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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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It's not a secret! { Priv. }
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por Kathrine Mäkelä Lun Jul 30, 2018 11:32 pm
It's not a secret!
¿Por qué se sentía algo triste? Últimamente no podía dejar de sentirse así cada vez que sus ojos se cruzaban con los de la luna, a pesar de que pasaba horas mirándola a ese punto sentada sobre su cama con un libro entre sus dedos, era irónico como más interesante podía ser observar ese cuerpo celeste que el libro entre sus manos. A ese punto de su vida se cuestionaba muchas cosas, empezando por su origen, pero ahora tenía demasiadas ideas rondando su cabeza que le daban más allá. Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo que estar abrumada no era un lujo el cual pudiera disfrutar actualmente. Suspiró larga pisando firme con la punta de su planta casi hipnotizada hacia la ventana para apoyarse en el marco de la misma para observar la urbe desde su habitación tan alta, le gustaba así porque a esa altura solía hacer un poco más de frío como le gustaba vivir, aunque con el frío artificial que tenía dentro ayudaba también. Aunque debía admitir que no estaba segura el porqué se sentía así ahora mismo.
Su cabeza daba algo de vueltas pensando sin cesar que había algo que le escondían que realmente era importante para ella. Apretó los labios un tanto frustrada mientras dejaba el libro sobre la mesa y se dirigía a su armario; a pesar de que eran altas horas de la noche bajó las escaleras sin tener la suficiente paciencia de esperar por un ascensor, tanto así que tenía sandalias suaves sabiendo que al día siguiente le dolerían las plantas de los pies; pero no le interesaba en lo absoluto. Simplemente corrió por las calles hasta el punto en el que sus pies ya no se presionaban contra el concreto pero se deslizaban por las finas montañas de arena, al menos de esa manera sus pies no sufrirían tanto pero con el frío de la noche la misma ciertamente estaba un poco más sólida de lo que debería estar.
A esas horas el calor abrumador que usualmente resultaría nocivo para su salud era nulo, es más, había una gran cantidad de viento y un fresco como reconfortante ambiente en todo el lugar, pese a ello tomó previsiones con ropas más adecuadas y ligeras para la zona, aunque su apariencia fuera un gran contraste con todo, a esas horas de la noche era más seguro que fuera, con mucha ironía considerando que se encontraban las calles prácticamente vacías estando más expuesta, pero no tenía miedo ni mucho menos. Tan pronto llegó hasta el templo sagrado, bastó que removiera un poco la tela que le cubría para que los guardias abrieran las puertas con determinación – Quiero hablar con él – Anunció para que uno de los hombres le escoltara por los pasillos del lugar.
A pesar de que había estado varias veces en ese lugar jamás había recorrido con afán los pasillos como ahora, aunque su mirada se mantenía hacia adelante y no se molestaba en detallar su alrededor. Cuando le dejaron cerca de la puerta, ella se opuso a que la abrieran por ella. Sujetó con fuerza la piedra que llevaba con ella, ésta emitía un brillo suave pero fuerte, apretó los labios y abrió la puerta con fuerza como rapidez dando unos pasos firmes hacia adelante – ¿Qué estas ocultando de mí? – Dijo sin ningún tipo de advertencia o explicación invadiendo la privacidad de alguien, pero el tono que utilizó destacaba algo de molestia como disconformidad como justificación para ello.
Su cabeza daba algo de vueltas pensando sin cesar que había algo que le escondían que realmente era importante para ella. Apretó los labios un tanto frustrada mientras dejaba el libro sobre la mesa y se dirigía a su armario; a pesar de que eran altas horas de la noche bajó las escaleras sin tener la suficiente paciencia de esperar por un ascensor, tanto así que tenía sandalias suaves sabiendo que al día siguiente le dolerían las plantas de los pies; pero no le interesaba en lo absoluto. Simplemente corrió por las calles hasta el punto en el que sus pies ya no se presionaban contra el concreto pero se deslizaban por las finas montañas de arena, al menos de esa manera sus pies no sufrirían tanto pero con el frío de la noche la misma ciertamente estaba un poco más sólida de lo que debería estar.
A esas horas el calor abrumador que usualmente resultaría nocivo para su salud era nulo, es más, había una gran cantidad de viento y un fresco como reconfortante ambiente en todo el lugar, pese a ello tomó previsiones con ropas más adecuadas y ligeras para la zona, aunque su apariencia fuera un gran contraste con todo, a esas horas de la noche era más seguro que fuera, con mucha ironía considerando que se encontraban las calles prácticamente vacías estando más expuesta, pero no tenía miedo ni mucho menos. Tan pronto llegó hasta el templo sagrado, bastó que removiera un poco la tela que le cubría para que los guardias abrieran las puertas con determinación – Quiero hablar con él – Anunció para que uno de los hombres le escoltara por los pasillos del lugar.
