Estación
Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
links rápidos
✧ reglamento✧ libro de firmas✧ historia✧ ambientación✧ escenarios✧ razas✧ grupos✧ alineaciones✧ modelo de ficha✧ personajes canon✧ petición de canon✧ físicos ocupados✧ reservas✧ ajustes de cuenta✧ gestión de temas✧ ausencias✧ recuperar color✧ eliminar cuenta✧ quejas, dudas y sugerencias
Conectarse
¿Quién está en línea?
En total hay 39 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 39 Invitados
Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 369 durante el Miér Oct 30, 2024 6:02 pm
Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 369 durante el Miér Oct 30, 2024 6:02 pm
Últimos temas
últimos temas
Créditos
Skin diseñada exclusivamente por el staff de Lost Garden para su uso exclusivo en el foro. Prohibida su copia, cualquier forma de plagio, sea total o parcial, será severamente castigada. Agradecimientos especiales a Dixinmortal y Asistencia Foroactivo por los tutoriales utilizados para la creación de esta skin. Las imágenes utilizadas en las categorías pertenecen en su totalidad a la artista Sakimichan, únicamente editadas para su implementación en el foro. Los personajes e historias que aquí se albergan son de la autoría de sus usuarios, quienes le dan vida a este proyecto, muchísimas gracias a todos por su paciencia.
Remember | Priv.
Lost Garden :: ✧ Elysium :: Oblivion :: Centro de la ciudad
Página 1 de 1. • Comparte
por Vangelis Miér Jun 20, 2018 5:04 pm
El humo me nubla la vista tras la primera pitada, como una nívea cortina que obstruye la visión y luego se disipa en el aire, dando paso a la imagen del Hospital General de Elysium. El gigantesco edificio de paredes blancas, de arquitectura simple pero llamativa, parece exudar energía. Allí muchos mortales llegan a despedirse de su vida, luego caen al Hades y los recibo para iniciar su juicio. Podría decirse que soy empleado de este lugar, o al contrario, que todos allí dentro trabajan para mí. Pero la muerte no es un negocio.
—Veamos… ugh, más te vale ser quien creo que eres —Apago el cigarrillo en la pared contra la que estoy apoyado, y luego tiro la coletilla hacia el cesto más cercano, usando mis dedos índice y pulgar a modo de catapulta. Fallo, pero el papel termina dentro del cesto igualmente. Un niño es testigo de mi pequeño truco, así que lo miró, le pido que me guarde el secreto cubriéndome los labios con el índice de la mano, y desaparezco del lugar. Esto de ser un dios tiene sus ventajas.
Aparezco nuevamente ya en la entrada del hospital; nadie me ve llegar. Para cuando los guardias que custodian la entrada reparan en mi presencia, se encuentran con la imagen de un hombre herido, con un corte diagonal sangrante que le cruza el torso de hombro a cadera. No hace falta que articule palabra: me hacen pasar.
—¡Una camilla, rápido! ¡Tenemos un herido de gravedad! —Exclama uno de ellos, en tanto el otro me ayuda a ingresar. Finjo no ser capaz de caminar por mi cuenta, me muestro pálido por la pérdida de sangre, y me facilitan una camilla. Los guardias empujan de ella por el pasillo, me dirigen directamente hacia urgencias. En tanto voy atravesando el pasillo me fijo en otros pacientes, a los que puedo ver debido a que las puertas de sus habitaciones están abiertas. Hay un niño entre todos ellos, y puedo verlo: su vida se apaga, pero sonríe. Sus padres están rezando, uno de ellos reza a Hades para que tenga compasión por su niño…
— Δεν είναι ακόμα ο χρόνος σας —murmuro. El niño parece escucharme, voltea en el momento justo para verme pasar junto a su puerta, y parece escuchar también el chasquido de mis dedos. Ese chico no morirá todavía.
—¡¿Qué dice?! ¡El paciente delira! —Uno de los guardias se desespera. Lo miro y le indico que guarde silencio, tal y como hice con el muchachito de fuera. Luego dejo que me lleven a la habitación donde me atenderán, suturarán la herida y demás, aunque ya ni siquiera sangro. No me interesa recibir atención médica, lo que necesito es que me deriven con la medica que quiero encontrarme. Desde su llegada a la isla supe que de algún lado la conocía, su alma me sonaba y tenía peso en mi memoria, aunque todavía no supiera reconocerla por completo. Estaba cerca de recordarla, sólo necesitaba verla cara a cara y daría con el eslabón faltante de la cadena.
