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[Flashback] Going out to the new world || Priv. Astartea Ramsay
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por Darjan Sa'r Ükhe Miér Jun 27, 2018 12:29 am
•Partner: Astartea Ramsay
•Lugar: Ulán Bator (Mongolia) — Residencia Ükhe
•Fecha: 26 de Junio del 2088
•Frase: No lo hacemos por el otro, sino por nosotros mismos.
•Otro dato: —
•Lugar: Ulán Bator (Mongolia) — Residencia Ükhe
•Fecha: 26 de Junio del 2088
•Frase: No lo hacemos por el otro, sino por nosotros mismos.
•Otro dato: —
Going out to the new world
Lo que se llama fama, eso que se conoce cómo poder, a lo que se le adjudica cual gloria, ¿qué es en realidad? Sólo son adjetivos puestos por aquellos que no los pueden alcanzar y envidian, o quien mismo dice de tenerlo lo llama de esta manera para llenar su ego. No tiene gracia, ya que después de todo sólo son un montón de palabras que poco interés tienen. Lo que uno consigue es lo que puede tener entre sus manos, sin importar cómo le digan los demás. Después de todo, qué es la felicidad sino una sensación residual tras haber hecho o conseguido algo que anhelábamos.
En pie en el pórtico de aquella mansión estaba aquel hombre de cabellos negros, quien sostenía un cigarrillo entre sus labios al tiempo que su ojo libre observaba hacía delante. Su futuro se estaba acercando por el camino a la entrada principal, desde el otro lado de las rejas podía ver cómo poco a poco una limusina rojo oscuro con su chofer contratado, se iba acercando por el camino que llegaba hasta su hogar. Ahí venía la mujer a la que en un tiempo debería desposar, pero ahora sólo sería momento para conocerse entre ellos.
Darjan, vestía un chaleco negro de cinco botones sobre una camisa blanca con los puños desabotonados a la altura de las muñecas. Un pantalón a juego con el chaleco, pero de traje y unos zapatos del mismo color. Aunque recibía a su futura prometida su vestimenta era bastante informal, no se había tomado la molestia de ponerse una corbata, sino que llevaba los primeros dos botones de su camisa desabrochados. Pero cómo buen anfitrión que le tocaría ser, estaba de pie frente a su hogar con la mano diestra en su bolsillo mientras la izquierda tomaba el cigarrillo de su boca para que este exhalará el humo.
Cuando el portón principal se abrió, el masculino aprovechó para apagar lo que fumaba en una maceta y arrojar la colilla al cenicero de mármol que custodiaba la puerta. Se llevó un puño a la boca carraspeando un poco mientras bajaba a paso lento las escaleras principales para recibir a su invitada. El bolsillo interno de su chaqueta la proporcionó una pastilla de menta que ayudaría con su aliento. Se acercó hasta la puerta del coche para abrirla, al tiempo que tendía una mano a la pasajera para ayudarla a salir del carro.
— Bienvenida, Astartea, es un placer verte en mis territorios. — Era cierto que esto era un formalismo, pero nada costaba poner una sonrisa para ser lo más agradable posible.
— Espero sea del mayor agrado tu estancia aquí, lo que precises me lo puedes pedir. —
El ojo del mongol se enfocó en los de ella. Un primer cruce de miradas lejos de su padre, de sus compañeros, de todos. Ahora era cuando se vería si tenían la madera para poder estar uno junto al otro. Este era el principio de un nuevo mundo.
En pie en el pórtico de aquella mansión estaba aquel hombre de cabellos negros, quien sostenía un cigarrillo entre sus labios al tiempo que su ojo libre observaba hacía delante. Su futuro se estaba acercando por el camino a la entrada principal, desde el otro lado de las rejas podía ver cómo poco a poco una limusina rojo oscuro con su chofer contratado, se iba acercando por el camino que llegaba hasta su hogar. Ahí venía la mujer a la que en un tiempo debería desposar, pero ahora sólo sería momento para conocerse entre ellos.
Darjan, vestía un chaleco negro de cinco botones sobre una camisa blanca con los puños desabotonados a la altura de las muñecas. Un pantalón a juego con el chaleco, pero de traje y unos zapatos del mismo color. Aunque recibía a su futura prometida su vestimenta era bastante informal, no se había tomado la molestia de ponerse una corbata, sino que llevaba los primeros dos botones de su camisa desabrochados. Pero cómo buen anfitrión que le tocaría ser, estaba de pie frente a su hogar con la mano diestra en su bolsillo mientras la izquierda tomaba el cigarrillo de su boca para que este exhalará el humo.