A pesar de que había estado varias veces en ese lugar jamás había recorrido con afán los pasillos como ahora, aunque su mirada se mantenía hacia adelante y no se molestaba en detallar su alrededor. Cuando le dejaron cerca de la puerta, ella se opuso a que la abrieran por ella. Sujetó con fuerza la piedra que llevaba con ella, ésta emitía un brillo suave pero fuerte, apretó los labios y abrió la puerta con fuerza como rapidez dando unos pasos firmes hacia adelante – ¿Qué estas ocultando de mí? – Dijo sin ningún tipo de advertencia o explicación invadiendo la privacidad de alguien, pero el tono que utilizó destacaba algo de molestia como disconformidad como justificación para ello.
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por Adio Ra'Saleh Mar Jul 31, 2018 4:18 am
2088 سنة —
قصر اتومE namorado ante la belleza que irradiaban los rayos pálidos de Luna. Caricia suave y delicada de una hermosa mano caucásica que esperaba por ser besada. Ahí en los esmeralda del hombre que la apreciaba cual dama dormida, miraba en brillo de amor como su velo de estrellas se extendía por todo el basto cielo, trayendo consigo la calma de paz que cubría bajo la noche fresca de verano, a un desierto rebosante de vida y de esperanza. La música de una bella noche; como el tintinear de los cristales a causa del viento, y de puntas, en un hermoso ballet dedicado sólo a un espectador que yacía despierto por sólo contemplarle como un loco embriagado por su belleza: La Luna, dueña del corazón de un Dios; y que con esmero, reinaba ahí donde Ra colocaba la luz del día, persiguiendo su rastro como lo había hecho por mucho, mucho tiempo.
Suspiró abatido por el cansancio de la conciencia que cargaba muchos secretos no revelados; palabras de un hombre que mantenía todo aquel conocimiento encerrado en una memoria que pretendía nunca abrir. Así se comienza esta historia; que entre dos personas ¿Destinadas? Quizá.
Y verla correr por aquellas calles; por la arena fría que enterraba sus delicados pies entre las dunas, la sonrisa enamorada no se hizo esperar.
La mujer de blanco cabello como la nieve decoradora de montañas, y de ojos hermosos, venía hacía él. ¿Cómo le había encontrado? A pesar de un lejano recuerdo, aquella hermosa chica alguna vez compartió con él, desde hacía más años de los que tenía la Isla, y de la reencarnación de una trágica muerte, el collar que cargaba alrededor de su garganta permanecía, y cual brillante gema delataba su identidad. La explicación de lo que sintió al verla, incluso para Ra sería difícil de contar, hombre que maestro de historias era, había sentido una emoción incierta directo en su pecho; emoción que tenía que permanecer oculta por su propio bien, cómo había prometido que la mantendría a salvo. Con mentiras.
Podía escuchar a través de su oído las fuertes pisadas que golpeaban el suelo del palacio que, disfrazo, mantenía el oculto secreto de un faraón divino. Deshacerse de las joyas fue fácil, pues las vestimentas de un noble de las tierras del nuevo Egipto era la fachada que recurría ante la presencia de la mujer; y cuando entró, tensó los músculos de su espalda y brazos, alzando la mirada en un despedir a su hermosa Luna ante la pregunta que recriminó la verdad de sus acciones.
- Lo único que he hecho por ti es protegerte y cuidarte– Habló al fin el de piel morena, intentando por centésima vez, aplacar las ansias de la mujer; a la cual, no podía negarle ni un solo capricho –
Ra giró sobre sus talones en movimientos tranquilos tal cual el aura que predominaba en su círculo, finalmente presentándose ante ella como una figura humana; del mismo cabello blanquecino y ojos esmeraldas que ya eran característico de su imponente presencia. Y así; entre ropas finas de telas neutrales, le miró cargando en su mano izquierda una copa cristalina llena de un suave vino que, parecía no haber estado ahí, hace un instante. Un par de pasos y, la gema semejante al color pálido de ojos femeninos, se reflejó en su mirar por semejante brillo que emanaba desde su interior.
-Es tarde, Kathrine – Reclamó a la par, colocando su mano sobre los finos cabellos de la joven, como ya era su costumbre y su forma de demostrarle el profundo cariño que sentía por ella - ¿No pudiste esperar hasta mañana para venir a interrogarme? – Y con tierna facción en su rostro, le miraba sin un toque de molestia, casi parecía que aquella visita, le había traído alegaría a su tranquila noche.
– Te acompañaré a casa – Y quería ponerle fin, rápidamente, a pesar de saber que la mujer se negaría ante semejante idea, el volver por dónde había venido representaría un profundo insulto a su inteligente, y lo sabía. Preparado para la negación, impregnó sus labios de un color rojizo por el vino que yacía en su copa, reposando en espera a ser bebido.
