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So embrace the darkness and I will help you see That you can be limitless and fearless if you follow me. We are the lions in a world of lambs
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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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Blood Road [Priv. Laurent Ryder]

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por Vincent Rothstein Dom Sep 23, 2018 3:31 am
El trabajo era su esposa y la violencia su amante. Dedicaba un enorme tiempo a su trabajo, quizá más del que debería en realidad, fácilmente podía pasar días sin dormir y sin tocar su casa. Hace 2 días más o menos había recibido un caso de estos que parecían fáciles, pero que por alguna extraña razón algo en tus entrañas te decía que el asunto no era nada sencillo, y algo que Rothstein no podía permitir, era que un delincuente le ganara en algo, eso era un golpe sumamente directo a su propio orgullo. Se reportó la muerte de una jauría de perros en las calles de Alejandría, en la región en donde él trabajaba; cerca de un casino, todos los perros estaban muertos: Cualquiera pensaría ¿qué tiene eso de homicidio? Bueno, los excrementos de la jauría de perros, contenían pedazos humanos, piel, carne, dedos; eso los llevo a encontrar el cuerpo despedazado e irreconocible de un ser humano. En el lugar era normal ver de vez en cuando un par de perros callejeros, pero nunca una jauría y mucho menos se esperaría que los canes atacaran a un ser humano, por ende, muchas cosas no cuadraban. A parte de eso, los perros tenían heridas en muchas partes del cuerpo a lo cual, al examinarlas junto al equipo, concordaron con que dichas heridas habían sido hechas entre ellos probablemente, quizás peleando por trozos más grandes, de cualquier manera, analizando los pedazos encontrados, también concordaron con que la víctima se trataba de un hombre, pero no podían hacer más, la digestión de los perros había hecho muy complicado el asunto. En las partes del cuerpo estudiadas, sólo pudieron decir que el cuerpo tendría aproximadamente 3 o 4 días de muerto cuando los perros empezaron a comérselo, no obstante, las partes del cuerpo que faltaban como una mano, no fueron arrancados por los perros dado a que el corte en esa zona estaba totalmente limpio, hecho por la hoja de un arma blanca.

El caso era sumamente extraño cuando se trataba de cuerpos troceados por animales. Examinando los estómagos de los canes se encontró un brazalete de oro y cuando preguntaron a los sujetos del lugar mencionaron que podría pertenecer a dos sujetos que eran parientes, padre e hijo. Dijeron que eran brazaletes en una competencia que se hacía jugando póker por equipos, al menos habían tenido un inicio. El caso conforme avanzaba se hacía más claro y confuso al mismo tiempo, la esposa de una de las posibles víctimas decía no haberlo visto hace 6 semanas dado a que lo echó de casa por infidelidad, su hijo se suponía que debía de ir a la Universidad fuera del país, algo ilógico ya que los trámites de intercambio eran complejos como para que se fuera tan de repente, un comportamiento extraño, pero no se tenían pruebas necesarias como para iniciar una investigación al respecto. Fueron a casa de la esposa, llamada Heather y ella les permitió investigar la casa, notaron que el lugar era muy lujoso, pero el piso de madera en la terraza, en una zona, se veía diferente al de los demás, probablemente por arreglos, pero no dejaba de ser una sospecha. Huellas, pruebas de ADN y una nota encontrada en uno de los estómagos de los perros la cual hablaba de un abandono, la letra se calculaba de una fémina y cuando preguntaron dieron con el nombre de Antonina, bailarina del casino y esposa de uno de los administradores. Cuando interrogaron, Raymond, el esposo de Antonina, había especificado que era un buen amigo del mayor de las posibles víctimas a quién de hecho veía como un hermano de sangre, el padre; pero que habían tenido una discusión por un engaño.

Los días de buscar pruebas dieron frutos, finalmente se descubrieron cosas que revolvían el gallinero, pero que poco a poco con la observación indicada, fueron armando el rompecabezas. Debido a las pruebas e historias anteriores, era fácil suponer que Philip había sido infiel con Antonina y todo se trataba de un crimen pasional, pero, la razón de que Antonina siguiera viva le hacía sospechar que Raymond no era quien estaba detrás de lo esencial en el caso. Se encontró una mano dentro del armario de Antonina en el casino, mano que pertenecía al padre del muchacho, Philip. Por último, el arma que había cortado el brazo era una katana que el esposo de Antonina tenía guardada; lo primero que se tendía a pensar era que Raymond mató a Philip en un ataque de celos y trataba de inculpar a Antonina, pero tampoco concordaba, y todo porque, cuando se investigó más a fondo, se encontraron cartas de amor y dibujos anónimos probablemente del mismo remitente de la cartas, ese dibujo pertenecía a David, el hijo de Philip y Heather.

Antonina confesó a ver tenido una relación íntima con el hijo de Philip quien al mismo tiempo era el novio de su hija Alexia. Las cosas se complicaban y al mismo tiempo empezaban a tomar sentido en esta trama de amor pasional y poder. El tema es ¿qué pintaba Philip en todo ese enredo? Bueno, Philip había sido quien había descubierto a su hijo y a Antonina juntos, y Antonina para callarle la boca, lo sedujo, Heather sintió celos y mató a su esposo, infiltrándose en el casino al ser “parte de la familia”, no sin antes haber robado la katana de Raymond y así, asesinar a su esposo, a quien abandonó en unas bolsas de plástico en el casino, el mismo plástico que se había encontrado en algunos restos de su casa, además, la zona en donde se suponía se había cambiado madera en el piso se vio un poco de sangre. Heather era la asesina y caso resuelto, crimen pasional. El tema es que para Vincent el caso seguía abierto, y habían cosas que no le cuadraban a las cuales de hecho trataba de adelantar, Heather había muerto sin explicación alguna cuando estaba siendo procesada para ir a prisión por asesinato en primer grado. Estaba seguro que se trataba de Alexia o Antonina, incluso podría estar el mismo hijo involucrado ya que se sabía que amaba profundamente a su padre, Raymond se veía el más afectado de todos, dudaba ahora que Raymond fuera el verdadero cabecilla de la mafia del casino.

