Lost
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So embrace the darkness and I will help you see That you can be limitless and fearless if you follow me. We are the lions in a world of lambs
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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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♦ Withered roses — Privado

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por Medea Regulus Lun Ago 27, 2018 3:14 pm
Campos Elíseos, su lugar favorito dentro del reino que regía con su esposo. A decir verdad, y con temor a sonar quizás demasiado romántica, ese lugar le traía hermosos recuerdos de aquella época en que Hades intentaba por todos los medios ser de su agrado.

Aunque no fuese la mejor de las maneras para cortejarla, ese hombre hizo hasta lo imposible por conseguir enamorarle, incluso comprometiéndose a dejar de lado sus demonios. Los recuerdos, no obstante, no eran suficientes para deshacer esa sensación tan agobiante que le invadió desde el momento que puso un pie en ese lugar.

Algo no estaba bien, pero pese a todo intentaba mantener la compostura.

Los eternos cielos despejados de los Elíseos dejaron de lado esa armonía de siempre, nada podía cambiar aquellas inmaculadas nubes por otras ennegrecidas a menos que tuviese que ver directamente con Hades o con ella misma. Parecía que una fuerte y torrencial lluvia se avecinaba, rayos, truenos, y la brisa tranquila comenzaba a arreciar en aquel balcón que desde su jardín personal alcanzó a notar.

Las almas que consiguieron liberarse de sus dominios por accidente no podían ser las responsables de ese desastre, había mucho más, algo más fuerte, más poderoso que podía igualar la fuerza de la que gozaba el mismo Hades. Las rosas en su jardín se marchitaban, las amapolas sufrían lo mismo, hacía frío, el ambiente se sentía pesado, y sabía que las almas a su alrededor estaban dispuestas a suplicar por la calma que les fue prometida al llegar a esa parte del Inframundo.

Persephone caminó hasta salir de su jardín, miró al cielo, y cerrando los ojos con suavidad inició un canto suave y delicado, la belleza de su voz otorgando la calma que las almas tanto le pedían, que tanto rogaban, deteniendo por un momento la tormenta que se avecinaba en ese lugar sagrado. Pero no podía sostenerlo por mucho tiempo, apenas era capaz de hacerle frente a aquella inclemencia, por lo que aumentó el poder de su misma aura en un intento por alejar la tempestad. No podía aguantar por mucho tiempo, no era capaz de soportar tanto en tan poco tiempo. Y quien fuese que se presentara ante ella, no cruzaría los límites que ella permitiese.

¡Muéstrate de una vez! —gritó tras detener su canto y mantener la poderosa aura divina a su alrededor, protegiendo los campos elíseos—. ¡Sal de donde estés! —volvió a gritar, exigiendo respuestas.
Praesidium

Medea Regulus
Medea Regulus
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Mensajes : 16

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por Caesar A. Andreatos Jue Sep 13, 2018 6:17 pm


Withered Roses

Privado - Medea Regulus - Inframundo / Campos Elíseos
"From Alexandria to Inferno...".

En las cascadas de un rio infinito yacía el cuerpo desgastado del Gran Ares, acostado mirando el firmamento que su tatarabuelo Urano tejió con tanto esmero solo para ser traicionado por Cronos en el proceso. La historia de su familia, el panteón griego, estaba llena de traiciones, genocidios y un sin fin de venganzas a largo plazo, su madre Hera era la maestra gestora de las venganzas por temas familiares, mientras que Ares pertenecía a los dioses que buscan venganza a través de la obtención de un poder más allá de la comprensión. Sus ojos permanecieron abiertos incluso en el grande deseo de dormir que cargaba, recordó entonces que los dioses todo poderosos no duermen o necesitan de brebajes ni comida para mantenerse bien, los griegos poseían el don de no ser humanos cargados de inmortalidad, si no que conceptos transformados en entes, eran el afán humano del entendimiento de su entorno. Los vientos recorrían sus cabellos y desapareció del lugar con su vasto poder, apareciendo nuevamente en Alejandría, su nueva tierra, su nuevo olimpo y por supuesto, la cuna de sus más grandes deseos para el mundo, no ha pasado un día sin que Ares hubiese no estado planeando algo vil para con los demás dioses, no porque la maldad residiera en él, si no que sus acciones que para él significaban un beneficio eran un sinónimo de destrucción en el bando del orden. Su estrategia era algo arriesgada y no siempre funcionaba, pero debía intentar, ¿Qué perdía un hombre de guerra intentando plantar una bomba en campo enemigo?, ¿Qué razones debe tener un general para mandar a masacrar a sus propios hombres tras las trincheras?, no había que dar explicaciones burdas a tal sin sentido de preguntas.

