Lost
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So embrace the darkness and I will help you see That you can be limitless and fearless if you follow me. We are the lions in a world of lambs
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Actualmente Elysium atraviesa un maravilloso verano, predominando los días soleados, aunque también de vez en cuando es posible toparse con días donde las lluvias no paran de caer sobre la isla. Las temperaturas varían bastante, yendo de los 33° como máximo hasta los 18° como mínimo. Esta temporada es ideal para paseos en la playa, fiestas al aire libre, todo tipo de actividades recreativas en las que puedas disfrutar de un hermoso sol y cielo despejado en su mayoría.
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Ragnarok Deja Vu. [Priv.]

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por Eldarion Miér Sep 05, 2018 5:48 pm
No. Que interesante que podía ser la existencia en sí misma. Un eterno matiz de contradicciones chocantes y armoniosas. La existencia misma es una interminable sucesión de causa y efecto. Toda acción en el universo tiene una reacción completa y absolutamente determinada la primera. Si uno asesina a alguien, el efecto de dicha causa se traducirá en una cadena de eventos poco afortunados. Se despierta el odio, se despierta la tristeza. Y en base a dichos sentimientos, surgen la potencial venganza, la potencial depresión. O quizás la auto superación como una forma de resolver el hueco sentimental que dicha pérdida ocasiona. Loki convivía con la pérdida desde sus inicios. Esto se podía evidenciar con algo tan esencial como los aspectos de la existencia que él mismo representaba. La maldad, la mentira, el fuego, todos aspectos que se veían directamente asociados a la misma muerte.


No era casual, tampoco, que todos esos pensamientos aparecieran en su mente cuando se encontraba en una situación como aquella. No se encontraba en un suntuoso palacio, rodeado de humanos dispuestos a adorar sus proezas. Bueno, nunca había tenido un séquito como ese. En los tiempos de antaño, los que eran adeptos a él, eran considerados malvados y por supuesto…solían ser llamados herejes que no merecían algo tan honorable como el Valhalla. Los mentirosos eran cobardes. Y los que no mataban en una pelea justa eran poco merecedores de recibir una muerte honorable. No recordaba cuantos humanos habían perecido ante la máxima tortura nórdica, por haber mentido o manipulado a sus congéneres.


Pero la modernidad era una belleza por eso mismo. Atrás quedó el honor de tiempos pasados. Atrás quedó la idea de que uno debe vivir con honor para poder encontrar un honorable final al encontrarse con su muerte. Ese inexorable destino que hasta las deidades compartían con los mortales. La mentira era parte de la vida diaria. Todos se mentían los unos a los otros. Hombres de negocios manipulaban a sus empleados al convencerlos de que se les ofrecían oportunidades iguales, y no la realidad en la cual el mejor lame botas es el que asciende y no el más trabajador. Innumerables esposos y esposas, que se follaban terceros en discordia mientras según ellos iban a hacer mandados o a algo tan trivial como el gimnasio. Las tres personas que ahora estaban enfrente del dios del engaño, representaban a la perfección todo lo que acabo de decir. Cada uno atado a una enorme columna de hierro, torsos desnudos empapados del sudor que nade a partir del miedo a la muerte. Y ningún oído dispuesto a brindarles asistencia por más que siguieran forzando los músculos de sus gargantas.


- ¿Alguno de ustedes sabe por qué está aquí en el día de hoy? – Los tres se debatieron las respuestas en el interior de su mente. Y cada uno de ellos optó por una diferente. El primero, un hombre de negocios con los bolsillos plagados de billetes, vociferó una serie de insultos hasta que no hubo voz que pudiera entonar sus palabras. El segundo, un adúltero empedernido, lloró desconsoladamente pidiéndole perdón a su esposa y a sus hijos. A los cuales ahora se daba cuenta que, había cambiado por una vagina más joven que la de su esposa. - ¿Qué me dices tú? ¿Sabes por qué estás aquí hoy? - El tercer ser que se encontraba atado a uno de las tres columnas, era una mujer. Entrada en años, pero ciertamente más determinante y fría que los otros dos infelices. Parecía incluso no afectada por los azotes que había recibido, ni porque sus partes íntimas se encontraran al descubierto. – Ninguno cumplió la cuota de información que les pedí. Todos recibieron asistencia de mi parte, todos y cada uno. Y ninguno avanzó. Ni siquiera llegaron a dar un paso hacia adelante. Sigo sin saber en dónde está la isla, ni tampoco sé nombres, ni la historia de alguien que siquiera pueda tener un indicio. Todos son…una enorme pérdida de tiempo.


El nórdico suspiró con decepción. Cerró los ojos y se alejó de la escena. Dos de sus hombres quedaron expectantes, como si una orden que no había llegado tuviera que ser dicha. Y antes de sumergirse en la oscuridad, Loki alzó la mano, dándole al fin claridad a lo que deseaba. Entendieron inmediatamente. Que los dos primeros recibieran el águila de sangre, mientras que la mujer podía continuar con su servicio.


Los gritos no se detuvieron hasta horas después.