Con todo el enredo en la cabeza, salió para poder servirse un café en una de las máquinas expendedoras del edificio casi vacío a esas horas, quien deseaba trabajar más lo hacía en sus casas, pero Vincent se quedaba ahí analizando todo. Raymond era imposible que fuera el cabecilla en todo eso y ahora todo volvía a apuntar a Antonina. De hecho supo que el asesinato de Philip ni siquiera fue por infidelidad, fue planeado junto a Heather para obtener el dinero de casi todas sus ganancias en el juego y el trabajo, pero cuando Heather se enteró de que Antonina se acostaba con su hijo, trató de inculparla, cosa que molestó a Antonina y probablemente la hubiera matado, pero hacerlo con un tiro en la cabeza era imposible ya que no habían registros de que Antonina hubiera comprado armamento o siquiera haber estado en el momento en el cual Heather murió. Probablemente había un sicario en todo este asunto. Había encontrado pruebas suficientes otorgadas por Alexia, quien tenía grandes motivos para traicionar a su madre y se había ofrecido a colaborar a cambio de protección; las pruebas eran tan contundentes que era imposible trastocarlas, se trataban de caligrafías firmadas por su madre, cartas que había intercambiado con Heather, pruebas de Antonina junto con transferencias bancarias de una muy alta suma antes de que Heather muriera, material conseguido con una hacker que trabajaba para él, dando pruebas concretas y directas de su contrato con un sicario.  con huellas dactilares que comprobaban ser de ella, vídeos sacados en cubierto. No obstante, Vincent no era tonto, las cosas eran demasiado sospechosas, demasiado fáciles, y fue entonces que empezaba a investigar mucho más de cerca a Alexia, de quien sospechaba que probablemente estaría dándole tantas pruebas que se traía algo bajo la manga, ya que ella literalmente no ganaba nada si la madre moría. Fue entonces que empezaba a buscar a través de varias muestras y pruebas dar pista con Alexia en lo que ya mandaba a procesar el caso de Antonina. Encontró fotos que inculpaban a Alexia ya que no cuadraban con una supuesta coartada que había dado lo cual incrementaba sus sospechas ― La manzana no cayó tan lejos del árbol, Alexia, sé que ocultas algo ―  
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Vincent Rothstein
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por Laurent Ryder Dom Sep 23, 2018 6:15 am

BLOOD ROAD
otros lugares del mundo  / Alejandría /
VINCENT ROTHSTEIN



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¿Qué implicaba ser un mercenario? Asesino...sicario…matón…como sea que se le quisiera llamar, no dejaba de ser lo mismo y ninguno de los que hacían aquello dejaban de cobrar por sus trabajos, no importaba si se trataba de gente rica o pobre, nada importaba con tal de ver una cuantiosa y perfecta cantidad de dinero directo a sus cuentas bancarias, dinero que usualmente usaban para su propio beneficio, casas, autos, una vida de completo lujo…claro, eso los menos inteligentes, por no decir los más idiotas, pues cuando alguien se llena de lujo llama la atención, por lo que termina siendo el blanco perfecto para ser cazado…la serpiente se convertirá en la siguiente presa…es así como funciona la cadena alimenticia.

Laurent Ryder, sicario con años de profesión, un dragón que destruía todos y cada uno de los dichos y límites de su propia raza ¿Naturales? ¿Buenos? ¿Orgullosos? A bueno, eso sí, claro que sí, su orgullo no faltaba bajo ningún motivo, pero de lo demás carecía sinceramente, no es que no tuviera el valor que su raza debería de tener, sino que no le importaba en lo más mínimo, al menos no cuando se ganaba un buen dinero por cabeza. Y desde hace unas semanas había sido contratado para obtener la cabeza de un pez gordo, uno demasiado ancho, enorme y que realmente le iba a dejar una excelente ganancia, su cuenta de banco necesitaba de más ceros definitivamente.
Se había aliado con una mujer, la cual pecaba de ser demasiado avariciosa, pero no tanto como él y por supuesto tampoco era una mujer inteligente, había planeado la muerte de muchas personas, de muchos seres que la rodeaban, pero era una completa cobarde llegando a él para pagarle tanto como fuera posible para poder deshacerse de todos aquellos que le estaban estorbando. Escucho su plan, lo analizo y obviamente le planteo muchas posibilidades, le ayudo con el plan, le hizo esquemas, le ayudo en absolutamente todo…pero al mismo tiempo la estaba usando ¿Por qué? Bueno, no se trataba de ella o su dinero el verdadero premio mayor que necesitaba, todas aquellas muertes, todas aquellas trampas, todas aquellas pistas solo estaban siendo dejadas para seguir el camino de alguien más, de un ser que definitivamente era mil veces más importante que solo una estúpida venganza familiar o quedarse con la fortuna de quien sabe quién…lo cual era muy tonto, considerando lo que ahora se le debería de pagar a él.

