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So embrace the darkness and I will help you see That you can be limitless and fearless if you follow me. We are the lions in a world of lambs
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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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Third Eye —ID.

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por Adikarah Ananthem Mar Jun 26, 2018 8:09 pm









आधार
Nombre: Shiva
Avatar: Adikarah Ananthem
Edad: Incalculable
Orientación Sexual: Demisexual
Raza: Dios
Nacionalidad: Hindú
Ocupación: Adi Gurú (Guía Espiritual)
Alineación: Tumultus
सार
Potencial, una palabra convertida en el íntegro destino de cada fracción de la realidad, pues de ésta deriva el límite, el alcance y la capacidad. Los propósitos de la existencia se escriben en pergaminos hilados con el sellado destino de insignificantes singularidades, mientras su tinta brillante describe hasta la más sagrada inmanencia con objetiva sabiduría. Aún las deidades, quienes se jactan de poseer la regencia de contados fragmentos de la realidad, regocijándose con soberbia ante su presunta inmortalidad, se hallan susceptibles al irreverente potencial; a las normas de un hermético universo que designa su naturaleza con presuntos azares. Al final, no puede esperarse que un dios de tierra encuentre su fuerza en los mares.

Una premisa que se convierte en esencia, y ante la cual Shiva no es disidencia. Él es consciente de que ha nacido bajo el auspicio de maquinaciones objetivas al igual que cualquier otra pieza de la existencia, y sin embargo, la condena del eterno embelesamiento por la tándava de la decadencia no es tortura en reminiscencia. Al contrario; si entre los inmortales destacan algunos que siguen su aspecto de nacimiento a rajatabla, sin duda alguna Shiva ocupa en dicho nicho un puesto privilegiado. No es extraño encontrarle en la cúspide del Himalaya tarareando melodías a través de suspiros anhelantes, siguiendo con disciplina un ritmo desconocido mientras se sume con devoción a la catatonia, pues hay pocos que como él aguardan una pasión tan viva pero sobria. A Shiva se le conoce como el destructor, aquel que vaticina la ruina portando una surreal expresión de plenitud, y desde la armonía de su rostro hasta los intrincados patrones de sus actos se evidencia, ciertamente, un inherente compromiso a ideales muy afines a la decadencia. No existen argumentos de duda, y no hay vuelta de hoja.

Danza él con su sonrisa antinatural por sobre las cenizas del vértice del potencial, encarnando ritmos complejos que muy pocos logran comprender a profundidad. Una mente caótica aflora como maravilla plagada de ironía, maquinando con precisión planes que rara vez alguno es capaz de premeditar, lo que lo hace una persona errática y peligrosa ante los ojos que luchan por descubrir su verdad. Él no siente dudas ni remordimientos al encarar la tierra con su fatalista melodía, y no esperes que te defina cálidamente la palabra piedad. Shiva es una criatura fría, presuntamente desalmada, aquel al que se le desconoce el cariño y la tristeza sobre su casi eterno semblante taciturno, desapegado de la existencia y enamorado de una esencia oscura e intrincada que sólo él es capaz de visualizar con claridad. Una voz suave encarna contrastes cuando se desliza por sus labios helados, pues sus cuerdas vocales nunca se engatusan al pronunciar atrocidades, y su figura meditabunda se antoja anticlimática cuando con dedos suaves se encarga de dirigir el himno de la destrucción. Si hay alguien en esta tierra que no duda tras una decisión, forjándose a sí mismo como la antítesis absoluta de la empatía para con el prójimo, aquel es el dios destructor que ejerce su influencia sin siquiera parpadear. Y aquel que en situaciones críticas se ha de cruzar con él podría con facilidad afirmar el vacío de su mirar; un par de ojos dorados que gritan ruina y nada más.

Y sin embargo...

Paz descrita en la quietud, y en esos ocasos silenciosos que se transforman en eternidades. No podría el Himalaya dar fe de un huracán dispuesto a perturbar su tierra sacra, y el yogi no osaría a condenar de apatía a su adi gurú. Shiva asfixia la vida con un roce suave, delicado, medido, inteligente, casi imperceptible, y en los remanentes del llanto se digna a plantar semillas que vaticinan el amanecer. Oscura es su esencia característica, un resultado irreverente al encarnar el caos y la destrucción, pero él dista de ser la criatura genuinamente errática que a raíz de su esencia se podría considerar. Y es que tal vez ninguno de los que ha caído en sus artimañas podría siquiera considerar la posibilidad de la existencia de aquel Shiva que dedica vidas enteras a la meditación, aquel que hila cuidadosamente la razón y el efecto de cada uno de sus pasos, ni mucho menos aquel que entre la naturaleza y en frente de escenarios abandonados se dispone a sonreír con diligencia. Nadie se imagina a aquel Shiva que en las cenizas de la muerte cobija una semilla con delicadeza.