Cuando el portón principal se abrió, el masculino aprovechó para apagar lo que fumaba en una maceta y arrojar la colilla al cenicero de mármol que custodiaba la puerta. Se llevó un puño a la boca carraspeando un poco mientras bajaba a paso lento las escaleras principales para recibir a su invitada. El bolsillo interno de su chaqueta la proporcionó una pastilla de menta que ayudaría con su aliento. Se acercó hasta la puerta del coche para abrirla, al tiempo que tendía una mano a la pasajera para ayudarla a salir del carro.
— Bienvenida, Astartea, es un placer verte en mis territorios. — Era cierto que esto era un formalismo, pero nada costaba poner una sonrisa para ser lo más agradable posible.
— Espero sea del mayor agrado tu estancia aquí, lo que precises me lo puedes pedir. —
El ojo del mongol se enfocó en los de ella. Un primer cruce de miradas lejos de su padre, de sus compañeros, de todos. Ahora era cuando se vería si tenían la madera para poder estar uno junto al otro. Este era el principio de un nuevo mundo.
-Angel
Tumultus
Darjan Sa'r Ükhe
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Fecha de inscripción : 21/06/2018
por Astartea Ramsay Dom Jul 01, 2018 3:55 am
Going Out To The New World
Darjan-Mongolia- R. Ükhe
La vida era muy extraña, demasiado para la mujer que veía a través de la ventana los parajes naturales pasar en aquel coche en movimiento. Todo en su mundo estaba cambiando desde el momento que su familia decidió aquel absurdo convenio a su ver, pero entendía que era para la supervivencia de su especie,ya que lo que vaticinaban los grandes sabios no era nada color de rosa para el mundo, por lo que unirse con otros dragones aunque no fueran del mismo elemento, no era una mala idea aunque la gran mayoría prefería la soledad lo mejor ahora era estar unidos ¿no?. La joven dragona ese instante iba al encuentro con su "futuro prometido" una mera formalidad, dado que solo deseaban que se conocieran pero ya todo estaba arreglado nada de lo que sorprenderse, solo agradecía el tiempo que le daban para tratarlo y que todo no fuera tan forzado.
Un suspiro escapo de los rosados labios, nada valía darle vueltas al ausento, era algo que escapaba de sus manos, así que estaba resignada de su destino aunque no podría negar que a la vez le fastidiaba aquel hecho y toda la pantomima que tendría que desarrollar, cumpliría con hacer aquella visita. Conocería un poco aquel hombre al que le habían ofrecido su mano sin miramientos o concesiones ¿No podrían pensar que ya tenia alguien? parecía que no, su familia la conocía bastante bien, así que ¿Qué más podría hacer? simplemente nada, negarse o hacerse la rebelde no era una opción viable ni tampoco iba mucho con su forma de ser. La pelirroja era una persona de palabra naturalmente actuaria su papel como le correspondía, aparto la vista del camino. — Disculpe,¿Aun falta mucho?— pregunto al chófer que la recogió en el aeropuerto, ese hecho no la extrañó puesto mayormente siempre se enviaba a un sirviente por la visita esperada, solo le disgustaba que el Mongol no tuviera otra consideración de ir el mismo por ella.—No, señorita, no falta mucho ya casi llegamos.— anuncio señalando la zona residencial que entraron levemente alejado de la ciudad de Ulán Bator que a su parecer lucia mejor de lo que pensaba o esperaba de antemano.
Ante esa contestación, no dijo nada nada mas solo asintió para que la viera por el retrovisor. Tomo su celular revisando la hora, eran las 15: 10 horas, su vuelo demoro un poco mas de lo que pensó, sin tardarse demasiado comenzó a escribió un mensaje para informarle a su hermana y padre que llego bien y que pronto se reuniría con el señor Ükhe, al terminar de teclear volvió a guardar el aparato, en su bolso se acomodó ligeramente la ropa; la cual consistía en unos pantalones negros ceñidos a sus piernas y una blusa color vino de manga largas con escote en V holgada iba elegante pero a la vez sencilla, su cabello estaba recogido en moño algo desarreglado pero no es que le importarse demasiado, en realidad no iba maquillada, no fue apropósito solo, tendría que conocerla como era y eso incluía cero arreglo excesivo.