- La mujer no ha dicho ni gracias, señor. – Uno de los dos hombres se encontraba ahora a un lado de su ubicación, lavando con calma los restos de carne y sangre que ensuciaban su piel y su cuchilla. El águila de sangre era, a parecer de Loki, la mejor forma de ejecutar a alguien. Era un proceso no apto para los débiles de estómago, lento, pero uno que nunca fallaba. - ¿Por qué la hemos soltado? Pudimos hacerle el águila al momento de terminar con los otros dos.


- La actitud de esa mujer me demostró que no estaba mintiendo cuando afirmó que había estado trabajando en el caso. Sólo que…encontrar rastros de esa puta isla no es nada sencillo. – Se encontraban en una fábrica abandonada. Alejada de Alejandría o de cualquier ciudad. Eran los remanentes de una antigua ciudad industrial, abandonada hace mucho tiempo ya por los humanos. Un pueblo minero, cuyas minas se habían vaciado hace más de 50 años. – Largo. Tendremos visitas pronto.


Loki pudo sentir a su contra parte. Si él representaba una causa, ciertamente la energía que acababa de sentir representaba su efecto. Era la energía del padre de todo. Era de suponerse que entonces ahora se encontraba despierto. Y si ahora estaba despierto, eso podría significar que finalmente se había enterado que el dios más maligno de su Partenón rondaba libre por el mundo de nuevo. Y eso solo podía significar que el Ragnarok estaba cerca. Despachó a sus dos hombres, necesitaba estar sólo para lo que vendría. El mantuvo su posición relajada, sentado sobre un barril de combustible, seco hace décadas.


- Ya comenzaba a sentirme olvidado…Odín. – Su voz salió tranquila de sus labios. Una sonrisa apareció en sus labios, al momento que sintió más energía aún. – Es una lástima que no hayas venido a verme personalmente.
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por Corvo Miér Sep 05, 2018 7:14 pm
Somos viento y palabras, sólo viento y palabras… Tan crueles fueron las garras del destino al dejarlo vivo. El fallido Ragnarok le arrebató todo, hijos, una amada esposa, su gente, y ¿Para qué? La pregunta había quedado sin respuesta hace tiempo, el padre probablemente buscaba que su cachorro encontrara las respuestas en el camino; pero cuan bárbaro podía ser, cuando el cachorro creció en un lobo miserable, ahogado en su propia autocompasión. Hubo caminado durante siglos, milenios quizá, vagando por el mundo, tratando de encontrar las razones que justificaran dicha carnicería. Había abandonado su titulo divino para una vida tormentosa, con las pesadillas acosándolo a cada momento, un ente errante, un viajero olvidado.

Habría sido tan dulce haber sido devorado por la bestia destinada a darle fin, pero él no contaba con que la mortalidad, desgraciadamente llevaba una carga consigo: el instinto de supervivencia. Y cuando la bestia cayó con el hocico roto a sus pies, la desolación le dio la bienvenida con el hedor de la carne quemada y la sangre mezclada con las cenizas.

Nunca fue suave, su llanto al nacer fue el de un guerrero, los cielos bramaron para coronarlo, hijo, heredero, rey, padre, dios… su arrogancia creció como su músculo listo para el asalto, el hambre de poder que lo llevó a sacrificar un ojo, el recuerdo palpitante de su fracaso. Así también, amó igual a la violencia de los mares, elevó en brazos a sus hijos envueltos en mantas de lana, abrazó a su esposa, no había mayor orgullo que el presumir a los suyos; la felicidad era un trago empalagoso, uno antes del sabor amargo de su bilis.

El destino de Odin era morir, el destino de Odin era caer con honor, y el destino de Odin fue estar de rodillas, humillado en una montaña, como un insignificante siervo.

¡¿Por qué te ocultas de mí?! ―su grito era igual al de un animal herido, furioso y vengativo―, ¡Entrégame la muerte! ¡Dijiste que nacimos para ella, y me haces rogarte para tener su misericordia!

Aquello habría sido un elixir para sus enemigos, la muerte es una piedad cuando un hombre está roto. El lobo aullaba, pero no a la luna pálida y brillante, ella incluso lo había abandonado.

Todo era silencio, el telón ni siquiera había bajado cuando la sala ya estaba vacía, y tumbado sobre los suelos, Odin se cubría el rostro, empapado en vergüenza.

Algunas veces, cuando nadie lo miraba, se dirigía a la montaña, la misma donde todo se supone que debía terminar, donde yacía encerrado el artífice de sus desgracias.

Si supieras del dolor del que has sido el artista, te regocijarías en ello ¿verdad?

Odin nunca obtuvo una respuesta.

Siempre buscando un culpable de tus fracasos, siempre tratando de imponer tu autoridad, porque no fuiste más que el experimento fallido de tus padres, condenaste a tu gente, condenaste lo que amabas, y todo por una estúpida profecia.

Mas el tiempo es sabio, y golpeó su mejilla, el andar lo había hecho entender dos cosas. La primera: que un dios sirve, y un dios provee, cuida y ama, la segunda: que la venganza sabe a oxido y tierra seca. La mortalidad es un regalo, su significado era tan simple que se reía de si mismo cuando lo descubrió: la esperanza.

