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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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Lost Garden :: ✧ Elysium :: Oblivion :: Zona residencial
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por Adrien B. Wakefield Miér Oct 03, 2018 8:51 pm
Cena familiar, nada demasiado elaborado. La idea principal era que ambas familias se conocieran para así tener una interacción previa a lo que vendría siendo el casamiento. Pero las ganas de Adrien de conocer a la familia de su novia la verdad es que iban de mal en peor. Especialmente porque su padre le decía las razones por las cuales especialmente es que estaban haciendo ese "trato" por así decirlo. No es que estuviera tan de acuerdo, pero tampoco se negaba a la idea de avanzar en la vida y tener más responsabilidades de las que ya tenía ahora mismo. A diferencia de otras personas, el pelirrojo disfrutaba en demasía de superarse a si mismo, aunque si con ello tenía que sacrificar algunas libertades como por ejemplo su soltería. Tampoco es que fuese un joven que buscara mujeres por todos lados, de hecho no lo hacía... no le gustaba salir de fiesta ni mucho menos andar llevándose a una mujer diferente cada fin de semana.
Para él, las relaciones debían ser serias y sinceras, conocer a la otra persona con la que estás por lo menos dándote un beso. No solo una atracción física sin sentido alguno.
Más eso ahora mismo no importaba, ya que estaba dejándose hacer, mandar su vida de nuevo para el bien de los demás, y no solamente el suyo supuestamente como le decían sus padres. Educado para hacer caso, para mantenerse siempre en el molde aunque él por naturaleza fuera así ya de por sí sin mucho esfuerzo de sus padres para lograrlo. Adrien siempre tuvo una cabeza fría a la hora de pesar las consecuencias y posibilidades, tendría que abandonar la idea de encontrar a su pareja idea, para siempre probablemente todo por un arreglo monetario entre ambas familias. Una comodidad, decepcionados por su hijo que no hacía nada por la vida. Mientras que Adrien parecía un muchacho mucho más dedicado a sus estudios, a su trabajo, a todo en general menos a vivir la vida con libertad.
Llegaron a la casa, o mejor dicho una mansión, de buen tamaño aunque tampoco era exageradamente grande. Saludando a sus invitados, los padres de la muchacha con la que se casaría les daban la bienvenida a los Wakefield, especialmente a Adrien. Las miradas de las jóvenes ya iban dirigidas de inmediato a este chico pelirrojo y atractivo. Pensaban que sería un estúpido, feo, repugnante... pero en vez de eso se encontraron con el príncipe azul de sus sueños, de sus cuentos de hadas.
—Adrien, ¿qué te parece si vas a conocer a tu cuñado? Él todavía no ha bajado y estamos prontos para sentarnos en la mesa, ¿serías tan amable? Una de las sirvientas te acompañará. —y así sin más, Adrien asintió sin decir nada y se dejó guiar. Cuando llegó a la puerta, primero fue la mujer la que golpeó suavemente con sus nudillos más no hubo respuesta. Y entonces, mirando de reojo a la contraria, el pelirrojo le dirigió la voz. —Permítame. —musitó. Sin previo aviso, giró el pestillo y entró a la habitación, sin más vueltas.
Nunca imaginándose lo que estaba por ver.
Para él, las relaciones debían ser serias y sinceras, conocer a la otra persona con la que estás por lo menos dándote un beso. No solo una atracción física sin sentido alguno.
Más eso ahora mismo no importaba, ya que estaba dejándose hacer, mandar su vida de nuevo para el bien de los demás, y no solamente el suyo supuestamente como le decían sus padres. Educado para hacer caso, para mantenerse siempre en el molde aunque él por naturaleza fuera así ya de por sí sin mucho esfuerzo de sus padres para lograrlo. Adrien siempre tuvo una cabeza fría a la hora de pesar las consecuencias y posibilidades, tendría que abandonar la idea de encontrar a su pareja idea, para siempre probablemente todo por un arreglo monetario entre ambas familias. Una comodidad, decepcionados por su hijo que no hacía nada por la vida. Mientras que Adrien parecía un muchacho mucho más dedicado a sus estudios, a su trabajo, a todo en general menos a vivir la vida con libertad.
Llegaron a la casa, o mejor dicho una mansión, de buen tamaño aunque tampoco era exageradamente grande. Saludando a sus invitados, los padres de la muchacha con la que se casaría les daban la bienvenida a los Wakefield, especialmente a Adrien. Las miradas de las jóvenes ya iban dirigidas de inmediato a este chico pelirrojo y atractivo. Pensaban que sería un estúpido, feo, repugnante... pero en vez de eso se encontraron con el príncipe azul de sus sueños, de sus cuentos de hadas.
—Adrien, ¿qué te parece si vas a conocer a tu cuñado? Él todavía no ha bajado y estamos prontos para sentarnos en la mesa, ¿serías tan amable? Una de las sirvientas te acompañará. —y así sin más, Adrien asintió sin decir nada y se dejó guiar. Cuando llegó a la puerta, primero fue la mujer la que golpeó suavemente con sus nudillos más no hubo respuesta. Y entonces, mirando de reojo a la contraria, el pelirrojo le dirigió la voz. —Permítame. —musitó. Sin previo aviso, giró el pestillo y entró a la habitación, sin más vueltas.
Nunca imaginándose lo que estaba por ver.
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Adrien B. Wakefield
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