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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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Do I wanna know? — Priv.
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por Invitado Lun Jul 23, 2018 3:17 am
Se suponía que hacía por lo menos una hora que ella debería haber llegado. La estaba esperando con la comida pronta, todo preparado debido a que esa noche la había invitado a cenar con él. No era algo normal en él a fin de cuentas porque su quizás timidez le impedía hacer ese tipo de propuestas demasiado seguido, especialmente a alguien como ella. Hacía tiempo que el ángel no sentía tanta confianza por alguien como lo había hecho con Maddie, incluso ese primer encuentro que tuvieron cuando se conocieron fue de lo más particular, pero especialmente fue donde él se sintió más libre charlando. Especialmente porque sentía que había ayudado a la contraria aunque fuera un poco. ¿Quizás esa noche se le había complicado salir antes del trabajo? A esas alturas no le sorprendería, siempre le pasaba algo similar, y su excusa siempre era la misma ... aunque para Christian no era una excusa, solo una razón más para ser paciente con ella.
Fue el mensaje que le mandó el joven de cabellos oscuros. Esperanzado de que por lo menos lo leyera. Lo recibió, más todavía no se ponían las flechas en celeste; probablemente seguía ocupada. Se puso un abrigo y salió del apartamento, en dirección al trabajo que Maddie le había mostrado ya anteriores veces, en donde alguna que otra vez la fue a buscar, esperándola a que saliera de su turno. A veces no salía, pensando probablemente en su crédula cabeza que había salido justo cuando él estaba en camino, y algún compañero u parecido le había llevado en automóvil. Esas minucias no le molestaban a Christian, y aunque prefería un aviso previo, era alguien sumamente paciente... En especial con ella, a la cual consideraba una muchacha de lo más interesante y cariñosa.
Veía la hora, eran casi las nueve de la noche. ¿Tan tarde se le había hecho? Bueno, a veces el turno se extiende de más por la cantidad de gente que llegaba a esas horas, muchos salen de trabajar y no tienen tiempo de llegar a casa que quieren comer algo rápido. O tal vez un grupo de amigos que se quieren juntar un rato, quién sabe. El hecho estaba en que Christian seguía pensando lo mejor de ella, incluso cuando tantas señales les habían dado antes. Sujetos que la saludaban de una manera extraña por la calle y aunque ella parecía ignorarles por completo, no parecía del todo convencida de no conocerles. Llamadas que prefería no contestar, mostrándose incómoda ante estas el resto de la noche, arruinando siempre lo que podría haber sido una velada agradable entre los dos, charlas hasta altas horas de la noche sin ánimos de más. Y era raro que aún no llegara, sabiendo que ella le había dicho que deseaba decirle algo importante.
— "¿A qué te referías con algo importante? ... " — pensó, aún siguiendo el caminar. Al menos hasta que estuvo por llegar al local, que vio en una vereda de enfrente a una persona acompañado de una mujer. Dicha mujer ... era tan similar a Maddie, que a Christian lo primero que se le pasó por la cabeza fue que estaba siendo acompañada por un compañero, aunque algo mayor a decir verdad... robusto, vestido de traje y corbata. ¿Sería su jefe, su encargado? — ¡Hey, Maddie! — saludó. Una fugaz mirada por parte de ella, y él le dedicó una amplia sonrisa afable. Pero no recibió más que un desvío por parte suya. Extrañado, comenzó a seguirles, ¿se habría confundido? Quiso acercarse más, estaba seguro que era ella, pero pronto entraron a un lugar ... que no se esperaba. Debido a la cercanía pudo notar que efectivamente... se trataba de Madeleine. ¿Iría a un lugar antes de ir al apartamento? ... Cuando Christian levantó su mirada, fue ahí que su sangre se heló.