Suspiró abatido por el cansancio de la conciencia que cargaba muchos secretos no revelados; palabras de un hombre que mantenía todo aquel conocimiento encerrado en una memoria que pretendía nunca abrir. Así se comienza esta historia; que entre dos personas ¿Destinadas? Quizá.
Y verla correr por aquellas calles; por la arena fría que enterraba sus delicados pies entre las dunas, la sonrisa enamorada no se hizo esperar.
La mujer de blanco cabello como la nieve decoradora de montañas, y de ojos hermosos, venía hacía él. ¿Cómo le había encontrado? A pesar de un lejano recuerdo, aquella hermosa chica alguna vez compartió con él, desde hacía más años de los que tenía la Isla, y de la reencarnación de una trágica muerte, el collar que cargaba alrededor de su garganta permanecía, y cual brillante gema delataba su identidad. La explicación de lo que sintió al verla, incluso para Ra sería difícil de contar, hombre que maestro de historias era, había sentido una emoción incierta directo en su pecho; emoción que tenía que permanecer oculta por su propio bien, cómo había prometido que la mantendría a salvo. Con mentiras.
Podía escuchar a través de su oído las fuertes pisadas que golpeaban el suelo del palacio que, disfrazo, mantenía el oculto secreto de un faraón divino. Deshacerse de las joyas fue fácil, pues las vestimentas de un noble de las tierras del nuevo Egipto era la fachada que recurría ante la presencia de la mujer; y cuando entró, tensó los músculos de su espalda y brazos, alzando la mirada en un despedir a su hermosa Luna ante la pregunta que recriminó la verdad de sus acciones.
- Lo único que he hecho por ti es protegerte y cuidarte– Habló al fin el de piel morena, intentando por centésima vez, aplacar las ansias de la mujer; a la cual, no podía negarle ni un solo capricho –
Ra giró sobre sus talones en movimientos tranquilos tal cual el aura que predominaba en su círculo, finalmente presentándose ante ella como una figura humana; del mismo cabello blanquecino y ojos esmeraldas que ya eran característico de su imponente presencia. Y así; entre ropas finas de telas neutrales, le miró cargando en su mano izquierda una copa cristalina llena de un suave vino que, parecía no haber estado ahí, hace un instante. Un par de pasos y, la gema semejante al color pálido de ojos femeninos, se reflejó en su mirar por semejante brillo que emanaba desde su interior.
-Es tarde, Kathrine – Reclamó a la par, colocando su mano sobre los finos cabellos de la joven, como ya era su costumbre y su forma de demostrarle el profundo cariño que sentía por ella - ¿No pudiste esperar hasta mañana para venir a interrogarme? – Y con tierna facción en su rostro, le miraba sin un toque de molestia, casi parecía que aquella visita, le había traído alegaría a su tranquila noche.
– Te acompañaré a casa – Y quería ponerle fin, rápidamente, a pesar de saber que la mujer se negaría ante semejante idea, el volver por dónde había venido representaría un profundo insulto a su inteligente, y lo sabía. Preparado para la negación, impregnó sus labios de un color rojizo por el vino que yacía en su copa, reposando en espera a ser bebido.
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Adio Ra'Saleh
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por Kathrine Mäkelä Dom Ago 05, 2018 11:05 pm
It's not a secret!
Quizás fue demasiado extremista, pudo haber esperado hasta el día siguiente, pudo hacer una llamada, tantas veces podría haber tomado otro camino, pero no, tenía que ser así de extremista, simplemente quería verlo a la cara, como descaradamente le mentía en la cara, porque sabía que estaba ocultando algo de ella y sentía que era importante, no sabía cómo ni qué era; ahora quería saber qué era. Por más mujer loca que pareciera. Estaba respirando algo agitada por la caminata hasta allí pero trataba de mantenerse con una expresión de determinación para al menos demostrar dignidad. Sin embargo, estaba algo inconsciente de su alrededor, aunque las intenciones que tuviera la verdad le daban igual, todo este tiempo que habían pasado juntos había aprendido un poco de cómo podía llevar las cosas, pero sinceramente si había algo que no toleraba era que escondieran tan descaradamente cosas de ella pensando que podrían salirse con la suya.