El próximo paso era crucial, era muy precipitado pisar el Infierno sin un plan, a pesar de todo el poder que cargaba Ares en esos tiempos, no era un tonto como para pelear con todos los dioses a la vez obviamente en suma desventaja numérica. No, simplemente su mente construyo una artimaña mucho más común, poco estimada incluso por aquellos con poder divino, era algo que no creyó que fallaría ni tampoco que la persona indicada prevería, por lo que se dio el lujo solo de encontrar el camino correcto hasta su objetivo. Había dejado pactado con sus aliados que si algo llegase a pasar, que si los caminos entre ellos no volviesen jamás a cruzarse, entonces seria la señal para complementar el mundo con el caos absoluto que hasta el minuto había estado más que encadenado entre una paz sombría y silenciosa, mas allá de eso, Ares no contemplo para nada el perder ni tampoco el llegar a tal abrupta decisión por parte de sus aliados, pero el recordatorio fue necesario para llenar su alma una vez más con soberbia, con la confianza que necesitaba. Cruzo los grandes desiertos fronterizos de Alejandria, por el gran puente que conectaba la ciudad con las montañas arenosas, a lo lejos se podía ver el vestigio de lo que alguna vez fue una tienda de campaña y entre tantos restos un recuerdo vivido de la guerra. Dentro de la carroza de guerra característica que siempre le acompañaba, Ares cabalgo día y noche hasta la entrada de una cueva en medio de la nada, observo con el único ojo funcional que le quedaba y sus corceles rechinaron cual bestia ante la incertidumbre, supo entonces que había llegado a su ansiado destino.

Chasqueo los dedos haciendo desaparecer su carroza y caballos, aumento su aura flameante de dios de la guerra la cual era un destello de color carmesí que rodeaba toda su contextura humana, sus ojos llameaban en un naranjo intenso y con su poder interno se adentro por la cueva misteriosa, y dentro de toda la oscuridad una llana luz se asomó, los caminos rocosos y abandonados de la caverna dieron paso a un socavón gigantesco que emulaba la entrada al mismo infierno, e irónicamente lo era, pero Ares no quería ir específicamente al Tártaro ni mucho menos al palacio del Hades, si no que a un lugar al cual ningún mortal podría resistir siquiera poner un pie—Campos Elíseos .. –musito su consciencia, el sitio en el cual mora la mayoría del tiempo una persona que él conocía hace milenios atrás, y que incluso había visto muy poco luego del caos acontecido en el mundo, por mucho Ares pensó que esa divinidad ya estaba muerta pero suma equivocación.

Se lanzo hacia lo desconocido en el socavon profundo y luego que una tierna luz cegara sus ojos, sorprendentemente ya no había mas oscuridad ni rocas, no hubo más silencio provocado por la soledad si no que uno iniciado por los vientos tenues y las hojas hermosas que adornaban el ambiente, cuyo fin era donde la mirada pudiese alcanzar, infinito y magnánimo. La paz de este escenario lo molesto, la primera impresión que tuvo fue el haberse equivocado pero luego de contemplar a las distancias el palacio de su familiar, entonces no tuvo duda alguna.

Ares con su energía negativa cambio todo lo que le rodeaba, la paz que representaba el cielo griego se torno gris, un pequeño relámpago golpeo los cielos y luego fueron muchos más, los vientos se pusieron poco amables al mismo tiempo en que las hiedras se secaban a cada paso que daba el dios de la guerra. Su aura densa golpeaba y contrastaba a los Campos mismos, pero no le sorprendía, el poder que alguna vez juro tener ahora lo poseía y tenia facultad de hacer lo que quisiese. Camino en dirección a un gran templo cercano, donde en el trayecto fue detenido por dos guerreros alados, pero nada era competencia para su ira y menos para su mano dictatorial. Sin esfuerzo alguno, Ares continuo, llevo del cuello a uno de los que intentaron detenerle y la sangre mancho su odisea, a lo lejos escucho una voz que reverberaba por toda la zona, el señor de la guerra sonrió de lado y antes de aparecer lanzo el cuerpo sin vida del guerrero hacia los pies de la dama de negro, por lo demás, sus pasos llegaron hacia en frente de aquella que exigía verlo.

–Perséfone – dijo una tonalidad clara de desagrado, por lo demás, su voz contrasto el denso poder de ella en el Infierno, reverbero de la misma forma y mantenía su efecto sobre el ambiente – Que agradable bienvenida – limpio un poco su mano con parte de los restos del guerrero alado y camino unos pasos más, quedando a una distancia agradable a la vista – Es inútil detener al caos inevitable, tus canciones por muy bellas que parezcan, tu voz por muy poderosa que se pretenda, no puede detenerme por mucho tiempo..


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Caesar A. Andreatos
Caesar A. Andreatos
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