Estación
Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
links rápidos
✧ reglamento✧ libro de firmas✧ historia✧ ambientación✧ escenarios✧ razas✧ grupos✧ alineaciones✧ modelo de ficha✧ personajes canon✧ petición de canon✧ físicos ocupados✧ reservas✧ ajustes de cuenta✧ gestión de temas✧ ausencias✧ recuperar color✧ eliminar cuenta✧ quejas, dudas y sugerencias
Conectarse
¿Quién está en línea?
En total hay 70 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 70 Invitados :: 1 Motor de búsqueda
Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 369 durante el Miér Oct 30, 2024 6:02 pm
Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 369 durante el Miér Oct 30, 2024 6:02 pm
Últimos temas
últimos temas
Créditos
Skin diseñada exclusivamente por el staff de Lost Garden para su uso exclusivo en el foro. Prohibida su copia, cualquier forma de plagio, sea total o parcial, será severamente castigada. Agradecimientos especiales a Dixinmortal y Asistencia Foroactivo por los tutoriales utilizados para la creación de esta skin. Las imágenes utilizadas en las categorías pertenecen en su totalidad a la artista Sakimichan, únicamente editadas para su implementación en el foro. Los personajes e historias que aquí se albergan son de la autoría de sus usuarios, quienes le dan vida a este proyecto, muchísimas gracias a todos por su paciencia.
The Heart of Lady Paphia [Priv.]
Página 1 de 1. • Comparte
por Lyanna Kyria Jue Sep 13, 2018 8:01 am
La noche arrullaba con el dulce golpeteo de la lluvia en su ventana, en los últimos remansos del verano que darían paso al otoño, no hubo truenos ni relámpagos, sólo las suaves gotas de agua. Lyanna miró por la ventana mientras dejaba de lado el libro al que le había estado dando lectura toda la tarde, hasta que el sueño comenzó a hacer eco en su cuerpo. Fue un libro sobre mitología griega, se había vuelto una costumbre en los últimos días, hasta el grado de dejar a un lado sus prácticas.
Su lectura la había llevado hasta Pafos, la isla donde el mito indicaba que, había nacido la diosa del amor y la belleza. Lyanna trataba de imaginar la belleza del lugar, descrito tan ricamente en su lectura; campos de flor de mirto, manzano, orquídeas, arboles frutales, y el picante aroma de la espuma de mar. Dejó el tomo sobre su mesita de noche, los parpados le pesaban, necesitaba de una noche de descanso, una larga y reparadora. Ni siquiera tuvo la gentileza de cambiarse el atuendo, solo se recostó sobre el colchón, mientras por instinto envolvía “su” amuleto entre las manos, poco a poco cayendo en los brazos oníricos.
―Pido a Morfeo por darte la paz de la dulce Nix, encantadora niña, pero es un viaje que debo emprender sola. No queremos que nada le ocurra a mi encantador nuevo cuerpo… descansa para mi esta noche, ya que, al alba, nos espera un camino largo.
Se dice que cuando Cronos castró a su padre, y sus genitales cayeron al mar, de estos se hizo una espuma, que, viajando hasta la orilla, dio a luz a una mujer, una criatura de indecible hermosura, que con una sola mirada fue capaz de hacer arrodillarse a hombre y dioses por igual. Representaba las pasiones y la belleza que todos persiguieron, fue la envidia de las diosas, y el gran amor de poetas y guerreros que dedicaron tantas victorias en su nombre como estrellas en el cielo. Afrodita, fue su nombre.
Fue a orillas de la isla de Pafos donde todo comenzó…
Como la espuma que una vez la trajo, ella deambuló en la orilla con una forma etérea, entre pasos suaves que parecieron el desliz del viento amable. Las estrellas titilaron emocionadas sobre su cabeza, la brisa del mar agitando la forma de su cabello, como si estuviera ahí en carne, una coqueta bienvenida a su hogar, había pasado tiempo, y no pudo sentirse más plena, estaba de vuelta en casa. Había viajado desde tan lejos, un lugar desconocido donde había pasado lo que pareciera una eternidad cautiva, y quería disfrutar cada momento en que sus ojos contemplaran, y si los dioses eran buenos, un día volver en su nuevo cuerpo para sentir la arena bajo sus pies, el picor de la sal y el calor en la piel.