¿Qué se lo decía? Podía sonar extraño pero cada vez que veía la luna era ella quien le susurraba que a sus espaldas estaba pasando algo que le competía y que era más importante de lo que jamás podría pensar. No le importaba que tipo de excusas pudiera tomar, solo quería saberlo, es más, ignoró completamente el hecho de que fuera “por protegerla” ¿Acaso no sabía que le hacía más daño de esa manera? Sus palabras eran un delatante completo de que algo le estaba ocultando, aunque no supiera qué era debía ser importante. Su nariz se arrugó levemente por ello soltando un sonido de aire contenido entre sus dientes – No me interesa, eso es mentir – La frialdad de su voz congeniaba muy bien con su apariencia física, al menos no mentía cuando hablaba de esa manera. Intentó mantener su frente en alto, para nada intimidada o afligida por la posición del contrario, otra persona que tenía dinero que creía que podría pasar sobre ella solo por ese hecho. Increíble, y tenía todo con tono de ironía. Sus ojos se posaron con soslayo sobre la copa de vino, a esas horas tener que tomar una copa… A veces no entendía a ese tipo de personas y su amor por las bebidas alcohólicas.
Por un momento su mirada irradió un poco más de molestia que antes, sus sentimientos por el hombre eran algo confusos, le tenía algo de repudio, desprecio, ese tipo de personas siempre le habían hecho molestar y buscaba evitarlas, pero ahí estaba, parada reclamando algo que pudo haber dejado pasar cortando todo de raíz, pidiendo explicaciones que de seguro no tendría de sus propios labios, aun así quería escucharlo, que le mintiera descaradamente y tuviera material para reclamarle. Algo que no se podría llamar cariño ni odio al mismo tiempo, una emoción mezclada – No me interesa que tan tarde sea, estas despierto – No quería su aprecio en ese momento, nada que fuera una maniobra de manipulación o desviar sus ideas, sus pies dieron un par de pasos hacia atrás por el tacto, no iba a ser tomada del pelo como si fuera una niña caprichosa que quería algo en ese momento, estaba siendo seria – Quiero que me digas que es lo que escondes de mí, Adio – Esa fue su única respuesta, contrastaba a esa mirada tan cariñosa que le daba, estaba cargada de determinación y un toque de molestia en sus ojos, jamás dejaría ir sus palabras solo por una muestra de afecto, sencillamente ella no era así.
El hecho que quisiera desviar su atención nuevamente le hizo pisar con fuerza el pie sobre el mármol del piso, incluso alzó la mano como amenaza a un golpe a palma abierta por dicho insulto, pero solo apretó un puño con cerrando los dientes un poco para contener ese pequeño y reconocido arranque de ira – No desvíes el tema – Exigió mientras a pasos pesados se dirigió hacia la ventana para apoyar un momento las manos en el marco de esta. Dejó salir un suspiro largo antes de alzar su mirada hacia la luna, así podría calmarse un poco, aunque no era consciente de que cuando lo hacía, su cuerpo emitía un tenue destello que hacía juego con su collar, ahora mostraba un color más suave que seguramente hacía segundos atrás debía resplandecer entre sus emociones mezcladas – Yo sé… Que me escondes algo. No estoy segura de lo que es y puede que suene algo de libro en fantasías pero la luna cada noche, desde hace un par de semanas algo dentro de mí me dice, cada vez que miro a la luna, que me escondes algo importante – Admitió buscando ser un poco más pasiva no tener que asustarle ni parecer una niña malcriada porque no lo era. Incluso sintió algo de dolor – ¿Qué puede ser tan importante que me escondas? ¿Acaso eres traficante de esclavos? ¿Alcohólico? ¿Comprador compulsivo de joyas? Nada puede ser tan terrible para tener que esconder esas cosas ¿Acaso no confías en mí? ¿Piensas que me soy una especie de niña que tiene que ser protegida? No lo soy – Aunque al inicio sonó con algo de gracia e ironía, al final un pequeño quiebre en su voz delató su estado actual de colapso, no quería secretos entre ellos, le había confiado muchas cosas, dicho sus verdades para que ahora fuera apuñalada tan fuerte en la espalda por él. Simplemente… Quería saber.
¿Qué se lo decía? Podía sonar extraño pero cada vez que veía la luna era ella quien le susurraba que a sus espaldas estaba pasando algo que le competía y que era más importante de lo que jamás podría pensar. No le importaba que tipo de excusas pudiera tomar, solo quería saberlo, es más, ignoró completamente el hecho de que fuera “por protegerla” ¿Acaso no sabía que le hacía más daño de esa manera? Sus palabras eran un delatante completo de que algo le estaba ocultando, aunque no supiera qué era debía ser importante. Su nariz se arrugó levemente por ello soltando un sonido de aire contenido entre sus dientes – No me interesa, eso es mentir – La frialdad de su voz congeniaba muy bien con su apariencia física, al menos no mentía cuando hablaba de esa manera. Intentó mantener su frente en alto, para nada intimidada o afligida por la posición del contrario, otra persona que tenía dinero que creía que podría pasar sobre ella solo por ese hecho. Increíble, y tenía todo con tono de ironía. Sus ojos se posaron con soslayo sobre la copa de vino, a esas horas tener que tomar una copa… A veces no entendía a ese tipo de personas y su amor por las bebidas alcohólicas.
