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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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por Shizuka & Suzume Vie Sep 07, 2018 2:46 pm
A veces la vida daba vueltas inesperadas, unas que podrían mejorar o empeorar situaciones en las que una persona pudiese estar metida. Para Suzume Yamaguchi, aquella jovencita que tomó decisiones extremas para asegurar el bienestar de su hermana mayor, la vida no sonreía demasiado, e incluso parecía como si ésta disfrutara inmensamente su sufrimiento. La pelea fue tan fuerte que apenas logró salir de ese lugar con vida, fingiendo una muerte que a largo plazo podría incluso lastimar más de lo que pretendía sosegar.
Suzume terminó en el hospital, un desastre total, heridas sangrantes, unas más graves que otras y su cuerpo casi desprovisto de la energía para mantenerse en pie. En el momento que cruzó el umbral de aquel recinto, el desmayo fue inminente, perdió demasiada sangre como para soportar, e incluso sobre un charco de dicho líquido fue encontrada y llevada al interior en una camilla de urgencia. No podía ser posible que una chica así hubiera sobrevivido con esas heridas, una joven que lucía tan frágil, tan débil e indefensa. Soportó lo necesario para llegar al hospital, al menos eso había sido suficiente.
Una vez dentro, los médicos buscaron desesperadamente mantenerla con vida, si bien conectada a un respirador artificial eso era medianamente posible, el hecho de no tener sangre preparada para transfusiones volvía todo muy complicado, además de haber demostrado mientras entraba por el pasillo que muchas de sus heridas lograron cortar vasos sanguíneos importantes, provocando además una hemorragia interna casi imposible de controlar.
Sufría, su cuerpo no respondía de manera adecuada como para sanar por su cuenta, como si la persona que le hizo aquello hubiera querido en verdad matarla, acabar con su vida de una vez por todas. Los cortes eran limpios, certeros, lanzados sin la más mínima piedad a zonas del cuerpo extremadamente peligrosas y donde heridas de ese calibre podrían haber provocado una muerte instantánea.
Apenas podía respirar, le dolía hacerlo, y entonces... perdió el conocimiento. Su pulso bajó vertiginosamente, su respiración desaparecía, e iniciaba una cuenta regresiva contra el reloj que no dejaba de avanzar.
Suzume terminó en el hospital, un desastre total, heridas sangrantes, unas más graves que otras y su cuerpo casi desprovisto de la energía para mantenerse en pie. En el momento que cruzó el umbral de aquel recinto, el desmayo fue inminente, perdió demasiada sangre como para soportar, e incluso sobre un charco de dicho líquido fue encontrada y llevada al interior en una camilla de urgencia. No podía ser posible que una chica así hubiera sobrevivido con esas heridas, una joven que lucía tan frágil, tan débil e indefensa. Soportó lo necesario para llegar al hospital, al menos eso había sido suficiente.
Una vez dentro, los médicos buscaron desesperadamente mantenerla con vida, si bien conectada a un respirador artificial eso era medianamente posible, el hecho de no tener sangre preparada para transfusiones volvía todo muy complicado, además de haber demostrado mientras entraba por el pasillo que muchas de sus heridas lograron cortar vasos sanguíneos importantes, provocando además una hemorragia interna casi imposible de controlar.
Sufría, su cuerpo no respondía de manera adecuada como para sanar por su cuenta, como si la persona que le hizo aquello hubiera querido en verdad matarla, acabar con su vida de una vez por todas. Los cortes eran limpios, certeros, lanzados sin la más mínima piedad a zonas del cuerpo extremadamente peligrosas y donde heridas de ese calibre podrían haber provocado una muerte instantánea.
Apenas podía respirar, le dolía hacerlo, y entonces... perdió el conocimiento. Su pulso bajó vertiginosamente, su respiración desaparecía, e iniciaba una cuenta regresiva contra el reloj que no dejaba de avanzar.
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Shizuka & Suzume
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Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 25/07/2018
por Invitado Vie Sep 07, 2018 3:48 pm
[10:34am] : "Hallo! ¿Cómo estás? ¿Vienes hoy? Tengo una hora libre como te dije la semana pasada, te espero en la cafetería a la vuelta del hospital en todo caso, ja? ~"
Le mandó aquel mensaje como media hora antes de la hora libre, para darle tiempo a la asiática de responderle por sí o por no. Y efectivamente, el mensaje había sido que iría sin dudas, por lo que la emoción en Abel era imposible de ocultar, incluso sus compañeros lo notaron y si bien no burlándose de él, sí que rieron por lo bonito que se veía pareciendo que le iban a regalar algo genial. Él intentaba disimularlo lo mejor posible, pero su amplia sonrisa de oreja a oreja lo delataba con gran facilidad. Pasó la media hora casi que comiéndose las uñas, pensando en qué poder charlar esa tarde... le encantaba pasar con aquella chica, porque era tan interesante. Le enseñaba muchísimas cosas sobre la cultura japonesa, y aunque hubiera muchas diferencias entre los dos como por ejemplo el gusto por el alcohol, o el chocolate y demás cosas, él la escuchaba con total atención.