Elysium le había devuelto la esperanza, y no por encontrar a otros iguales a él, dioses arrogantes que se dejaron caer cómodamente en el abrazo de las sedas y el oro, ni su gente despreocupada de lo que aguardaba la mascara de la calma. Fue Heimdall, vivo, tranquilo, en paz con su vida, incapaz de culparlo, su perdón pareciera haber lavado todos los pecados que lo habían manchado.



Nuestro honor muere con nosotros:


Su quietud había sido interrumpida, su sueño inquieto le dio aviso de algo que había temido desde hace tiempo, y no es como si aquello lo hubiera tomado por sorpresa, simplemente calculó mal, y la estupidez de Ares había desencadenado aquello con lo que él debía volver a lidiar. Los griegos eran apasionados, pero pequeños de mente, los cachorros de Zeus eran tan iguales a su padre. Ares a su criterio era eso, la furia ciega de Zeus, y el egoísmo amargo de Hera, un pequeño juego de estira y afloja que sucumbió a su propia destrucción. No, Odín no era un buen padre, jamás lo fue, pero al menos siempre tuvo la decencia de enseñarle a sus críos, que no importaba lo fuertes, hermosos, valientes o grandes fueran, un día alguien terminaría por abofetearlos.

Suspiró profundamente. Era una necesidad imperiosa la que lo llamaba, comprendía el deber, comprendía que más que un simple asunto de la Isla, aquello se había vuelto algo personal, siempre fue algo personal… Loki era el reflejo de sus fracasos.

Años atrás le habría dado caza, como un cerdo suelto en el bosque, perseguido por sus lobos y a lomos de su semental, ah, la brutalidad con la que habría destazado al muchacho hubiera sido digna de las canciones.  Pero no lo haría, Loki también fue victima de sus errores como rey, y aun que ciertamente había una enredadera de rencor que apretujaba su corazón cada vez que pensaba en él, también estaba la templanza, la prudencia y el sentido común, no podía dejar a Elysium sin uno de sus protectores, sabía que sin dudar, su némesis le tenia algo preparado, algo que seguramente cocinó deliciosamente en el rincón cuerdo de su mente, si aun quedaba algo de él, con esa astucia veloz y letal que siempre fue un dolor de cabeza.

Oh Loki, ese cachorro oscuro que siempre le causó gracia con sus travesuras, del que poco advirtió lo peligroso que podía ser, lo rencoroso y violento, a diferencia de Odin que estallaba en una cólera sonora, Loki era quieto y suave, parecido al invierno, arrastrándose por el cuerpo de sus enemigos hasta que, sin darse cuenta, sus cuerpos se volvían negros y muertos. Ya una vez lidio con él y el resultado fue en apariencia favorable, la tortura indecible que impuso en él era una lección para todo aquel que se opusiera, pero cuando los lobos son desenjaulados, suelen ser criaturas mezquinas y rencorosas, vengativas…

Geki y Freki lo observaron con inteligencia, advirtiéndole que cuidarían de su cuerpo, nadie se acercaría a Corvo mientras entrara en ese estado de inconsiencia para hacer una visita poco más que curiosa, para comprobar una vez más, que la estupidez en la cabeza equivocada, solo desencadenaría la desgracia de todos.

Hugin y Munin emprendieron el vuelo, sus alas lustrosas brillaron a contra luz, pequeños puntos negros que se perdieron en el horizonte. El mundo como estaba era una cosa espantosa, torres de humo que se alzaron en los cielos, a los que la madre hizo caso omiso, habían dejado de ser dignos hace mucho tiempo a los ojos de los antiguos.

El pequeño lobo sin manada, siempre tan selecto con sus escenarios…

Desolado fue el lugar donde se llevaría a cabo su encuentro, sin ojos indiscretos que presenciaran su encuentro desafortunado, había tanto para decir antes del inminente choque, tarde o temprano ambos debían acabar con lo que comenzaron.

¿Olvidarte? Cada noche te sueño, cada noche es la misma escena que se repite, tan igual y palpable, no seamos hipócritas viejo compañero, es la misma cosa la que te visita por las noches.

Su voz resonó sin dar indicios de su aparición, más en las altas ventanas se hicieron presentes los cuervos, todos graznando, con sus ojos rojizos distraídos, allá donde los cuervos llegan, es que el padre de todo contempla. El viejo tuerto y abandonado, caminando entre las almas que lloraban por sus muertes.

Hugin y Munin así como entraron, se hicieron plumas que cayeron al suelo para darle paso a la figura alta de Odin, mirando con el ojo que le quedaba al hombre que le causaba aun esa sensación de desasosiego, los años no habían sido amables, pero no habría burla alguna porque tampoco lo fueron con él.

Quería comprobar lo que mis viejos huesos advirtieron, dime Loki, ―pocos eran los hombres que se dirigían tan familiarmente al dios que bien conocía, y pocos los que al decirlo vivieron más allá de unos días― ¿a qué te sabe la libertad?