Confundido, y con su pecho ardiendo en llamas por la incomodidad. "Hostal" ... ¿por qué entraba con un hombre mayor a un lugar como ese? Apretó los labios, y antes de que terminaran de entrar, llamó al móvil de Maddie, solo para confirmar algo. Marcó su número ... y lamentablemente, la tonada que tanto conocía, vibró en el bolso de aquella mujer que seguía al contrario. Sus ojos se encharcaron al instante, su pecho se apretó y su garganta cerró por completo. No le salía la voz, incluso la llamada fue rechazada. Con un rápido mensaje de voz, le dejó en claro. — "Creí en ti... Ya no es necesario que vengas hoy." — dijo en un tono alto. Tan alto que probablemente la misma Maddie lo escucharía desde adentro; y sin más preámbulos, se fue. Caminando cabizbajo, con las manos en los bolsillos de su campera, y su corazón masacrado.
"¡Oye! ¿Todo bien? Estoy saliendo para allí, te pasaré a buscar, supongo que te dijeron de hacer tiempo extra."
Fue el mensaje que le mandó el joven de cabellos oscuros. Esperanzado de que por lo menos lo leyera. Lo recibió, más todavía no se ponían las flechas en celeste; probablemente seguía ocupada. Se puso un abrigo y salió del apartamento, en dirección al trabajo que Maddie le había mostrado ya anteriores veces, en donde alguna que otra vez la fue a buscar, esperándola a que saliera de su turno. A veces no salía, pensando probablemente en su crédula cabeza que había salido justo cuando él estaba en camino, y algún compañero u parecido le había llevado en automóvil. Esas minucias no le molestaban a Christian, y aunque prefería un aviso previo, era alguien sumamente paciente... En especial con ella, a la cual consideraba una muchacha de lo más interesante y cariñosa.
Veía la hora, eran casi las nueve de la noche. ¿Tan tarde se le había hecho? Bueno, a veces el turno se extiende de más por la cantidad de gente que llegaba a esas horas, muchos salen de trabajar y no tienen tiempo de llegar a casa que quieren comer algo rápido. O tal vez un grupo de amigos que se quieren juntar un rato, quién sabe. El hecho estaba en que Christian seguía pensando lo mejor de ella, incluso cuando tantas señales les habían dado antes. Sujetos que la saludaban de una manera extraña por la calle y aunque ella parecía ignorarles por completo, no parecía del todo convencida de no conocerles. Llamadas que prefería no contestar, mostrándose incómoda ante estas el resto de la noche, arruinando siempre lo que podría haber sido una velada agradable entre los dos, charlas hasta altas horas de la noche sin ánimos de más. Y era raro que aún no llegara, sabiendo que ella le había dicho que deseaba decirle algo importante.
— "¿A qué te referías con algo importante? ... " — pensó, aún siguiendo el caminar. Al menos hasta que estuvo por llegar al local, que vio en una vereda de enfrente a una persona acompañado de una mujer. Dicha mujer ... era tan similar a Maddie, que a Christian lo primero que se le pasó por la cabeza fue que estaba siendo acompañada por un compañero, aunque algo mayor a decir verdad... robusto, vestido de traje y corbata. ¿Sería su jefe, su encargado? — ¡Hey, Maddie! — saludó. Una fugaz mirada por parte de ella, y él le dedicó una amplia sonrisa afable. Pero no recibió más que un desvío por parte suya. Extrañado, comenzó a seguirles, ¿se habría confundido? Quiso acercarse más, estaba seguro que era ella, pero pronto entraron a un lugar ... que no se esperaba. Debido a la cercanía pudo notar que efectivamente... se trataba de Madeleine. ¿Iría a un lugar antes de ir al apartamento? ... Cuando Christian levantó su mirada, fue ahí que su sangre se heló.
Confundido, y con su pecho ardiendo en llamas por la incomodidad. "Hostal" ... ¿por qué entraba con un hombre mayor a un lugar como ese? Apretó los labios, y antes de que terminaran de entrar, llamó al móvil de Maddie, solo para confirmar algo. Marcó su número ... y lamentablemente, la tonada que tanto conocía, vibró en el bolso de aquella mujer que seguía al contrario. Sus ojos se encharcaron al instante, su pecho se apretó y su garganta cerró por completo. No le salía la voz, incluso la llamada fue rechazada. Con un rápido mensaje de voz, le dejó en claro. — "Creí en ti... Ya no es necesario que vengas hoy." — dijo en un tono alto. Tan alto que probablemente la misma Maddie lo escucharía desde adentro; y sin más preámbulos, se fue. Caminando cabizbajo, con las manos en los bolsillos de su campera, y su corazón masacrado.
