Lost
garden
So embrace the darkness and I will help you see That you can be limitless and fearless if you follow me. We are the lions in a world of lambs
Estación
Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
links rápidos
Conectarse



Recuperar mi contraseña

¿Quién está en línea?
En total hay 31 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 31 Invitados

Ninguno

[ Ver toda la lista ]


El record de usuarios en línea fue de 369 durante el Miér Oct 30, 2024 6:02 pm
Últimos temas
últimos temas
Hazaél
Jue Oct 18, 2018 1:33 pm
Alastar Ozoghof
Miér Oct 17, 2018 10:08 pm
Laurent Ryder
Miér Oct 17, 2018 6:17 am
Musashi Hanayama
Mar Oct 16, 2018 11:32 pm
Dartagnan Schrenberg
Lun Oct 15, 2018 9:55 pm
Alessandro Battista
Lun Oct 15, 2018 7:59 pm
Adrian Rohde
Lun Oct 15, 2018 4:26 pm
Meiko Shiraki
Lun Oct 15, 2018 2:39 pm
Shiomi
Sáb Oct 13, 2018 12:54 am
Kirei Heider
Vie Oct 12, 2018 9:54 pm
Aeronwen Garland
Vie Oct 12, 2018 7:28 pm
Shinya Hiragui
Jue Oct 11, 2018 12:17 am
Créditos
Skin diseñada exclusivamente por el staff de Lost Garden para su uso exclusivo en el foro. Prohibida su copia, cualquier forma de plagio, sea total o parcial, será severamente castigada. Agradecimientos especiales a Dixinmortal y Asistencia Foroactivo por los tutoriales utilizados para la creación de esta skin. Las imágenes utilizadas en las categorías pertenecen en su totalidad a la artista Sakimichan, únicamente editadas para su implementación en el foro. Los personajes e historias que aquí se albergan son de la autoría de sus usuarios, quienes le dan vida a este proyecto, muchísimas gracias a todos por su paciencia.

I feel stupid. — Privado

Ir abajo

por Invitado Mar Jul 03, 2018 2:57 am
Toma dos de estas por día, por favor... una a la mañana y la otra a la noche antes de la cena, dentro de un mes venga para hacer chequeo a ver cómo avanza esa presión alta, ¿está bien? — le dijo el joven de cabellos azules a una señora mayor. Esta encogiéndose de hombros asintió algo desganada en realidad; más pastillas que tomar en el día, como si ya no tuviera suficientes. De todas maneras, agradecida por la ayuda del joven, le dedicó una amable sonrisa y se retiró. Aún su turno estaba empezando, así que el día aún estaba para largo, siendo médico general tampoco es que tuviera mucho que hacer más allá de hacer revisiones a personas que le venían a hacer consultas y lo tomaban como médico de cabecera, familiar por así decirlo. Atendía persona tras persona de una manera ágil y amable, con una sonrisa dulce plasmada en su rostro pero siempre actuando profesionalmente, no demasiado informal porque de lo contrario terminarían tomándose muchas confianzas con él; confianzas que de momento no deseaba tener con nadie.

Se tomaba demasiado en serio su trabajo, separando casi por completo lo que es responsabilidad y pasión con su vida cotidiana. Iba de un lado al otro en el hospital, recorriendo todas las salas y atendiendo cuantas personas pudiera atender, respondiendo consultas, recetando nuevos medicamentos y así, al menos unas cuatro horas de su turno las pasó de una forma algo monótona por así decirlo. Viendo cosas obvias, resfriados comunes u raspones, cosas así que la verdad no tenían demasiada seriedad ni requerían de un cuidado aparte.

No fue hasta que lo detuvieron en los pasillos y le informaron que había llegado alguien, con un corte quizás algo profundo en la mano. Según la revisión fugaz que le hicieron, podía mover el dedo así que al parecer no había daño al tendón ni nada por el estilo. Pero sí que estaba sangrando profusamente, a lo mejor precisando de sutura dependiendo de cuán profundo fuera el corte. — ¿Edad de la paciente? — preguntó Ryou mientras la enfermera asistente le llevaba hasta el consultorio en donde tenían a la paciente. — Veinticinco años, corte profundo en el dedo índice de la mano izquierda, necesita sutura cuanto antes, ya que sigue perdiendo sangre. — contestó. — ¿Y por qué no pudieron coser el dedo ustedes? — preguntó, no con soberbia ni impaciencia, si no más bien porque le causaba curiosidad, generalmente mismo los enfermeros tenían prácticas de sutura para casos que no requerían una reconstrucción estética ni nada por el estilo. — Pues ... no damos a basto, al menos no ahora. — al decir esto, Ryou comprendió y asintió con la cabeza.