Y vino el silencio después del eco de sus palabras. Los lobos son criaturas territoriales, las únicas vengativas y persistentes hasta ver a su objetivo rogar por la muerte…
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por Eldarion Vie Sep 07, 2018 10:19 am
El destino era un hijo de puta. Vaya que sí lo era. No había otra forma de intepretar o definir aquél encuentro. Eso era, y eso siempre sería. Una viscitud del destino, un ciclo que no deja de repetirse. El cielo y en infierno viven en eterna convivencia. El hecho de que están en conflicto no es más que una puesta en escena, una obra de teatro orquestada por todos aquellos que ostentan el verdadero poder en el mundo. Durante milenios, había aprendido Loki, esa había sido la realidad humana. Con su fé Cristiana, con sus dogmas, con toda la mierda del diablo en el infierno y Dios desde los cielos. La historia de los nórdicos era similar. El Ragnarok. El padre de todo por un lado, y una realidad que se esfumó de un día para el otro. El eterno mal con el que uno convive todos los días, sellado dentro de las profundidades de una montaña alejada en terreno Escandinavo. Dioses muertos, dioses que se habían ahogado en su propia mierda.


Y el responsable de todo estaba en el infierno sobre la tierra. ¿Cómo se las había arreglado él para mantener algo de cordura? La respuesta era sumamente sencilla. Contando. ¿Cuánto tiempo había entre caída y caída de ese condenado veneno? Un lapso extremadamente corto de tiempo. Uno en el cual transcurrían con exactitud...27 minutos. 27 de minutos... ¿Qué mierda son 27 minutos en mas de un milenio? Demasiado. ¿Cuantas veces, entonces, se había quemado su carne, sus huesos, y estos se habían regenerado para luego volver a quemarse? Decir que no recordaba con exactitud el nùmero, sería una absoluta mentira. Puesto que si el odio fuera cuantificable, ese número seguramente se acercaría a una forma de hacerlo.


Al verlo en ese momento, a su contraparte más esencial, Loki pensó automáticamente en ese número. Esa voz, ese tono, ese eterno vaivén entre rectitud e hipocresía. Por qué no había otra forma de describirlo. Si Loki era la locura, entonces él se suponía que era la rectitud. Pero no había rectitud en toda la historia del padre de todo. Por qué si había una realidad...era que si bien Loki era el mal, certeramente Odín no era el bien. ¿Cómo podía ser el bien, si era él en realidad, el responsable de todo de lo que se lo acusaba? Bueno, no el responsable en su totalidad. Pero sí quizás, había sido él, quién inició la llama que acabó por dejarlos a ambos como estaban en el presente. Loki, se había trastornado y convertido en un demente aún mayor de lo que fue en toda su existencia. Y a él, lo dejó en completa y absoluta soledad. Sin esposas, sin hijos. Sólo un viejo anciano que no tenía alternativa más que seguir viviendo.


- Lo mismo que me visita todas las noches, ¿Eso crees en realidad? – Su tono no era ceremonioso. No, ya no había sitio para títulos, ni para un ápice de tono de camaradería. Al margen de que en antaño, aquellos dos habían llegado a ser compañeros de armas, incluso amigos. Loki alzó ambas manos al momento que se encogía de hombros, con una sonrisa burlona en sus labios. - ¿Cuántos minutos crees que demoraba el veneno en llenar ese cuenco de madera que tan amablemente dejaste sobre mi cabeza, al momento de encerrarme? – La pregunta fue retórica. Loki bien sabía que no conocía la respuesta. – 27 minutos, Odín.


Hizo una pausa. Soltó una ligera carcajada al darse cuenta de que su antiguo enemigo no había cambiado en absoluto. Lo único que tenía diferente eran años encima y un ojo de vaya uno a saber qué material. Si no estuviera ante su anti tesis más directa, seguramente lo encontraría hilarante. La risa se vio acallada por el viento. El dios del engaño soltó un suspiro y ladeó la cabeza ligeramente, mientras su propio mirar se centró en el de aquella proyección de energía del padre de todo.


- No he dormido en más de un milenio. – La sonrisa en su rostro se deformó en una suerte de mueca. Entre su dedo índice y medio apareció un cigarrillo ya encendido, el cual no demoró en llevar a sus labios. Le dio un par de caladas al mismo, suspiró con desgano y luego entonó de nuevo. – La libertad me sabe cómo a ti una familia, anciano.


Lo agrio del comentario era hasta palpable. Fue idéntico al comentario que hizo el padre de todo al preguntarle por su recientemente encontrada libertad. Por los avatares del destino, era libre. Y si él iba a comentar de esa forma su reciente liberación, entonces él haría lo propio con la información que le llegó hacía no demasiado tiempo. Que la familia de Odín, había muerto poco tiempo después. Pero no mantuvo el silencio por mucho tiempo.