Era la luz pálida de la luna, la que le permitió ver la belleza deteriorada de su hogar, la nostalgia que le trajo se le antojó a un trago de ambrosía, era sólo un fantasma, un ente errante que se aferraba a sus recuerdos, hermosos y aun frescos en su memoria, reconstruyendo cada casa, cada estructura en lo alto de las rocas, donde solía danzar a lado de sus doncellas, y mirar las puestas de sol. Había cambiado tanto, que ya no era ni la sombra de lo que ella una vez erigió, los humanos eran criaturas crueles y mezquinas, ella que les había dado el don de apreciar las cosas hermosas, sólo se podía quedar a ver la forma en la que la piedra roída esperaba en silencio sus pasos, para recobrar vida nuevamente.
Su templo estaba prácticamente en ruinas, algunos pilares apenas se alzaban, y, sin embargo, advirtió la belleza cruda casi salvaje de la naturaleza que hizo de las suyas, entre la hiedra que ascendía por las torres, y las flores silvestres que se mecían al compás del viento, no importa cuantos siglos pasaran, el lugar no perdería su grandeza, al menos no para ella que lograba encontrar algo agradable en medio de todo ese caos de piedras y polvo.
Con delicadeza pretendió sentarse sobre una de las bancas de piedra agrietada, lugar que solía ocupar para admirar el horizonte, viendo las embarcaciones perderse en la línea donde ya no se distinguía el cielo de la tierra. Tan buen recuerdo fue aquel…
―Pero pareciera que aun perteneces aquí… ―comentó para si misma, nadie la escucharía por supuesto―, quizá un día.
Iba a levantarse, y continuar deambulando un poco más, hasta que fue advertida, si tuviera un corazón palpitante en ese instante se habría detenido, y una sensación de vértigo la habría hecho perder el equilibrio, pero la forma en la que se encontraba, apenas la hizo mostrar un gesto con el rostro, admiración mezclada con algo que podía parecerse al miedo, porque aquello que estaba presente era una fuerza abrumadora, una que conocía y que no había esperado volver a sentir, al menos no en ese momento.
Con cuidado se levantó, y giró sobre sus talones para verle…
Cuan cruel pueden ser los nudos del destino, que siempre la hicieron volver a encontrarle, que siempre, la hicieron volver a sentir ansiedad por su presencia, brutal, profunda e inquietante.
Su lectura la había llevado hasta Pafos, la isla donde el mito indicaba que, había nacido la diosa del amor y la belleza. Lyanna trataba de imaginar la belleza del lugar, descrito tan ricamente en su lectura; campos de flor de mirto, manzano, orquídeas, arboles frutales, y el picante aroma de la espuma de mar. Dejó el tomo sobre su mesita de noche, los parpados le pesaban, necesitaba de una noche de descanso, una larga y reparadora. Ni siquiera tuvo la gentileza de cambiarse el atuendo, solo se recostó sobre el colchón, mientras por instinto envolvía “su” amuleto entre las manos, poco a poco cayendo en los brazos oníricos.
―Pido a Morfeo por darte la paz de la dulce Nix, encantadora niña, pero es un viaje que debo emprender sola. No queremos que nada le ocurra a mi encantador nuevo cuerpo… descansa para mi esta noche, ya que, al alba, nos espera un camino largo.
Se dice que cuando Cronos castró a su padre, y sus genitales cayeron al mar, de estos se hizo una espuma, que, viajando hasta la orilla, dio a luz a una mujer, una criatura de indecible hermosura, que con una sola mirada fue capaz de hacer arrodillarse a hombre y dioses por igual. Representaba las pasiones y la belleza que todos persiguieron, fue la envidia de las diosas, y el gran amor de poetas y guerreros que dedicaron tantas victorias en su nombre como estrellas en el cielo. Afrodita, fue su nombre.