Invitado
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por C. Madeleine Desjardins Dom Ago 05, 2018 3:47 am
¿Qué podía hacer en esa situación? Necesitaba el dinero, había gastado prácticamente todo en los ingredientes para el pastel de cumpleaños de Christian, aquel que todo el día anterior tardó haciendo como una desesperada, una sorpresa que desde hace tiempo le tenía preparada. El pastel, y el regalo que consiguió se llevaron todos sus ahorros, hasta el último centavo, pero no quería acabar pidiendo préstamos sólo para vivir unos cuantos días. Tenía que conseguir el dinero si quería además pagar el alquiler de su departamento, y vender postres por las calles no era suficiente.
A pesar de que sería una mejor idea que meterse en ese tipo de situaciones, y para peor justo el día en que debía llegar a tiempo a una cita. Tuvo especial cuidado en dejar el regalo en casa perfectamente arreglado para sólo tomar la caja para salir rumbo al departamento de Christian. Pero los imprevistos ocurren, y recordó que el dinero no crecía en los árboles, que había sido imprudente por querer darle una sorpresa agradable, especialmente después de todo el tiempo que llevaban juntos, todo el tiempo que tardaron para confesarse el uno al otro, y al final acabar enredados de una manera que Madeleine no de hubiese imaginado jamás.
Precisamente en ese momento vivido junto a Christian era que pensaba mientras caminaba cabizbaja hacia ese motel, mil cosas dando vueltas en su cabeza como si se tratase de un carrusel, preguntándose si era lo correcto, si lo mejor no sería simplemente continuar con su plan original y tratar de reunir el dinero de una manera menos... baja. Ese hombre la había llamado justo antes de que ella saliera de casa, a punto de tomar la caja de regalo, ofreciéndole una noche a cambio de una fuerte suma de dinero, cosa que tuvo que pensar por varios minutos antes de finalmente tomar una decisión. Y es que esa noche había más cosas que le impedían a Madeleine aceptar, algo que le impedía sobre todas las cosas faltar a la cita que tenía con Christian, más allá de ser solamente su cumpleaños.
Su celular sonó, pero ella dudó en responder, siquiera sacándolo del bolso sino hasta que lo vio necesario, mas no se tomó el tiempo siquiera de ver quién era aquel que le llamaba. No quería una llamada más de otros clientes, no quería seguir con ese trabajo tan denigrante sólo porque no tenía precisamente la mejor posición económica, no quería seguirse ofreciendo como carne de cañón por unos cuantos billetes que pudieran poner comida en la mesa, ya no sólo para ella. Le pareció escuchar la voz de Christian a medida que entraba a ese lugar y avanzaba por los pasillos, pero no podía pensar con claridad, no podía reconocerla. Se sentía mareada, agobiada al acercarse más y más a la puerta de la habitación.
—Yo... lo siento, pero no puedo, no quiero hacerlo.
Jamás hubiese aceptado ese encuentro, se arrepintió, y dio media vuelta para salir corriendo lo más rápido que pudo de vuelta a casa, evitando así preguntas, cualquier tipo de situación penosa antes de entrar a la habitación. No importaba nada más, ya conseguiría el dinero vendiendo sus postres, haciendo tareas para sus compañeros en la universidad, no pensaba volver a venderse de esa forma a ningún hombre, no cuando ya le pertenecía por completo a uno solo.
Tan pronto llegó a casa no reparó en tomar el regalo de manera firme junto con una caja más pequeña, donde un par de collares con las letras M y C reposaban, ese presente en el que había gastado todo lo que tenía. Más que el valor monetario, era el valor sentimental que había puesto a eso, había buscado por cielo, mar y tierra algo de ese estilo, algo que pudieran usar ambos. Y dentro, escrita sobre el pastel aquella noticia que tanto tenía ganas de decirle, por más temor que hubiese tenido en un principio.
