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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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Revelaciones | Priv.
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por Lucile Isabey Sáb Jul 14, 2018 1:39 am
Revelaciones
con Evelyn Laforet
Finalmente. Hoy era el día.
Lucielle se encontraba sentada en una superficie pastosa, una especie de pendiente elevada donde sus piernas quedaban colgando a varios metros del suelo, por no decir una distancia considerable para caerse y terminar con su corta vida. Y, aunque era una opción bastante considerable, no dejaría a una persona plantada. Más siendo una persona muy importante, a la cual en unos momentos le confesaría...todo, si esa palabra llegara a resumir su libro. Nunca creyó que en algún momento de su vida conocería a alguien con quien forjara una confianza fuerte, además de una amistad de esas que se dan por extintas. Pero sí, Evelyn la hacía sentir “libre”. Y, por primera vez en su vida, no había cabida para que el miedo entrara. No llegó a tocar el tema de su vida personal, porque no sabía por dónde empezar, si desde que nació, o desde que llegó a Elysium. Tampoco sabía cómo reaccionaría ella, y ese era el mayor problema.
¿Qué la motivó a hablar de una buena vez?
Nada. O podría decirse el tiempo mismo. Solo pensó “ahora sí”, y le pidió reunirse para tratar un tema serio. Ahí estaba, entrelazando sus dedos con nerviosismo, formulando una y otra vez las frases que diría. En cuestión de minutos llegaría Eve, y ese momento marcaría un antes y después, porque era consciente que, lo que vendría después, cambiaría en gran parte su vida. No estaba exagerando, para poder avanzar debía librarse de su pasado, y la mejor forma era contárselo a alguien. Pensó también que, además de hablar, debía mostrarle “eso” que llevaba consigo, lo que causaba en gran parte el rechazo a quererse a sí misma y mantenerla distanciada de los demás. Claro que no evitó pensar a la vez si su amiga cargaba otro tipo de problemas. Conocía muy poco de ella íntimamente, podía ser una buena oportunidad para que no hablara solamente de su vida.
Esbozó una sonrisa más grande, era extraño de explicar, pero le pareció que el alma le regresó al cuerpo, permitiéndole volver otra vez a la vida, admirando al jardín en todo su esplendor, con colores vivos y radiantes, y una luz que imita la sensación de un abrazo.
Lucielle se encontraba sentada en una superficie pastosa, una especie de pendiente elevada donde sus piernas quedaban colgando a varios metros del suelo, por no decir una distancia considerable para caerse y terminar con su corta vida. Y, aunque era una opción bastante considerable, no dejaría a una persona plantada. Más siendo una persona muy importante, a la cual en unos momentos le confesaría...todo, si esa palabra llegara a resumir su libro. Nunca creyó que en algún momento de su vida conocería a alguien con quien forjara una confianza fuerte, además de una amistad de esas que se dan por extintas. Pero sí, Evelyn la hacía sentir “libre”. Y, por primera vez en su vida, no había cabida para que el miedo entrara. No llegó a tocar el tema de su vida personal, porque no sabía por dónde empezar, si desde que nació, o desde que llegó a Elysium. Tampoco sabía cómo reaccionaría ella, y ese era el mayor problema.
¿Qué la motivó a hablar de una buena vez?
Nada. O podría decirse el tiempo mismo. Solo pensó “ahora sí”, y le pidió reunirse para tratar un tema serio. Ahí estaba, entrelazando sus dedos con nerviosismo, formulando una y otra vez las frases que diría. En cuestión de minutos llegaría Eve, y ese momento marcaría un antes y después, porque era consciente que, lo que vendría después, cambiaría en gran parte su vida. No estaba exagerando, para poder avanzar debía librarse de su pasado, y la mejor forma era contárselo a alguien. Pensó también que, además de hablar, debía mostrarle “eso” que llevaba consigo, lo que causaba en gran parte el rechazo a quererse a sí misma y mantenerla distanciada de los demás. Claro que no evitó pensar a la vez si su amiga cargaba otro tipo de problemas. Conocía muy poco de ella íntimamente, podía ser una buena oportunidad para que no hablara solamente de su vida.