De eso iba a ocuparse después, de momento estaba esperando que su “pequeña Alice” cruzara el camino para poder llegar al bello país de las maravillas, donde le esperaba todo tipo de sorpresas. Sin embargo…no le gustaba cuando Alice tardaba demasiado, el gato chesire no esperaba, así que tal como en aquella historia que había estado leyendo decidió ir en búsqueda de Alice para poder guiarla por el camino amarillo, y que así llegara “segura” para llegar donde…

Pero entonces su lectura se vio interrumpida cuando escucho una dulce voz pronunciando el nombre de su “cliente” aunque bueno, ella más bien era el seudo cliente…detrás del que de verdad estaba por pagar una fortuna por la cabeza de su principal objetivo, al que justamente estaba escuchando en esos momentos.
-Mh así que si eres inteligente…aunque creo que has tardado mucho en resolver esto pese a las pistas que se te han dado…Alice era más inteligente, llego más rápido a Wonderland…y vaya que lo está disfrutando…- se pudo escuchar una voz masculina, un poco grave y que a la vez se podía interpretar como cansada ya que ciertas palabras las arrastraba muy sutilmente, además de que la máscara de tela que siempre cubría su rostro también hacía que la voz no se escuchara tan fuerte. Pero aunque la voz era tranquila y muy relajada, no dejaba de dar a conocer ese leve toque imponente que llegaba a caracterizarle. Aunque al mismo tiempo la voz se escuchaba algo lejana, no se encontraba dentro de la habitación, o no, no se podía arriesgar a que alguien lo encontrara, no era un sicario novato por su puesto, así que llego hasta la oficina del jefe del departamento de homicidios desde afuera, se le hacía muy fácil andar escalando edificaciones, encontrando buenos puntos donde podía espiar y hacer su trabajo sin problema alguno, quizás a eso se debía su forma tan buena de hacer las cosas, a sus natas habilidades para poder mimetizarse con su entorno sin que nadie se diera cuenta de donde se encontraba.
Justo como ahora que estaba cómodamente sentado en uno de esos adornos que llegaban a poner en los edificios para hacerlos ver más vistosos, este era un especie de arco que iniciaba a más o menos medio metro de distancia de la ventana y que de ancho media prácticamente lo mismo unos cuarenta o cincuenta centímetros, y de largo la parte que se curvaba hacia afuera no media más de treinta centímetros, realmente solo era un adorno fatal, seguramente uno de los pocos edificios antiguos que aún se había rescatado de hace tiempo, pero finalmente era cómodo para el propósito del cazador, observar a su presa…porque si, el pez gordo del que tanto estaba emocionado no era nadie más que aquel hombre de cabellera oscura y ceño fruncido, el temible líder del departamento de homicidios, al que alguien deseaba muerto.
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por Vincent Rothstein Mar Oct 02, 2018 12:26 am
En la penumbra se escuchó una voz rasposa y perezosa, pero con aires de grandeza o al menos de tratar de imponérsele. La acción de Vincent fue rápida, sacó rápidamente la pistola de la funda que ocupaba en el hombro, apuntando sin más hacia la dirección en donde había escuchado la voz, uno de los ventanales del edificio; no importaba que tan bien oculto visualmente estuviera el sujeto en cuestión, si Vincent lo podía oír, entonces podría localizarlo, pues gracias a sus características de licántropo, sus sentidos estaban extremadamente agudizados y podía orientarse muy bien, sabiendo dónde se encontraba el enemigo o el intruso con tan sólo poder oír sus pasos o, en este caso, su voz, algo que por cierto encontraba bastante estúpido o quizás muy valiente, porque prácticamente estaba dando su ubicación. Aquello le dejó con dos posibilidades, o el sujeto en cuestión deseaba pelear y estaba cayendo en una arrogancia indescriptible de pensar que tenía el as de ganar o tal vez habiendo minado el área de trampas dada la facilidad que tuvo para infiltrarse en el edificio sin ser detectado, o bien no deseaba combatir, al menos no de momento. Miró con fiereza al extraño, no le tenía miedo en absoluto, no era la primera vez que era abordado por un extraño que sabía cómo actuar en sigilo, pero debía darle mérito porque era la primera vez que alguien se infiltraba en su oficina sin haber sido detectado antes de llegar a su objetivo, allí estaban armados hasta los dientes y la seguridad era casi perfecta, y ese sujeto supo ver cada eslabón débil, cada punto ciego para poder llegar allí y hablar con tal naturalidad que tal vez pondría los pelos de punta a cualquiera, pero no para el rabioso de Rothstein, quien ya estaba más que acostumbrado al peligro y a que su vida estuviera en el filo de la diferencia entre la vida y la muerte ¿Qué clase de jefe del departamento de homicidas sería si no estuviera acostumbrado a eso? La muerte era tema de todos los días, de hecho, hasta dudaba que alguno de sus hombres le tuviera miedo a morir.

Sus ojos se enfocaron bien en los ojos del sujeto y fue entonces que lo reconoció, de nombre desconocido, era el asesino del ojo escarlata, o al menos así le conocían sus conocidos; había escuchado historias de él, rumores, de hecho, debía decir que ni siquiera lo consideraba un personaje real, pero las características descritas estaban coincidiendo ligeramente: uso de máscara que cubría hasta la nariz, dejando ver sólo sus ojos, tenía una cicatriz en el ojo izquierdo, el mismo ojo de color escarlata y habían rumores que decía que si uno fijaba la vista en aquel ojo, podía ver su muerte. ―El asesino del ojo escarlata… ― lgo de fiereza y cinismo en su voz, aunque esta sonó también tranquila, de momento.