Por un momento su mirada irradió un poco más de molestia que antes, sus sentimientos por el hombre eran algo confusos, le tenía algo de repudio, desprecio, ese tipo de personas siempre le habían hecho molestar y buscaba evitarlas, pero ahí estaba, parada reclamando algo que pudo haber dejado pasar cortando todo de raíz, pidiendo explicaciones que de seguro no tendría de sus propios labios, aun así quería escucharlo, que le mintiera descaradamente y tuviera material para reclamarle. Algo que no se podría llamar cariño ni odio al mismo tiempo, una emoción mezclada – No me interesa que tan tarde sea, estas despierto – No quería su aprecio en ese momento, nada que fuera una maniobra de manipulación o desviar sus ideas, sus pies dieron un par de pasos hacia atrás por el tacto, no iba a ser tomada del pelo como si fuera una niña caprichosa que quería algo en ese momento, estaba siendo seria – Quiero que me digas que es lo que escondes de mí, Adio – Esa fue su única respuesta, contrastaba a esa mirada tan cariñosa que le daba, estaba cargada de determinación y un toque de molestia en sus ojos, jamás dejaría ir sus palabras solo por una muestra de afecto, sencillamente ella no era así.
El hecho que quisiera desviar su atención nuevamente le hizo pisar con fuerza el pie sobre el mármol del piso, incluso alzó la mano como amenaza a un golpe a palma abierta por dicho insulto, pero solo apretó un puño con cerrando los dientes un poco para contener ese pequeño y reconocido arranque de ira – No desvíes el tema – Exigió mientras a pasos pesados se dirigió hacia la ventana para apoyar un momento las manos en el marco de esta. Dejó salir un suspiro largo antes de alzar su mirada hacia la luna, así podría calmarse un poco, aunque no era consciente de que cuando lo hacía, su cuerpo emitía un tenue destello que hacía juego con su collar, ahora mostraba un color más suave que seguramente hacía segundos atrás debía resplandecer entre sus emociones mezcladas – Yo sé… Que me escondes algo. No estoy segura de lo que es y puede que suene algo de libro en fantasías pero la luna cada noche, desde hace un par de semanas algo dentro de mí me dice, cada vez que miro a la luna, que me escondes algo importante – Admitió buscando ser un poco más pasiva no tener que asustarle ni parecer una niña malcriada porque no lo era. Incluso sintió algo de dolor – ¿Qué puede ser tan importante que me escondas? ¿Acaso eres traficante de esclavos? ¿Alcohólico? ¿Comprador compulsivo de joyas? Nada puede ser tan terrible para tener que esconder esas cosas ¿Acaso no confías en mí? ¿Piensas que me soy una especie de niña que tiene que ser protegida? No lo soy – Aunque al inicio sonó con algo de gracia e ironía, al final un pequeño quiebre en su voz delató su estado actual de colapso, no quería secretos entre ellos, le había confiado muchas cosas, dicho sus verdades para que ahora fuera apuñalada tan fuerte en la espalda por él. Simplemente… Quería saber.
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por Adio Ra'Saleh Jue Ago 30, 2018 4:50 pm
2088 سنة —
قصر اتومCon ojos radiantes en destello fijo del momento; miró a la joven mujer que crecía en ímpetu, plantada con descalzos pies en el suelo frío, mirándole con tanto desprecio en su corazón, como tanto cariño él tenía en sus perfilados ojos. El dolor de una divinidad en decadencia por el fruto de la causa más mortal entre los mortales: Amor. El deseo era infinito, la supremacía con la que controlaba sus impulsos, inigualable.
“¿Por qué tengo que reprimir esta amargura de no tenerte entre mis brazos?”
Y la mano alzada; pronto sintió el golpe que nunca llegó. Como el filo de una daga blanca cortando la piel que encerraba el porqué del universo. Mano que sólo a ella le permitiría alzar en su contra, en contra de un mismo Dios que juzgado estaba siendo. Firme ante sus ideas, razonaba las palabras que la bella doncella tenía que darle para hacerle entender, su desvelo. Cual adicto sin serlo, probó una vez más de aquel vino que por deseo se esfumó de ese mundo.
Mirando a la doncella, recargada en el balcón de piedra, le hizo sentir nostalgia ante tal imagen que le carcomía el interior. Sensaciones que le llevaban muy lejos de ser un Dios, y que le convertían en mortal. Piel tal blanca en contraste, cabellos platinados como los recordaba en su infinita memoria llena de milenios; y esos ojos que le arrancaban los suspiros más ocultos que podía tener. Maldita agonía en medio de la inmortalidad. Y bañada con los rayos de su misma Luna, el destello que apreció en vida, le hizo saber una vez más, que se traba de ella. Su amada, su hermosa Luna, la que alguna vez tuvo y perdió; aseguraba, no la volvería a perder de nuevo.