Y es que el destructor, al final, es un ser de presuntas contradicciones que en armonía se deleitan aún al pecar de osadía. Pero es que hay que tener en cuenta un detalle para determinar de manera precisa la naturaleza de este hombre, y es que él no destruye con el fin último de destruir. No, la tándava que dirige no se refiere al acto en sí mismo, sino a su porvenir. El éxtasis del dios no se halla en las cenizas, sino en la semilla que erige como nuevo cimiento. Determinar el vacío aparente en los ojos de Shiva profetiza una epifanía, pues detrás de aquel ilusivo velo dorado se esconde un alma de gran profundidad. Una que deriva en una mirada alta, que ve más allá. Shiva opta por dejar de lado la volátil inmediatez y enfocarse en el potencial; en lo que puede ser, y en lo que auspiciará. Dicha visión de vida trasciende a los seres vivos y a la misma realidad.

En la frente del dios ha existido una apertura desde su nacimiento. Una línea oscura que caracteriza una frente amplia. Un tercer ojo, el ojo de la verdad, aquel que dilucida la esencia desentendiendo a Shiva de cualquier anhelo terrenal. Es éste tercer ojo el que le permite ver con claridad detalles abstractos, y darle al mundo una dimensión surreal. Un lienzo dibujado desde las cenizas, y un flujo eterno del que Shiva es partícipe. En su ambición intrínseca construye un futuro desde la meta, deconstruyendo cada una de sus piezas. Su mente se halla siempre relativamente lejana a las cuestiones mundanas, pero no te confundas; él no es el epítome de un idealismo degenerado en ingenuidad. Pocos son los que conocen una dimensión suya muy especial, y es que Shiva no sólo es la encarnación de la destrucción. Fuerzas ocultas en el universo dictaminan leyes inciertas, maquinaciones silenciosas que son erróneamente traducidas como azares, pero en realidad contemplan complejidades que se escapan del raciocinio convencional. Se tratan de fuerzas sin nombre pero que se hallan muy presentes, que se encuentran engranadas de manera experta junto a las otras piezas de realidad.

Shiva posee una vista lejana que contempla opciones sin precedentes, pues los misterios de la existencia también se cobijan dentro de su pecho decadente, y él entiende plenamente la influencia de estas fuerzas sobre cada cuerpo inerte y viviente. Partiendo de ésto, ¿dónde queda entonces el potencial como limitante de la realidad? ¿es acaso su concepto irremediable o mero resultado de un conocimiento incompleto? Shiva cree firmemente en la exaltación profunda del ser, y su tercer ojo es capaz de percibir las fuerzas que determinan su haber. Él tiene un gusto inmenso y una capacidad intrínseca para fomentar el potencial de los demás; revelar sus habilidades ocultas, y canalizarlas a través de prácticas derivadas de la meditación. No juzga ni determina consecuencias basándose en trivialidades, sueños o anhelos, sino en hechos verídicos y cuidadosa observación. El futuro que describe entre suspiros que se antojan reminiscentes es mucho más sensato de lo que se podría imaginar.

Y hoy en día dicha visión y trascendencia se encuentra en favor de la cruda veleidad, hilando las piezas de un futuro que solo auspicia oscuridad. ¿Será acaso que hay algo más allá?
इतिहास
Singularidad, dictamen silencioso del universo por necesidad, conveniencia o aleatoriedad. El destructor acertó su individualidad desde tiempos inmemoriales, pero en cada pieza que determina su ser tanto físico como espiritual se conservan vestigios de unos inicios muy particulares. Y es que hay razones muy claras para su intrínseca, delicada persecución del balance.

”Sivasya hridayam vishnur vishnoscha hridayam sivah — En el corazón de Shiva está Vishnú, en el corazón de Vishnú está Shiva.”