Su pistola estaba sin el seguro, un movimiento en falso del sujeto frente a él y tendría un lindo agujero de plomo en la cabeza, que probablemente terminaría por manchar aquella ventana con algunas gotas de sangre.[color=#006699]― ¿Quieres poner a prueba lo bueno que soy con esta cosa? ―
Dijo con algo de sorna y es que sí era bueno, si el otro tenía reflejos de todas formas era probable que Vincent le pegara un jodido balazo. ― A diferencia de un sicario, no podemos inculpar a cualquiera, se necesitan pruebas para atrapar a los indicados. ― Respondió ante su comentario de que estaba siendo lento.― Quizás tú eres demasiado rápido en venir aquí y hablar de esa manera ― Dijo como alusión a que el contrario no estaba jugando bien sus cartas en hacerse notar de esa manera. ― O no eres tan bueno en un ataque sorpresa porque sabes que hubiera contraatacado o bien aún no planeas atacar, para tu pena, no hago tratos con asesinos. Pero te daré una oportunidad de tirarte un monólogo de mierda antes de ver si acabo con tu vida o no. ― Y era cierto, había una línea delgada entre mercenarios y asesinos por gusto, y Vincent odiaba a estos últimos, les daba asco pensar siquiera en que uno estuviera suelto y bien sabía que en la realidad era así aunque bien él ya había atrapado a varios asesinos seriales y psicópatas para terminar de darles una sentencia de muerte bajo su propia mano; no obstante, algunos decían que Vincent no tenía moral para repudiar a los asesinos seriales ya que él también era uno, sus acciones se pasaban de la raya muchas veces y terminaba ejerciendo abuso de su propia fuerza, como por ejemplo aquél día en donde asesinó al jefe de una pandilla de adolescentes punk sólo porque quiso hacerse el chulito con el azabache y le amenazó con una navaja, Vincent tomó eso como luz verde para matarlo a golpes, destrozándole totalmente la cara. El chiquillo probablemente merecía varios meses en el reformatorio, pero no una golpiza de ese calibre en donde Vincent desató su ira y terminó por asesinarle, quedando totalmente apático al respecto, sin tener empatía ni siquiera por la madre del joven o algo así.  Un justiciero y un asesino, eso era Vincent, tenía de ambas partes y la verdad es que no se diferenciaba mucho de un asesino calculador, pero claro, el azabache odiaba que le comparasen con uno o que siquiera osaran decir que podría parecerse a uno. No obstante prefería dejar que el otro hablara, porque quizá, en su arrogancia, diría algo que le sirviera para completar el caso, quién sabe.
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por Laurent Ryder Miér Oct 03, 2018 1:22 am
De no llevar la máscara puesta se hubiera podido ver una sutil sonrisa que surco sus labios, y es que no era la primera vez que escuchaba que lo llamaban así, de hecho no era el único apodo que le habían puesto ya, solían incluso llamarle “el asesino ninja” y eso solo por su forma tan sutil de hacer cada uno de sus trabajos donde no se notaba su presencia. Creía que eso de los apodos ya estaba desgastado, pero finalmente la gente seguía jugando con eso, como si fuese divertido llamar de alguna forma a los asesinos, como si se tratara de una burda película de terror y asesinos seriales donde se les conocía de esa forma.
Así que realmente no podía dejar de ser un tanto gracioso que el mismo jefe de aquel departamento terminara por llamarle como uno de sus tantos apodos, especialmente cuando le estaba apuntando con un arma a la cual no tardo en ver de reojo. Había escuchado de su nata habilidad con las armas, por algo tenía el título de jefe, bueno se podría decir que era de los pocos que hacían honor a aquel tipo de título, puesto que muchos, la gran mayoría a duras penas sabía lo que estaba haciendo, dando como resultado departamentos patéticos y con facilidad de entrar…siendo así de fácil poder burlar la seguridad de ciertos lados. La de aquel departamento no fue fácil, de hecho estuvo días buscando la forma de hacerlo, pero al final el tiempo siempre recompensa y había logrado hacerse de un sutil y fácil camino para poder llegar hasta la oficina, iniciando por uno de los departamentos vecinos, aquel departamento de investigaciones sobre víctimas de violación…algunos eran fáciles de convencer, timar y comprar ¿en qué mundo estaban viviendo?

Su mirada estaba fija donde el otro que seguía apuntando con su arma, algo que siquiera lo inmutaba, estaba tan tranquilo como si creyera que el otro sería incapaz de dispararle, tanto como para desviar la mirada nuevamente hacia aquella revista que se encontraba leyendo, la que había nombrado que se trataba de Alice in wonderland, aunque una versión muy distorsionada y por supuesto que nada hecha para niños, ya Eliot le había dicho que estaba enfermo por leer esas cosas, aunque claro solo se lo decía por joderlo, aunque no estaba del todo errado con sus comentarios, posiblemente no había nadie que no leyera tanto porno como él fuese el que se le pusiera en las manos.
Subió las piernas sobre el marco de la ventana en un gesto completamente cómodo, como si no estuviera siendo amenazado por un arma, mientras pasaba la hoja de su revista sin más dejando que el otro hablara tanto como le fuese posible, poniéndole atención claro, pero aparentando que realmente le venían sin cuidado, lo único que deseaba era que dejara de hablar, solía tener problemas con los sujetos que hablaban demasiado haciéndose sus propias conjeturas en voz alta ¿acaso no podían hacerlo en voz baja? Bueno claro, considerando aquel compañero suyo que le gustaba hablar y hablar debería de estar acostumbrado.