Y él le contaba sobre sus gustos, sobre lo bien que sabe el chocolate suizo, que es lo mejor. Y esa tarde se lo demostraría, había podido conseguir luego de mucho esfuerzo un chocolate suizo de los que ya no hay en cantidades. Le había costado mucho, más de medio sueldo de un mes, pero creía que valía la pena tan solo ver las reacciones de la contraria. Después de todos los halagos que había dado a ese chocolate, había creado cierta impaciente expectativa en Suzume que le causaba algo de ternura.
Cuando tocó la hora, se dirigió de inmediato a la cafetería, pensando que tal vez ella llegaría. Pero no había nadie aún esperando por él, por lo que se sentó en una de las mesas, pidió una taza de té y esperó pacientemente. Pasaron unos diez, quince minutos antes de que sacara su móvil, y enviara otro mensaje. No por impaciente, sino porque quizás podría haber ocurrido algo que le impidiera a la japonesa el venir. Pero no había ningún mensaje, y la última vez que se había conectado fue cuando le confirmó que iría a verle. ¿Tal vez había pasado algo en serio y no tenía forma de decirle? De todas formas, fue paciente, y esperó. Hasta que se cumplió la media hora aproximadamente. Ahí fue cuando le mandó otro mensaje.
[11:32am] : "¿Estás bien? No hay problema si por algo no puedes venir, podemos vernos en otra ocasión."
No quería resultar insistente, pero tampoco le gustaba mucho que le dejaran esperando sin más. Se terminó su hora de descanso, y con ello su paciencia. Parecía algo molesto, a comparación de toda la felicidad que en un principio parecía expeler de su cara. Ahora su postura era apenas un poco cabizbaja, como alguien aburrido o deprimido, pero estaba más bien... ¿cómo decirlo, algo decepcionado? De todas maneras, tal vez en serio había pasado algo, no quería culparla a ella justamente por casualidades de la vida. Nada más llegar al hospital y ponerse de nuevo la bata, notando en el suelo rastros de sangre que estaban siendo ya solucionados por el equipo de limpieza. Confundido, Abel se acercó a uno de sus compañeros con intenciones de averiguar que había ocurrido ahí.
—¿Por qué esto parece un campo de batalla? —preguntó. —Entró una chica mientras no estabas, toda cortada y sangrando... se desplomó en el suelo y la llevaron de urgencias a la sala de operaciones para intentar salvar su vida... aunque dudo mucho que lo logre. —se le heló la sangre de un momento al otro. ¿Sería ella? Su corazón dio un vuelco, y salió corriendo hasta la sala de operaciones, poniéndose una mascarilla y guantes nada más llegar. Casi no le dejaban entrar justamente por el proceso tan metódico y complicado que estaban llevando a cabo, utilizando tecnología de punta para mantenerle con vida, pero algo estaba fallando, algo que no se podían explicar. Era como si la vida se estuviera escapando poco a poco de ella, más allá de sus heridas, pero era algo más interno.
Abel se paralizó, y con ello sus ojos abiertos de par en par al ver a Suzume en esa camilla. Sus piernas flaquearon por unos momentos como si estuviera por desmayarse, pero en vez de eso fue retenido por uno de los médicos que estaba allí, sacándole a la fuerza de la sala. —No puedes estar aquí, Ziegler. — explicó el hombre. —¡Tienen que hacer algo ya, se les está yendo! —exclamó el rubio. —Estamos haciendo lo que podem-... —fue interrumpido abruptamente por Abel. —¡Pues hagan más! ¡No pueden dejar que se muera! —vociferó. — ¡No te puedes morir! —gritó, como si eso fuera a hacer que le escuchara Suzume o algo así. No hubo resultado, se les estaba yendo más y más, y Abel en la desesperación no podía hacer nada, ya no podía meterse... ahora todo estaba en manos de los médicos de punta, y la tecnología que intentarían utilizar con ella.
Aún ni probaste el chocolate...
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