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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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○ Lies [Privado — Sisyphus]
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por Johanna von Rothstein Lun Sep 10, 2018 1:31 am
El reloj avanzaba, las horas pasaban, una tras otra, todas ellas provocando mayor ansiedad en una jovencita que no podía hacer más que observar el paso del tiempo. Era su cumpleaños, cumplía al fin veintiuno, y lo que más esperaba era la presencia de Sisyphus en casa. Durante los últimos días lo notó extraño, y es que tanto tiempo viviendo juntos le dio extrema facilidad para darse cuenta de las cosas.
No quería quedarse con la duda, menos cuando él mismo le dijo, casi suplicándole, que no saliera de la casa por ningún motivo ese día. Tuvo que verse en la necesidad de cancelar una cita con sus amigas, además también de regresar rápido de su paseo rutinario por los bosques tras haberse encontrado con una mujer extraña. La lechuza que traía también consigo ahora se encontraba fuera, de pie sobre una de las ramas del árbol que daba a su ventana, y el cetro que le fue entregado ahora adornando su cuello en forma de un hermoso collar.
Johanna esperó, y esperó, tan impaciente que se vio en la necesidad de dar vueltas por la sala hasta que su tutor llegase. Sí, cumplía ya la edad necesaria para irse, sus estudios no debían ser tampoco ningún tipo de impedimento para ello, pero no tenía intención alguna de hacerlo, no cuando Sisyphus y Regulus siempre fueron increíbles con ella.
Pero entonces sus pensamientos se vieron interrumpidos por la puerta abriéndose, y la figura de su antiguo profesor entrando a la casa. La alemana no tardó en abrazarle, rodeando su cuello con ambos brazos. No temía hacerlo, después de todo era esa la costumbre, abrazarle apenas cruzara esa puerta cada noche que llegaba del trabajo.
—Te estaba esperando, quería celebrar mi cumpleaños contigo, al menos comer un poco del pastel que preparé, ¿qué me dices? —no obstante, ella no estaba al tanto de lo que probablemente ocurriría esa noche, el secreto que por muchos años le ocultaron tanto sus padres como su tutor.
No quería quedarse con la duda, menos cuando él mismo le dijo, casi suplicándole, que no saliera de la casa por ningún motivo ese día. Tuvo que verse en la necesidad de cancelar una cita con sus amigas, además también de regresar rápido de su paseo rutinario por los bosques tras haberse encontrado con una mujer extraña. La lechuza que traía también consigo ahora se encontraba fuera, de pie sobre una de las ramas del árbol que daba a su ventana, y el cetro que le fue entregado ahora adornando su cuello en forma de un hermoso collar.
Johanna esperó, y esperó, tan impaciente que se vio en la necesidad de dar vueltas por la sala hasta que su tutor llegase. Sí, cumplía ya la edad necesaria para irse, sus estudios no debían ser tampoco ningún tipo de impedimento para ello, pero no tenía intención alguna de hacerlo, no cuando Sisyphus y Regulus siempre fueron increíbles con ella.
Pero entonces sus pensamientos se vieron interrumpidos por la puerta abriéndose, y la figura de su antiguo profesor entrando a la casa. La alemana no tardó en abrazarle, rodeando su cuello con ambos brazos. No temía hacerlo, después de todo era esa la costumbre, abrazarle apenas cruzara esa puerta cada noche que llegaba del trabajo.
—Te estaba esperando, quería celebrar mi cumpleaños contigo, al menos comer un poco del pastel que preparé, ¿qué me dices? —no obstante, ella no estaba al tanto de lo que probablemente ocurriría esa noche, el secreto que por muchos años le ocultaron tanto sus padres como su tutor.
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Johanna von Rothstein
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Fecha de inscripción : 25/06/2018
por Sisyphus & Dégel Mar Sep 18, 2018 11:39 pm
Llevaba semanas queriendo cuidar de ella, se negaba a permitir que saliera de su casa por temor que ese destino que le esperaba terminara cumpliéndose. Su corazón no aguantaría las preocupaciones que conllevarían el que ella fuera Athena. Para alguien como Sísifo, el destino era una tortura, otra razón más para preocuparse por Johanna. Y esa maldita noche se sentía diferente, el viento soplaba tan gentil que parecía guiarle lentamente hasta su casa.