Dejo salir un bostezo echando para atrás su cabeza y luego estirándose en aquel sitio donde se encontraba cómodamente sentado, para luego fijar nuevamente la vista en el contrario ―¿Terminaste? Porque si hablas de monólogos de mierda, creo que eres tú el que debería de escucharse…hablas demasiado haciendo conjeturas que no tienen absolutamente nada que ver, nadie dijo que viniera a atacarte por sorpresa, hasta el más novato sabe que esto…no es ni por asomo un ataque…― obvió un tanto la situación mientras cerraba su revista y bajaba las piernas para volver a plantar los pies en el piso sin dejar de observarlo, su mirada heterocromatica estaba fija en las orbes ajenas, analizando el movimiento de sus ojos, al igual que miraba cada uno de los que su cuerpo hacía, observando como sus músculos se tensaban para aferrar más el arma que tenía entre sus manos, la posición que usaba era bastante buena, un pie delante y otro atrás, de ese modo no terminaba siendo botado al suelo por la fuerza del disparo a la hora de accionar el arma, veía como sus hombros se reacomodaban y empezó a contar en segundos cada vez inhalaba y exhalaba. Estaba buscando una obertura, aunque esta fuese pequeña, mínima, aunque durara incluso una fracción de segundo, seguro que la encontraría.

Sin embargo no era fácil, incluso parecía que el otro cuidaba tan bien sus movimientos para evitar que incluso un espasmo corporal provocara que su cuerpo se tensara, aquel hombre sí que era de cuidado. Se cruzó de brazos levantando la vista que volvió a fijarse en sus ojos ―En realidad no puedes acabar con mi vida…la necesitas para resolver el caso ¿acaso no lo ves? Yo sé un dato que tú no sabes…y sin embargo no estoy aquí para negociar, veamos si adivinas porque estoy en tu oficina luego de haberme burlado de su patético sistema de seguridad― su cuerpo se encontraba relajado aunque también a la defensiva, él no podía confiar en el peli negro, y viceversa, así que lo mejor era estar completamente atento a sus movimientos.
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por Vincent Rothstein Sáb Oct 06, 2018 9:55 pm
Se quedó mirando en tensión al otro. No era la primera vez que lo sorprendían de esa manera, alguien desconocido, probablemente de algún oficio ilegal y con todos los aires de misterio y de muy mala espina, esas situaciones en donde por todos lados hay voces que susurran el peligro y que debes estar atento para no perder la cabeza. Dicen que para comer con el diablo hace falta de una cuchara muy larga, era un refrán que Vincent tenía presente en todo momento, por lo mismo, era pésimo negociando, muchas veces terminaba asesinando al sujeto que deseaba negociar para no iniciar una balacera. Los monólogos y los misterios le aburrían de sobremanera, que fueran al grano sin tanta vuelta de psicología barata, tratando de hacerse los interesantes y aumentando el suspenso a cualquier situación, cosa que encontraba ridícula. Bueno, suponía que esa era la razón de por qué tenía un equipo tan diferente entre ellos en cuanto a personalidad; Elena era particularmente relajada, pero no irresponsable, tomaba en serio su trabajo, era eficaz y tenaz, Anderson era un sujeto extremadamente callado, nunca hablaba y solía responder con movimientos de cabeza o con acciones, no era mudo en absoluto, pero las veces en que hablaba eran extremadamente pocas; era un chico de apariencia extremadamente joven, parecía recién recibido de criminalista, pero llevaba sus buenos años, tenía el rol de analizar la evidencia y extraer pruebas “biológicas” como muestras de ADN, huellas digitales, etc.; Leight era el bromista del grupo, Vincent siempre quería romperle la cabeza contra la mesa, pero por protocolo no lo hacía, solía jugar con la psicología inversa así que normalmente tenía el papel de interrogar a los sospechosos junto a Vincent o a Elena, otras veces lo ponían a negociar, pero ahí era cuando Vincent se hartaba y prefería mandar todo a tomar por saco, consideraba que los negocios eran una pérdida de tiempo. Yumi era una jovencita, quizá la más joven del grupo, 19 años aproximadamente en apariencia y era superdotada, quizá la protegida de Elena, tenía el rol de investigar expedientes, conseguir direcciones, permisos, datos a los cuales era imposible acceder debido a las claves de seguridad, era una auténtica hacker, pero bien encaminada según Elena. Por último estaba Jeff, era el típico caso del “criminal” que a cambio de ser encerrado, fue reclutado, y a diferencia de lo que muchos pudieran pensar, tenía un excelente humor y una naturaleza protectora con los suyos, pero no se tanteaba el corazón a la hora de participar en un tiroteo y de hecho, según él, era la parte del oficio que más le agradaba. Obviamente habían más detrás del equipo del departamento de homicidios, mucha más gente trabajaba con él, por ejemplo Milo quien aportaba siempre un análisis único en tramos de perfiles psicológicos, de hecho, según Vincent hacía buen combo con Anderson puesto a que Anderson brindaba todo lo biológico y Milo lo psicológico; la diferencia es que Milo era contratado como alguien externo, pero ese era otro tema.

Con dicha variedad, el equipo parecía extraño, pero era realmente eficiente ya que todos se complementaban, lo malo era cuando al jefe le daba un arrebato de ira e iniciaba una acción rápida, Vincent seguía sus instintos y sus instintos habían sido condicionados para asegurar la supervivencia de la mayoría, por eso era un buen líder, porque era el único capaz de escoger decisiones extremadamente difíciles para cualquiera, dirigir a todos con una frialdad inigualable sin por ello desproteger a los suyos. Las negociaciones normalmente terminaban hartándolo porque nada bueno salía de ellas, Vincent no estaba para juegos… Era una de las razones de por qué no se llevaba tan bien con Leight en parte.