—Veamos… ugh, más te vale ser quien creo que eres —Apago el cigarrillo en la pared contra la que estoy apoyado, y luego tiro la coletilla hacia el cesto más cercano, usando mis dedos índice y pulgar a modo de catapulta. Fallo, pero el papel termina dentro del cesto igualmente. Un niño es testigo de mi pequeño truco, así que lo miró, le pido que me guarde el secreto cubriéndome los labios con el índice de la mano, y desaparezco del lugar. Esto de ser un dios tiene sus ventajas.
Aparezco nuevamente ya en la entrada del hospital; nadie me ve llegar. Para cuando los guardias que custodian la entrada reparan en mi presencia, se encuentran con la imagen de un hombre herido, con un corte diagonal sangrante que le cruza el torso de hombro a cadera. No hace falta que articule palabra: me hacen pasar.
—¡Una camilla, rápido! ¡Tenemos un herido de gravedad! —Exclama uno de ellos, en tanto el otro me ayuda a ingresar. Finjo no ser capaz de caminar por mi cuenta, me muestro pálido por la pérdida de sangre, y me facilitan una camilla. Los guardias empujan de ella por el pasillo, me dirigen directamente hacia urgencias. En tanto voy atravesando el pasillo me fijo en otros pacientes, a los que puedo ver debido a que las puertas de sus habitaciones están abiertas. Hay un niño entre todos ellos, y puedo verlo: su vida se apaga, pero sonríe. Sus padres están rezando, uno de ellos reza a Hades para que tenga compasión por su niño…
— Δεν είναι ακόμα ο χρόνος σας —murmuro. El niño parece escucharme, voltea en el momento justo para verme pasar junto a su puerta, y parece escuchar también el chasquido de mis dedos. Ese chico no morirá todavía.
—¡¿Qué dice?! ¡El paciente delira! —Uno de los guardias se desespera. Lo miro y le indico que guarde silencio, tal y como hice con el muchachito de fuera. Luego dejo que me lleven a la habitación donde me atenderán, suturarán la herida y demás, aunque ya ni siquiera sangro. No me interesa recibir atención médica, lo que necesito es que me deriven con la medica que quiero encontrarme. Desde su llegada a la isla supe que de algún lado la conocía, su alma me sonaba y tenía peso en mi memoria, aunque todavía no supiera reconocerla por completo. Estaba cerca de recordarla, sólo necesitaba verla cara a cara y daría con el eslabón faltante de la cadena.
Judicium
Vangelis
150x150 (Sólo posts) :
Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 19/06/2018
por Arya E. Mnemosyne Sáb Jun 30, 2018 8:45 pm
Los ve correr de un lado a otro, médicos, enfermeras, y pacientes que luchan por sus vidas día con dia, así sea solamente un resfriado el que les aqueja. La sonrisa de Arya no se apaga por ningún motivo, incluso cuando ve la muerte frente a frente, siempre es ella quien intenta por todos los medios rescatar a quienes quedan en sus manos. Claro, es natural que de vez en cuando no tenga precisamente el poder de salvarlos a todos, de evitar que una fuerza superior los reclame, incluso pasando por encima de sus buenos deseos y sus esfuerzos por evitar un final de ese tipo.
Ésta vez, en medio de su trabajo, supuso que no sería un día tranquilo, pues tan pronto se dio cuenta de ello, informes sobre un nuevo paciente llegaban a sus manos, pidiéndole casi al instante que se encargase de ello, darle la atención que necesitaba lo más rápido posible o de lo contrario ocurriría ahí alguna desgracia. Desde luego, Arya se movió lo más rápido que pudo para atender el asunto, siendo llevada a la sala donde aquel hombre reposaba, con una aparente herida de gravedad, y que por supuesto causó un pequeño temblor de sus manos al momento de observarla a detalle.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó a una enfermera que estaba ahí presente mientras revisaba los signos vitales de su paciente, claramente preocupada.
Le fue explicada la situación lo más rápido posible, con lujo de detalles por supuesto, y no tardó en buscar la solución para lo que acontecía. Aunque el paciente ya no sangraba, a Arya le preocupaba bastante su estado, especialmente aquella enorme herida. La ropa le fue retirada lo más rápido posible, y aquella abertura pronto comenzó a ser desinfectada mientras ella buscaba los utensilios para suturar, procurando ser en extremo cuidadosa, pero veloz al hacerlo.
—Estarás bien, ¿de acuerdo? ¿Puedes decirme tu nombre? —preguntó al terminar de prepararse y centrar toda su atención en suturar la herida. No obstante, en un instante, Arya fijó la vista en la de aquel hombre, y un terrible escalofrío le invadió la espalda, casi obligándole a soltar los utensilios con los que estaba trabajando, una sensación agobiante, poderosa, algo que desde luego le jugó en contra.