La residencia que quizás seria su hogar en un futuro se hizo visible mas pronto de lo que pensó. Gracias a sus ojos de dragón noto en la lejanía aquel hombre de porte recio y ataviado en ropajes tan oscuros como los propios acercarse hacia el auto, vaya parecía que su "enfrentamiento" seria realmente rápido, lo agradecía muy en el fondo. Tomo su bolsa y abrigo cuando le observo abrirle la puerta, noto la mano que le ofrecía aceptándola, así que salio de la limusina con cuidado, esbozo una sonrisa profesional. —Buenas tardes, gracias por invitarme a su hogar. — menciono con cortesía, noto por el rabillo del ojo como el chofer bajaba su equipaje bastante eficiente eso le gusto, luego enfoco toda su atención en su anfitrión, lo detallo a conciencia, no de forma descarada mas bien discreta, Astartea no podía negar que su futuro compañero no era para nada de mal ver, su voz tambien era aceptable, por lo menos su padre tuvo un buen ojo aunque todo eso era solo un negocio así que manos a la obra ¿no?
—Oh, eres muy amable, gracias por ahora solo desearía saber dónde me quedare y refrescarme, un poco , como sabrá el viaje fue un poco largo. — su tono de voz fue neutral y educado manteniendo la cordial sonrisa en sus labios, los orbes carmín se pasearon por la estancia mientras avanza a solo unos pasos delante del mayor, sinceramente la chica realmente le apetecía caminar un poco, estirar sus piernas. —Tiene una bonita residencia, por lo que puedo apreciar… pero lo que mas me gusto fueron sus jardines son hermosos, me recuerdan a mi hogar. — halago un poco solo para entablar una leve conversación.
Un suspiro escapo de los rosados labios, nada valía darle vueltas al ausento, era algo que escapaba de sus manos, así que estaba resignada de su destino aunque no podría negar que a la vez le fastidiaba aquel hecho y toda la pantomima que tendría que desarrollar, cumpliría con hacer aquella visita. Conocería un poco aquel hombre al que le habían ofrecido su mano sin miramientos o concesiones ¿No podrían pensar que ya tenia alguien? parecía que no, su familia la conocía bastante bien, así que ¿Qué más podría hacer? simplemente nada, negarse o hacerse la rebelde no era una opción viable ni tampoco iba mucho con su forma de ser. La pelirroja era una persona de palabra naturalmente actuaria su papel como le correspondía, aparto la vista del camino. — Disculpe,¿Aun falta mucho?— pregunto al chófer que la recogió en el aeropuerto, ese hecho no la extrañó puesto mayormente siempre se enviaba a un sirviente por la visita esperada, solo le disgustaba que el Mongol no tuviera otra consideración de ir el mismo por ella.—No, señorita, no falta mucho ya casi llegamos.— anuncio señalando la zona residencial que entraron levemente alejado de la ciudad de Ulán Bator que a su parecer lucia mejor de lo que pensaba o esperaba de antemano.
Ante esa contestación, no dijo nada nada mas solo asintió para que la viera por el retrovisor. Tomo su celular revisando la hora, eran las 15: 10 horas, su vuelo demoro un poco mas de lo que pensó, sin tardarse demasiado comenzó a escribió un mensaje para informarle a su hermana y padre que llego bien y que pronto se reuniría con el señor Ükhe, al terminar de teclear volvió a guardar el aparato, en su bolso se acomodó ligeramente la ropa; la cual consistía en unos pantalones negros ceñidos a sus piernas y una blusa color vino de manga largas con escote en V holgada iba elegante pero a la vez sencilla, su cabello estaba recogido en moño algo desarreglado pero no es que le importarse demasiado, en realidad no iba maquillada, no fue apropósito solo, tendría que conocerla como era y eso incluía cero arreglo excesivo.
La residencia que quizás seria su hogar en un futuro se hizo visible mas pronto de lo que pensó. Gracias a sus ojos de dragón noto en la lejanía aquel hombre de porte recio y ataviado en ropajes tan oscuros como los propios acercarse hacia el auto, vaya parecía que su "enfrentamiento" seria realmente rápido, lo agradecía muy en el fondo. Tomo su bolsa y abrigo cuando le observo abrirle la puerta, noto la mano que le ofrecía aceptándola, así que salio de la limusina con cuidado, esbozo una sonrisa profesional. —Buenas tardes, gracias por invitarme a su hogar. — menciono con cortesía, noto por el rabillo del ojo como el chofer bajaba su equipaje bastante eficiente eso le gusto, luego enfoco toda su atención en su anfitrión, lo detallo a conciencia, no de forma descarada mas bien discreta, Astartea no podía negar que su futuro compañero no era para nada de mal ver, su voz tambien era aceptable, por lo menos su padre tuvo un buen ojo aunque todo eso era solo un negocio así que manos a la obra ¿no?