Sabiendo esto, se podría entender el por qué las palabras del extraño con el ojo carmesí habían sido totalmente equivocadas para tratar con alguien como Vincent, quien no dudó ni un segundo en disparar con rapidez  hacia aquel sujeto, cubriéndose poco después detrás de una pared, pues debido a que trabajaba bastante, tenía una oficina de importantes dimensiones. Si pudo entrar de esa manera al departamento entonces sus habilidades y agilidades debían de ser excelentes, por tanto no le subestimaba, quizá le dio, quizá no, pero no se iba a arriesgar, por eso se cubrió apenas disparó con total seguridad hacia él, apuntando a cabeza y corazón. Si le había matado entonces era un problema menos, quizá se arrepentiría porque el otro dijo tener información que ofrecer, pero emboscar a Vincent de esa manera en SU territorio y, además de eso, pasarse de listo con él, no era en definitiva un buen comienzo para tratar de negociar con el malhumorado lycan, quien no dudaría en atacar si sentía que era necesario.  Tenía una excelente puntería, pero muchas veces, eso nunca aseguraba dar al objetivo, así que, sin más preámbulos habló. ― Si has quedado vivo  di en seguida qué quieres, ve al grano.  ― Advirtió aun atrincherado. Algo le olía mal de ese sujeto, nadie se toma tantas molestias para dar información de un caso a menos que fuera por una razón sumamente importante y la verdad, el dinero no compraba las consecuencias de fallar en dicha misión de entrar de esa manera al departamento, el castigo era mucho para arriesgar el pellejo por “dinero”. Ese sujeto traía algo entre las manos, su instinto le advertía que no era de fiar, que había peligro en sus ojos y que debía cuidarse, prefería prevenir que lamentar.
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por Laurent Ryder Lun Oct 08, 2018 1:16 am
No le extrañó para nada el que el otro le hubiese disparado, ya que aquello solo confirmaba las sospechas y lo que ya le habían contado del jefe de departamento de homicidios.
"No es un hombre común" esas palabras se las había dicho uno de sus compañeros que todos decían tuvo la gran fortuna de no ser asesinado por el otro, llamemoslo milagro, suerte o mala suerte dependiendo de cómo se lo tomarán, pero había logrado sobrevivir, para algunos fue un héroe, un superviviente de la furia de aquel hombre. No era difícil saber que clase de pecado estaba dirigiendo su vida, de hecho era uno muy fácil de adivinar y por lo consiguiente todos lo trataban bien, había sobrevivido de modo que nadie lo había hecho, aunque para el todo era estúpido, no era un héroe, los héroes salvan y no matan, siquiera porque te haces de hacerlo por buena intención, no, eso no importaba en lo más mínimo. Para el sólo había sido simple mala suerte, los cachorros gustaban de jugar con su presa, podían dejarla escapar para luego atacarla sin más, sin importar nada, y ahora que veía la forma de actuar de aquel lycan... sencillamente las cosas quedaban muy claras, debería sentir lástima por ese chico que le había "advertido" que se metía con alguien grande, solo alardeando de sus proezas.

Ya que se encontraba analizando cada músculo, cada pequeño movimiento en el otro logro darse cuenta cuando su dedo accionó el arma, por lo que rápidamente cubrió su cuerpo con el elemento rayo que vive en su interior, y recubriendo algunas zonas con escamas como simple acto reflejo, logrando así crear una especie de campo protector que desvío las balas que iban directamente hacia su cabeza y corazón. Era por eso que no creía que el otro sobreviviera por sus habilidades, el azabache tiraba a matar, lo hacía en automático, como si su mente le dijera exactamente dónde ir, incluso parecía como si su pistola solo fuese una extensión de su cuerpo y no un arma más inanimada.
Había disparado a su cabeza, a su pecho justo en el punto que si la bala impactaba lo hubiera asesinado, para su desgracia siendo un dragón o un ser vivo el corazón era su punto débil, y si, podría ser el punto débil para muchos, pero para un dragón se convertía en el más importante, su piel era dura si, y sus escamas podrían protegerlo siendo usadas como una armadura que recubriera su cuerpo como humano o bestia, pero para su desgracia el pecho podría convertirse en su perdición, teniendo que tomar medidas drásticas para no terminar siendo el mejor blanco, lo bueno era que nadie había sobrevivido al descubrirlo, un dragón podía ser tan fuerte que lucharía contra la muerte, lo suficientemente para destruir a aquel que descubrió su secreto, por lo que era desconocido... hasta cierto punto.

Aquellos disparos retumbaron contra la pared detrás suya, cuando escucho su voz las escamas de su cuerpo desaparecieron junto con el campo eléctrico de su cuerpo, miro a su alrededor buscando al otro, podía sentirlo, olerlo, pero no lograba hallarlo, frunciendo el ceño por eso, así que decidió moverse buscando un sitio donde poder refugiarse, lo estaba conociendo, no del todo y quería conocerle, por lo que pateó el escrito usándolo de escudo, sabía que no iba a cubrirle mucho pero al menos no estaba en la mira de alguien que no sabía dónde se encontraba, tirándose al suelo sentado y dando la espalda volviendo a recubrirse con las escamas que si protegería esa zona.
¿Me disparas y luego te atrincheras? Vamos, si quieres que te diga porque estoy aquí entonces deberías salir o en todo caso atacarme como se debe, una simple arma no va a acabar conmigo, vine a hablar...¿no lo deseas?― la verdad es que no, su objetivo no era en lo más mínimo desvelar aquel caso, ayudarle y mucho menos hacer de buen samaritano escondido tras la máscara de un asesino para ahora poder reivindicarse, para nada, su objetivo era otro, su objetivo trataba con la muerte de alguien que parecía ser un grano en el trasero de otro "alguien" su deber era acabar con el líder del departamento de homicidios.