Gustoso ayudaría si era necesario, así que tras separarse de la enfermera para que esta siguiera haciendo sus rondas y demás, Ryou en cambio siguió camino hasta el consultorio en donde estaba la muchacha con el dedo herido. Pensando en otras cosas, como el examen que tenía la semana entrante, uno un tanto complicado debido a que era ya mitad de semestre y por ende harían una especie de resumen de lo que ya habían estudiado. Y aunque él se sintiera preparado, no dejaba de sentir nervios por esto. Deseaba recibirse como médico pediatra de una vez, era la única especialización que le interesaba por así decirlo tomar.

Tan concentrado estaba en esas cosas, que nada más abrir la puerta, sin mirar aún a su paciente, habló mientras cerraba la puerta. — Bueno ... me imagino que ya habrán traído los utensilios para coserte el ded-...o ~ — su hablar fue lentamente interrumpido, por su estúpida expresión nada más voltear su mirar y ver frente a él, a quién debía atender en esos momentos.

Y vaya que parecía embobado, al carajo todo profesionalismo que podría haber querido mantener.
Invitado
Anonymous
Invitado

Volver arriba Ir abajo

por Anya Vólkova Dom Jul 08, 2018 9:42 pm
Torpe, no había más, era y sería por siempre una chica torpe.

¡Pero no podía culparle por eso, sería injusto para ella más que nadie! Hubo un día tremendamente agitado en la cocina de su restaurante, hacía falta uno de sus cocineros, y por supuesto que ella tenía que ayudarle a cubrir la estación que le correspondía para no atrasar las comandas que llegaban casi como si se tratase de una poderosa avalancha a la cocina. Ella era distraída por naturaleza, y era de esperarse que tarde o temprano fuesen a pasarle ese tipo de cosas, especialmente si estaba distraída atendiendo comandas y guiando a todos los que estaban dentro de la cocina.

Era un día ajetreado, demasiado incluso para ella, y tenía que pasarle la factura eventualmente. Mas no era eso en lo que pensaba, sino en la expresión de sus compañeros cuando al recibir ese corte empezó a hablar en ruso, maldiciendo al cuchillo con el que acabó hiriéndose y casi arrancándose el dedo. No parecían preocupados, sino más bien divertidos por la reacción de una chica como ella que en un principio podía lucir tan dulce e inofensiva. La llevaron al hospital, por supuesto, no podían pasar mucho tiempo riéndose de la situación cómica y preocupante a partes iguales.

Al llegar, fue ingresada al área de urgencias, pero al notar que la herida no representaba mucha gravedad, salvo quizás riesgo de infección, podía esperar un poco más. Le habían mantenido cubierto el dedo hasta que al fin le hicieron pasar al consultorio, ahí donde esperaría al médico que iba a atenderle, pero sin dejar de ejercer presión sobre su dedo. Comenzaba a doler, empezaba a volverse incómodo para ella, incluso insoportable, pues para cuando el médico arribó a la sala, ya un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas, y ella continuaba maldiciendo por lo bajo. Por más dragón que pudiera ser, por más fuerza que pudiera tener, era natural que con una herida de ese tipo ella sintiera esa necesidad de liberar su frustración. El pañuelo con el que presionaba la herida ya estaba completamente empapado de sangre, y en ese instante ella no tenía cabeza para nada más que eso.

¡Deprisa, me duele mucho, ayuda! —pidió desesperada, tentada a morderse su mano libre para no seguir quejándose como una niña pequeña. La enfermera entró segundos después, riendo suavemente al notar la desesperación de la chica, y con extrema calma se sentó junto al médico para asistirle... o despertarle de ese letargo en el que parecía haberse quedado, como si fuera apenas un residente en su primer día dentro del hospital.

Tranquila, nos encargaremos de ésto, tú sólo relájate —trató de razonar la enfermera, colocando un poco de anestesia local en la herida para esperar que se adormeciera la zona y así trabajar de manera más veloz—. ¿Cuál es tu nombre?