—Oh, eres muy amable, gracias por ahora solo desearía saber dónde me quedare y refrescarme, un poco , como sabrá el viaje fue un poco largo. — su tono de voz fue neutral y educado manteniendo la cordial sonrisa en sus labios, los orbes carmín se pasearon por la estancia mientras avanza a solo unos pasos delante del mayor, sinceramente la chica realmente le apetecía caminar un poco, estirar sus piernas. —Tiene una bonita residencia, por lo que puedo apreciar… pero lo que mas me gusto fueron sus jardines son hermosos, me recuerdan a mi hogar. — halago un poco solo para entablar una leve conversación.
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Astartea Ramsay
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por Darjan Sa'r Ükhe Miér Jul 11, 2018 2:51 am
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•Lugar: Ulán Bator (Mongolia) — Residencia Ükhe
•Fecha: 26 de Junio del 2088
•Frase: No lo hacemos por el otro, sino por nosotros mismos.
•Otro dato: —
•Lugar: Ulán Bator (Mongolia) — Residencia Ükhe
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•Otro dato: —
Going out to the new world
Había que reconocer, la vista de quien sería su prometida era bastante agradable ante sus ojos. No costó mucho ser amigable con ella y ayudarle a bajar del carro. Después de todo siempre era bueno un poco de caballerosidad y amabilidad en el ritual de cortejo, una costumbre de las especies cercanas a los humanos, pero divertida.
La sonrisa en sus labios no desapareció por nada, tan sólo se mantuvo allí. Suave, cautivadora, buscando dar ese toque de misterio a ojos de su compañera. Claro que no dejó pasar la oportunidad cuando se le presentó; los labios del dragón se posaron en el dorso de la mano contraría cuando le ayudó con el descenso. Un simple roce a modo de cortesía, seguido a una mirada directa a la cara de ella y su bello rostro. Un cruce del iris dorado contra los escarlatas de la contraria, quien sabe que saldría de ahí, siquiera sabía si ella se tomaría de buenas maneras el atrevimiento tomado por su anfitrión, pero ya hablarían de eso a su debido momento. Ahora se centró en oír sus pedidos y halagos a su vivienda, territorios y... bueno ahí quedó.
— No hay nada que agradecer, es lo menos que puedo hacer en la situación en la que estamos. Lejos de todas las formalidades, conocernos un poco tú y yo es algo lógico, ¿O no? — Agregó lo último forzando un poco más su sonrisa, acción de apenas medio segundo para luego regresar a lo habitual. — Te acompaño en una pequeña caminata, ¿me concedes el honor? —
Ofreció su brazo a la menor para que esta le tomará, así poder dar un pequeño paseo los dos. Claro que ella había pedido donde refrescarse, pero poco a poco le enseñaría las comodidades que su hogar podía ofrecer, todas ellas. De momento el saberse algún detalle más de ella le resultaba más importante, a fin de cuentas tenía que convivir con ella, y no quería sospechar que su invitada era una asesina entrenada para seducirlo y rebanarle la garganta cuando estuvieran en la cama. Desconfiado cómo el sólo, el dragón, era del tipo de hombres que siempre pensaba que aquellos que se acercaban por algún motivo a él, sólo pretendían tirarle de mano al bolsillo...no importaba el método que tuvieran que aplicar para ello. Además, el padre de esa chica no era famoso precisamente por sus escrúpulos. Así que antes de formular una opinión de su hija iba a conocerla, desde el minuto uno.
— Muchísimas gracias, me alegra sean de tu agrado. Después de todo, son pocos aquellos que disfrutan de la visión que ofrece el territorio nevado de este hermoso país. — Le había resultado extraño lo que dijo que le recordaba su tierra natal, pero no comentó nada. — Puedo enseñarte las piscinas de aguas termales que hay aquí, son naturales así que seguro te agradaran. El problema que a veces bajan los monos de montaña a bañarse en ellas, pero el calor del agua mata las pulgas antes que se te peguen, nada de qué preocuparse. — Descargó un crudo y mal chiste, sólo para saber la reacción de su compañera en aquel momento.
Mientras hablaba se la iba llevando en recorrido por los campos de tiro, luego los establos, y más allá las aguas termales que había profesado antes. Por eso le gustó ese punto para hacer de base para su hogar, tenía espacio para construir lo que quisiera, y aun así estaría cerca de las hermosas montañas nevadas que tanto gusto le daban al pasear y pensar.