- Te dice la Luna que no te fíes de mis acciones. Juguetones son sus llamados, lo he escuchado más de una vez– Habló el hombre responsable de aquella mujer – Pero Kathrine ¿Qué dice tu corazón? ¿Tampoco confía? –
Y su deseo por cercanía, le llevó a cortos pasos de la fémina que relucía entre la oscura noche por la que pasaba su corazón; sentía claramente la enorme presencia del mando incomprendido, oculto dentro de la reluciente figura a la cual protegía bajo el filo de su poder. Extendió su mano, y alcanzó los cabellos de seda, tocando con su palma la cabeza, brindando confianza. Sería lo más lejano que alguna vez, haya podido tocarla.
- Kathrine, ven conmigo – Habló una vez más.
¿A dónde? ¿Cuándo? Y ¿Por qué debería de hacerlo? Ante tal amenazada que agobiaba la Isla desde hacía unos cuantos años; el temor más grande que un Dios enamorado podría tener, era prevenido por el pensar de las consecuencias del orgullo y la confianza. Proteger a los que amas y veneras. Extender la mano en ayuda de un amigo; principales eran esos valores para el Dios del Sol. Su caminata le llevó hasta el extremo de la habitación donde residían ambas presencias. Cual agraciado misterio, la puerta que desbloqueó su deseo fue a revelar un largo camino de decadentes escaleras ¿A dónde llevaba? Brindando la confianza perdida, fue él quien bajó primero. Estrechas paredes, fríos escalones y corrientes de viento misterioso.
-Luna, nunca sabe guardar un secreto – Comentó, escuchando el resonar de la gruesa voz entre la piedra gris.
Al llegar donde Ra detuvo sus pasos; soltó un suspiro no convencido de lo que iba a hacer aquella noche. He ahí, iluminado por el rayo de la Luna, sobre el pedestal de la misma piedra tallada, desafiante a la gravedad, se encontraba el arma qué, miles de años atrás perteneció a un valiente dueño.
- Gandiva, el Arco Guerrero – Presentó.
Y entre alas de oro, el Arco relucía brillante ante la presencia de Kathrine; como si la espera durante siglos, hubiese terminado.
-Es mi deseo protegerte toda la vida; pero incluso yo sé que eso no será posible. Sea por tu deseo. Te lo entregaría cuando estuvieras lista; pero Luna también es impaciente ¿Te recuerda a alguien?.
Y dijo; sintiendo la traición de su amada doncella de plata.
“¿Por qué tengo que reprimir esta amargura de no tenerte entre mis brazos?”
Y la mano alzada; pronto sintió el golpe que nunca llegó. Como el filo de una daga blanca cortando la piel que encerraba el porqué del universo. Mano que sólo a ella le permitiría alzar en su contra, en contra de un mismo Dios que juzgado estaba siendo. Firme ante sus ideas, razonaba las palabras que la bella doncella tenía que darle para hacerle entender, su desvelo. Cual adicto sin serlo, probó una vez más de aquel vino que por deseo se esfumó de ese mundo.
Mirando a la doncella, recargada en el balcón de piedra, le hizo sentir nostalgia ante tal imagen que le carcomía el interior. Sensaciones que le llevaban muy lejos de ser un Dios, y que le convertían en mortal. Piel tal blanca en contraste, cabellos platinados como los recordaba en su infinita memoria llena de milenios; y esos ojos que le arrancaban los suspiros más ocultos que podía tener. Maldita agonía en medio de la inmortalidad. Y bañada con los rayos de su misma Luna, el destello que apreció en vida, le hizo saber una vez más, que se traba de ella. Su amada, su hermosa Luna, la que alguna vez tuvo y perdió; aseguraba, no la volvería a perder de nuevo.
- Te dice la Luna que no te fíes de mis acciones. Juguetones son sus llamados, lo he escuchado más de una vez– Habló el hombre responsable de aquella mujer – Pero Kathrine ¿Qué dice tu corazón? ¿Tampoco confía? –
Y su deseo por cercanía, le llevó a cortos pasos de la fémina que relucía entre la oscura noche por la que pasaba su corazón; sentía claramente la enorme presencia del mando incomprendido, oculto dentro de la reluciente figura a la cual protegía bajo el filo de su poder. Extendió su mano, y alcanzó los cabellos de seda, tocando con su palma la cabeza, brindando confianza. Sería lo más lejano que alguna vez, haya podido tocarla.