Pero antes de eso quería conocerlo ¿porque? Porque le daba la jodida gana, sencillamente porque le gustaba comprobar lo que se decía de los demás, quería saber qué tan bueno y peligroso era, llevaba un punto a su favor, pero no lo suficientemente como para comprobar que merecía morir. Tenía una extraña forma de hacer su trabajo,algunos insignificantes políticos o ladrones le importaba poco asesinar, morían fácilmente, un solo shock al corazón y el asunto quedaba zanjado, no había porqué precipitarse. Pero los "peces gordos" aquellos que tenían mucho dinero por su cabeza, aquellos que se habían convertido en el dolor de trasero no de uno, sino de muchos, esos... esos si que valían la pena, y a él le gustaba jugar, si, incluso en ese aspecto la avaricia hacia mella en su cuerpo, no todo era dinero después de todo, así que deseaba pelear, hacer algo, quería ver si valió la pena su tiempo y claro el dinero que pagan por él.
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por Vincent Rothstein Mar Oct 09, 2018 9:42 pm
Escuchó como su escritorio fue tirado abajo a lo cual chasqueó la lengua molesto, aunque en un tono bajo para no ser detectado… Al menos el hecho de que el otro se atrincheraba podría indicarle que no sabía dónde se encontraba y por eso se estaba protegiendo con lo primero que saltara a la vista, en ese aspecto, su escritorio. Se asomó un poco hasta verificar donde se encontraba el escritorio dado vuelta, con suerte no sería detectado y casi al instante volvió a su escondite. La voz del otro le verificó que se encontraba en la dirección de donde había visto el escritorio, por lo cual comprobaba que no se trataba de una distracción en absoluto. Sonrió ante las palabras ajenas ― Y tu forma de venir a hablar es planteándote con arrogancia, una máscara de asesino y venir a emboscarme. ― Se burló de aquella mentira ¿Es que pensaba que acaso era estúpido? Porque si era así le haría comerse su arrogancia a base de plomo. ― Si vas a mentir a un criminalista deberías de esforzarte un poco más. Tanto misterio lo haces sólo para ganar tiempo, por lo que tu objetivo ni siquiera es comunicarme nada. ¿No es así? ― Para él eso era obvio, cualquiera que iría allí a negociar tiraría en seguida el mensaje que tenía que ofrecer luego de haber sido atacado, pero ese sujeto seguía insistiendo, seguía dando vueltas en la introducción sin decir nada importante, sólo tirando palabras vacías que no eran más que una raya en el agua. A este punto, el albino debería de tener más que claro que Vincent no era un sujeto que estuviera con disposición a negociar en casi ningún sentido, era un hombre que perdía la paciencia extremadamente rápido así que prácticamente se tenía una especie de tiempo límite antes de que su interés se perdiera y ya fuera casi imposible entablar una conversación civilizada con él. Cuando se iniciaba una negociación con él, y dicha persona pertenecía al bando opuesto que el de Vincent, tenía que pensarse como una bomba de tiempo y el negociador tenía un tiempo límite para cortar el cable correcto, si esa fuera la representación de la escena que estaba teniendo con el albino, hace rato que el edificio entero habría explotado.

Trató de pensar por qué ese sujeto estaba allí, pero la verdad es que era imposible asegurar nada. Cualquiera diría que era demasiado obvio que Alexia lo había mandado a matar, porque todo coincidía con que era mucho mejor sacar a Vincent del camino para ejecutar bien sus planes sin alguien que estuviera molestando, el punto era que Vincent no tenía sólo a Alexia como enemiga, al contrario; tenía un montón de enemigos que podrían llenar una lista gigante que quizá rodearía todo el big-bang y sobrando… Bueno, quizá estaba exagerando, pero la lista sí que era larga y cualquiera de ellos podría estar queriendo quitarlo del camino y es que Vincent podía ser asquerosamente molesto incluso para quienes no estaba tratando de cazar directamente, muchos tan sólo lo querían fuera por su reputación sin siquiera haberle visto la cara una sola vez así que encontrar al que haya mandado a ese sicario era el equivalente a encontrar una aguja en un pajar. De hecho, no podía poner las manos al fuego de que se trataba de un sicario, pero era la opción más viable en un 99%, pues era de noche y nadie que quisiera matarlo y que lo conociera osaría, siquiera, aparecerse en su lugar de trabajo para acabar con su vida o para atacarlo, era lo más común que enviran sicarios a asesinar a distintas personas y pese a que Vincent era un don nadie en el mundo de la política y la fama, en el mundo del crimen sí que tenía nombre.

A este punto también muchos se preguntarían por qué diablos no llamaba refuerzos, por qué cojones no hacía que alguien apareciera. Las respuestas eran muy sencillas, la primera era que su oficina estaba asquerosamente reforzada del ruido y de la fuerza bruta; la razón de ello era que, teniendo en cuenta de que el azabache trabajaba de lunes a lunes, siendo asquerosamente difícil que se diera un descanso aunque a veces tenía que dárselo, lo demás no era un impedimento y por ello se refería a noches de luna llena o noches en donde tuviera la licantropía bastante descontrolada. Se había transformado otras veces en esa oficina y para no perturbar a los demás había mandado a reforzar la habitación y claro, aislarla del frío. Esa era una de las razones por las cuales los pocos guardias que habían, que no debían de ser más de dos o 3, no habían acudido a investigar qué ocurría en absoluto. No obstante, podía llamar refuerzos, no era como que su equipo no acudiera si él daba una alarma silenciosa, y eso se respondía sencillamente con la combinación de impulsividad y arrogancia. Vincent era de pique fácil, a veces respondía con violencia a la más mínima provocación y esa impulsividad combinada con un ligero toque de arrogancia, daban como resultado que quisiera lanzarse a los retos él solo. Él también quería pelear, quizá por eso el ambiente apestaba a sed de batalla.

