— Your Majesty [Privado — Adelheid]

Los sueños van y vienen, su cuerpo a veces pesa por las mañanas debido a las terribles pesadillas que le aquejan, imágenes tan nítidas que pareciera él mismo quien las vivía, como si todo eso lo hubiese presenciado él. Esa mañana un suspiro pesado escapó de sus labios al despertar, pero ésta vez había más que sólo un cuello contracturado por dormir en una posición incómoda, era una sensación que iba mucho más allá de simple malestar físico. Tenía una misión, y debía salir de la isla junto con su superior, aquella mujer a quien siempre admiró por encima de todas las cosas.

Si bien también la consideraba su mejor amiga, nunca pudo evitar que en medio de las misiones esa amistad quedara de lado para ser reemplazada por un respeto y admiración innegables, sin ser ésta vez la excepción. El destino ahora eran lagos en Gran Bretaña, no podía realmente discernir el lugar, mucho menos la ubicación exacta, pero sentía como si ya hubiese estado antes en un lugar así, como si hubiers recorrido antaño esos parajes. Era una sensación rara la que anidaba en su pecho, como si fuese a desatarse una terrible tormenta.

La llegada no se vio interrumpida, no ocurrió nada fuera de lo común, e incluso se veía demasiado tranquilo para ser un lugar que podría verse como potencial blanco de Ares y su séquito. Aaron miraba a su alrededor con desdén, seguía teniendo pequeños flashes de los sueños que tuvo a lo largo de toda su vida, y es que al pasar por los parajes de aquellas hermosas tierras británicas, cubiertas ahora por neblina debido al clima, una punzada en sus sienes estaban a punto de obligarle a detenerse. Por ahora lucía todo tranquilo, no había amenazas cercanas, y parecía perfecto para detenerse a descansar por unos momentos.

Justamente al hacerlo, alcanzó a notar en el rostro de su superior una expresión distinta a la de siempre, como si algo le estuviese aquejando, como si tuviese mil cosas de las que preocuparse. Se acercó una vez que estuvo seguro no había peligro alrededor, posando su mano sobre el hombro contrario.

—¿Te ocurre algo? Has estado muy silenciosa todo el viaje... —murmuró. Se tomó la libertad de hablar con un poco más de confianza con ella, pues antes de ser subordinado y líder, eran amigos. —Te he notado distinta, ¿hay algo que quieras contarme, Adel? —y no iba a rendirse hasta que ella le contase.

Desde siempre se había mostrado preocupado por su seguridad, siempre le demostró que podía confiar en él sin importar de qué pudiera tratarse todo eso, estaría para ella siempre que lo necesitara, con sólo pedirlo era suficiente. Aaron la encaró, se plantó de pie frente a ella, y tomando su mano la sujetó de manera firme, pero al mismo tiempo suave, besando el dorso de la misma.

—Sabes que puedes confiar en mi, ¿cierto? —preguntó, soltando poco a poco su mano—. Si no es como amigo, que sea como un fiel servidor, Su Majestad —no dudó ni un solo instante en descender, apoyarse en su rodilla y llevar una mano a su pecho, inclinándose frente a esa mujer a quien consideraba no sólo una increíble líder, sino una monarca, alguien que merecía pleitesía.