El balance ha sido una cualidad fundamental del universo desde el principio de los tiempos, y desde aquella cuna fue concebida su definición. La creación se antoja sobria ante la presencia de la destrucción, la cual a través de sus métodos procura el flujo perpetuo, oponiéndose al estancamiento. La naturaleza cíclica de la existencia es un axioma que por necesidad encarnó alguna vez a Harihara, la protección y la destrucción; fuerzas equivalentes que eventualmente entrarían en cisma, dividiendo su esencia entre dos. El primero de ellos fue Vishnú, el protector, aquel que velaría por la manutención del balance e intervendría en caso de ser necesario. El segundo fue Shiva, el destructor, aquel que auspiciaría el flujo perpetuo. La existencia de los dos determinó el comienzo de la armonía de la contradicción.

La tierra florece y desfallece cumpliendo un ciclo eterno, procurando principios universales. Y en su cúspide se posan los vigías del balance buscando su manutención. Siempre ha sido así, y siempre lo será. Sin embargo hace unos siglos atrás la condición de las razas terrenales comenzó a alterarse, y en consecuencia, la balanza de la armonía comenzó a destilar notas de distrés a través de la tándava.

El desarrollo de los terrenales comenzó a tornarse exponencial, propiciando una clara era de abundancia. Avances tecnológicos, mejora en las condiciones de vida, y con ello un tiempo de banal alegría. Pero aquel mundo de oro forjado era tan sólo una ilusión, un éxtasis, una cumbre que en algún momento debía de culminar, pues por encima del placer el universo busca su manutención. A la luz de un eventual exceso de creación, Shiva como eterno vigía, sumido en meditación profunda, escuchando con paciencia cada nota de la melodía de la abundancia y la ruina, se aventuró a despertar de su catatonia para de esta manera ejercer su influencia sobre una balanza desajustada. Inspirado por la disonancia, él se dedicaría a auspiciar la ruina y la desesperanza.

Todo comenzó con semillas plantadas minuciosamente, susurros de discordia y maquinaciones silenciosas. Poco a poco el visionario destructor comenzó a ejercer su influencia de manera sutil, influenciando a los demás, generando oportunidades y apelando a las ineludibles fallas en el sistema terrenal. Mas él sabía que su labor era inmensa, un contraste de destrucción ante una era inmensa de prosperidad, por lo que bastante pronto se dio cuenta de que su ambición debía de cruzar ciertas barreras. Fue así que, tras empaparse de conocimiento cultural y analizar cada caso particular, poco a poco su semilla de disidencia comenzó a aflorar en figuras cada vez más relevantes. Eventualmente percibió una oportunidad inmensa en el resentimiento de Ares, en la naturaleza caótica de Seth, y entre sus particularidades no tardó en percatarse de un inequiparable potencial. Sólo era cuestión de tiempo para que se desatara una inevitabilidad.

En la actualidad aquellas explosiones de disidencia, en parte inspiradas por factores como la influencia, y en parte contemplados como inevitabilidades ante un universo que procura el balance, ocupan un puesto de gran importancia en la sociedad. La alineación Tumultus, nacida desde los susurros que aclaman la destrucción, representa un giro en el orden que por mucho tiempo ejerció su hegemonía sobre la balanza, pero su crecimiento agresivo auspicia tiempos que cambian. Y por supuesto, Shiva no se dignaría a alejarse de dicho centro. Su presencia no es la más representativa de todas, al contrario, es relativamente calmada y silenciosa, mas su influencia ideológica es inmensa, representando esa fuerza oculta que le es tan característica. Así como todos, la persecución de los susurros de Elysium es su principal prioridad, procurando alcanzar la única disonancia que queda ante el potencial de exclamar su tándava stotram en plenitud.