― Creo que tú y yo vamos a empezar a hablar el mismo idioma ― Susurró. En un movimiento rápido salió de su escondite para, literalmente, hundir el puño en su propio escritorio. No importaba, ya luego compraría otro. El puño atravesó la madera, pero claro, su intención había sido querer atravesar el cuerpo del otro.
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por Laurent Ryder Miér Oct 17, 2018 6:17 am
Ante las palabras del otro no dijo absolutamente nada, al no saber en dónde se encontraba lo mejor era no hablar para no mostrar más de lo que el otro ya sabía, aunque su localización era obvia y lo sabía, razón por la que en lugar de hablar necesitaba moverse con rapidez, no le importaba lo que el otro dijera, claro que estaba atento a sus palabras, al sonido de su voz, de donde salía y donde estaba, aunque le estaba costando trabajo localizarlo, al parecer aquella oficina tenía demasiado trucos “bajo la manga” aunque claro, resultaba extraño decirlo de esa forma.
Se quedó sentado por un buen rato mientras estaba pensando, saco de los bolsillos de su pantalón algunas dagas cortas que solía usar para esos casos, necesitaba atacar a gran distancia, el problema era que no lograba localizarlo, así que estaba a ciegas, esperando que fuese el otro el que apareciera primero, por lo que coloco sus manos en el suelo generando un poco del rayo que su cuerpo poseía, transmitiéndolo como si fueran cables por todo el suelo del lugar, de esa forma podría sentir el movimiento que se generara en el suelo, solo le quedaba esperar, atacar a ciegas jamás había sido su estilo, según sus propias palabras sus oponentes siempre terminaban revelándose, especialmente alguien con el carácter de su contrincante.

Espero, aunque no tuvo que hacerlo por mucho tiempo, pues pronto pudo sentir las pisadas del otro que se acercaba, tenía que moverse rápido, no sabía que estaba por hacer, así que por suerte o lo que fuera se movió un poco justo cuando el otro hizo uso de su fuerza bruta para destruir el dichoso escritorio pero bien sabía que el golpe no iba dirigido solo al mueble, abriendo grandes los ojos cuando vio que la madera saltaba por todos lados al ser destrozada de un solo golpe.
Ya había investigado la fuerza bruta del otro, a diferencia de muchos que conocía con una fuerza similar, sabía perfectamente que la de Vincent era mil veces peor, más que nada porque había leído que el jefe criminalista era alguien demasiado fuerte, un hueso duro de roer y con gran resistencia. Si, era obvio que se había dado a la tarea de investigarlo todo lo posible, incluso investigo donde vivía y como se transportaba sin que el otro se diera cuenta, aunque tampoco le importaba si se había percatado de ello.

En un rápido movimiento tomo el brazo ajeno el que sobresalía de entre los escombros del escritorio regalándole una descarga al usar su poder para evitar que este reaccionara con rapidez y el pudiera hacer su movimiento, obligando al otro a seguirse de largo, cosa de usar su otra mano libre para golpear su espalda y pegarlo de golpe al suelo haciéndole una llave con el brazo que mantenía sujeto, para luego echar su peso encima del cuerpo ajeno al colocar una rodilla contra su espalda, de modo que ahora lo tenía completamente inmovilizado, colocando además la otra mano sobre su cabeza que mantenía puesta de lado y así evitar que hiciera cualquier movimiento.
¿Siempre tienes que hacer las cosas complicadas?― dijo acercando su rostro al oído ajeno mientras lo tenía sometido, suspiro un poco mientras alejaba el rostro pero mantenía su cuerpo encima del otro generando una leve electricidad que recorría el cuerpo ajeno, indicándole de ese modo que un movimiento en falso y la descarga aumentaría de golpe, lo que no sería bueno para ningún cuerpo recibir una descarga directa.

Porque no solo hablamos de forma civilizada…no entiendo porque la gente tiene que ser agresiva cuando uno sencillamente viene a hablar― hizo presión sobre el brazo al que le estaba haciendo la llave ―Y yo no miento…al menos no siempre, la verdad es que si traía una buena información para ti, algo que podría haberte hecho resolver el caso sin problema alguno, pero como al parecer no pretendes escuchar como seres civilizados que somos entonces supongo que no vale la pena siquiera decirla…aunque te daré un punto por tus sospechas…o al menos por hablar de la emboscada…porque hoy mismo tenía dos objetivos, darte información y también…deshacerme de ti… por desgracia una de mis misiones ya ha fallado ¿adivinas cuál?― dijo volviendo a acercarse a su oreja hablando en secreto, prácticamente en un susurro mientras lo mantenía sujeto.
Miro luego a su alrededor acabando de darse cuenta que nadie llegaba, pensó que estaría rodeado pronto del grupo de policías y demás que estuvieran ahí ―¿No llamaras a tus amigos para que te salven?― seguía mirando a su alrededor prácticamente a la espera de cualquier cosa que sucediera y volviendo en momentos la vista hacía el otro.
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