- Lo más irónico de todo esto es…que todo es fundamentalmente tu culpa. Y la mejor parte, sin duda alguna, es que eres consciente de que tus errores desencadenaron en la muerte de todos tus seres queridos, anciano tuerto. – Loki sonrió y alzó hasta la altura de su pecho su mano libre. Sólo tuvo que chasquear el dedo índice y medio y una cuchilla apareció en la palma de dicha mano. Odín podía ser todo poderoso, pero incluso él era susceptible a sus ilusiones y engaños. Sólo un ser era inmune. La daga estaba plagada de marcas rúnicas, llena de energía. O al menos, eso era el engaño, la ilusión. – Fue tu arrogancia la que le permitió a tu esposa convertirse en una demente sobre protectora de un muchacho estúpido. ¿Cómo pudiste permitirle hacer algo tan estúpido como privar a Balder de un final? Hasta nosotros los dioses somos finitos, tenemos una muerte. Tu esposa, Odín, le arrebató eso. Y en consecuencia tu hijo cayó en la arrogancia y en la demencia. Ahora entonces te pregunto, ¿Sabes qué es esto? – Loki movió con suma habilidad la daga entre sus dedos. Claro que lo sabría. Ese ojo de algo debería de servirle. - ¿Que darías por ver a tu hijo de nuevo, Odín? Devolverle a Heimdall su hermanito no ha de ser una mala idea, ¿No te parece?


La daga había sido robada tiempo atrás. No demasiado, debía de admitir. Pudo haberlo evitado. Nadie le robaba algo tan fácil y se salía con la suya. Lo vio venir, y a propósito se las arregló para dejar la daga dentro de un cofre en una de sus guaridas menos vigiladas. El hecho de que la misma fuera robada, fue meramente para agregarle algo de “diversión extra a todo el concepto que él planeaba aplicar en Midgard.


- ¿Qué harías para evitar que lo mate por segunda vez?
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por Corvo Vie Sep 07, 2018 6:21 pm
Muchas veces se preguntó si era verdad, una suerte de frase que los hombres clamaban: el que a hierro mata, a hierro muere.

Cuando se vaga por demasiados años en la tierra, se aprenden cosas, alguna vez, visitó a un chaman de lejanas tierras tropicales, nunca había estado tan al sur como en aquella ocasión, en el calor bochornoso torturándolo; abandonó la comodidad de sus pieles, y se aventuró en una jungla, en donde las enfermedades, la hambruna y las criaturas salvajes se llevaron a la mayor parte de una expedición, que estaba en búsqueda de tesoros incalculables de una tribu salvaje.  La mayoría de los hombres, asistieron por razones tan simples y mezquinas como el oro, la mayoría asesinos sanguinarios, la paria de la sociedad… ¡Que los dioses mirasen! El gran Odin, hijo de Bor, mezclándose entre campesinos y mercenarios. Oh Odin, pero tú también fuiste un asesino.

Fue la primera vez que adoptó el nombre de Corvo…

El anciano, que calculaba tuviera entre noventa o quizá hasta rozando los cien años, se decía más sabio que cualquiera ahí, incluso en el momento que los suyos terminaron abiertos como corderos, chillando y suplicando por la vida, cuando el hombre al que Corvo miró a los ojos antes de morir, le dijo que eso sería una bondad para sus viejos huesos.

Mas Corvo no estaba ahí para matarlo, se sentó cruzando las piernas, como el compañero que busca las palabras de aliento de otro, sacando una botella de alcohol, y sirviendo en dos viejos vasos de madera, tenía preguntas, muchas que necesitaron respuesta.

Tan simple como era la vida, tan redundante que le causó una gracia casi histérica.

Pudieron haber sido más, ―se encogió de hombros, considerándolo lentamente, las heridas como esa, nunca cerraban, no del todo.

Sus palabras eran veneno, uno que siempre causaba efecto. Hay animales que gustan de inyectarlo para ver morir a sus victimas lenta y agónicamente, quizá se había inspirado en uno de ellos para el castigo que proporcionó a Loki, honestamente, ya casi no recordaba ese día, era el único de todo el pasaje tragicómico de su vida, que no guardaba con especial claridad.

¿Qué caso tenía pensar en eso?...

Entonces fueron sus palabras, tan suaves como el siseo de las serpientes, tan frías y lánguidas que Odin se sintió estremecer pese a su forma espiritual. El muchacho era cruel, incluso en sus juegos retorcidos que lo llevaron a perder la cabeza. Hizo aparecer esa maldita cosa, tan repulsiva que le revolvía el estómago… la maldita daga de muérdago.

Fue su amor por Frigg, lo que lo hizo consentir la estupidez de darle inmortalidad al más pequeño de sus hijos, el más hermoso. Balder no era como sus hermanos, no tenía el poder brutal de Thor, ni la paciencia de Heimdall, oh no, él era un cachorro ansioso de conocer el mundo, amante de las cosas bellas, era como su madre, y quizá por eso era su preferido, dicen que los padres no debían tener diferencias entre los niños, pero ¿qué culpa hubo en la inocencia de su muchacho? Fue terriblemente fácil de amar.

Su furia que en otro momento habría hervido y llevado su cuerpo real hasta la presencia de Loki, mas bien se hizo lenta. Los cuervos en las ventanas graznaron frenéticos y batieron las alas, picoteando con violencia los cristales, el poder de los nórdicos era uno casi tan viejo como la humanidad misma, presente en la naturaleza, en su forma más primigenia y salvaje.

La tierra se estremeció bajo sus pies, temerosa del padre de todo, pareciera que aun recordaba su carga furibunda.

