo. Un par de rasguños adornaban su gabardina, e incluso su máscara se había llevado una buena parte de la pelea al notar que su mirada carmesí podía verse a través de la misma; pero, aún así, sus movimientos seguían siendo fluidos y su respiración no se encontraba afectada para nada. Era obvio que estaba acostumbrado a encuentros de ése tipo.
No había sido tan difícil encontrarlo, mucho menos establecer contacto con él. De hecho, el demonio había cavado su propia tumba al haber abierto siquiera aquella carta.
~•~
Su búsqueda le había llevado a las más concurridas calles de Elysium, encontrándose con un par de demonios de bajo rango de los que se deshizo en un abrir y cerrar de ojos; aburrido, pronto se enteró en uno de los bares más famosos de la metrópolis que un demonio rondaba por los alrededores, no precisamente aterrorizando a la comunidad: más bien satisfaciéndola. Observó al joven demonio por un par de días, encontrándose con un comportamiento asquerosamente humano: el chico trabajaba, salía de vez en cuando y, en muchas ocasiones, ni siquiera llegaba a casa o lo hacía acompañado. Luka se encontraba en parte confundido, pues de no haber sentido antes aquella pestilente esencia demoníaca habría jurado que se trataba de un simple e inútil humano.Se había preparado, tanto física como mentalmente, para el día de la caza. Sabía, por la naturaleza que emanaba del pelinegro, que no se trataba de un demonio común y corriente; no, el chico era fuerte, y muy pronto descubriría cuánto.
Dejó una carta en el que sabía era el buzón de correo del joven, no se molestó en firmar ni agregar cosas por el estilo, sólo había escrito en ella lo necesario para que su encuentro se suscitara a la brevedad. Pensó que iría de forma inmediata al leerla, pero el malcriado le había sorprendido al tardarse cuatro malditas horas en aparecer; para ése entonces, su ira se encontraba desbordando más de lo normal, por lo que, al notar el mínimo brote de su esencia demoníaca, una lanza se formó en su mano a base del poder desprendido por su enojo y la lanzó hacia el recién llegado con una fuerza más que la requerida para dicha acción.
—¿Nadie te enseñó a llegar puntual a una reunión?— contraatacó verbalmente, sin molestarse siquiera en disfrazar el fastidio que embargaba su tono de voz. Salió de entre los matorrales, vistiendo su característica máscara de calavera, misma que se encargaba de ocultar sus facciones demoníacas del público en general. Había conocido cazadores de demonios que les encantaba el saber que lo último que sus víctimas veían eran sus ojos inyectados de sangre e ira, pero aquello no era su estilo: prefería que la máscara fuera su sello característico, su marcar personal. Lo que sí le encantaba era el saber que el rumor de un hombre, vestido de la Muerte, se encontraba cazando a todas y cada una de aquellas infernales criaturas.
Comenzó a caminar en dirección a él, metiendo sus manos en los bolsillos de su gabardina, permitiéndole al demonio dar el primer vistazo del par de enormes pistolas afianzadas a su cinturón.
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Luka Vólkov
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