- Kathrine, ven conmigo – Habló una vez más.
¿A dónde? ¿Cuándo? Y ¿Por qué debería de hacerlo? Ante tal amenazada que agobiaba la Isla desde hacía unos cuantos años; el temor más grande que un Dios enamorado podría tener, era prevenido por el pensar de las consecuencias del orgullo y la confianza. Proteger a los que amas y veneras. Extender la mano en ayuda de un amigo; principales eran esos valores para el Dios del Sol. Su caminata le llevó hasta el extremo de la habitación donde residían ambas presencias. Cual agraciado misterio, la puerta que desbloqueó su deseo fue a revelar un largo camino de decadentes escaleras ¿A dónde llevaba? Brindando la confianza perdida, fue él quien bajó primero. Estrechas paredes, fríos escalones y corrientes de viento misterioso.
-Luna, nunca sabe guardar un secreto – Comentó, escuchando el resonar de la gruesa voz entre la piedra gris.
Al llegar donde Ra detuvo sus pasos; soltó un suspiro no convencido de lo que iba a hacer aquella noche. He ahí, iluminado por el rayo de la Luna, sobre el pedestal de la misma piedra tallada, desafiante a la gravedad, se encontraba el arma qué, miles de años atrás perteneció a un valiente dueño.
- Gandiva, el Arco Guerrero – Presentó.
Y entre alas de oro, el Arco relucía brillante ante la presencia de Kathrine; como si la espera durante siglos, hubiese terminado.
-Es mi deseo protegerte toda la vida; pero incluso yo sé que eso no será posible. Sea por tu deseo. Te lo entregaría cuando estuvieras lista; pero Luna también es impaciente ¿Te recuerda a alguien?.
Y dijo; sintiendo la traición de su amada doncella de plata.
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por Kathrine Mäkelä Mar Sep 18, 2018 12:20 am
It's not a secret!
¿Cuándo había empezado todo? Quizás meses. No estaba del todo segura porque ocurrió tan rápido, en una abrir y cerrar de ojos estaba metida en un mundo que no conocía, como se había ligado a alguien. De alguna manera había sido… Magia. Cada fibra de su ser le gritaba cosas contradictorias, que estaba bien, que estaba mal; que lo hiciera, que no lo hiciera; y así sucesivamente en un círculo vicioso de tortura por todos esos meses. Además cierto tipo de sensaciones raras no relacionadas al moreno, su cuerpo se sentía raro cada vez que pisaba ese lugar, como si le llamara pero se negaba a aceptar tal cosa por el simple hecho que parecía absurdo; sin embargo, no podía negar que a veces sus palabras la ponían contra la pared, sobretodo cuando actuaba de esa manera impulsiva sin bases – Yo… No lo sé – Vaciló un poco en responder porque no lo había pensado. Tenía la cabeza caliente y se dejó llevar por ese pequeño momento, quizás la frustración la llevó a tal cosa antes que pensar con mejor claridad.
Ni siquiera estaba segura de sus sentimientos hacia él ¿Qué era? La verdad era complicado, entre más lo pensaba más dolor de cabeza le daba, pero jamás se había planteado que tipo de relación tenía, lo único cierto es que era extraña. Su pie dio paso hacia atrás por la cercanía del hombre y algo a la defensiva le observó con duda, ya que no respondía a sus dudas como ella deseaba que respondiera. Apretó los labios acercando su mano hacia la de él, no la removió, la verdad sentía cierto confort pero quería respuestas.
Quizás por eso no le tomó nada aceptar en silencio su propuesta ¿A dónde? No sabía. Admitía que en un par de ocasiones quiso girarse y regresar, su cuerpo se tensaba gritando que no debía seguir adelante pero su orgullo era mucho más pesado que eso y no iba a doblegarse luego de haber realizado semejante escena ¿Qué era ese lugar? Le resultaba enorme, casi como un museo, demasiado ostentoso para ella.
Por un momento sintió un golpe en su cabeza, como si hubiera sido agitada por una fuerza invisible, pero todo naturalmente en su cabeza, por un momento se apoyó en la pared mientras bajaba torpemente y por ello no supo en que momento fue que llegó. Por un momento dudó, si estaba siendo meramente sarcástico y solo parecía ser un pensamiento en voz alta, de una manera u otra el comentario no fue agradable para sus oídos – Quizás si los dijeras en voz alta no lo haría – Respondió en cierto tono irónico. Pero al alzar la mirada quedó completamente muda, casi como si todo a su alrededor hubiera desaparecido, no había pilares, no había paredes o pedestal, solo el arco suspendido frente a ella.