Vio algo en él, algo que por supuesto provocó en ella una presión extraña en el pecho, como si esa misma mirada la hubiese tenido al frente antes, juzgándole de la manera más cruel y fría posible. Sólo en sus más terribles pesadillas podría haber tenido la mala suerte de toparse con algo así, la sensación de no poder respirar con tranquilidad, como si algo le estuviese rodeando el cuello en busca de asfixiarle. Consiguió recomponerse, al menos lo suficiente para continuar con su trabajo, incluso aunque se notaba en su mirar no sólo los nervios, sino el terror inexplicable que se apoderó de su cuerpo. Incluso aunque sus manos ya no temblaban, sí que su alma lo había hecho.
Ésta vez, en medio de su trabajo, supuso que no sería un día tranquilo, pues tan pronto se dio cuenta de ello, informes sobre un nuevo paciente llegaban a sus manos, pidiéndole casi al instante que se encargase de ello, darle la atención que necesitaba lo más rápido posible o de lo contrario ocurriría ahí alguna desgracia. Desde luego, Arya se movió lo más rápido que pudo para atender el asunto, siendo llevada a la sala donde aquel hombre reposaba, con una aparente herida de gravedad, y que por supuesto causó un pequeño temblor de sus manos al momento de observarla a detalle.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó a una enfermera que estaba ahí presente mientras revisaba los signos vitales de su paciente, claramente preocupada.
Le fue explicada la situación lo más rápido posible, con lujo de detalles por supuesto, y no tardó en buscar la solución para lo que acontecía. Aunque el paciente ya no sangraba, a Arya le preocupaba bastante su estado, especialmente aquella enorme herida. La ropa le fue retirada lo más rápido posible, y aquella abertura pronto comenzó a ser desinfectada mientras ella buscaba los utensilios para suturar, procurando ser en extremo cuidadosa, pero veloz al hacerlo.
—Estarás bien, ¿de acuerdo? ¿Puedes decirme tu nombre? —preguntó al terminar de prepararse y centrar toda su atención en suturar la herida. No obstante, en un instante, Arya fijó la vista en la de aquel hombre, y un terrible escalofrío le invadió la espalda, casi obligándole a soltar los utensilios con los que estaba trabajando, una sensación agobiante, poderosa, algo que desde luego le jugó en contra.
Vio algo en él, algo que por supuesto provocó en ella una presión extraña en el pecho, como si esa misma mirada la hubiese tenido al frente antes, juzgándole de la manera más cruel y fría posible. Sólo en sus más terribles pesadillas podría haber tenido la mala suerte de toparse con algo así, la sensación de no poder respirar con tranquilidad, como si algo le estuviese rodeando el cuello en busca de asfixiarle. Consiguió recomponerse, al menos lo suficiente para continuar con su trabajo, incluso aunque se notaba en su mirar no sólo los nervios, sino el terror inexplicable que se apoderó de su cuerpo. Incluso aunque sus manos ya no temblaban, sí que su alma lo había hecho.
Praesidium
Arya E. Mnemosyne
150x150 (Sólo posts) :
Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 17/06/2018
por Vangelis Dom Jul 01, 2018 2:16 am
No puedo evitar que una de mis cejas se eleve ligeramente al verla ingresar, rauda pero cuidadosa, saltando a mis heridas con delicadeza profesional. No parece afectarle la imagen de un hombre con un corte tan profundo cruzándole el pecho, testimonio claro de su experiencia atendiendo heridos. Es una médica de vocación; en sus ojos puedo apreciar la pasión por salvar vidas, el ferviente deseo de evitarles el sufrimiento a los demás gracias a sus dotes de curandera. Y no sólo eso, sino que esos orbes también revelan una realidad que posiblemente ni siquiera ella conoce, pero que yo, al observarlos fijamente, puedo vislumbrar. En su alma hay marcas inconfundibles, cicatrices que provienen de un único lugar. Y conozco bien ese lugar.
Todas las dudas desaparecen en el momento que cruzamos miradas y ella me reconoce. No lo sabe pero me reconoce, o al menos su alma lo hace. La noto temblar, parece nerviosa, asfixiada. Es difícil comprender lo que estará sintiendo, puesto que jamás me he visto en una situación similar. ¿Qué tan aterrador será mirar a la mismísima muerte a los ojos? Es algo que posiblemente jamás sabré.