Nunca revisó su celular, jamás sacó dicho aparato de su bolso, e incluso olvidó su existencia mientras tocaba la puerta del departamento para anunciar su llegada. Jadeaba, su cabello estaba alborotado, había corrido por varias cuadras con tal de ganar un poco de tiempo pese a saberse ya lejos de la hora pactada.
—¡Chris, perdón por tardar, me surgió un imprevisto, pero llegué! —sostenía con una mano la caja con el pastel, la caja más pequeña aún dentro de su bolso, y su mano libre golpeando un par de veces más la puerta—. ¿Chris? —sin embargo, comenzaba a preocuparle el no recibir una respuesta.
A pesar de que sería una mejor idea que meterse en ese tipo de situaciones, y para peor justo el día en que debía llegar a tiempo a una cita. Tuvo especial cuidado en dejar el regalo en casa perfectamente arreglado para sólo tomar la caja para salir rumbo al departamento de Christian. Pero los imprevistos ocurren, y recordó que el dinero no crecía en los árboles, que había sido imprudente por querer darle una sorpresa agradable, especialmente después de todo el tiempo que llevaban juntos, todo el tiempo que tardaron para confesarse el uno al otro, y al final acabar enredados de una manera que Madeleine no de hubiese imaginado jamás.
Precisamente en ese momento vivido junto a Christian era que pensaba mientras caminaba cabizbaja hacia ese motel, mil cosas dando vueltas en su cabeza como si se tratase de un carrusel, preguntándose si era lo correcto, si lo mejor no sería simplemente continuar con su plan original y tratar de reunir el dinero de una manera menos... baja. Ese hombre la había llamado justo antes de que ella saliera de casa, a punto de tomar la caja de regalo, ofreciéndole una noche a cambio de una fuerte suma de dinero, cosa que tuvo que pensar por varios minutos antes de finalmente tomar una decisión. Y es que esa noche había más cosas que le impedían a Madeleine aceptar, algo que le impedía sobre todas las cosas faltar a la cita que tenía con Christian, más allá de ser solamente su cumpleaños.
Su celular sonó, pero ella dudó en responder, siquiera sacándolo del bolso sino hasta que lo vio necesario, mas no se tomó el tiempo siquiera de ver quién era aquel que le llamaba. No quería una llamada más de otros clientes, no quería seguir con ese trabajo tan denigrante sólo porque no tenía precisamente la mejor posición económica, no quería seguirse ofreciendo como carne de cañón por unos cuantos billetes que pudieran poner comida en la mesa, ya no sólo para ella. Le pareció escuchar la voz de Christian a medida que entraba a ese lugar y avanzaba por los pasillos, pero no podía pensar con claridad, no podía reconocerla. Se sentía mareada, agobiada al acercarse más y más a la puerta de la habitación.
—Yo... lo siento, pero no puedo, no quiero hacerlo.
Jamás hubiese aceptado ese encuentro, se arrepintió, y dio media vuelta para salir corriendo lo más rápido que pudo de vuelta a casa, evitando así preguntas, cualquier tipo de situación penosa antes de entrar a la habitación. No importaba nada más, ya conseguiría el dinero vendiendo sus postres, haciendo tareas para sus compañeros en la universidad, no pensaba volver a venderse de esa forma a ningún hombre, no cuando ya le pertenecía por completo a uno solo.
Tan pronto llegó a casa no reparó en tomar el regalo de manera firme junto con una caja más pequeña, donde un par de collares con las letras M y C reposaban, ese presente en el que había gastado todo lo que tenía. Más que el valor monetario, era el valor sentimental que había puesto a eso, había buscado por cielo, mar y tierra algo de ese estilo, algo que pudieran usar ambos. Y dentro, escrita sobre el pastel aquella noticia que tanto tenía ganas de decirle, por más temor que hubiese tenido en un principio.
Nunca revisó su celular, jamás sacó dicho aparato de su bolso, e incluso olvidó su existencia mientras tocaba la puerta del departamento para anunciar su llegada. Jadeaba, su cabello estaba alborotado, había corrido por varias cuadras con tal de ganar un poco de tiempo pese a saberse ya lejos de la hora pactada.