Esbozó una sonrisa más grande, era extraño de explicar, pero le pareció que el alma le regresó al cuerpo, permitiéndole volver otra vez a la vida, admirando al jardín en todo su esplendor, con colores vivos y radiantes, y una luz que imita la sensación de un abrazo.
Praesidium
Lucile Isabey
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Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 09/07/2018
por Evelyn Laforet Dom Jul 15, 2018 4:52 am
Se sentó sobre el colchón de su cama con molestia, mirando la solitaria habitación que la rodeaba con desdén, casi echándole la culpa de toda la situación. Había sido otra larga noche sin dormir; ya no recuerda la última vez que lo hizo y mucho menos se explicaba esa sensación constante de "medio día en el cuerpo". No había cansancio, no habían ojeras, no había hambre, no calor, no frío, no había nada. Esa semana estaba segura que se había parado de esa colcha todos los malditos días con el mismo pensamiento: el de ser un objeto puesto en un aparador. Cerró los ojos con fuerza mientras negaba, ¡Pero que tontería!, pensar en fatalidades solo le arruinaría más el día... y si ya nadie la aguantaba normalmente seguro ahora reunirían firmas para colgarla en la plaza pública.
Se levantó, bañó y vistió. Trató de desayunar como la gente normal pero el sabor de lo que probaba aún le parecía insípido, ¿Tendía algún problema en las papilas gustativas?, ¿Se había quemado la lengua recientemente?, conclusión sacada solamente de esas memorias infantiles desagradables, traumas que marcan y sirven como guía para futuras acciones. Llegó incluso a tomar la libreta donde anotaba cosas importantes para ver si tenía algo relacionado, pero nada, se revisó hasta los brazos en busca de trazos de tinta. Limpios, puros. Tal vez, solo tal vez, había olvidado anotarlo. Maldijo su estúpida falta de memoria, un mantra usual dada su situación de "pez Dory". Oh dios, ¿Por qué simplemente no se moría y ya?, ojalá tuviera algo de internet para googlear un método rápido de suicidio que no incluyera píldoras, veneno o conseguirse un arma.
Se rió de sí misma antes de suspirar con pesadez; menos mal había tomado la libreta pues de lo contrario se hubiera pasado el día gruñendo en casa como la rata rabiosa que era y ni siquiera hubiera recordado la cita programada para ese día. Ladeó un poco la cabeza hacia el costado, analizando las simples palabras escritas con tinta roja.
"Lu quiere que hablemos
Lugar: xx
Hora: xx"
Era curioso, demasiado para ella, que hubiera hecho una especie de "amiga" en ese sitio. No le era fácil recordar cosas durante mucho tiempo, mucho menos cuando en la peor de las situaciones olvidaba estupideces tan simples como el abrocharse las agujetas, pero aquella jovencita sin duda era algo diferente. Y no, Evelyn no era sentimental y tampoco lo estaba siendo en ese momento, ¿Acaso quieres morir?, ¿Tener gusanos dentro de tus zapatos?, ni se te ocurra insinuarlo mientras ella está presente. Laforet es una persona arisca, aunque tiene sus dudas pertinentes si esto aumentó cuando llegó a ese lugar o siempre fue así; acostumbrada a que las personas que le conocían solo se acercaran a ella para cosas puntuales -cosa que agradecía enormemente pues perder el tiempo no es un chiste para ella- y se largaran en cuanto terminaban, vio con algo de particularidad esta "nueva interacción social". Lucielle no le desagradaba del todo, es más, la encontraba hasta cierto punto parecida a sí misma. Díganle demente, asumiendo cosas sin siquiera conocer realmente a las personas que le rodean, quizá hasta pecaba de tonta inocente. Que la parta un rayo, por suerte no había dicho esas trivialidades en voz alta, seguro se sonroja.
Ja.