—Respire, señorita, o quien necesitará atención aquí será usted y no yo. —Me levanto, tomando asiento sobre el borde de la camilla. La herida que adorna mi pecho, lejos de abrirse más o expulsar sangre, sigue exactamente en el mismo estado, y a medida que la mujer la trata el corte simplemente se va cerrando. En cuestión de unos segundos ya sólo queda mi torso desnudo, cubierto de sangre pero intacto, sin ni siquiera señales del tajo que lo cruzaba hace apenas unos minutos atrás. Me observo, aparentemente sorprendido, y luego la miro con una sonrisa adornando mis labios—. Es usted una médica milagrosa… —Aguzo la mirada, fijándome en el pequeño gafete con su nombre escrito—. Arya… Es un bonito nombre. —Ya no hay herida, así que devuelvo mi camisa a su posición y comienzo a abotonarla. Cuando llego al último botón, un pájaro ingresa a la habitación por la ventana, que al parecer está abierta. Es un cuervo el que se posa en mi hombro, y de su pico deja caer un mechero plateado, el cual atrapo con la diestra. Luego se va por donde vino, no sin antes mirar a la médica.
—Mis disculpas si la asustó. —Tomo un cigarrillo de la cajetilla que conservo en el bolsillo del pantalón y me lo llevo a la boca, encendiéndolo después con el mechero. Tras la primera calada guardo el encendedor en el bolsillo de la camisa—. No era su intención, simplemente está entrenado así. —Me tomo una pausa, observo sus reacciones. A estas alturas supongo que se dio cuenta de que nadie se está acercando a la habitación, como sería común en un caso tan grave como el reportado durante mi ingreso al hospital. Nadie se acerca, ni siquiera se escucha ruido más allá, como si repentinamente todo el edificio se encontrara en silencio—. ¿Sabe? Siempre he tenido una duda respecto a ustedes: las personas de ciencia… ¿creen en la existencia de un alma? ¿En los dioses? La vida más allá de la muerte… ¿Qué piensa un médico de eso?
Todas las dudas desaparecen en el momento que cruzamos miradas y ella me reconoce. No lo sabe pero me reconoce, o al menos su alma lo hace. La noto temblar, parece nerviosa, asfixiada. Es difícil comprender lo que estará sintiendo, puesto que jamás me he visto en una situación similar. ¿Qué tan aterrador será mirar a la mismísima muerte a los ojos? Es algo que posiblemente jamás sabré.
—Respire, señorita, o quien necesitará atención aquí será usted y no yo. —Me levanto, tomando asiento sobre el borde de la camilla. La herida que adorna mi pecho, lejos de abrirse más o expulsar sangre, sigue exactamente en el mismo estado, y a medida que la mujer la trata el corte simplemente se va cerrando. En cuestión de unos segundos ya sólo queda mi torso desnudo, cubierto de sangre pero intacto, sin ni siquiera señales del tajo que lo cruzaba hace apenas unos minutos atrás. Me observo, aparentemente sorprendido, y luego la miro con una sonrisa adornando mis labios—. Es usted una médica milagrosa… —Aguzo la mirada, fijándome en el pequeño gafete con su nombre escrito—. Arya… Es un bonito nombre. —Ya no hay herida, así que devuelvo mi camisa a su posición y comienzo a abotonarla. Cuando llego al último botón, un pájaro ingresa a la habitación por la ventana, que al parecer está abierta. Es un cuervo el que se posa en mi hombro, y de su pico deja caer un mechero plateado, el cual atrapo con la diestra. Luego se va por donde vino, no sin antes mirar a la médica.
—Mis disculpas si la asustó. —Tomo un cigarrillo de la cajetilla que conservo en el bolsillo del pantalón y me lo llevo a la boca, encendiéndolo después con el mechero. Tras la primera calada guardo el encendedor en el bolsillo de la camisa—. No era su intención, simplemente está entrenado así. —Me tomo una pausa, observo sus reacciones. A estas alturas supongo que se dio cuenta de que nadie se está acercando a la habitación, como sería común en un caso tan grave como el reportado durante mi ingreso al hospital. Nadie se acerca, ni siquiera se escucha ruido más allá, como si repentinamente todo el edificio se encontrara en silencio—. ¿Sabe? Siempre he tenido una duda respecto a ustedes: las personas de ciencia… ¿creen en la existencia de un alma? ¿En los dioses? La vida más allá de la muerte… ¿Qué piensa un médico de eso?
Judicium
Vangelis
150x150 (Sólo posts) :
Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 19/06/2018
por Contenido patrocinado
Temas similares
» Who the BLYAT are you!? — Priv.
» [ F B ] The V!#u$ { Priv. }
» This Day And Never Again {(Priv. )
» Do I wanna know? — Priv.
» The Ruler { Priv. }
» [ F B ] The V!#u$ { Priv. }
» This Day And Never Again {(Priv. )
» Do I wanna know? — Priv.
» The Ruler { Priv. }
Lost Garden :: ✧ Elysium :: Oblivion :: Centro de la ciudad
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.