Aquella mujer lucía agradable, y le brindaba a la joven un poco más de tranquilidad, pero en realidad estaba tensa, el sólo hecho de ver la aguja pasar poco a poco por su piel y unir su dedo resultaba una experiencia terrible, algo que por supuesto no quería tener que repetir. Lo peor de todo es que sabía a la perfección que pasaría de nuevo porque era terriblemente torpe, y no tenía el más mínimo ápice de cuidado cuando se trataba de estar en la cocina. No quería absolutamente nada más, su rostro era todo un poema, deformándose por el dolor a pesar de que el área estaba adormecida. Ella, que muchas veces había pisado un hospital con lesiones similares, quizás se había hecho a la idea de que siempre iba a doler incluso aunque sólo le estuviesen colocando una pequeña venda.

Mi nombre es Anya... —se expresó después de unos momentos.
Praesidium

Anya Vólkova
Anya Vólkova
150x150 (Sólo posts) : I feel stupid. — Privado DNB9LHGg_o

Mensajes : 14

Fecha de inscripción : 02/07/2018

Volver arriba Ir abajo

por Invitado Lun Jul 09, 2018 5:40 pm
Todo pasó tan rápido, que cuando quiso darse cuenta el dedo ya estaba siendo cosido. Se sentía un completo idiota, porque a decir verdad podría haber hecho tanto por ella y sin embargo por tonto se quedó embelesado en su belleza más que en concentrarse en su trabajo. Era algo raro en él a sabiendas de lo poco que se fijaba en las chicas; o eso aparentaba desde un principio. Siempre entregado a sus estudios y deberes como médico, pero ahora mismo todo eso que había expresado en un inicio con sus colegas parecía haberse ido por el garete. Cuando la enfermera terminó con su trabajo, le dedicó una mirada de reojo a Ryou, indicando con la cabeza de que se acercara de una vez. Ya su trabajo había sido hecho por él, así que tendría que hacer algo por lo menos, hacer del médico que no pudo ser por todo ese rato que se quedó perplejo cual espantapájaros.

Toda suya, doctor. — dijo la enfermera, dedicándole una sonrisa ladina, porque se estaba burlando de él. Un pequeño sonrojo de vergüenza apareció en el rostro de Ryou, a lo que este soltó una pequeña e incómoda risa, algo irónica pero que de todos modos demostraba que se lo tomaba lo mejor posible. Tampoco es que le gustara hacer el ridículo en público, menos haciendo su trabajo; ¿a quién le gustaría algo así? Nadie en su sano juicio a no ser que sea un maldito masoquista o algo así.

El peliazul se acercó a la contraria una vez vendaron su dedo, y sentándose a su lado suspiró pesadamente. — Yo... lo siento mucho, me quedé como un tonto mirando cuando debería haber sido yo quien asistiera en tu dedo. Al menos la enfermera ha hecho un trabajo estupendo, ¿no... no lo crees? — preguntó. Intentaba romper ese hielo que él mismo había formado. En vez de ayudar como cualquier médico habría hecho sin titubear, Ryou se había quedado ahí como estatua. Aparte de haber recibido un reproche por parte de ella. "¡Deprisa, me duele mucho, ayuda!" Aquellas palabras probablemente quedarían grabadas en su cabeza un buen tiempo. — ¿Te cortaste cocinando? — soltó él mientras aseguraba las vendas lo mejor posible. Cuanta más comodidad tuviera la contraria al tiempo de su curación, antes podría volver a trabajar, Aunque probablemente volvería al otro día, un chef no puede darse el lujo de faltar solo por un simple corte, por más profundo que haya sido.

Podría haber sido mucho peor, no hubo daño alguno en el tendón, ni en ninguna vena principal —hizo una pausa, mirándola por apenas un segundo a los ojos, antes de notarse un sonroje en sus mejillas y volver a su dedo—... fue algo más en la pulpa de la yema. — terminó de decir. No sabía si era por la apariencia contraria o simplemente por su tonto error, pero no se animaba a mantenerle la mirada más de un mero segundo encima. Se acomodó las gafas de marco rojo que llevaba puestas, tragando saliva y levantándose. Se armó de valor, o al menos eso quiso creer que hizo, inflando pecho y hablando de una forma más seria; cualquiera a leguas de distancia se daría cuenta que intentaba disimular su nerviosismo. — Lo único que puedo recomendarte es que tomes algún anti-inflamatorio, y un calmante por si duele mucho. — decía él, sacando un pequeño recetario. Anotó un par de medicamentos, nada demasiado específico ni fuerte para el estómago. Solo eran cosas simples por si las dudas. — Por si o por no... te hago la receta de ambos medicamentos, tú luego puedes ir a la farmacia y pedirlos si es necesario. — dijo entregándole aquel par de papeles pequeños de color amarillo con su firma y letra.