Tú pedazo de mierda, ―su voz resonó, como los tambores de la guerra, en ese sabor ácido que le llenó tantas veces la lengua―, te arrastraré conmigo al infierno…

Tuvo miedo de responder, porque su corazón le gritaba ansioso…

Devuélveme a Balder… entrégame a mi hijo.

Un padre siempre haría lo que fuera por los que nacieron de su sangre, Balder… su risa de primavera, sus canciones, jamás le hizo daño a nadie.

Crees que tienes el poder aquí, tú maldito embustero, siempre con tus juegos… hace mucho que dejé de confiar en tu palabra.

Si Loki creía que Odin se desmoronaría, estaba equivocado. Ciertamente amaba a Balder, pero los muertos se quedaban así, devolverle la vida sería algo cruel.

Daría mi propia vida por Balder, claro que lo haría, pero… será más entretenido ver tu frustración mientras tú y el otro par de idiotas, intentan acabarnos, ―alzó el mentón, una sonrisa jugueteó en su rostro, pero su ojo sano, detonaba una mezcla de furia y melancolía, pidiendo perdón a su hijo.

Balder lo entendería… ¿verdad?

Elysium no se podía quedar sin él, menos ahora que Loki había demostrado sus claras intenciones por hacerlo sufrir, a había mostrado un ápice de debilidad al jugar con un ser amado, en su cabeza trabajaron una serie de formas astutas y egoístas para arrebatarle el dichoso objeto, pero mantuvo el temple, unos minutos bastaron para que Odin llegara a su primera conclusión: Necesitaban moverse y acabar con ese juego idiota de una vez. Al final, aquella visita infortunada, comenzaba a ser fructífera de alguna manera.

Odiaba la pasividad, la forma tan serena en la que los dioses se confiaron del secreto resguardado con tanta desesperación, la ubicación de la Isla seria algo que tarde o temprano se descubriría, y evocó nuevamente su visita al anciano en la India. La tribu que tanto se ocultó de las maquinaciones crueles de los europeos, había sido descubierta, y exterminada de una forma brutal.

Tarde o temprano, ―delineó sus palabras con una advertencia tácita―, no eres de los que simplemente dejará el asunto en paz.

Pero se iba a dar el gusto de verlo fracasar, una, cinco o diez veces más antes de que el choque entre ambos fuera inminente.
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por Eldarion Lun Sep 10, 2018 1:19 pm
Que belleza de escena. Era mejor que sus más salvajes deseos y fantasías. No podría nunca recordar el número exacto de veces que aquella escena fue recreada dentro de su mente. En ese infernal encierro, un encierro con olor a carne calcinada y cuerdas vocales destrozadas por el esfuerzo inhumano de seguir gritando luego de años sin descanso alguno. El exterior de su cuerpo era un martirio hasta de observar. Pero su interior era algo diferente. Una vez que los gritos se hicieron moneda común, costumbre incluso, y el dolor una parte poco relevante de su rutina diaria, Loki comenzó a resguardarse cada vez más en su mundo interno. En su locura, y en las promesas futuras de venganza. Planes que se formaban mientras los gritos del exterior rellenaban por completo las cuatro inmundas paredes cubiertas por hechizos antiguos. Ideas que aparecían mientras su propia carne se calcinaba cada vez más. Y hasta enseñanzas que se daban una vez que sólo la capa externa de su dermis volvía a recubrir sus músculos, antes de que el veneno volviera a caer con violencia.


Por eso aquella escena se le hacía tan gratificante. Por qué torturar a ese vejestorio físicamente sería una pérdida de tiempo. Odín no recibió sus títulos honoríficos de su padre Bor. Bor no fue en ningún momento el padre de todo, ni logró el nivel de influencia en vida que su hijo consiguió no mucho después de haberse hecho con el trono. Era el guerrero más legendario de toda la mitología Nórdica, al cual incluso la vejez que ahora azotaba su espíritu no parecía amedrentar en absoluto. Estaba acostumbrado al dolor físico, incontables batallas y conquistas le deberían de haber brindado una notable resistencia al mismo. El muy desgraciado se había arrancado un ojo para obtener conocimiento. Por lo que, la tortura convencional no era viable teniendo en cuenta a quién tenía enfrente.


Pero por todos sus aciertos y ventajas, el padre de todo también tenía un sinfín de grietas en su persona. Grietas que tan sólo él podía saber aprovechar. Cualquier otro sentiría miedo en esas circunstancias. La tierra tembló debajo de los pies de aquella proyección. Los cuervos se alborotaron y comenzaron a revolotear en círculos alrededor de ambos. Los frenéticos cánticos de aquellos animales, se le hicieron como una melodía que fungía como la antesala del Ragnarok. Tal y como las trompetas anunciaban el apocalipsis en la teología Cristiana. Pero donde todos verían al Odín de las leyendas, Loki veía a un anciano vulnerable. Tan sencillo de activar como un fusible dentro de un tanque de gasolina. Y si bien su reacción fue dentro de todo cauta y medida, él pudo verlo todo muy claro.