Expectante se halla por alcanzar el fortissimo de la melodía de destrucción.
सामंजस्य
I - II
विशिष्टता
—El presente avatar de Shiva, es decir, su actual encarnación, se llama Adikarah Ananthem. La existencia de Adikarah es fresca, moderna, específicamente forjada con la disidencia de los dioses en mente. La combinación de nombre y apellido puede ser traducida como «el himno del primer creador», referenciando a la gran ola de destrucción que actualmente asola a la tierra y su consecuente potencial de renacimiento.
—Una de las características más importantes de Shiva —y además la que más le distingue de Vishnú— es su tercer ojo; aquella misteriosa apertura que pareciese estar eternamente sellada en la frente del destructor. ¿Pero cuál es su función? Se dice que en éste se aguarda absolutamente todo el potencial de Shiva, y es gracias a él que el dios ha revelado una capacidad inequiparable para sumirse en la meditación. En general, el tercer ojo se presenta como una muy especial ventana a la realidad, pues le permite a Shiva ver el mundo desde una perspectiva distinta pero objetiva, alta, y lejana a todo augurio terrenal.
—Shiva es una persona reservada, desapegada, totalmente indiferente a aspectos como el deseo sexual, la avaricia, la ira o la gula, y es precisamente por ello que es capaz de alcanzar un estado de concentración que no tiene punto de comparación. Crónicas existen relatando contadas ocasiones en las que Shiva se ha visto tentado de una u otra manera, pero en cada una de ellas su tercer ojo se ha abierto por inercia para anular cualquier antojo de disidencia. La disciplina en este dios se encarna de una manera irónicamente literal.
—De cualquier forma, se pueden contar con los dedos las ocasiones en las que Shiva ha perdido los estribos o se ha visto tentado a inquirir en deseos terrenales, en su lugar optando por sumirse en la meditación profunda con el fin de calmar sus ánimos. Ésto lo hace buscando evitar a toda costa la apertura de su tercer ojo, pues en éste se encarna el epítome de la destrucción; es una fuerza que al desatarse no tiene riendas ni control, ni siquiera por su mismo dueño, anulando sin tapujos todo a su alrededor. Y es que a pesar de que Shiva no condena la destrucción, el no poseer control sobre la misma le resulta… problemático.
—Es imposible para Shiva negar el cariño inmenso que siente por Vishnú. La conexión sin precedentes que tiene con él trasciende incluso a la tándava susurrante en la mente del destructor. Bien es capaz Shiva de interponerse ante su hermano si llega a ser necesario, frustrar sus planes y hacerle pie con maquinaciones particulares, pero nunca contemplaría el llegar a hacerle daño. Vishnú es, tal vez, la más grande de sus debilidades.
—Se ha unido a la causa de Ares y Seth como una fuerza oculta, un silencioso gurú, auspiciando su creciente influencia con gran diligencia. Shiva es un guía sobrio, moderado, firme y precavido, pero busca con ahínco antojarse asonante ante el dios de la guerra y el dios del caos tanto por afinidad ideológica como por conveniencia.
—No es difícil percatarse cuando se ha ganado el respeto profundo de Shiva, pues de manera inconsciente éste comienza a saludar y despedirse de los aludidos utilizando el muy representativo "Namasté", acompañado siempre con una reverencia que consiste en la unión de sus manos en el pecho, concretando una postura de oración. Actualmente, sin embargo, a nadie más que Vishnú le dedica dicho saludo, y ante éste presenta una curiosa modificación, pues al juntar sus manos, en lugar de hacerlo en el pecho, lo hace frente a su cabeza; justo en frente de su tercer ojo.
—Shiva es el padre del yoga, y esa realidad no se antoja demasiado extraña al considerar la gran importancia que la meditación ocupa en la existencia del destructor. Por otro lado, también se le considera el padre del tantra, siendo ésta una disciplina que contempla una condición muy particular. Como se ha mencionado anteriormente, Shiva es una persona muy sobria y templada, quien busca con insistencia alejarse de toda tentación terrenal, bien sea utilizando la meditación o cualquier otro procedimiento. El tantra es uno de dichos métodos, y una alternativa milenaria para canalizar la sexualidad por medio de la espiritualidad. Shiva es, por supuesto, un experto en la técnica, utilizándola ocasionalmente para auspiciar la revelación de ciertos tipos de potencial… en ciertos tipos de personas.
—Shiva es dueño de una mente poderosa, resistente al ilusionismo, la dualidad y las mentiras. Nunca ha caído en las artimañas del dios Loki, y con gran percepción es capaz de identificar todo tipo de disidencia —influenciado, naturalmente, por su tercer ojo—. No es invulnerable a éste tipo de habilidades, pero bien es cierto que engatusarlo requiere de una inmensa creatividad.
—Shiva no siente empatía por las razas inteligentes, mas el gran cariño que demuestra a la naturaleza confirma que este déficit es más una decisión que una condición natural. El dios alaba y protege las plantas, los animales, y su afinidad con éstos es inmensa. Una de las razones por las cuales se empeñó en la decadencia de la civilización es precisamente su consecuencia; la destrucción de los ecosistemas.
Nombre Original: Solomon (Caster)
Procedencia: Fate/Grand Order
Deep within my eyes,
lies a tattered soul,
a crippled heart?
Or just the monster that I am?
Tumultus

Adikarah Ananthem
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por Rubrum Ignis Mar Jun 26, 2018 8:31 pm
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