A diferencia de muchos otros médicos, por alguna extraña razón del universo, su letra sí se entendía, no eran jeroglíficos por lo que eran conocidos la gran mayoría de doctores. — Y de nuevo... lamento no haber podido ser de ayuda. — tras decir eso, le dedicó una reverencia poniendo las manos sobre sus rodillas y agachando la cabeza mirando los pies ajenos. Sin lugar a dudas los modismos de su país natal seguían en él, pero más aún el respeto que sentía por los demás, independiente de su sexo. Más allá de que se sintiera aún peor con ella. Al haber hecho esa reverencia, aún curvado hacia adelante, levantó la mirada, curioso, expectante. Quizás impaciente por saber cómo reaccionaría.
Invitado
Anonymous
Invitado

Volver arriba Ir abajo

por Anya Vólkova Mar Ago 14, 2018 12:16 am
Cuando al fin pudo detener su llanto y la enfermera le dejó el dedo vendado y curado a la perfección, Anya vio a bien apartar de sus ojos las lágrimas que continuaban escapando por los mismos. Odiaba los hospitales, no era algo que le agradara demasiado, pero estaba de acuerdo que con lo arriesgado que podría ser a veces su trabajo no le quedaba otra opción que visitarlos más seguido. No era la primera vez que iba a parar a emergencias ya fuese por una quemadura o alguna clase de herida que se hubiese hecho en medio del trabajo. Una vez que estuvo a solas con el médico, a quien miró con cierta expresión triste en el rostro, asintió ligeramente con la cabeza, tomando con mucho cuidado aquella receta médica, dispuesta a comprar cuanto antes los analgésicos. Por fortuna, la anestesia local servía perfectamente para evitar el dolor, al menor por el momento.

Nada de eso, me ha ayudado mucho —susurró en respuesta. Por principio de cuentas, y aunque él no hubiese sido quien curó directamente su herida, la presencia de ese médico le ayudaba a sentirse menos avergonzada por el escándalo que hacía frente a la enfermera, una mujer que si bien lucía como una mujer mayor, sí que tenía esa aura de bondad alrededor. Vamos, era gracioso que ella quejándose se hubiese sentido tranquila con el doctor mirándola como si viese un fantasma, pero así era ella, tan rara como esas situaciones en las que a veces terminaba inmiscuida. Miró todo lo que el muchacho anotó en aquel trozo de papel, leyendo con mucha atención, y francamente sorprendida por la manera que éste tenía de escribir, legible, comprensible sobre todo, dejando de lado esas historias que se contaban sobre médicos que escribían como si estuvieran inundando un trozo de papel con jeroglíficos.

Sí, me corté cocinando, soy algo torpe —musitó en respuesta a la primer pregunta. Estaba aún tan conmocionada con lo ocurrido que no podía detener las lágrimas que todavía rodaban por sus mejillas, la nariz enrojecida por el llanto y sus ojos humedecidos todavía. Sin embargo no fue eso lo que se llevó el premio del día, sino la reacción contraria al pedir disculpas por lo ocurrido. Anya retrocedió un poco, sorprendida por aquella acción al inclinarse, lo que por medio de libros conocía como costumbres japonesas.

Se puso nerviosa casi en automático, negando varias veces con la cabeza y rápidamente tomándole de los hombros para que se incorporase, mirándole a los ojos con las mejillas más que ruborizadas. Se sentía extraña con ese tipo de comportamientos, podría decir que incluso hasta incómoda, pero es que una chica como ella era difícil de comprender.

¡No, no, no hagas eso, no es necesario! —pidió, refiriéndose a que no debía ser tan formal, mucho menos disculparse. No veía realmente necesaria toda esa pantomima, ella entendía que incluso un médico podría sentirse amedrentado por situaciones tan repentinas, nadie estaba preparado para todo lo que pudiera ocurrir, y menos Anya, que muchas veces estuvo en situaciones que por fortuna no acabaron con su vida. Le sonrió para tranquilizarle, esperando con ello hacerle entender que ella no tenía nada que perdonarle.