Dio un par de pasos hacia el frente contemplando semejante belleza, pero… – Adio ¿Dónde conseguiste eso? ¿Por qué lo tienes aquí? – Por un momento mil preguntas se apoderaron en su cabeza – ¿Quién eres? – Una expresión de incertidumbre rosando temor se cruzó por sus facciones, eso no era algo que cualquier persona podía poseer, por más coleccionista con obsesiones que fuera. Por un momento aferró su zurda a un costado tirando levemente de sus ropas mientras su diestra se estiró como si quisiera tomar el arco pero apretó sus dedos apartándolos de nuevo. Era absurdo lo que decía ¿Para ella? Un regalo de semejante nivel. Ella ni siquiera sabía cómo utilizarlo. Inclinó su cabeza un momento tomando un aire largo para dejar salir un suspiro, debía calmarse un poco antes de proseguir – Esto ¿Qué significa? Me trajiste aquí porque parecías saber que reaccionaría así. Estoy cansada de sentirme extraña cada vez que piso este lugar. Cada vez que es de noche no puedo dormir y cada vez es peor. No tengo idea porqué y ahora esto ¿No debería estar entre los dioses? ¿Acaso lo robaste? ¿Te lo entregaron? Nada tiene sentido. Adio, esto es demasiado – Su cabeza empezó a doler cada vez que se acercaba al objeto, se vio forzada a apartarse y sentarse en las escaleras llevando sus manos hasta sus frente, era demasiado para procesar.
¿Era cierto? ¿Realmente su nombre era Kathrine Mäkelä y era una enfermera?
Ni siquiera estaba segura de sus sentimientos hacia él ¿Qué era? La verdad era complicado, entre más lo pensaba más dolor de cabeza le daba, pero jamás se había planteado que tipo de relación tenía, lo único cierto es que era extraña. Su pie dio paso hacia atrás por la cercanía del hombre y algo a la defensiva le observó con duda, ya que no respondía a sus dudas como ella deseaba que respondiera. Apretó los labios acercando su mano hacia la de él, no la removió, la verdad sentía cierto confort pero quería respuestas.
Quizás por eso no le tomó nada aceptar en silencio su propuesta ¿A dónde? No sabía. Admitía que en un par de ocasiones quiso girarse y regresar, su cuerpo se tensaba gritando que no debía seguir adelante pero su orgullo era mucho más pesado que eso y no iba a doblegarse luego de haber realizado semejante escena ¿Qué era ese lugar? Le resultaba enorme, casi como un museo, demasiado ostentoso para ella.
Por un momento sintió un golpe en su cabeza, como si hubiera sido agitada por una fuerza invisible, pero todo naturalmente en su cabeza, por un momento se apoyó en la pared mientras bajaba torpemente y por ello no supo en que momento fue que llegó. Por un momento dudó, si estaba siendo meramente sarcástico y solo parecía ser un pensamiento en voz alta, de una manera u otra el comentario no fue agradable para sus oídos – Quizás si los dijeras en voz alta no lo haría – Respondió en cierto tono irónico. Pero al alzar la mirada quedó completamente muda, casi como si todo a su alrededor hubiera desaparecido, no había pilares, no había paredes o pedestal, solo el arco suspendido frente a ella.
Dio un par de pasos hacia el frente contemplando semejante belleza, pero… – Adio ¿Dónde conseguiste eso? ¿Por qué lo tienes aquí? – Por un momento mil preguntas se apoderaron en su cabeza – ¿Quién eres? – Una expresión de incertidumbre rosando temor se cruzó por sus facciones, eso no era algo que cualquier persona podía poseer, por más coleccionista con obsesiones que fuera. Por un momento aferró su zurda a un costado tirando levemente de sus ropas mientras su diestra se estiró como si quisiera tomar el arco pero apretó sus dedos apartándolos de nuevo. Era absurdo lo que decía ¿Para ella? Un regalo de semejante nivel. Ella ni siquiera sabía cómo utilizarlo. Inclinó su cabeza un momento tomando un aire largo para dejar salir un suspiro, debía calmarse un poco antes de proseguir – Esto ¿Qué significa? Me trajiste aquí porque parecías saber que reaccionaría así. Estoy cansada de sentirme extraña cada vez que piso este lugar. Cada vez que es de noche no puedo dormir y cada vez es peor. No tengo idea porqué y ahora esto ¿No debería estar entre los dioses? ¿Acaso lo robaste? ¿Te lo entregaron? Nada tiene sentido. Adio, esto es demasiado – Su cabeza empezó a doler cada vez que se acercaba al objeto, se vio forzada a apartarse y sentarse en las escaleras llevando sus manos hasta sus frente, era demasiado para procesar.
< Mitt navn er Kathrine Mäkelä. Jeg er sykepleier >
¿Era cierto? ¿Realmente su nombre era Kathrine Mäkelä y era una enfermera?
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Kathrine Mäkelä
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