El búho parecía esperarle allí, a las afueras de la casa. Su sangre se heló, por un momento su corazón se detuvo; ya era muy tarde. Inhaló profundo, sabiendo de que ella, ignorante de lo que sucedía, actuaría como si nada. Justo el día de su cumpleaños, ¿por qué ahora? Sísifo aún no estaba preparado para contarle la verdad, y rezaba por todos los dioses que aún no se haya dado cuenta de la realidad en la que se había metido. Nada más girar el pestillo, ella se abalanzó, abrazándole por el cuello. Un suave dolor punzante le picó el pecho, y cuando ella se separó apenas un poco pudo ver sin tardanza colgando en su cuello el cetro pequeño. Apretó los labios, su pecho ardía porque estaba nervioso, ¿así que ya había pasado, al fin la profecía se cumplía?
Su mirar parecía preocupado, y aún así optó por no ser demasiado aparente, sabiendo disimular lo más posible. Aunque ahora mismo, por culpa de lo que veía, se le estaba haciendo muy difícil. —Lamento la tardanza, no quise tomarme tanto tiempo pero fue imposible venir antes. —expresó, explicando la razón por la que había tardado. La realidad era otra; estaba espantado. Sudaba frío, y más ahora, sus razones tenía. Estaba preocupado por ella, por el mero hecho de que el futuro de la muchacha sería uno difícil, y aunque sabía que no iba a estar sola porque él no la abandonaría jamás... ¿cómo podía explicarle a ella que era una diosa? Y más importante, que era Athena.
—Será un placer, sabes que nunca me negaría a algo así. —contestó, sacándose el abrigo y colgándolo en el perchero del vestíbulo. Caminó con ella hasta la sala de estar, en donde la detuvo por unos momentos tomándole del hombro. No podía ocultar el hecho de que estaba espantado. —Johanna... quiero preguntarte algo, y me gustaría que respondieras con total sinceridad. —dijo en un comienzo. —¿Pasó algo extraño hoy que me quieras contar? —le cuestionaba, mirándola fijo a los ojos. —¿Dónde... conseguiste ese colgante? —agregó. Para él, eran preguntas importantes; para ella probablemente resultara extraño, algo más a esas actitudes particulares que estaba mostrando Sísifo desde hacía cierto tiempo ya. Su corazón latía tan fuerte y rápido que sentía en cualquier momento podría detenerse. Se sentía mareado, sudando frío.
Por todo lo que más quieras, no me respondas que sí.
El búho parecía esperarle allí, a las afueras de la casa. Su sangre se heló, por un momento su corazón se detuvo; ya era muy tarde. Inhaló profundo, sabiendo de que ella, ignorante de lo que sucedía, actuaría como si nada. Justo el día de su cumpleaños, ¿por qué ahora? Sísifo aún no estaba preparado para contarle la verdad, y rezaba por todos los dioses que aún no se haya dado cuenta de la realidad en la que se había metido. Nada más girar el pestillo, ella se abalanzó, abrazándole por el cuello. Un suave dolor punzante le picó el pecho, y cuando ella se separó apenas un poco pudo ver sin tardanza colgando en su cuello el cetro pequeño. Apretó los labios, su pecho ardía porque estaba nervioso, ¿así que ya había pasado, al fin la profecía se cumplía?
Su mirar parecía preocupado, y aún así optó por no ser demasiado aparente, sabiendo disimular lo más posible. Aunque ahora mismo, por culpa de lo que veía, se le estaba haciendo muy difícil. —Lamento la tardanza, no quise tomarme tanto tiempo pero fue imposible venir antes. —expresó, explicando la razón por la que había tardado. La realidad era otra; estaba espantado. Sudaba frío, y más ahora, sus razones tenía. Estaba preocupado por ella, por el mero hecho de que el futuro de la muchacha sería uno difícil, y aunque sabía que no iba a estar sola porque él no la abandonaría jamás... ¿cómo podía explicarle a ella que era una diosa? Y más importante, que era Athena.
—Será un placer, sabes que nunca me negaría a algo así. —contestó, sacándose el abrigo y colgándolo en el perchero del vestíbulo. Caminó con ella hasta la sala de estar, en donde la detuvo por unos momentos tomándole del hombro. No podía ocultar el hecho de que estaba espantado. —Johanna... quiero preguntarte algo, y me gustaría que respondieras con total sinceridad. —dijo en un comienzo. —¿Pasó algo extraño hoy que me quieras contar? —le cuestionaba, mirándola fijo a los ojos. —¿Dónde... conseguiste ese colgante? —agregó. Para él, eran preguntas importantes; para ella probablemente resultara extraño, algo más a esas actitudes particulares que estaba mostrando Sísifo desde hacía cierto tiempo ya. Su corazón latía tan fuerte y rápido que sentía en cualquier momento podría detenerse. Se sentía mareado, sudando frío.
Por todo lo que más quieras, no me respondas que sí.
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