La verdad de las cosas, Lucille era como una pequeña válvula de escape para su odio y rencor personal. Jamás había llegado a decirle mucho sobre ella misma, menos de sus reales problemas o dudas con respecto a todo lo que era ella; seguramente para la jovencita, Laforet era como ese easter egg de los vídeojuegos con sus secretillos bien guardados. Solo bromear con tonterías pop, quejarse de algunos estúpidos o parecer deprimida en algunas situaciones puntuales no podían evidenciar todo el contexto que envolvía la figura de Evelyn, ¿Para qué?, eran sus problemas, no tenía confianza de contarlos... sería como mostrar una debilidad y que vinieran directo a por ella para clavarle una lanza. Totalmente desagradable. ¿A quien le gustaría ser el blanco?, a ella seguramente, en el caso de ser voluntaria a querer morirse primero, pero la cosa se desviaba a que le hicieran la vida imposible luego de que liberara al mundo sus preocupaciones. Ese era un camino con piedras muy feo, no, ni loca pasaba por ahí.
Fue por un bolso café, a por sus zapatos oscuros y dos barras de chocolate más su compañera de siempre, la libreta de tapa azul. Metió todo dentro y partió al lugar de encuentro sin mucha motivación, más que nada porque aún no encontraba las respuestas a sus preguntas, a su sentido de vivir y todo lo demás. ¿Y ella decía que tenía más de 20?, que chiste, la adolescencia claramente se le atrasó bastante.
"¿Qué bicho te picó ahora?"
Llegando al lugar acordado no tuvo reparos en atacarla con una barra de chocolate en la espalda, picándola un par de veces para que aceptara la ofrenda de "vamos a tener una charla incómoda, ya lo intuí, necesito tener la boca llena con algo aunque me sepa a arena húmeda". Lo gracioso es que, hace unos pocos minutos, estuvo parada tras Lu a una distancia ridícula tratando de reconocerla mientras ponía una mueca de concentración muy extraña. Y aunque su rostro se viera serio en ese minuto, en su interior comenzó a revolotear esa sensación de intranquilidad... ¿La olvidaría algún día?, ¿Simplemente las conversaciones que habían tenido hasta ahora se irían al tacho de la basura de la noche a la mañana como ya había ocurrido antes con otras personas?, era triste y frustrante. ¿Pero que rayos le pasaba?, cerró los ojos y negó levemente, tomando asiento tras ella. ¿Es que acaso lo de no poder dormir otra vez le había afectado más de lo normal?
"¿Sabes?, me hubiese quedado en casa sola haciendo nada y odiando al resto de la humanidad, pero ya que vine espero que sea algo bueno o te juro que..." hizo una pausa antes de mirarla, no sabía bien como continuar la conversación. Suspiró, estaba siendo demasiado agresiva, seguro le preguntaría si le ocurría algo "Te lo perdono esta vez porque el lugar es agradable"
Que buena forma de arreglar las cosas, desviando la atención hacia otras.
Se levantó, bañó y vistió. Trató de desayunar como la gente normal pero el sabor de lo que probaba aún le parecía insípido, ¿Tendía algún problema en las papilas gustativas?, ¿Se había quemado la lengua recientemente?, conclusión sacada solamente de esas memorias infantiles desagradables, traumas que marcan y sirven como guía para futuras acciones. Llegó incluso a tomar la libreta donde anotaba cosas importantes para ver si tenía algo relacionado, pero nada, se revisó hasta los brazos en busca de trazos de tinta. Limpios, puros. Tal vez, solo tal vez, había olvidado anotarlo. Maldijo su estúpida falta de memoria, un mantra usual dada su situación de "pez Dory". Oh dios, ¿Por qué simplemente no se moría y ya?, ojalá tuviera algo de internet para googlear un método rápido de suicidio que no incluyera píldoras, veneno o conseguirse un arma.
Se rió de sí misma antes de suspirar con pesadez; menos mal había tomado la libreta pues de lo contrario se hubiera pasado el día gruñendo en casa como la rata rabiosa que era y ni siquiera hubiera recordado la cita programada para ese día. Ladeó un poco la cabeza hacia el costado, analizando las simples palabras escritas con tinta roja.