— No te haces una idea de lo bellas que son las montañas en las noches de tormenta cuando los relámpagos las iluminan, son imágenes casi afrodisiacas. — Palabras dichas con un gesto de mordida al aire en forma de juego. Pero sería buena recuperar un poco de seriedad y no mostrarse cómo un tonto todo el tiempo. Sólo estaba probando a su invitada. — Pero no me has dicho aún si puedo ofrecerte algo de tomar; té, café, cerveza, soda, tú dime. Incluso tenemos jugo de mango traído del caribe. —
Sí era demasiado probador y ella era una asesina levantaría sospechas, pero lo mejor en ese momento iba a estar en alternar entre tonterías y seriedad, sólo para mantener un perfil descuidado. Dar impresión de que estaba despreocupado y con la guardia baja, por muy hermosa que era Astartea... era difícil no bajar la guardia ante una mujer de sus atributos.
La sonrisa en sus labios no desapareció por nada, tan sólo se mantuvo allí. Suave, cautivadora, buscando dar ese toque de misterio a ojos de su compañera. Claro que no dejó pasar la oportunidad cuando se le presentó; los labios del dragón se posaron en el dorso de la mano contraría cuando le ayudó con el descenso. Un simple roce a modo de cortesía, seguido a una mirada directa a la cara de ella y su bello rostro. Un cruce del iris dorado contra los escarlatas de la contraria, quien sabe que saldría de ahí, siquiera sabía si ella se tomaría de buenas maneras el atrevimiento tomado por su anfitrión, pero ya hablarían de eso a su debido momento. Ahora se centró en oír sus pedidos y halagos a su vivienda, territorios y... bueno ahí quedó.
— No hay nada que agradecer, es lo menos que puedo hacer en la situación en la que estamos. Lejos de todas las formalidades, conocernos un poco tú y yo es algo lógico, ¿O no? — Agregó lo último forzando un poco más su sonrisa, acción de apenas medio segundo para luego regresar a lo habitual. — Te acompaño en una pequeña caminata, ¿me concedes el honor? —
Ofreció su brazo a la menor para que esta le tomará, así poder dar un pequeño paseo los dos. Claro que ella había pedido donde refrescarse, pero poco a poco le enseñaría las comodidades que su hogar podía ofrecer, todas ellas. De momento el saberse algún detalle más de ella le resultaba más importante, a fin de cuentas tenía que convivir con ella, y no quería sospechar que su invitada era una asesina entrenada para seducirlo y rebanarle la garganta cuando estuvieran en la cama. Desconfiado cómo el sólo, el dragón, era del tipo de hombres que siempre pensaba que aquellos que se acercaban por algún motivo a él, sólo pretendían tirarle de mano al bolsillo...no importaba el método que tuvieran que aplicar para ello. Además, el padre de esa chica no era famoso precisamente por sus escrúpulos. Así que antes de formular una opinión de su hija iba a conocerla, desde el minuto uno.
— Muchísimas gracias, me alegra sean de tu agrado. Después de todo, son pocos aquellos que disfrutan de la visión que ofrece el territorio nevado de este hermoso país. — Le había resultado extraño lo que dijo que le recordaba su tierra natal, pero no comentó nada. — Puedo enseñarte las piscinas de aguas termales que hay aquí, son naturales así que seguro te agradaran. El problema que a veces bajan los monos de montaña a bañarse en ellas, pero el calor del agua mata las pulgas antes que se te peguen, nada de qué preocuparse. — Descargó un crudo y mal chiste, sólo para saber la reacción de su compañera en aquel momento.
Mientras hablaba se la iba llevando en recorrido por los campos de tiro, luego los establos, y más allá las aguas termales que había profesado antes. Por eso le gustó ese punto para hacer de base para su hogar, tenía espacio para construir lo que quisiera, y aun así estaría cerca de las hermosas montañas nevadas que tanto gusto le daban al pasear y pensar.
— No te haces una idea de lo bellas que son las montañas en las noches de tormenta cuando los relámpagos las iluminan, son imágenes casi afrodisiacas. — Palabras dichas con un gesto de mordida al aire en forma de juego. Pero sería buena recuperar un poco de seriedad y no mostrarse cómo un tonto todo el tiempo. Sólo estaba probando a su invitada. — Pero no me has dicho aún si puedo ofrecerte algo de tomar; té, café, cerveza, soda, tú dime. Incluso tenemos jugo de mango traído del caribe. —
Sí era demasiado probador y ella era una asesina levantaría sospechas, pero lo mejor en ese momento iba a estar en alternar entre tonterías y seriedad, sólo para mantener un perfil descuidado. Dar impresión de que estaba despreocupado y con la guardia baja, por muy hermosa que era Astartea... era difícil no bajar la guardia ante una mujer de sus atributos.
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