Y una pieza de información vital, un dato ignorado, un intento fallido de ocultar la ignorancia detrás del enojo. Loki no se inmutó, por ninguna de las palabras del padre de todo, ni por el aumento en su energía, ni por esos animales que él consideraba como predilectos. Él estaba en completo control de la situación. El padre de todo podía decir lo que le viniera en gana, pero había muchas cosas que le estaba confirmando al dios del engaño. Y todas y cada una pronto volverían para morderle el culo.


- Querido Odín… ¿Qué acaso has dado ese ojo tuyo por nada? – Respondió con suma ironía y sarcasmo, manteniendo aquella macabra sonrisa en su rostro. Sus amenazas eran tan banales como su pequeña demostración de poder. Por lo visto, su némesis estaba preparado de forma pobre para lo que vendría. Y Loki lo iba a poner en evidencia de la forma que mejor sabía. El demonio lengua de plata. – Por cada amenaza, por cada exabrupto de energía, por cada promesa vacía, me demuestras que has pasado todo este tiempo escapando de tus problemas. Eres más patético hoy que en el pasado. – Dijo y soltó una carcajada.


La daga de muérdago se paseó por los dedos del dios del engaño con rapidez. Realmente encontrarse con el padre de todo lo había puesto de muy buen humor. Ya tenía preparada una sorpresa, nacida de la improvisación más perfecta que un dramaturgo podría haberse imaginado. Era todo digno de las sagas de antaño, digno de un libro que vendería una infinidad de volúmenes y haría millonario a más de un autor. Daría rienda suelta a su malicia, guiado por su eterno deseo de venganza. Y si había algo que debía de destruir primero, era el espíritu del padre de todo.


- Dime, anciano, ¿Confías en tu difunta esposa? – La pregunta salió de los labios del dios del engaño, acompañada de una calma intoxicante. Su sonrisa no desapareció, por el contrario, detuvo la daga en el centro de su palma y se puso de pie completamente. – Por que creo que no te ha dicho algo muy importante sobre nuestro amado Balder. Al final creo que has cambiado ese ojo por nada, viejo estúpido. – Loki volvió a soltar una risa. Arrojó la daga hacia arriba, la cual comenzó a girar sobre sí misma. – Balder no está muerto, Odín. Tu esposa…antes de morir, lo selló para evitar su inevitable muerte. ¿Puedes adivinar dónde? – La pregunta sonó igual de cargada de malicia que todas las anteriores. La daga volvió a caer en sus manos, justo en el preciso instante que la frase que le daba final a sus palabras, salió de sus labios. – Así es. Lo sello en esta humilde daga de muérdago. ¿Ahora entiendes por qué te pregunté qué estarías dispuesto a hacer por ver a tu hijo de nuevo?


El nórdico se quedó en silencio, observando a su contraparte, esperando para que reaccionara, tal y como seguramente haría. Lo acusaría de mentiroso, claro que lo haría. Pero había algo esencial en todo eso, y era que la Daga ya no estaba con Loki. Se la habían “robado”, lo cual significaba que eventualmente Balder volvería a andar sobre la tierra. Pero por experiencia propia…Loki estaba seguro de que luego de pasar más de un milenio dentro de una daga de muérdago, pues…digamos que ya no sería Balder el hermoso. Sino Balder el demente. Esa información se la guardaría un poco más. Ya de por sí acababa de revelarle algo que ignoró por mil años. Algo que su propia esposa le había ocultado. Era de conocimiento común y popular la devoción que el padre de todo siempre sintió para con Frigg.


- Ha de doler mucho. Sí, ha de ser doloroso darse cuenta, muy en el fondo, que hasta el más mentiroso de la existencia también es capaz de decir la verdad. Por qué en tu interior sabes muy bien Odín, que esta verdad es más dañina que una infinidad de mentiras y engaños. Por que esta verdad, te hace darte cuenta que has pasado más de un milenio en el cual pudiste estar con tu hijo. Y todo por que tu esposa es una mentirosa, y una demente.
Tumultus

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por Corvo Mar Sep 11, 2018 6:00 am
Odín había estado roto por mucho tiempo, probablemente aun lo estaba…

El silencio se arrastró en el lugar por un momento, no fue algo incomodo, como cuando alguno se quedaba sin argumentos para continuar la discusión, claro que no, si había alguien en ese lugar que fuera capaz de usar la palabra misma como un hacha bien afilada, ese era Loki. El terreno de la pequeña charla no era algo con lo que se sintiera cómodo, claramente los años le enseñaron a controlar su temperamento, o de lo contrario, habría ido con su cuerpo físico hasta el lugar, cuando Odin hablaba, era una demanda, ordenes incuestionables, era áspero, con bordes duros y rocosos,  sus hijos habían intentado imitarlo, pero ninguno lo consiguió, ni siquiera Thor, que podría decirse, era el más parecido a él. Entonces cuando el dios del engaño abría la boca para soltar el veneno, era una estocada directa y brutal.

Su furia se apaciguó, pero aún seguía palpitante en la boca de su estómago, controlarla era algo que aprendió con el paso de los siglos, el ensayo y error, el conocer a múltiples hombres que le daban una lección distinta en cada viaje, cada tierra conocida, con la promesa de reparar las piezas rotas. Y en efecto, con los años se hizo conocedor de sus culpas, de sus cargas y de lo que significaban, se hizo más prudente.