Fue a orillas de la isla de Pafos donde todo comenzó…
Como la espuma que una vez la trajo, ella deambuló en la orilla con una forma etérea, entre pasos suaves que parecieron el desliz del viento amable. Las estrellas titilaron emocionadas sobre su cabeza, la brisa del mar agitando la forma de su cabello, como si estuviera ahí en carne, una coqueta bienvenida a su hogar, había pasado tiempo, y no pudo sentirse más plena, estaba de vuelta en casa. Había viajado desde tan lejos, un lugar desconocido donde había pasado lo que pareciera una eternidad cautiva, y quería disfrutar cada momento en que sus ojos contemplaran, y si los dioses eran buenos, un día volver en su nuevo cuerpo para sentir la arena bajo sus pies, el picor de la sal y el calor en la piel.
Era la luz pálida de la luna, la que le permitió ver la belleza deteriorada de su hogar, la nostalgia que le trajo se le antojó a un trago de ambrosía, era sólo un fantasma, un ente errante que se aferraba a sus recuerdos, hermosos y aun frescos en su memoria, reconstruyendo cada casa, cada estructura en lo alto de las rocas, donde solía danzar a lado de sus doncellas, y mirar las puestas de sol. Había cambiado tanto, que ya no era ni la sombra de lo que ella una vez erigió, los humanos eran criaturas crueles y mezquinas, ella que les había dado el don de apreciar las cosas hermosas, sólo se podía quedar a ver la forma en la que la piedra roída esperaba en silencio sus pasos, para recobrar vida nuevamente.
Su templo estaba prácticamente en ruinas, algunos pilares apenas se alzaban, y, sin embargo, advirtió la belleza cruda casi salvaje de la naturaleza que hizo de las suyas, entre la hiedra que ascendía por las torres, y las flores silvestres que se mecían al compás del viento, no importa cuantos siglos pasaran, el lugar no perdería su grandeza, al menos no para ella que lograba encontrar algo agradable en medio de todo ese caos de piedras y polvo.
Con delicadeza pretendió sentarse sobre una de las bancas de piedra agrietada, lugar que solía ocupar para admirar el horizonte, viendo las embarcaciones perderse en la línea donde ya no se distinguía el cielo de la tierra. Tan buen recuerdo fue aquel…
―Pero pareciera que aun perteneces aquí… ―comentó para si misma, nadie la escucharía por supuesto―, quizá un día.
Iba a levantarse, y continuar deambulando un poco más, hasta que fue advertida, si tuviera un corazón palpitante en ese instante se habría detenido, y una sensación de vértigo la habría hecho perder el equilibrio, pero la forma en la que se encontraba, apenas la hizo mostrar un gesto con el rostro, admiración mezclada con algo que podía parecerse al miedo, porque aquello que estaba presente era una fuerza abrumadora, una que conocía y que no había esperado volver a sentir, al menos no en ese momento.
Con cuidado se levantó, y giró sobre sus talones para verle…
Cuan cruel pueden ser los nudos del destino, que siempre la hicieron volver a encontrarle, que siempre, la hicieron volver a sentir ansiedad por su presencia, brutal, profunda e inquietante.
Praesidium
Lyanna Kyria
150x150 (Sólo posts) :
Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 25/08/2018
Temas similares
» [FB] Music for the lonely heart — Priv.
» ♦ Burning heart — ID
» Heart of a Lion [Regulus ID.]
» [ F B ] The V!#u$ { Priv. }
» This Day And Never Again {(Priv. )
» ♦ Burning heart — ID
» Heart of a Lion [Regulus ID.]
» [ F B ] The V!#u$ { Priv. }
» This Day And Never Again {(Priv. )
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.