S-Si tú quieres, para compensar o algo, mejor dime tu nombre, ¿sí? —pidió de manera amistosa, soltándole poco a poco hasta que ella misma decidió dar inicio a la conversación—. Yo me llamo Anya, mucho gusto —se presentó, extendiendo la mano sana para saludarle, esperando que él respondiese de la misma manera.
Praesidium

Anya Vólkova
Anya Vólkova
150x150 (Sólo posts) : I feel stupid. — Privado DNB9LHGg_o

Mensajes : 14

Fecha de inscripción : 02/07/2018

Volver arriba Ir abajo

por Invitado Vie Ago 31, 2018 11:53 am
Se sentía como un auténtico estúpido, más que nada por el hecho de que estaba pidiéndole disculpas por no haber hecho algo que le correspondía. En parte ella tenía razón; no era necesario. Pero para Ryou era todo lo opuesto, sentía que era su deber pedir disculpas por no haberse encargado como era debido de algo que le correspondía. Suspiró con suavidad mirando de todas formas a la contraria escuchando sus explicaciones, ¿se había cortado cocinando? Quizás era una chef, a juzgar por sus manos que presentaban varias cicatrices más, aunque de todas formas eran tan suaves que llegaba a parecer extraño. Tal vez algo distraída, o se abstraía en otras cosas que lograban hacer que perdiera concentración en lo que hacía y terminara cortándose la mano. Aquellas lágrimas que rodaban por sus mejillas preocuparon un poco a Ryou, el cual revisando entre sus bolsillos sacó un pañuelo de tela, doblándolo de tal modo que quedase fijo contra su dedo índice, aproximándolo entonces al rostro ajeno y acariciando sus mejillas secando dichas lágrimas. Tragó saliva, intentando que los nervios no le consumieran por completo.

"S-Si tú quieres, para compensar o algo, mejor dime tu nombre, ¿sí?" —dijo ella. Se presentó como Arya; hermoso nombre. El asiático volvió a tragar saliva, guardando el pañuelo tras secar sus lágrimas y se acomodó un poco sentándose a su lado tras haber terminado de vendar su mano con cuidado y todo lo demás. — Soy... soy Ryou, el gusto es mío. —se presentó él, dedicándole una pequeña sonrisa titubeante y tomando su mano estrechándola con cuidado. Aún pensaba que el secar sus lágrimas no sería la mejor de las ideas, más que nada porque tal vez estaría invadiendo su espacio personal, pero en esos momentos no sabía exactamente cómo actuar adecuadamente. Como dicho antes, se sentía un completo imbécil a su lado. Como si su mera presencia lo descontrolara por completo y no supiera con exactitud qué hacer o cómo hacerlo debidamente.

Tienes... muchos cortes en tus manos, ¿acaso eres Chef? —preguntó con sincera curiosidad, acomodándose las gafas de marco rojo tan solo haciendo uso de su dedo índice cerca de su tabique nasal. —Tendrías que realmente tener un poco más de cuidado, podría haber sido mucho peor —advertía el peliazul, encogiéndose fugazmente de hombros enfocando por unos momentos su vista en las suaves manos ajenas —Tienes bonitas manos como para lastimarte tan seguido. —dijo de manera inconsciente. Es como si las palabras le salieron por si solas sin pensarlo dos veces. A lo que al darse cuenta de lo que dijo, un pequeño rubor apareció en sus mejillas, haciéndose más que obvio el hecho de que se sentía avergonzado por haberle dicho algo así. Para muchos sería algo mundano, un halago más que nada, pero para él era mucho más. Ya que se sentía quizás algo desubicado, inadecuado con alguien que prácticamente no conocía de nada más que ese momento en el que empezó a vendar su mano y nada más.

B-bueno... pero con esas vendas y los calmantes si quieres tomarlos estarías bien en unos días para seguir cocinando... pero preferiblemente darle un descaso a ese dedo hasta que baje la inflamación inicial —explicaba con detalle y de una forma que cualquiera podría entender; lo mismo con la letra de aquellas recetas médicas. A comparación de muchos, su letra sí era legible a simple vista. —Si quieres que la cicatriz sea pequeña, deberías darle descanso al menos de una semana para cierre la herida por fuera. —agregó. A diferencia de cuando estaba hablando solamente con ella, a la hora de dar recomendaciones médicas no titubeaba tanto, porque era algo que ya tenía prácticamente metido en la cabeza en modo automático y no tenía que pensarlo mucho. Varios años siendo médico hacían eso, uno terminaba acostumbrado a repetir una y otra vez las cosas dependiendo de la situación con pequeñas variaciones según de lo que trabajara la persona o las circunstancias en las que se hizo dicho corte o herida en general.
Invitado
Anonymous
Invitado

Volver arriba Ir abajo

por Contenido patrocinado
Contenido patrocinado

Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Brother + elite sitesAfiliados normales