"Lu quiere que hablemos
Lugar: xx
Hora: xx"
Era curioso, demasiado para ella, que hubiera hecho una especie de "amiga" en ese sitio. No le era fácil recordar cosas durante mucho tiempo, mucho menos cuando en la peor de las situaciones olvidaba estupideces tan simples como el abrocharse las agujetas, pero aquella jovencita sin duda era algo diferente. Y no, Evelyn no era sentimental y tampoco lo estaba siendo en ese momento, ¿Acaso quieres morir?, ¿Tener gusanos dentro de tus zapatos?, ni se te ocurra insinuarlo mientras ella está presente. Laforet es una persona arisca, aunque tiene sus dudas pertinentes si esto aumentó cuando llegó a ese lugar o siempre fue así; acostumbrada a que las personas que le conocían solo se acercaran a ella para cosas puntuales -cosa que agradecía enormemente pues perder el tiempo no es un chiste para ella- y se largaran en cuanto terminaban, vio con algo de particularidad esta "nueva interacción social". Lucielle no le desagradaba del todo, es más, la encontraba hasta cierto punto parecida a sí misma. Díganle demente, asumiendo cosas sin siquiera conocer realmente a las personas que le rodean, quizá hasta pecaba de tonta inocente. Que la parta un rayo, por suerte no había dicho esas trivialidades en voz alta, seguro se sonroja.
Ja.
La verdad de las cosas, Lucille era como una pequeña válvula de escape para su odio y rencor personal. Jamás había llegado a decirle mucho sobre ella misma, menos de sus reales problemas o dudas con respecto a todo lo que era ella; seguramente para la jovencita, Laforet era como ese easter egg de los vídeojuegos con sus secretillos bien guardados. Solo bromear con tonterías pop, quejarse de algunos estúpidos o parecer deprimida en algunas situaciones puntuales no podían evidenciar todo el contexto que envolvía la figura de Evelyn, ¿Para qué?, eran sus problemas, no tenía confianza de contarlos... sería como mostrar una debilidad y que vinieran directo a por ella para clavarle una lanza. Totalmente desagradable. ¿A quien le gustaría ser el blanco?, a ella seguramente, en el caso de ser voluntaria a querer morirse primero, pero la cosa se desviaba a que le hicieran la vida imposible luego de que liberara al mundo sus preocupaciones. Ese era un camino con piedras muy feo, no, ni loca pasaba por ahí.
Fue por un bolso café, a por sus zapatos oscuros y dos barras de chocolate más su compañera de siempre, la libreta de tapa azul. Metió todo dentro y partió al lugar de encuentro sin mucha motivación, más que nada porque aún no encontraba las respuestas a sus preguntas, a su sentido de vivir y todo lo demás. ¿Y ella decía que tenía más de 20?, que chiste, la adolescencia claramente se le atrasó bastante.
"¿Qué bicho te picó ahora?"
Llegando al lugar acordado no tuvo reparos en atacarla con una barra de chocolate en la espalda, picándola un par de veces para que aceptara la ofrenda de "vamos a tener una charla incómoda, ya lo intuí, necesito tener la boca llena con algo aunque me sepa a arena húmeda". Lo gracioso es que, hace unos pocos minutos, estuvo parada tras Lu a una distancia ridícula tratando de reconocerla mientras ponía una mueca de concentración muy extraña. Y aunque su rostro se viera serio en ese minuto, en su interior comenzó a revolotear esa sensación de intranquilidad... ¿La olvidaría algún día?, ¿Simplemente las conversaciones que habían tenido hasta ahora se irían al tacho de la basura de la noche a la mañana como ya había ocurrido antes con otras personas?, era triste y frustrante. ¿Pero que rayos le pasaba?, cerró los ojos y negó levemente, tomando asiento tras ella. ¿Es que acaso lo de no poder dormir otra vez le había afectado más de lo normal?
"¿Sabes?, me hubiese quedado en casa sola haciendo nada y odiando al resto de la humanidad, pero ya que vine espero que sea algo bueno o te juro que..." hizo una pausa antes de mirarla, no sabía bien como continuar la conversación. Suspiró, estaba siendo demasiado agresiva, seguro le preguntaría si le ocurría algo "Te lo perdono esta vez porque el lugar es agradable"
Que buena forma de arreglar las cosas, desviando la atención hacia otras.
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