Mas hubo una herida que jamás pudo sanar del todo, aquella con la que convivía día a día.

La perdida de su esposa… Hablar de Frigg era hablar sobre la criatura más hermosa de los nueve mundos, de la madre más amorosa, la compañera más dedicada, hablar de Frigg era para Odin, hundir el cuchillo sobre la herida. Lo que había comenzado como un matrimonio de conveniencia y mutuo acuerdo, había forjado algo duradero, algo que se sintió tan real hasta el momento en que la encontró fría y muerta sobre la piedra gris de su sala del trono.

Tan trágico momento había quedado impregnado en su cabeza, hasta que el rostro de Frigg simplemente se había vuelto algo borroso y lejano que Odin simplemente anhelaba.

Cuando Balder nació, había sido el más feliz de sus días, había mandado a tocar todas las campanas de Asgard, y susurró oraciones de protección a su muchacho. Nadie lo esperaba, nadie pensaba que el heredero de Odin era Balder, cuando todos pensaron que Thor sería quien tomara el trono.

Nacemos para morir…

Una madre ama a sus hijos más que cualquiera, jamás sería sencillo decirle que aquello que llevó en su vientre, se iría mucho antes que ella, en plena flor de la vida, y cuando Balder acudió a su abrazo para contarle de aquel sueño sobre su muerte, él pudo verlo, algo había cambiado en ella, fue oscuro y espeso, una obsesión que Odin temía terminase mal, y así lo hizo. Quiso intervenir, habló con ella, e incluso se atrevió a usar su tono fuerte, aquel con el que la tierra misma temblaba, pero Frigg era una madre, la fuerza primordial de la tierra que daba vida.

Loki podía verlo como un pobre viejo idiota y decrepito, un hombre que se aferraba a una balsa en medio del mar y la insolación, desesperado, podía soltarle insultos, muchos lo hicieron, incluso burlarse de su temperamento, él mismo se burlaba de su brutalidad, de su forma necia, de cada uno de sus errores e incluso de sus aciertos azarosos, pero tocar el tema de la mujer a la que había amado, fue el punto donde el padre de todo se movió por primera vez, un paso contundente hacia adelante. Cualquier otro podría pensar que era un signo de intimidación, pero contrario a la postura totalmente erguida y dominante, aquel paso fue el capricho de prestar mejor atención a sus palabras.

¿Qué se atrevería a decir ese maldito y condenado embustero, sobre Frigg?

Su primera pregunta fue retórica, era obvio que Odin confiaba en su mujer. Pero la confianza no siempre es la verdad absoluta, debía recordarse a sí mismo, y por tanto omitió su respuesta, en ningún momento pese a la expresividad de su mirada, vaciló, no desvió las pupilas a otro lugar, era una figura inamovible, Odin se rompería antes de siquiera doblarse frente a un muchacho que cataba victoria sobre él.  

Tenía la paciencia para escuchar su discurso, para dejarlo salir todo el veneno, sus falacias, pero cuando esa maldita cosa volvió a la escena como protagonista, nuevamente pudo sentir en su alma, el ruego del padre.

Devuélveme a mi hijo…

¿Por qué debía creer en las palabras de Loki? ¿Por qué en ese maldito momento en el que pareciera que solo quería destrozarlo, ver cumplido el cometido vil de asesinar al padre de todo, y cerrar ese maldito circulo de violencia que habían comenzado siglos atrás? probablemente la respuesta era porque, él no había sido el único mentiroso de la historia, porque la persona a la que había dado un voto de fidelidad y lealtad, fue quien en su desesperación, hubiera sellado a su propio hijo en una daga, que ahora estaba en poder de un maldito dios rencoroso y enfermo.

¿Qué es lo que quieres? ―preguntó en total pasividad, sin violencia, simplemente con el rostro cansado, harto de la situación tragicómica que se desarrollaba entorno a ambos―, ¿Matarme, como si eso te dejara satisfecho?… ―negó y luego dibujó el atisbo de una sonrisa.

Ah, si fuera tan sencillo como eso, Odin se lo habría propuesto desde un principio, Loki quería algo más, siempre era algo más… así se comienza, con un simple antojo, un deseo seductor de algo que corrompe, tortura, asesinato, poder, y cuando lo consiguiera… el sabor no siempre era tan dulce.

Si pretendes que ruegue a tu inexistente misericordia y me devuelvas a mi hijo… estás en un error.

Su decisión había sido echada, y sin vuelta atrás, siglo a siglo, viaje a viaje, Odin no volvería a ver a los que amaba, Balder no iba a regresar, Balder estaba mejor muerto, tan funesto y cruel como sonaba, no concebía ver a su inocente muchacho envuelto en esa trama oscura y retorcida bajo el yugo cruel de sus enemigos.

Frigg le había mentido… no, ella no lo hacía, maldita fuera su conciencia, porque él lo sabía, el amor de una madre era capaz de hacer cosas monstruosas, transformaba a sus portadores en seres irreconocibles, ya nada podía fragmentar más el corazón de Odin.

Devuélveme a mi hijo…
Judicium

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