—¡Chris, perdón por tardar, me surgió un imprevisto, pero llegué! —sostenía con una mano la caja con el pastel, la caja más pequeña aún dentro de su bolso, y su mano libre golpeando un par de veces más la puerta—. ¿Chris? —sin embargo, comenzaba a preocuparle el no recibir una respuesta.
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C. Madeleine Desjardins
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por Invitado Vie Ago 17, 2018 12:16 am
"And she promised me in secret
That she'd love me for all the time
It's a promise so untrue
Tell me what will I do?"
That she'd love me for all the time
It's a promise so untrue
Tell me what will I do?"
Llegó a casa, con su corazón ardiendo como una caldera. Le dolía, una sensación tan incómoda que desearía llegar a ser capaz de arrancarse el corazón latiendo de su pecho y dejarse caer sin más. Pero no, en vez de eso reposó la frente contra la puerta y lloró. Lloró lo que nunca antes había llorado en su vida, porque se sentía traicionado, utilizado por una mujer que si bien él estaba totalmente errado de lo que pensaba, para él era prácticamente una prostituta. Le había sido infiel y ahora a saber con cuántos, ¿por dinero, por el gusto de hacerlo? No le importaban las razones porque los celos lo superaban y con buena razón; estaba entrando en un motel con otro hombre que no era él. Le empezó a doler la cabeza de tanto que lloró, hasta que el solo virar de su mirada hacía que un dolor le aquejara. Sus sienes palpitaban, sin saber qué hacer. ¿Cómo podía perdonarla?
Ni con todas las explicaciones del mundo era capaz de entender lo que estaba haciendo, lo que había visto era más que suficiente como para darse cuenta de que todas las veces que había llegado tarde probablemente se debía a esto. Las ocasiones en las que se negaba a que él la pasara a buscar también; todo tenía sentido y cuanto más pensaba en ello más le dolía hasta el punto de destrozarle el corazón.
Sus alas brotaron intentando cubrirle, consolar su alma en pena, pero estas también sufrían tanto como él. El escuchar la voz de aquella muchacha en vez de tranquilizarlo solo encendió nuevamente esa cólera que poco a poco lograba aplacarse. Se levantó del suelo al haber caído de rodillas con la frente apoyada en la puerta, sin tener fuerzas siquiera de seguir andando más allá y tirarse en la cama. —"¡Chris, perdón por tardar, me surgió un imprevisto, pero llegué!" —olía a mentiras. Apretó los labios, en lo que sus alas angelicales desaparecían de nueva cuenta. Abrió, dedicándole una mirada tajante y distante. Con desdén, con asco.
—¿Así que un imprevisto, no? —dijo mordiéndose fugazmente el labio inferior —No te creo una mierda. —soltó de pronto. No podía ocultarlo, no era normal en él tragarse el orgullo, y sus celos lo estaban consumiendo. Ella podía ver con claridad los ojos enrojecidos de Christian, el que haya estado llorando por tanto rato contribuía a este enrojecimiento. —¿Con cuál esta vez? ¿Tu jefe, un compañero, un viejo verde con dinero, empresario que quiere desahogar su frustración matrimonial contigo? —preguntó. Sonaba hostil, sonaba dolido; lo estaba. Era difícil para él no tratarle mal, sentía rechazo por ella, se sentía decepcionado más que nada por el hecho de que todo este tiempo le había estado mintiendo. Él, que le había dado todo a ella, desde su corazón a su primera vez. Le había dado algo tan importante a alguien que a la siguiente noche estaba encamándose con un hombre por un poco de dinero.
—Habla, y no inventes excusas... ¿por qué? —preguntó. —¿Por qué me mentiste...? —repitió. Sus ojos se aguaban de nuevo en lágrimas, y su labio inferior temblaba en una especie de puchero, intentando por todos los medios no empezar a llorar de nuevo, más sus lágrimas caían por si solas. Era imposible detener la mar de sentimientos encontrados que sentía por ella en esos momentos. Esas ganas incesantes de simplemente cerrarle la puerta en la cara y no verle nunca más. Pero quería darle el único beneficio de la duda que podría brindarle a alguien, la oportunidad de explicar... explicar qué demonios estaba pasando.
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